ID de la obra: 144

Lejos de tus ideales (Hiatus indefinido).

Mezcla
NC-21
En progreso
1
¡Obra promocionada! 0
Fandom:
Tamaño:
planificada Maxi, escritos 57 páginas, 27 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Permitido en cualquier forma
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 1 Para la colección Descargar

Capitulo III. El peso del favorito.

Ajustes de texto
Notas:
☆*゚ ゜゚*☆*゚゜☆*゚ ゜゚*☆*゚゜ No todo es felicidad... desgraciadamente. Muchas veces Dogday pensaba en eso mientras miraba enfrente suyo como es que otros trabajadores entraban a la dulce casa, donde estaban los niños que habían sido adoptados por los mismo trabajadores, era evidente que los padres estaban pendiente de sus hijos, aunque claro no todos los niños tenían un padre cariñoso porque era bien sabido que solo los habían adoptados por ser sujetos de prueba, Dogday lo sabía ante mano que los niños eran para ser experimentados, aunque claro aún vivía en esa ignorancia donde no sabía con exactitud lo que ocurría con los niños y la verdad él prefería mantenerse en ignorancia, ya que sentía que no soportaría la cruda realización de lo que pasaba en la fábrica. Por supuesto el perrito veía como hasta los mismos científicos iban para llevarse a los niños seleccionados, para hacer lo que dios sabrá que harán con ellos, Dogday por su parte nunca podía hacer nada así que como todo un cobarde miraba a otro lado, ya que muchas veces se había entrometido y solo terminaba saliendo herido por las palizas, los castigos, las torturas por culpa de su desobediencia. Solo sabía que ya es inevitable que se lleven a un niño, algo que en su corazón le dolía sobre manera, pero tuvo que aguantar y callar, lo único que podía hacer por ellos es poder consolarlos después de lo que les hicieran a ellos. Fue entonces que Dogday recordó porque no siempre podían ser felices, en especial cuando estas personas llegaban para llevarse a un inocente pequeño para lo que sea que tuvieron planeado. Dogday en esos momentos se encontraba cuidando a los niños, solo Hoppy ayudaba ya que los demás se encontraban ocupados en sus respectivos trabajos, algunos adultos habían bajado para llevarse a sus niños para pasar el rato, todo estaba tranquilo hasta que vio como algunos científicos entraron a la casa para poder llevarse a un niño, cosa que el can lo supo de inmediato y los pequeños también, porque sabían de ante mano que cada vez que alguien con uniforme científico llegaba habría problemas, como si fuera un tipo de protocolo cuando los uniformados entraron, los niños rápidamente se ocultaron detrás de los Smalling Critters que estaban cuidándolos, otros habían huido a sus cuartos, otros solo se escondieron. — ¿Se les ofrece algo? —Pregunto de inmediato Dogday tratando de sonar lo más calmado posible, pero en sus ojos no podía fingir su desagrado contra esas personas. Pero de ese grupo de guardias y científicos un hombre comenzó avanzar lentamente, haciendo que los demás se hicieran de lado para que el hombre importante pudiera estar frente al grupo, con ese porte elegante y esa sonrisa egocéntrica, con sus manos detrás de su espalda, mostrando su superioridad al presentarse, así como si nada. Siendo el mismo Harley Sawyer o también conocido como el doctor. — Vamos Dogday, como si ya estas alturas no lo supieras, solo vine por unos niños y nos iremos...—Menciono aquel hombre arrogante dejando en claro que para él no significaban nada, solo eran sujetos de pruebas para sus experimentos. El nombrado al escuchar la arrogancia de aquel ser, solo gruño mostrando su molestia ante sus palabras, lo que provocó que los guardias levantaran sus armas tranquilizantes para apuntar al líder de los Smalling, haciendo que Hoppy al notar esto se tensara mientras protegida entre sus brazos a los niños, que la abrazaban con mucho miedo y temblando de pánico por pensar que serían llevados. — No... no por favor bajen esas armas, asustan a los niños. —Pidió la coneja en un ruego, cosa que Harley al ver esto solo alzo su mano para hacer que los guardias bajaran sus armas. —Solo por favor no los hagan sufrir, se los ruego. —Dijo finalmente Dogday, mostrando que no podía pelear contra ellos, se sentía bastante inútil y muy desesperado, por el simple hecho de que ellos a pesar de ser pequeños y débiles tenían esas armas que podían lastimarlo, además de que ya había sufrido mucho de sus torturas en especial de Harley directamente y para ser sincero, Dogday ya no quería volver a sentir ese horrible dolor otra vez en su vida, solo quería poder disfrutar de su vida en paz con los niños y sus amigos. Harley al escuchar eso solo volvió a sonreír con soberbia, por lo que levanto su mano e hizo una señal para que los guardias y científicos, fueran a buscar a los niños seleccionados para ser llevados, solo pasaron unos minutos cuando comenzaron a escucharse los gritos de los pequeños asustados e histéricos, las cuales no querían ser llevados por esos adultos que para nada serian suaves si se resentían, a uno de ellos lo cargaban por la fuerza mientras la niña golpeaba con toda la fuerza que podía el pecho del guardia quien se la llevaba. Dogday al ver esto sintió mucha furia contenida apretando su mandíbula con fuerza, solo quería que todo eso acabara de una vez por todas, ya que no soportaba ver el sufrimiento de los niños, los infantes detrás de Dogday estaban aterrorizados tanto que retrocedieron para aferrarse más al líder, quien hacia lo posible para protegerlos con su cuerpo y no sean llevados, aunque la realidad nada podía hacer porque sabía que sería inútil sus intentos por protegerlos, fue entonces que en un descuido por pensar demasiado en las consecuencias anteriores que hicieron sus actos, un científico entro al espacio personal del can para tomar a la fuerza a uno de los infantes detrás de él. —¡NO!, ¡DEJENME EN PAZ!, ¡DOGDAY!, ¡DOGDAY AYUDAME!, ¡NO DEJES QUE ME LLEVEN! —Grito histéricamente un niño de tan solo 6 años, quien lloraba a moco tendido con puro terror mientras estiraba sus manos hacia Dogday que despertó del shock por lo que al ver lo que había sucedido, no pudo reaccionar a tiempo para evitar que lo apartaran de su lado, por lo que rápidamente avanzo hacia ellos, para quitarles al pequeño que rogaba su ayuda, pero unos guardias lo detuvieron al impedir su paso. Hoppy al ver esto no dudo en retroceder bastante asustada y muy cobardemente solo se aseguró que los niños que estaban detrás de ella y en sus brazos no se metieran, todos ya estaban llorando del miedo que les causaban los adultos. Pero Dogday no podía evitarlo, necesitaba salvarlos a todos y si era necesario que sufriera de otro castigo lo aceptaría. — ¡Harley, por favor te lo ruego!, ¡¿No hay forma que los dejes en paz?!, ¡Al menos solo por hoy! —Pidió clemencia aquel perro anaranjado mientras miraba al científico deseando