Capitulo V. El salvador.
19 de mayo de 2025, 2:04
Notas:
⚠️Advertencias⚠️
🐈⬛Este capitulo tendrá abuso físico y maltratado psicológico.
🐈⬛Este capitulo tendrá violación.
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Dogday estaba un poco nervioso y ansioso, se encontraba leyendo sus líneas que le habían dado los productores para su disculpa, estaba un poco irritado, además de adolorido ya que aún no se recuperaba del electro shock que sufrió por ayudar a Catnap, pero tenía que dar la mejor cara del mundo, ya que de él dependía de que los juguetes volvieran a ser tratados al menos con decencia y los dejaran en paz, así que este miro enfrente suyo mientras tenía la hoja de sus líneas en sus manos.
—Muy bien comencemos. —Dijo el director mientras llamaba a los dos protagonistas de ese video, el perrito solo suspiro y camino en medio de uno de los sets de rodaje la cual cambiaron para hacer que fuera en la misma fabrica, el can miro a ese hombre despreciable que poseía una cara amargada y una sonrisa burlona.
—Espero tener una muy buena disculpa de tu parte perro. —Menciono aquel hombre mientras se reía un poco por como Dogday se quedaba callado, aguantando la molestia que le generaba personas como él, este desvió la mirada fastidiada y noto entre la multitud a Honey, aquel juguete de oso que miraba con nerviosismo la situación siendo el principal afectado por la violencia del empleador.
Fue entonces que el sol volvió a respirar y soltar para volver a mantenerse cuerdo, así que este respondió lo más amable posible. —De hecho, le daré la mejor disculpa posible, todo mientras podamos vivir en paz, sin molestar a nadie. —Dijo el perrito sonriendo tratando de convencerse a si mismo que todo saldría bien, algo que el contrario solo rodo los ojos y bufo.
—Por favor pónganse en sus posiciones. —Respondió el director de nuevo, haciendo que las cámaras enfocaran a Dogday y a ese señor desagradable. —Muy bien, entonces ... ¡Acción! —Alzo la voz el encargado de dirigir este show.
Dogday ya tenía bastante experiencia en actuar así que esto no sería nada, pero aun podía sentir ese sentimiento de desagrado en su corazón, aun así, lo ignoro y sonrió felizmente como siempre lo caracterizaba para voltear a ver, al contrario. — Señor Wilson, hace días cometí el error de faltarle el respeto, al meterme por querer defender a un juguete que estaba siendo castigado. Quiero disculparme de ante mano, porque no sabía el contexto ni el error que cometió aquel juguete desobediente, por esa razón me he dado cuenta que no debí meterme y ser más consciente de que usted lo hizo por su bien. —Dogday hablo, pero sentía que quería vomitar por decir esas palabras tan hipócritas, que ni siquiera el había escrito más lo leyó y se memorizo, odiaba por completo al que escribió eso, porque era todo lo contrario a lo que pensaba y defendía. Pero se aguantó por el bien de sus amigos y los demás que sufrían la violencia de esos abusos injustos. — Por favor señor Wilson, le ofrezco mis más sinceras disculpas, por haber hecho pasar un mal rato y lastimado al jalarlo, le ruego que me perdone. —Siguió hablando el perrito solar, quien humillado e irritado este bajo su cabeza y bajo la mitad de su cuerpo, tipo reverencia, pero un signo de" respeto", aparentando que se arrepentía bastante.
EL señor solo sonrió y rio suavemente mientras le daba palmadas muy duras y nada suaves a la espalda del perro, muy clara sus intenciones de que solo se burlaba de él. —Jaja está bien muchacho, no hay problema te perdono, se perfectamente que pudiste mal interpretarlo, yo también en tu lugar lo haría. —Dijo aquel hombre mientras miraba a Dogday que sonreía forzosamente.
—En todo caso que al fin se solucionó todo... espero poder seguir trabajando a lado suyo y tantos juguetes como humanos, sigamos conviviendo en paz y en armonía como lo hemos estado haciendo. —Respondió Dogday dejando en claro que ya mas fingido no podía ser, pero lo que sea para que ya terminara ese tormento. A lo que el señor Wilson tomo la mano de Dogday para estrecharla y poder cerrar ese mensaje.