que se compadeciera de ellos, al ver que los guardianes evitaban su paso este se sintió frustrado, por todas esas emociones caóticas gobernando su mente. El nombrado alzo su ceja con un poco de indiferencia, por supuesto era muy normal ver a Dogday actuar de esa forma, ya que siempre acudía a todo aquel que pidiera ayuda. —Oh vamos... Dogday, tú sabes como es este trabajo, no es como si disfrutara de lastimar a otros. —Menciono sarcásticamente aquel hombre, cosa que el nombrado no dudo en fruncir su ceño porque para nada le divertía su sarcasmo. Harley de inmediato borro su gesto. — Ok ok, lo admito me atrapaste, pero, aunque de verdad quisiera dejar de hacerlo, no puedo son órdenes del de arriba. —Sentencio Harley mientras hacia la señal y los guardias como Científicos se llevaban a los tres niños, que chillaban estridentemente por culpa del miedo que los carcomía. Dogday por su lado estaba a punto de ser una locura y empujar a los guardias, ya no podía seguir parado sin hacer nada, cuando por fin Hoppy pudo reaccionar, ante todo, bajando al pequeño de su brazo corrió hasta tomar a su líder entre sus brazos para alejarlo de golpe. — ¡Basta Dogday! —Ella le llamo la atención angustiada por la situación, no podía permitir que se llevara a su líder, al sol del equipo al único que mantenía esa pequeña esperanza y felicidad en ese horrible lugar, no quería que lo castigaran. La coneja miro a Harley para hablar por los dos. —Es cierto Harley, no podemos hacer nada... pero por favor al menos hazlo rápido y que no sufran, te lo ruego. —Dijo la coneja entre suplicas, cosa que el científico miro la escena divertida, siendo que esta vez solo porque se lo rogaban lo haría. —Está bien, seré benevolente, después de todo no soy un mal tipo. Solo hago mi trabajo. Doy mi palabra que los niños no sentirían nada. —Prometió mientras se volteaba para mirar a los infantes que estaban aterrados. —Buenas noticias mis niños, a solicitud de Hoppy y Dogday prometo que no dolerá sus "chequeos médicos". —Menciono al menos dándoles ese consuelo a los chicos que asentían y al menos dejaban de llorar tanto, pero aun así se sentían temerosos, por lo que Harley dio la orden para que se fueran, llevándose a los niños, mientras Dogday se sentía más impotente porque de nuevo había fracasado como guardián de ellos. —Ah por cierto... Dogday, es tu examen médico también, así que cuando tengas tiempo baja a las instalaciones para hacerlo rápido. —Comento Harley con una sonrisa, lo que provocó que el nombrado se estremeciera con horror ante sus palabras. Solo miro como los adultos se iban y los niños que quedaron solo lloraron, fue entonces cuando Dogday tuvo que volver en sí, sintiéndose como un desgraciado y un idiota que no sabía que más hacer, a ese punto quería llorar de nuevo se habían llevado a otro niño y no sabía si al menos volverían, agradeció infinitamente que Hoppy se había hecho cargo, ahora sabía que Harley cumpliría su promesa y haría que los niños no sufrieran, ya que ese hombre podía ser un hombre horrible, un monstruo sinceramente. Pero al menos lo único que respetaba de esa basura de persona era que siempre cumplía su palabra. Dogday sintió como alguien lo jalaba solo para mirar debajo suyo y notar a los niños que lloraban y lo miraban con preocupación. —Dogday... ¿estas bien? —Dijo el pequeño rubio quien observaba al mayor buscando consolarlo, cosa que el nombrado no pudo evitarlo y bajar hasta su altura para acariciar su cabello, dedicándole una sonrisa tranquila, deseando transmitirle esa seguridad que no tenía, pero si le sonreía a él y a los demás infantes que aún estaban asustados, podría calmarlos. —Estoy bien Ren, tranquilos pequeños los adultos ya se fueron, ya no les harán nada. —Menciono el líder de los Smalling haciendo que los niños gimieran de alivio para ir corriendo a Hoppy y a Dogday que con abrazos consolaron a los niños. Hoppy también agradeció que su líder supiera como hacerse cargo de toda esta horrible situación. Solo exactamente una hora para que Dogday y Hoppy mandaran a los niños a la sala de juegos, donde otros juguetes se encargarían de ellos, mientras que ambos Smalling Critters al fin habían quedado solos en una sala, donde por fin podrían platicar y relajarse de ese momento tan tenso. — Dogday... no puedes seguir haciendo esas cosas. —Dijo Hoppy finalmente mientras estaba sentada en el sillón, ella se veía bastante preocupada mientras miraba a su líder que se notaba bastante decaído al estar sentado frente a ella, mientras tenía la mirada baja y sus manos estaban entrelazadas entre sí. —Pero no es justo lo que están haciendo con esos niños, además si no los ayudamos, ¿Quién más podría hacerlo? —Contesto Dogday mientras se tensaba y en su voz sonaba ansiosa como molesta, ya que su complejo de héroe no lo dejaba estar tranquilo a menos que esos niños estuvieran bien. Hoppy se quedó en silencio unos segundos, mientras hacia una mueca triste porque lo que decía su amigo es verdad, no había nadie más que ellos y algunos padres que hacían lo posible para defender a los infantes, pero ellos como juguetes no tenían mucho voto en las acciones que tomaban. —¿Y si te vuelven a castigar? O, pero aun... te pueden hacer algo mucho peor que simplemente no puedas protegerlos, ¿no lo pensaste? —Pregunto la coneja realmente angustiada por toda la situación, pero tenía que hacer que su líder entrara en razón. —Si te pasa algo... no podrás proteger a esos niños y seamos sinceros Dogday... de todos los juguetes en la fábrica, solo dos juguetes tienen realmente la voz de ser escuchados y tú eres uno de ellos. —Respondió Hoppy esta vez sonando seria en el asunto. —Si te pierdo ahora... yo no podre protegerlos... no sola. —La coneja fue muy honesta, sus palaras podían lastimar a Dogday con su verdad, pero tenía que escucharlo porque de otra forma, el sol no la escucharía. Dogday chasqueo la lengua con un poco de exasperación mientras desviaba la mirada y cerraba fuertemente los ojos, porque Hoppy tenía un punto muy bueno. Además, sus palabras dolían, porque tiene razón en su preocupación, odiaba tener el peso de ese voto en sus hombros, pero no tenia de otra más que aguantar y seguir callando toda esa rabia que lo consumía, porque no toleraba que lastimaran a los niños, a sus amigos, a otros por la injusticia que dominaba esa fábrica por los más bajos en rango. —Ellos no me harán nada... tienes razón, son el segundo juguete que tiene el poder de ser escuchado, por eso sé que no me harán más daño, lo máximo un par de azotes y un regaño de Elliot. Por esa razón Hoppy, no puedo rendirme... no puedo seguir permitiendo que siga pasando esa injusticia frente a mis ojos, me duele y me devora por dentro ver a los que amo ser maltratados sin que pueda evitar que sigan haciéndolo... solo me queda sacrificarme si es necesario para que puedan vivir tranquilos. —Explico el líder con un nudo en la garganta queriendo llorar y gritar de la frustración que sentía por no hacer más, quería hablar con Elliot sobre esto. Hoppy escucho de nuevo y sintió que su corazón se partía en dos, ella se levantó y camino hacia a Dogday para abrazarlo con fuerza dándole el consuelo que su amigo necesitaba, siendo correspondida mientras el sol se hundía en su hombro liberando su dolor en unas cuantas lágrimas. —Tienes un corazón de oro mi líder... por esa razón te seguiré sin importar las circunstancias, pero por favor no pongas más tu vida en peligro, sé que ahora tienes muchos beneficios, pero no sabemos cuánto durara esto... te lo ruego... eres nuestro sol. Tienes nuestras esperanzas de tener un futuro brillante. —Dijo Hoppy mostrando su lealtad, como el apoyo a su amigo, pero, aunque sus palabras sean hermosas de escuchar. Para Dogday fueron una carga más en sus hombros, porque Hoppy confirmaba que dependían de él para mantener esa esperanza de vida. El sol se sintió tambaleante y ansioso porque ni siquiera él sabía cómo podía darles ese futuro, cuando se sentía tan inseguro de seguir siendo un líder que solo se la pasa rogando por un mejor trato para todos, pero a pesar de la carga emocional que eso tenía aun así lo acepto. Porque él es el líder, su líder, aquel guardián que tenía que darles un lugar seguro y no defraudaría a sus amigos, ni a los niños, ni a los adultos que rogaban en privado que protegiera a sus hijos. Tenía que ser fuerte y seguir siendo el sol que necesitaban estas personas. Después de unos minutos ambos se separaron ya más calmados, después de todo solo estaban ellos dos para cuidar a los niños ya que los demás estaban en sus trabajos. —Tengo que irme... ya me están esperando para hacerme mi chequeo. —explico el cachorro mientras se levantaba del sillón, dejando a su amiga aun sentada y asintiendo a su partida. —Hasta al rato Dogday. —Se despidió Hoppy alzando su mano mientras lo miraba partir, y cuando se aseguró de que este se haya ido ella solo borro su sonrisa, dejando en claro su preocupación y dolor que sentía, al ser tan inútil porque ella quería ser más de ayuda para Dogday. Pero sus pensamientos intrusivos volvieron apoderarse de la pobre conejita verde. Dogday había salido de la casa hogar y comenzó a caminar hacia las profundidades de la fábrica, ya que tenía que ir a los laboratorios para su examen médico. El can caminaba por aquellos pasillos donde transcurrían los trabajadores y hasta juguetes quienes paseaban por el lugar, Dogday pensaba seriamente en las palabras de Hoppy, todo ese peso encima suyo lo hacía sentirse ansioso y muy desesperado de pensar en una solución, la que sea para que dejaran a los pequeños en paz. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar un chillido de dolor, lo que hizo que el can erizara su pelaje del susto, pero al notar que alguien estaba en peligro, de inmediato se dirigió al lugar donde se escuchaba esos alaridos de dolor. —¡No!, ¡No!, ¡Perdóname, no lo volveré hacer!, ¡Perdón!, ¡AH! —Cada paso que daba el sol se tensaba porque significaba una cosa y es que de nuevo estaba esa maldita desigualdad. Cuando Dogday corrió doblando la esquina de esa enorme fabrica, pudo ver enfrente de él como varias personas como algunos juguetes estaban mirando la escena tan horrible que se presentaba, ya que un trabajador de la fábrica pateada con tanta fuerza a uno de los juguetes de la fábrica, siendo un gran oso de "peluche" del tamaño de un humano promedio, quien estaba tirado en el suelo cubriendo su cabeza con sus manos, para que aquel humano no le hiciera más daño. Gritando clemencia y la agonía se podía ver en sus ojos asustados llorosos, su cuerpo se veía herido con algunas cortadas sangrantes. Dogday al ver esa escena sintió una furia por esto, porque independiente de todo no merecía ese trato tan cruel. —¡ERES UN INUTIL!, ¡PORQUE NO PUEDES HACER NADA BIEN, CARAJO! —Rugió lleno de ira aquel hombre corpulento, mientras pateaba a la pobre criatura. —¡LO SIENTO!, ¡PERDONAME NO LO VOLVERE HACER! —Este seguía repitiendo una y otra vez, mientras los demás miraban la escena con tanta lastima, mientras que algunos juguetes vivientes apartaban sus miradas con miedo, ya que sabían que si se metían este sería su destino o peor, después de todo era el pan de cada día que maltrataran a los juguetes y otros empleados de bajo nivel. Esa fábrica llena de desigualdad era una pesadilla para los juguetes vivientes. Dogday ya no aguanto seguir viendo esto por lo que camino rápidamente para parar esa pesadilla. —¡APRENDERAS A HACER LAS COSAS BIEN MALDITO BASTARDO! —El hombre levanto su portapapeles que tenía en la mano para golpear al oso, pero antes de que pudiera insertar ese golpe una mano ajena lo tomo para detenerlo de golpe, el abusador solo gruño y miro con rencor a aquel que lo detuvo, solo para darse cuenta que es Dogday aquel líder de los Smalling Critters que, hacia una mueca llena de enojo, mientras no lo soltaba. —¡YA BASTA!, ¡Deja de golpearlo! —Este alzo la voz con seriedad, mientras sus palabras las soltaba con molestia, a lo que el trabajador jalo su brazo para que el can lo soltara, el hombre un poco ansioso al descubrir quien lo había detenido pensó seriamente en lo que diría, ya que sabría que habría serias consecuencias si se iba contra el favorito de Elliot. —Dejare de hacerlo, cuando este inútil deje de cagarla. —Pronuncio con fastidio e irritación, a lo que el sol solo frunzo su ceño con mucho enojo, este se hizo a un lado para poder ayudar al oso de peluche quien seguía en el suelo, temblando y llorando del miedo como de dolor. —¿Estas bien? —Pregunto Dogday al contrario con esa voz suave y lleno de amabilidad, cosa que el juguete alzo su cabeza dejando ver que su nariz sangraba mucho y uno de sus ojos estaba hinchado, este asintió y se levantó para poder llorar mientras el líder de los Smalling lo consolaba. —No importa lo que pase o haya hecho, porque nadie merece este tipo de trato. —Dijo el cachorro mientras miraba con frialdad al señor que solo chasqueaba su lengua con fastidio. —¿Tu que vas a saber?, solo eres un mero bastardo como él. Ustedes nacieron para servirnos. —Pronuncio con soberbia aquel hombre, la cual personas y juguetes ajenos que miraban esa escena se impactaron por sus crueles palabras, porque desgraciadamente a si era la ley en este lugar, los juguetes nacieron para ser los esclavos, era aberrante para Dogday que esto pasara porque si no fuera por Elliot el seria tratado como los demás, herido, maltratado, despreciado, deshumanizado tanto que no sabía cómo es que los que sufrían de esto lograban mantenerse cuerdos, ese hombre es la misma representación de lo que estaba mal con esa ideología. —¡ESTAMOS VIVOS! —Grito Exasperado Dogday mientras miraba con rabia a ese hombre, poniéndose