—Me parece perfecto, porque aquí en la fábrica Playtime Company procuramos tener las mejores ambientes laborares entre juguetes y humanos. —Dicho esto por parte del señor, el video se cortó después de haber hecho esa escena los productores de inmediato compartieron el mensaje, reproduciéndola en todas las pantallas de la fábrica para que los empleados pudieran ver como al fin el problema que se había hecho, se resolvía y el castigo que dio Elliot lo levantaba, dándole a los empleados y más a los juguetes esa paz tan ansiosa que necesitaban. El estrés generado por esa situación había hecho un desastre total en la compañía, pero gracias a que Dogday había sido obligado al hacerlo fue como un respiro de esos abusos.
La escena se cambió y Catnap se encontraba en los pasillos de la Playtime, mientras varios empleadores y juguetes pasaban de lado sin prestarle mucha atención, el gato solo miraba la pantalla donde se había transmitido el mensaje, sintiendo una oleada de odio puro, al saber que Dogday estaba siendo obligado a decir cada estupidez escrita de ese guion, por supuesto que el can jamás pensaría eso.
El felino gruño, pero no podía hacer nada o sabía que Dogday sufriría, fue entonces que decidió retirarse de ese pasillo donde se presentaban aquellas pantallas grandes, que se estaba mostrando aquel video tan hipócrita digno de lo que representaba esa empresa. Catnap camino lejos de ese lugar, ya que tendría que ir a los laboratorios subterráneos, desgraciadamente aun tenía que hacer ciertos trabajos que le habían encargado y solo deseaba terminarlos los más rápido posible, por el simple hecho de que no quería tener otro castigo por llegar tarde.
Este al fin había llegado a esos malditos pasillos de mala muerte, donde sabia de primera mano que cada juguete que pisaba solo poco era selecto que volvían intactos, pero para su desgracia él no era uno de ellos, este miraba como varios científicos simplemente pasaban por su lado ignorándolo, hasta alguno que otro pasaba por debajo de él, ya que al ser bastante alto muchos preferían hacerlo que rodearlo para cortar el tiempo. Algo que al felino le importaba muy poco, cuando al fin llego a una sala especial en donde podía notar a dos científicas hablando entre ellas y un empleador encargado de apoyarlas, una de ellas al ser una rubia al notar al gato, no dudo en llamarlo.
—¡Catnap!, que bueno que llegaste, justo estábamos hablando de ti. —Menciono la mujer caminando hacia Catnap quien solo la miraba con frialdad, con esa indiferencia dejando en claro que no le gustaba estar ahí, pero la mujer no le importo solo lo guio a una de las plataformas en donde el nombrado solo se quedó quieto.
—Solo terminemos esto rápido. —Dijo la luna en esa voz grave mostrando su desagrado por todo, a lo que las mujeres y el ayudante solo asintieron.
—Supongo que no tiene sentido retrasar lo inevitable. —Esta vez la que lo dijo fue aquella mujer de pelo negro corto, mientras alzaba una de sus manos y le daba la señal a su ayudante quien no dudo en hacer lo que le pidió, el joven chico tomo unas jeringas en un plato de metal para llevarlos con la fémina Rubia.
—Tranquilo Catnap, esto solo dolerá un poco. —Menciono aquella rubia para después acercarse al nombrado y este al mirar el contenido, se puso realmente ansioso y no dudo en gruñir, dejando en claro que estaba en contra de todo, pero solo cerro sus ojos y espero lo peor, fue entonces que sintió un pinchazo en su hombro y en un par de segundos, se tensó de golpe y su cuerpo se volvieron rígidos, como su pelaje se erizaba y fue entonces que el dolor se intensifico.
—¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! —Un grito se escuchó por toda la sala, fue tan agónico aquel agonizante alarido, Catnap estaba en el suelo retorciéndose de dolor, mientras sus venas se podía ver más lúcidas como si un líquido verde pasara entre ellas, sintiendo como se quemaba cada parte de su cuerpo, Catnap movía con fuerza su cola mientras de su boca salía saliva y sus propias garras desgarraban su pelaje, como si quisiera sacar ese veneno que recorría cada parte de su cuerpo, en cada vena hasta en sus ojos se pudo notar como se hinchaban y sus lágrimas salían sin parar. Fue entonces que las mujeres solo miraban sin emoción como el gato estaba siendo torturado, una de ellas escribía algo rápidamente en su cuaderno.