enfrente de aquel oso que sufrió su violencia, porque no iba a parar ahí. —¡Nosotros también somos personas!, ¡Sentimos!, ¡Pensamos, tenemos deseos también!, ¡Respiramos!, ¡Comemos!, ¡Hasta defecamos! —El sol no iba dejar que esto se queda de esa forma, tenía que hacerle entender de un modo a otro a ese patético hombre que los dejara en paz. —¡TENEMOS MUCHO DERECHO DE SER TRATADOS CON RESPETO COMO TU!, ¡COMO LOS DEMAS TRABAJADORES! —Dogday se acercó un poco amenazante mientras alzaba la voz, haciendo que todos lo escucharan anonadados por tales palabras esperanzadoras, los juguetes que tenían miedo y miraban aquella escena, encontraron un consuelo ante las palabras del líder de los Smalling Critters. —¡ESTO LO QUE HACES ESTA MAL!, ¡NO SOLO PORQUE TIENES UN RANGO SUPERIOR A NOSOTROS TE DA DERECHO A TRATAR A CUALQUIERA COMO UNA BASURA!, ¡NADIE MERECE UN TRATO TAN DESHUMANIZANTE COMO LO QUE TU HACES! —Volvió a alzar la voz, harto de ver como esto seguía sucediendo, pero algo en sus palabras hicieron que los mismos trabajadores se conmovieron por las palabras de Dogday. —¡ES CIERTO! —Se escucho un grito ajeno de otro hombre, un trabajador que había visto toda esa escena se había identificado con las palabras del can, porque no solo los juguetes también sufrían de abusos, si no que hasta los mismos trabajadores estaban siendo sometidos a esos tratos tan denigrantes, en especial a los de rango bajo. Ese hombre joven le dio esa atentación para que los demás trabajadores y juguetes comenzaran alzar su voz sin miedo. —¡ES VERDAD!, ¡MERECEMOS UN TRATO MAS JUSTO! —Grito un juguete al mismo tiempo que una mujer científica, fue entonces que se hizo coro en ese enorme pasillo y las quejas se hicieron escuchar, haciendo que el hombre abusador se sorprendiera y retrocediera asustado por lo que pasaría, este miro con rabia a Dogday y como un estúpido cobarde este huyo de inmediato corriendo, para evitar cualquier consecuencia que trajera lo que estaba pasando. Dogday sonrió con alegría al saber que al menos sus palabras eran escuchadas, fue entonces que miro al oso que había salvado que ya no lloraba si no sonreía con admiración hacia el can, este se acercó tomando su mano. —Muchas gracias Dogday, ojalá tus palabras pudieran cumplirse y nos dieran el respeto que merecemos. —Dijo aquel oso afelpado que a pesar que tenía su cara hinchada por los golpes y sangraba un poco, sonreía con esperanzas. Cosa que el sol solo asintió tomando sus manos también. —Ya veraz que sí, cuídate mucho Honey. —Menciono el cachorro mientras se alejaba ya que tenía que irse a su chequeo, el oso se despidió mientras miraba aquel can que había hecho que tanto trabajadores y juguetes pasaran la voz, para exigir más derechos, aunque no sabía hasta donde podrían capaz de llegar sus palabras. Era un hecho que esa fábrica tenía un pésimo ambiente laboral, Dogday lo sabía de primera mano en especial porque veía casi todos los días esa maldita desigualdad y maltrato a los suyos, además de que también los mismos humanos son crueles con su propia raza. Dogday por mucho quería que parara ese trato, pero casi nada podía hacer más que rezar y rogar para que parara, aunque no sabía si sería escuchado por el fundador. Los minutos pasaron y al fin Dogday llevo a los laboratorios en especial al área de salud, donde había consultorios para juguetes y humanos por separado. Este se acercó a un consultorio especifico en donde una doctora lo estaba esperando, una mujer rubia alta quien lo miro con cierta alegría de ver al can llegar. —Buenas tardes Dogday, llegas tarde perrito. —Dijo ella con calma y amabilidad, cosa que el nombrado solo se rio un poco nerviosamente, mientras entraba al consultorio de ella, la cual la doctora señalaba que se sentara en esa camilla grande ya que fue hecho para los suyos de su tamaño. —Lose, lo siento Doctora Jane... es solo que... tuve un percance cuando venía para acá. —Respondió honestamente el sol quien miraba a esa mujer que siempre lo trataba con ese respeto que merecía como ser vivo, ella dulcemente sacaba unos guantes para ponérselos, al igual que arreglaba unos papeles. —Jeje si me imagino, siempre estas ocupado perrito, así que no te preocupes será rápido. —Ella lo calmo para luego a proceder a checarlo, reviso su pulso, su respiración, su presión arterial, hasta lo peso en una báscula grande, todo lo anotaba en sus papeles además de hacer unas preguntas comunes sobre su salud. —Oh~ cariño bajaste un kilo, ¿Estas comiendo bien? —Pregunto la doctora preocupada mientras señalaba a Dogday que volviera a la camilla, a lo que el perrito asintió estándose en aquel lugar bastante cómodo, mientras movía su cola suavemente, mostrando su comodidad al estar con esa mujer tan buena. —Últimamente me he saltado algunas comidas del día, es por culpa de que me ponen más trabajo. —Contesto con honestidad Dogday mientras se rascaba su nuca avergonzada, porque se había descuidado un poco. —Ya veo, debes cuidarte mucho, es muy importante tu salud y tu bien estar. Trata de no saltarlas. —Ella comento mientras se ponía enfrente suyo, dándole una sonrisa de consuelo, cosa que el can asintió prometiendo que lo haría, pero luego la doctora suspiro cambiando un gesto a uno preocupado, lo que Dogday al ver esto supo de inmediato que faltaba lo último y era lo que más odiaba en el mundo, la doctora tenía que checar su parte intima. —Dogday, sé que te incomoda horriblemente este procedimiento, y aunque quiero evitarlo ya que no me gusta incomodar a mis pacientes, tengo que hacerlo por tu salud cariño. —Explico aquella mujer con angustia en sus palabras, no quería hacer algo que el contrario no deseaba, pero su trabajo la obligaba. Dogday lo entendía, pero a pesar de todo él no le gustaba, detestaba que lo miraran abajo, lo tocaran para revisarlo, lo hacía sentir miserable, porque solo le hacía recordar lo defectuoso que era, una aberración que hacía que el perrito se pusiera mal y comenzara a respirar con dificultad. — Lose... perdón por hacer tu trabajo difícil, es solo que... ya sabes... lo odio, me hace sentir mal. —Contesto el líder mientras se abrazaba, al mismo tiempo que quería llorar. Pero la mujer lo consoló al darle suaves palmadas en su costado para calmarlo. —No te disculpes cariño, te prometo que lo hare rápido y sin dolor. —Ella prometió a lo que Dogday asintió dándole acceso para que ella procediera con su trabajo, Jane solo volvió a ponerse entre las piernas de Dogday mientras este se acostaba y tapaba su cara guardando sus lágrimas, mientras sentía como tocaban su entre pierna y los dedos aguantados de la doctora exploraron su intimidad, revisando por si tenía algo malo. Fue entonces que el perrito no pudo contener sus lágrimas, sintiéndose horrible porque odiaba lo que tenía abajo, lo hacía sentir mal, hacía que su psique a veces se deteriora y culpaba tanto a Harley por haberlo hecho un error. Pero gracias a Jane y su profesionalidad que pudo terminar rápido para después regresar apuntar todo en sus papeles. —Felicidades Dogday está todo bien, estas sano. —Ella comento buscando consolarlo a lo que el perrito sabiendo que al fin había terminado, este se levantó y cerraba sus piernas avergonzado, pero al escuchar las palabras de la mujer, este volvió a sonreír, aunque un poco más tranquilo. —Vez te dije que soy rápida, ¿Cómo te sientes? —Pregunto ella con dulzura. —Me alegro saber eso... me siento bien, gracias Jane por todo. —Dogday contesto con esa amabilidad que lo caracterizaba agradeciendo profundamente que sea Jane su doctora, porque esa mujer era conocida por todos los juguetes por su amabilidad y dulzura con ellos, simplemente ella los trataba como personas jamás los lastimaba y siempre veía por ellos, Jane merecía el cielo a los ojos de Dogday. —No hay de que cariño, anda ve a descansar lo necesitas, y no olvides comer a tu hora eh. —Advirtió la doctora señalando "amenazándolo" al can que solo se rio. —No te preocupes Jane lo hare. —Dijo mientras se retiraba despidiéndose de ella, saliendo al fin del consultorio. El can tomo un enorme suspiro, sintiendo mucho alivio de que terminara su consulta, este comenzó a retirarse queriendo volver a la casa, deseando descansar y poder relajarse de todo ese estrés, a pesar de que en esa fábrica hubiera gente horrible y mala, aun tenían gente buena y dulce, como Jane esa doctora que es la favorita de varios juguetes que se lastiman o enferman. Tener más personas como ella hacía que Dogday tuviera la esperanza de que todo mejoraría en un futuro, en especial que mientras caminaba siguiendo otro camino para despejar su mente pudo ver a más personas tan amables. Ya que enfrente de él caminaba una científica muy conocida por otros científicos hasta por el mismo Harley, la cual se encontraba caminando mientras miraba unos papeles en sus manos, ya que en sus hombros se encontraba dos minis Smalling Critters quienes jugueteaban con su cabello, un mini Catnap y mini Dogday, quienes chillaban super felices. Ella sin querer queriendo tropezó al no mirar, lo que provocó que una de las mini criaturas saliera volando delante de ella, a lo que la mujer de inmediato soltó sus papeles para atrapar al mini Catnap quien chillo asustado por la horrible caída que tendría, pero ella evito que sucediera, haciendo que el mini Dogday se asustara por su amigo. —Oh mi lindo Moon light, ¿Estas bien, no te hiciste daño? —Pregunto aquella mujer adulta castaña mirando a su mini criatura que negó haber tenido daño, además de hacer unos chillidos tratando de comunicarle su bien estar, haciendo que la mujer sonriera con dulzura mientras abrazaba al mini Catnap que tenía su propio nombre, junto con el mini Dogday que se unió a esa sesión de abrazos y besos. Lo que hizo que Dogday al ver esta escena sonriera, porque también era conocida por ser la dueña de esas dos minis criaturas, la cual ellos habían elegido para seguirla. El líder de los Smalling Critters admitía muy internamente que tenía mucha envidia de Moonlight y Sunshine aquellos peluches que la mujer nombro, ya que eran de los más selectos juguetes que tenían permitido salir de la fábrica y entrar como quisieran, gracias a su humana que tenía permitido siempre llevarlos a su casa. Dogday solo saludo cosa que la mujer correspondió mientras recogía sus papeles y volvía a retirarse, el canino siguió adelante en su camino, observando a personas y juguetes que pasaban por ahí, como también veía como un empleado la cual se encargaba de mantener el orden de las maquinas, caminaba tranquilamente riendo mientras a lado se encontraba Mommy Long Legs, ambos estaban a la par hablando entre risas. —Entonces le dije tu mamá. —Respondió el hombre ya adulto, a lo que Mommy se rio por su anécdota, ella levanto su mano para ponerlo enfrente de su boca tratando de disimular su carcajada. —Jaja, ¿Enserio le dijiste eso señor Jhons?, que malo eres~. —Contesto aquel juguete femenino quien lo acompañaba a donde sea que iban, pasando ambos de lado de Dogday, estando en su propia burbuja. El canino sabía que esos dos tenían una amistad muy peculiar, no era secreto que se levaban de maravilla, ya que el señor Jhons era el encargado de reparar todos los juguetes y maquinas del área de Mommy, por lo que ahí inicio su convivencia. —Señorita Mommy, eso no es nada una vez le puse sal al agua de mi primo...—El hombre siguió contando sus anécdotas divertidas a Mommy quien lo escuchaba atentamente, ambos amaban convivir con el uno del otro. Pero tampoco eran los únicos que tenían una relación amistosa con juguetes, ya que el señor Harris aquel intendente ya mayor de edad, que se encargaba de la limpieza de algunas áreas de la fábrica, un gran empleado y muy respetado no por su trabajo si no por ser un amor de persona, un hombre de familia tenía una gran amistad con uno de los juguetes que siempre lo acompañaba, siendo perruga aquel enorme can con el cuerpo similar a una oruga pero siendo un peluche esponjoso viviente, ellos literalmente nunca se separaban cada vez que el señor llegaba a trabajar, el perruga como un fiel amigo y un cachorro siempre lo acompañaba en su trabajo hasta ayudaba para que terminara rápido, después jugaban un poco o descansaban. Aquel hombre se encontraba en una de las salas de esa fábrica limpiando con una escoba limpiando los pisos, mientras que Perruga se encontraba limpiando con sus patitas los pisos ayudando a su humano, quien cantaba sus baladas que se escuchaba en una radio vieja que traía a su trabajo para hacerlo mas entretenido. Dogday sonrió ante todo estos gestos hermosos y respetosos, él sabe que no todas las personas son malas si no también hay buenas, por esa razón se decía internamente que había una esperanza para que la convivencia sana entre humanos y juguetes se podía hacer. Su sueño era poder ser ese puente brindándole seguridad a los suyos, pero sería bastante difícil quitar esas horribles ideologías. El sol por fin llego al playcare, donde se había dado cuenta que pronto seria de noche, noto que ya los empleados se estaban preparando para retirarse, Dogday aprovecho esto para ir a dulce hogar, donde vivía y podía descansar. Al entrar se dio cuenta del ruido de los niños y de sus amigos que al fin habían llegado, camino adentrándose en la enorme casa solo para ver a Kickin, Bubba y Bobby quienes estaban sentados en esa sala donde la mayoría de las veces los Smalling Critters lo tomaban como un lugar donde podían reunirse cómodamente, Dogday al entrar sus amigos se dieron cuenta de su presencia y saludaron con alegría. —¡Dogday amigo mío!, que bueno que llegaste. —Dijo aquel pollo mientras se estiraba se hacía aun lado, para que su amigo tomara asiento, cosa que el líder de inmediato