—Eso fue un éxito, pero creo que a la próxima debemos bajarle a la dosis. —Dijo la pelinegra a su compañera que solo asintió y dio otra señal a su ayudante que rápidamente le dio otra jeringa, a lo que la rubia inyecto a Catnap y como el anterior solo tardo unos segundos para que el gato comenzara a sentir un tremendo alivio, fue entonces que ese liquido verde que se veía en sus venas comenzó a desaparecer y Catnap se dejara caer libremente al suelo , con un alivio demasiado grande que él podía jurar que solo podía llorar esta vez de felicidad al no sentir que lo quemaban vivo, ni siquiera podía sentir como sus heridas que se había hecho a sí mismo, miro aquellas mujeres con tanto odio que le hicieran pasar por ese infierno, pero al menos agradecía que fueran ellas y no fuera Harley ya que definitivamente estar a sus manos seria el mismo averno.
Catnap comenzó a vomitar, de sus ojos y sus orejas comenzó a salir un líquido verdoso, siendo el mismo que le hizo bastante daño.
—El doctor Harley le encantaran estos resultados, espero que con esto nos asegure nuestro aumento. —Contesto la rubia emocionada por esa oportunidad de trabajo, mientras tanto el joven ayudante miraba con mucha tristeza a Catnap, ya que no le gustaba en absoluto lo que sus superiores hacían al gato. Fue entonces que solo desvió su mirada mostrando su desagrado con sus acciones, mientras que Catnap jadeaba sintiendo un gran alivio en su cuerpo por no seguir sufriendo ante lo que sea que le hayan dado, solo podía sentir el ardor de su pecho por culpa de sus garras, tambaleante y jadeoso su pelaje estaba manchado por culpa de ese horrible veneno que por fin salió de su cuerpo.
Miro con molestia aquellas mujeres. —¿Hemos terminado? — Pregunto queriendo salir de ese lugar de inmediato, pero las mujeres solo sonrieron divertidas porque definitivamente no pensaban terminar.
—John, por favor sal y cierra la puerta, Sofia y yo tendremos que experimentar aun con 1188. —Pronuncio la pelinegra a lo que Catnap sintió escalofríos recorriendo por todo su cuerpo. La nombrada solo sonrió con perversión mientras observaba a Catnap, fue entonces que John al notar esto desvió la mirada sintiendo lastima por lo que le pasaría al gato morado. El joven muchacho solo camino hacia la salida y al estar de lado de Catnap este susurro.
—Lo lamento...—Pronuncio con tristeza y decepción de que no pudiera ayudar aquel juguete desafortunado que pronto volvería a sufrir a manos de aquellas mujeres desalmadas.
Catnap solo bajo su mirada escuchando la lastima de aquel chico que salía dejándolos solos, fue entonces que aquel juguete ya fastidiado y solo queriendo terminar con todo lo que tuvieran que ver con ellas, este levanto su mirada con furia sabía que no iba a poder hacer mucho, pero al menos se aseguraría de lastimarlas tan profundamente que deberían dejarlo en paz por semanas.
—Terminemos con esto. —Respondió Catnap con esa voz tétrica y gruesa sintiendo una rabia descontrolada. Fue entonces que el muchacho cerro la puerta detrás de él.
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Las horas pasaron y Catnap salió de ese consultorio su pelaje se veía desarreglado, además que se notaba un poco húmedo por culpa de su sudor, Catnap gruño molesto mientras caminaba fuera de ese lugar, estaba cansado y solo deseaba llegar a dormir un poco antes de la noche en su turno, dentro del consultorio se veía como una de las mujeres estaba acostada en la camilla, con las piernas abiertas y semi desnuda, mostrando su coño goteante de sangre y líquidos de dudosa procedencia, se veía sus piernas arañadas horriblemente por Catnap, mientras que la otra mujer Rubia apenas se estaba vistiendo, pero su espalda y hombros se veía una horrible escena al notar las garras marcadas de Catnap y la mordida casi grotesca como si quisiera arrancarle la piel.
Pero para ellas no les importaba ni en lo más mínimo que Catnap las lastimara de esa forma horrible, la puerta solo se cerró de golpe para ocultar aquella escena en donde solo la habitación fue testigo de lo ocurrido.