hizo. —Kickin, Bubba, Bobby... me alegro de verlos jeje, ¿Cómo les fue en sus trabajos? —Pregunto el can mirando a sus amigos que sonrieron, notando que en algunos se sentían un poco indecisos de contar su día. —Bueno digamos que fue agotador, eso de manejar el marketing es un poco complicado. —Dijo Kickin evitando hablar de más por el simple hecho de que Chicken había tenido un día realmente pesado, por el simple hecho de que habían tenido algunas perdidas la fábrica por lo que a los trabajadores del área de marketing tenían más trabajo para aumentar las ventas con sus ideas, pero para desgracia de Kickin a él lo sobre explotaban con mucho trabajo, por lo que apenas había logrado adelantar unas cosas, pero al pensar en eso lo estresaba de sobre manera. Dogday al notar el cambio de humor de su amigo entendió de inmediato, de que no era bueno hablar del tema, así que respeto la privacidad del pollo para mejor concentrarse en sus demás amigos. —Bueno... ¿y a ustedes como les fue? —Pregunto Dogday a Bobby y a Bubba que de alguna manera parecían compartir las mismas expresiones que su amigo, pero fue Bobby la que hablo primero tratando de decirlo sin dar muchos detalles. —Jeje también mi trabajo estuvo muy cansado, ya sabes tratar con muchas personas hasta niños es bastante agotador mentalmente. —Respondió mientras se abrazaba a sí misma, siendo que como trabajadora de ser parte de la psicología era demasiado agotador escuchar y tratar los problemas de los demás trabajadores, en especial el de los juguetes y pocos niños que sufrían más abusos que nada, por supuesto también había adultos que detallaban como también eran abusados culpa de la superioridad de sus jefes, provocando que algunos se desquitaran con los juguetes y otros se reprimieran volviéndose deprimentes. Bobby por mucho que quisiera no podía hacer nada para evitarlo, más que tratarlo ya que al ser un solo juguete vivo no podía cambiar las reglas ni el trato, no tenía poder y a duras penas Elliot le había aceptado entrar a ese puesto, más que nada porque al ser creada con altas habilidades en la inteligencia emocional, en conocimiento psicológico para que ella pudiera comprender el amor de todo tipo, sabia como manejar muchas cosas en esa área, por lo que si ella interfería en contra de las reglas de ese lugar, seria fuertemente castigada o hasta asesinada por su desobediencia, no era como Dogday quien tenía la ventaja de poder hablar sin represalias. Bubba noto que su amiga se veía un poco incomoda hablar del tema, comprensible porque ella se esforzaba tanto que la pobre estaba teniendo poco a poco colapsos al ser sobrecargada de tantos problemas ajenos, por lo que el elefante solo suspiro para hablar, queriendo aliviar a la osa de su carga mental. —El mío fue terrible, los científicos tuvieron un accidente con uno de los juguetes. A duras penas pudimos estabilizarlo, tuve que hacerle una operación de emergencia, no puedo hablar mucho al respecto, pero solo diré que fueron las horas más largas de mi vida. —Contesto mientras cruzaba sus brazos y con su trompa se ajustaba sus lentes de descanso, los demás al escuchar eso se quedaron callados. No iban a negar que de todos el que tenía el trabajo más pesado es el elefante que trabajaba directamente con los mismos científicos, quienes los habían creado, el mismo los ayudaba con sus experimentos, pero no todos sabían su verdadero trabajo, solo los que Vivian en ignorancia sabían que Bubba ayudaba con operaciones y con experimentos, pero nunca sabrían que la realidad es que Bubba de verdad ayudaba a esas torturas y la creación de juguetes como nuevos experimentos. Como el juguete la cual, salvo la vida de milagro, ya que este había sufrido por las torturas que fue sometido por los mismos científicos, que experimentaban con él para probar la resistencia de la nueva piel que habían puesto en su cuerpo, poco sabían que el juguete no aguantaría el dolor y casi muere por shock, por lo que Bubba tuvo que parar el experimento y operarlo para salvarle la vida de lo maltratado que estaba su cuerpo, por culpa de aquellos científicos. Por supuesto el elefante jamás lo diría, era su secreto la cual solo un Smalling Critters sabia su trabajo y más. Dogday por su parte no dijo nada porque sospechaba que Bubba hacia más cosas que solo ayudar a los científicos, pero al decir sus dudas solo le traerían más consecuencias, porque sabía perfectamente que todos los Smalling Critters tenían sus secretos y vidas apartes, hasta otros juguetes también hacían lo mismo. Después de todo a pesar de que es tema tabú, estaba bastante normalizado en los juguetes que tuvieran una doble vida la cual los ayudaba a sobrellevar el desgaste que sufrían físicamente y mentalmente, en esa fábrica la cual es un verdadero infierno para ellos. Dogday solo se quedó callado no quería que sus amigos hablaran más de eso, después de todo hasta sus amigos tenían secretos, ya que podrían meterse en problemas al contar realmente lo que hacían, así que prefirió cambiar de tema. —Jeje, ¿y los demás? —Pregunto nerviosamente el líder, cosa que sus amigos sintieron alivio por ese cambio de conversación. —Crafty y Hoppy están cuidando a los niños en sus cuartos, Piggy como ya sabrás en la cocina, ella le encanta siempre estar ahí. —Comento Kickin sonriendo mientras se estiraba para relajarse finalmente de su trabajo. —Entiendo, ¿pero y Catnap? —Dogday aun tenía esa duda, ya que no había visto a su mejor amigo en todo el día, cosa que Bubba fue el que respondió ya que era el único que sabia la respuesta. —Hoy se quedó ayudar a los científicos, probablemente vuelva más noche. —Menciono mientras sonría buscando calmar al sol quien al escuchar eso, cambio su gesto a uno preocupado, ya que odiaba que Catnap se fuera con los científicos, porque siempre regresaba molesto o con una herida. Detestaba lo que sea que le pusiera de mal humor o hirieran a Catnap. Por lo que Dogday no pregunto más, ya que tenía suficiente con esa información. —Bueno... creo que es mejor que todos podamos descansar, fue un día bastante agotador. A sí que iré ayudar a las chicas a cuidar a los niños. —Contesto el perrito levantándose, despidiéndose de sus amigos quienes sacian los mismo siendo bastante amigables, dejando a esos tres solos quienes volvieron hablar de sus asuntos. Dogday solo camino hacia los dormitorios de los niños que al entrar pudo observar cómo los pequeños se encontraban tan energéticos, que hacían que Crafty y Hoppy estuvieran detrás de ellos, más bien Crafty porque Hoppy jugaba con ellos para cansarlos, pero estos al ver a Dogday no duraron en gritar con felicidad. —¡Dogday! —Los niños fueron detrás de él para hacer su grupito y abrazarlo, el nombrado no dudo en acariciarlos y abrazarlos, sonriendo ante su cálida bienvenida. —¡Hola pequeños!, ¿se portaron bien? —Pregunto dulcemente el líder