La pobre luna estaba herido, agotado, pero al menos se sentía satisfecho en algunos aspectos, pero otros solo querían explotar, además el ardor que tenía en su pecho por culpa de sus heridas no ayudan a relajarlo, por lo contrario, solo lo molestaba más. Ignoro a muchos científicos que pasaban a lado suyo, para llegar a otra habitación donde ni siquiera toco y solo entro de golpe, para mirar a su amigo aquel elefante que estaba en sentado en una silla alta especial para él, Bubba Bubbaphant al escuchar que alguien entraba a su oficina, este se volteo un poco curioso, dejando ver que poseía una bata, sus lentes que le ayudaban a leer, este al notar a su amigo en ese estado no dudo en hacer un gesto de desagrado.
—Te ves como la mierda. —Este sonrió por fin regresándole sus palabras después de tanto tiempo, algo que Catnap al escuchar solo le gruño dejando en claro que le desagrado que le regresaran su frase, este solo entro a la oficina para poder acostarse en un sofá grande hecho a la medida para ellos, sintiendo aún mucho dolor. Bubba solo se rio mientras se quitaba sus lentes y los ponía dentro de uno de los bolsillos de su bata de laboratorio, levantándose de su asiento y fue hacia uno de sus cajones donde saco un botiquín de primeros auxilios, después camino hacia el gato morado hasta sentarse a su lado, lo que Bubba al olfatear un poco su aroma hizo una mueca de total desagrado. —No solo te ves, también hueles igual, diablos Catnap apestas a sexo y realmente es asqueroso. —Menciono mientras le indicaba que se levantara para limpiar su herida.
El nombrado volvió a gruñir sintiendo que su garganta ya estaba comenzando a doler. —Evita que te usen como un puto juguete sexual, sin que te chantajeen con llevarte a Harley y creme acabaras hecho una mierda. —Menciono mientras veía como Bubba abría la caja, pero noto que ya quedaban muy pocos suministros, desgraciadamente siendo un día cotidiano para él vivir todo ese maldito abuso, si no fuera por las científicas Sofia y Rosy que al menos sus experimentos no eran tan dolorosos como de verdad lo hacía Harley, por culpa de sus torturas Bubba constantemente lo curaba por lo que era evidente que tarde o temprano sus suministros se terminarían.
El elefante al escuchar como su amigo se quejaba de su situación, solo hizo una mueca seria porque aunque quisiera ayudarlo tampoco podía, tenía las manos atadas si llegaba a ayudar a Catnap a evitar las ordenes de Elliot o de Harley el volvería a sufrir en ser un conejillo de indias, aunque odiaba admitirlo Bubba sabía que es un cobarde por completo, no aguantaría ser tratado de esa forma, no otra vez, por esa misma razón hacia lo posible al menos para sanar el dolor de su amigo, ya que al estar en ese puesto donde ayudaba a los científicos con las investigaciones, operaciones era mucho mejor que ser un juguete de experimentos.
Bubba comenzó a vendar la herida de Catnap, ya que se le había acabado el desinfectante y tendría que pedir que le dieran otro botiquín de primeros opciones, cosa que lo dudaba demasiado ya que probablemente seria rechazado como en la mayoría de las veces, con el pretexto que los juguetes no lo necesitaban y que si de verdad estaban mal, podrían ir a la enfermería de juguetes, donde la doctora Jane siempre estaba bastante ocupada porque los juguetes se formaban para ir a su consultorio ya que los otros doctores no los trataban tan bien como ella. — Lo siento amigo, de verdad lamento lo que estas pasando. Escucha desgraciadamente no tengo algo más para que te pueda desinfectar, además necesitas puntos, tendrás que ir con los médicos a que te chequen...—Menciono el elefante mientras terminaba de vendar a Catnap.
El gato al escucharlo desvió su mirada bastante decepcionado de escuchar, al contrario, un pensamiento fugaz se cruzó en su mente, prefiriendo mejor suicidarse de una vez por todas para evitar ir al médico, ya que probablemente Jane estaría ocupada con una larga fila, y tendría que ir con otros doctores que probablemente solo le avienten un analgésico para aliviarlo. —Catnap sé que es difícil para ti acercarte a ellos, pero de verdad no hay más que pueda hacer por ti. —Dijo Bubba mostrando tristeza.