cosa que los niños asintieron, a lo que el can no dudo en felicitarlos por su increíble trabajo, para alentarlos que vayan con las demás Smalling Critters. Tanto Hoppy, Crafty y Dogday se encargaron de cuidarlos hasta su hora de dormir que ayudaban a acorrucarlos en sus respectivas camas. — Jeje se ven tan lindos cuando van a dormir. —Dijo tímidamente Crafty mientras acorrucaba a una pequeña niña que se había quedado dormida en sus brazos, para acomodarla en su cama. La cual Hoppy solo bufo divertida. —Sip son tiernos cuando no tienen mucha energía. —Menciono la coneja al unicornio mientras se sobaba su espalda por culpa de haber cargado tantos niños, realmente estaba agotadísima por todo eso. A lo que Crafty solo se rio levente, hasta que escucho el llanto de una niña pequeña la cual Dogday se encargaba de consolarla. —Vamos Marie, trata de dormir linda todo estará bien. —Menciono el can alzando sus manos para calmarla, a lo que la nombrada lloro más fuerte, dejando en claro que estaba asustada. Crafty y Hoppy llegaron para ver lo que ocurría poniéndose a lado de Dogday quien estaba preocupado. —¿Qué pasa líder? —Pregunto Hoppy al ver el estallido de la niña que se negaba a dormir. —¡Ay!... es que... bueno, Marie no quiere dormir ya que volvió a escuchar el cuento de terror del prototipo...—Confeso Dogday un poco cansado y rindiéndose de no saber que hacer, Crafty por su parte hizo una mueca preocupada y un poco misteriosa, pero volvió en si para tratar la situación. —Marie linda, ¿Por qué tienes miedo? —Pregunto dulcemente el unicornio mientras acariciaba la espalda de la dulce niña. A lo que la chica solo bajo un poco su llanto y confeso entre hipos. —Es que... Jason volvió a contar esa historia de terror y me dio mucho miedo, tengo miedo de que el prototipo vaya por mí. —Confeso Marie, a lo que Dogday suspiro agotado ya que era la tercera vez que uno de los niños se asustaba y se negaba dormir por ese cuento. —Eres una llorona Marie, por eso el prototipo te llevara. —Dijo un niño en voz alta en otra cama la cual se rio al final, lo que provocó que la niña volviera a llorar. Crafty termino por mirar mal al niño y darle un suave regaño. —Jason eso no fue muy educado de tu parte. —Menciono la unicornio, a pesar de ser tímida no iba a permitir que los niños se faltaran al respeto. A lo que el nombrado solo se encogió de hombros avergonzados. —Es... es que... es culpa de Marie, solo es un cuento y se aterra por todo. —Respondió el niño buscando excusarse. —Oh vamos es mi cuento favorito, no sé porque Marie no le gusta. —Dijo otro niño en la litera arriba de Jason, quien se mantenía despierto por los quejidos de Marie. —Jeje el mejor cuento de terror, es divertido que lo cuenten. —Esta vez fue una niña mayor en otra litera a lado de la de Marie, la cual continúo hablando. —Pff vamos Marie no es real, es más lo contare de nuevo. —El infante se sentó en su cama mientras alzaba sus manos y sonreía burlonamente. — Hace años en esta fábrica, existió un hermoso juguete defectuoso que siempre quiso ser amado, pero fue hecho tan feo que nadie lo quería... tanto que ni nombre tenia, era tanto su desagrado que lo apodaron, ¡El Prototipo! —Alzo la voz eso ultimo haciendo que Marie volviera a llorar y esta vez Dogday termina por interrumpir para poner orden. —¡Sara!, ¡ya basta!, no quiero que vuelvas a contar esa historia, Marie es más pequeña que tú, no puedes causarle miedo de esa forma. —Regaño Dogday dirigiéndose a la pequeña mayor la cual al escuchar el regaño del mayor se sintió avergonzada y triste, porque jamás había sido llamada la atención por Dogday su amado cuidador. —Lo-lo siento Dogday...—Menciono Sara que sintió un nudo en su garganta por el regaño, Hoppy al ver esto tuvo que meterse para calmar ahora a Sara. Yendo hacia ella para acariciar su cabeza y tranquilizarla. Dogday al ver esto se sintió miserable ya que no quería levantar la voz de esa forma, pero al ver como Marie se asustaba por ese tonto cuento se había sentido un poco presionado. —No... yo lo siento. Perdóname por haber levantado la voz—Menciono Dogday queriendo que no se sintiera mal la niña. Sara por supuesto que acepto la disculpa, pero por culpa de esa situación desgraciadamente había niños que aun seguían despiertos y murmuraban entre ellos aun en sus camas, haciendo que los Smalling Critters se sintieran un poco tensos ya que sería más complicados hacerlos dormir. —Ahhh, niños jeje olviden eso y traten de dormir pequeños. —Dijo Crafty dulcemente mientras alzaba sus manos buscando calmar la situación, que se habría salido de sus manos un poco, Dogday por su parte quiso volver a calmar a Marie que ahora se culpaba que comenzara ese pleito, ni siquiera se dieron cuenta cuando un enorme gato morado comenzaba a caminar hacia ellos, tan silencioso como era costumbre este se posó detrás del pequeño Jason que cuando se dio cuenta de su presencia, fue tarde porque Catnap ya había liberado su gas rojo directamente en su cara, lo que provocó que el niño cayera dormido en la cama, la luna aprovecho para taparlo con la sabana. Fue entonces que los demás por fin se dieron cuenta de su presencia. —¡Catnap! —Dijeron el resto de Smalling Critters. —Oh, que bueno que llegaste Catnap jeje digamos... que tenemos un pequeño problema. —Menciono tímidamente la unicornio platicando la situación con su amigo, quien asintió mientras iba con Marie que estaba a lado Dogday que se notaba su mirada decaída por haber alzado la voz, pero Catnap al notar esto decidido no hablar por momento solo asintió ante las palabras de su amiga y uno por uno fue con los niños despiertos para hacerlos dormir, hasta que al final quedo Sara quien cayó por el sueño por el humo del gato. —Gracias Catnap, creo que sin tu ayuda no podríamos hacer nada. —Respondió Crafty al mismo tiempo que le daba palmadas al hombro de su amigo, que le dedico una sonrisa tranquila. Hoppy por su parte acorrucaba a los niños para que pudieran tener mejores sueños y Dogday ante todo se había quedado callado. Fue entonces que alguien entro a los dormitorios, siendo Kickin quien, con cuidado camino hacia ellos, hasta quedar enfrente de sus amigos. —Hola amigos. —Este saludo, pero luego se dirigió a Crafty quien al verlo se acercó a él para darle un abrazo y acorrucarse en su pecho felizmente. —¿Lista para irnos? —Murmuro el macho a lo que el unicornio asintió y ambos se retiraron. —Bueno... jeje ya tengo que irme, quede con Kickin para ayudarlo con unos diseños~, cuídense mucho amigos. —Se despidió el dulce unicornio yéndose con Kickin que también se despidió de ellos, ya que el solo había vuelto por Crafty, dejando solo a Hoppy, Catnap y Dogday. —Entonces... mejor vayamos chicos, hay que descansar. —Esta vez fue el turno de la coneja los tres caminaron juntos a la salida, sin decir nada porque no querían despertar a los niños, cuando los tres al fin estaban a fuera fue Hoppy la primera al hablar. —¡Caray!, ha sido un día bastante ajetreado, bueno chicos yo me adelanto, la verdad quiero dormir hasta que se me pudran los ojos. —Dijo bromeando mientras se despedía de sus amigos, haciendo que gato y perro por fin quedaran solos. Dogday solo se despedía con su mano sin decir mucho más que tuviera dulces sueños, estaba realmente agotado por todo el trabajo del cuidado de los niños, y ni hablar del problema que causo hace horas atrás o el estallido emocional que tuvo, y cuando estaba con la doctora Jane. Fue entonces que Catnap que permanecía sentado tratando de estar a la altura de su mejor amigo. —Escuche lo que hiciste hoy... muchos juguetes y empleados hablan de ti. —Dijo finalmente la luna en esa voz gruesa, algo que el sol al escuchar solo respiro pesadamente y con sus manos tapo su cara cansada por todo. —Oh dios... ¿Enserio te enteraste? —El can miro de reojo a su amigo para luego señalar que lo siguiera, ambos caminaron a la sala donde les gustaba a los Smalling Critters reunirse, por fortuna Bobby, Bubba ya se habían ido por lo que Catnap y Dogday podían hablar solos tranquilamente. El cachorro se lanzó al sofá para sentarse y soltar un jadeo de alivio por estar más cómodo, mientras Catnap tomo el sofá contrario para acostar su enorme cuerpo. —Es todo un escándalo. —Catnap no dijo mucho era de esperarse por su problema en la caja de voz, a lo que Dogday sintió preocupación, porque se sentía presionado al pensar que Elliot le llamaría la atención. —Catnap, tú me conoces no podía permitir que lastimaran a uno de nosotros de nuevo, ¡Es todo tan injusto!, además de eso ni siquiera pude impedir que se llevaran a 3 niños bajo mi cuidado... simplemente explote...—Explico el can sintiendo alivio poder hablarlo en especial a su mejor amigo, quien lo escuchaba atentamente. — Ojalá... todo fuera diferente y nos den el respeto que nos merecemos, y dejen a esos niños en paz. —Expreso mientras sentía como deseaba llorar por todas las malditas injusticias que la fábrica guardaba. Catnap al mirar a su amigo de esa forma sintió tristeza por lo que estiro su cola la cual podía estirar y volver a la normalidad, para poder hacer que limpiara suavemente una de las lágrimas que salieron de uno de los ojos de Dogday. Cosa que el can sonrió ante el consuelo de la luna, este miro a su amigo y su sonrisa se borró al notar que Catnap tenía una nueva cicatriz, dejando en claro que tal vez Dogday no sabía del todo la magnitud de las torturas y la crueldad que los juguetes son sometidos, porque Catnap es el ejemplo perfecto donde la maldad de los científicos estaba a su máximo esplendor, su amigo sabia como era ser maltratado día a día y como Vivian las injusticias, cuando Dogday vivía diferente, a él nunca lo tocaban y siempre era Elliot que dictaba sus castigos cuando "rompía las reglas", siempre tuvo comida hecha, cama caliente y jamás le falto nada, es más vivía con ciertos lujos más que sus amigos, solo era un mero espectador cuando veía los maltratos ajenos, pero aun así se sentía miserable porque no tenía corazón para mirar aquella brutalidad contra los suyos y otros, era tan leal a sus ideales y valores que jamás podría disfrutar ese favoritismo que nunca pidió, si eso significaba que otros fueran maltratados. —Yo... lo siento... quiero decir, que tu más que nadie sabe sobre eso Catnap. —Contesto avergonzado y sintiendo tristeza, pero su amigo solo sonrió por la preocupación y el buen corazón del cachorro. Catnap solo se sentía feliz y orgulloso de saber que Dogday poseía un corazón tan puro, que lo hacía sentir maravillado y hasta admiración, por supuesto ese cachorro lo hacía sentir otras cosas pero se conformaba de estar a su lado y apoyarlo como todo un gran amigo, porque al final ese sol era uno de esas pocas cosas que lo mantenían cuerdo en ese lugar, alguien que hacía que se sintiera más liberado de su carga mental y física, para no destruir y hacer sufrir a todo a aquel que se lo cruce por su veneno y odio desmedido contra los empleados. A diferencia del sol la luna no sentía compasión o lastima, más bien su ira y su sed de venganza permanecía para poder quemarlo todo hasta que su coraje se apagara. Por ello al estar al lado de Dogday podía sentir esa parte de humanidad que aun resguardaba con todo su ser, para no terminar siendo como uno de esos bastardos que le seguían haciendo daño. Fue entonces que sus palabras despertaron una curiosidad y una idea al felino. —Admiro tus ideales Dogday, no dudo que si estuviera en tu poder cambiar las cosas lo harías sin dudar. —Este respondió raspando su voz, tratando de no decir mucho para no sentir ardor en su garganta, pero aun así continuo. — Oye... hipotéticamente, si existiera alguien en la fábrica que tuviera similares ideales como los tuyos, ¿lo seguirías? —Pregunto Catnap tratando de probar a su mejor amigo ante sus palabras. Dogday al escuchar esa extraña pregunta de Catnap se sintió un poco extrañado, pero no lo pensó mucho así que solo contesto sin más. —Depende... si ese alguien está dispuesto a salvarnos a todos. —Cuestiono. A lo que Catnap solo sonrió más. —Solo salvaría a los que merezcan ser salvados. —Explico el gato sin decir más, mientras Dogday al ver el gesto de su amigo también sonrió por lo que volvió a responder. —Bueno si ese es el caso, supongo que sí. —El perrito no lo pensó mucho, pero aun así para ese punto ya estaba cansado así que se levantó de su asiento y camino hacia Catnap para despedirse. —Bueno Catnap, me muero de sueño fue un día agotador y deseo descansar jeje, hasta mañana amigo, te quiero. —Contesto dándole un abrazo al felino que correspondió y ronroneo un poco por ese gesto de amor, ambos realmente se amaban más de lo que uno podía pensar, se apoyaban y siempre se alentaban era como si fueran el pilar del uno del otro. Catnap agradecía infinitamente de a pesar de vivir en el infierno, aun tuviera a Dogday ese rayo de sol que siempre estaba ahí para él, por lo que no dudo en corresponder a sus gestos y cariños. —Descansa sol... yo también lo hago. —Contesto sintiendo de nuevo esa picazón en su garganta, por lo que dejo ir a su mejor amigo que se retiraba dejándolo solo mientras la luna artificial que adornaba la Playcare iluminaba esa sala que proyectaba la ventana, mostrando a Catnap totalmente solo mientras miraba atentamente el pasillo donde se fue su amigo, solo para terminar este levantándose y yendo a la salida, ya que era hora de trabajar, abriendo la puerta y saliendo de la casa, no sin antes susurrar a la nada. —No debes preocuparte Dogday, pronto el prototipo nos salvara. —Eso fue todo lo que dijo antes que la puerta se cerrara atrás de él, sumergiendo la habitación en una oscuridad.
Notas:
1 Me gusta 0 Comentarios 1 Para la colección Descargar
Comentarios (0)