EL nombrado resignado solo asintió, levantándose y caminando hacia la salida. No tenía más que decir, estaba agotado para seguir hablando y el dolor de su garganta ya se estaba volviendo irritable, pero antes de que pudiera retirarse Bubba lo detuvo. —Por cierto... hoy es junta especial, nuestro dios quiere que lo veas de inmediato cuando puedas. —Explico el elefante mientras volvía a su asiento pasando el mensaje, ya que aquel que llamo "dios" al no poder comunicarse con Catnap su segundo mensajero se lo dio a otro Smalling Critters. El gato al escucharlo sonrió para sus adentros, saber que su salvador lo llamaba, pero por supuesto tendría que ir cuando fuera de noche, ya que todos se irían y solo los guardias de seguridad mandarían.
La luna asintió para poder retirarse, ahora tendría que ir con el médico, cuando llego al área de enfermería de juguetes, se observó que solo había una gran sala donde en el interior se veía 4 puertas, y en medio una oficinista, al mismo tiempo que varios sillones y sillas estaban ocupados por algunos juguetes, por fortuna no había tantos pacientes, así que solo fue hacia la recepcionista que sin verlo pregunto. — ¿A que consultorio? —Ella escribía algo en esa computadora.
—Con la doctora Jane. —Contesto el gato, cuando la mujer escucho ese nombre ella solo rodo los ojos, ella volvió a teclear unas cosas.
—Número y explica tu situación. —Ella volvió a contestar.
—1188, necesito unos puntos, me corte el pecho. —Explico el gato a lo que la recepcionista solo asintió y señalo su asiento.
—Espera tu turno. —Menciono aquella recepcionista, Catnap no dijo más y solo se sentó.
La pobre luna no le quedo de otra más que esperar, muchos pedían aquella humana para que fueran tratados, por eso tenía que mantener la calma, tranquilizar esas ansias de solo querer bañarse, romper cosas, gritar y solo llorar, la ansiedad lo podía matar en esos momentos, su hermoso pelaje que siempre olía a lavanda, apestaba a la colonia de esas asquerosas científicas, fluidos y sangre, haciendo que le arrebataran esa característica de él. Se desasocio en ese momento ni siquiera vio la hora, ni cuando los demás juguetes pasaban al consultorio y se iban, miro a la nada, el dolor, ni la inquietud de suciedad lo sintió por ese tiempo. Solo fue esa voz que lo llamo por su nombre, cuando pudo reaccionar, reconectando con la realidad y mirar de reojo a quien lo llamaba.
—Catnap. —Llamo Jane, algo que el gato al escucharla no dudo en levantarse y entro a su consultorio callado. Este miro el interior, bastante limpio y muy cómodo, asique no dudo en ir hacia la camilla para sentarse. La doctora entro con él cerrando la puerta. — ¿Qué te paso esta vez? —Pregunto ella preocupada, mientras miraba, al contrario.
—Me corte con mis garras, producto de los experimentos. —Menciono sin mucho que decir. La mujer asintió al ver las vendas del gato la cual estaban manchados de sangre.
—Voy a quitarte las vendas. —Ella primero aviso lo que haría, sabía que había juguetes que debían ser advertidos primero ya que podían reaccionar de forma negativa por culpa de los abusos, ella retiro los vendajes, notando lo mal que estaba. — ¿Esto también explica porque tu pelaje esta sucio de fluidos sexuales? —Pregunto la mujer mientras iba por las herramientas para curar a Catnap.
El contrario solo hizo una mueca apagada, pero asintió de nuevo, Jane por su parte mostro un gesto de molestia, pero no por Catnap si no porque ya sabía perfectamente quienes fueron la causante de eso. —Entonces, tengo que hacerte un examen de enfermedad de transmisión sexual. —Explico la doctora, cosa que Catnap al escuchar eso se asustó bastante, no sabía que eso era posible en ellos. Por lo que se levantó y exaltado exclamo.
—¡¿Qué?!, ¡Eso no es posible, somos diferentes! —Dijo Catnap queriendo una explicación, mientras Jane se ponía unos guantes nuevos de plástico, pero ella levanto su mano para que no gritara ya que podía lastimarse, al mismo tiempo que le daba una señal para que mostrara su herida, ya que primero debía limpiarlo antes de que le hiciera los puntos.
—Solo físico, pero siguen siendo igual a nosotros, Catnap... siguen siendo humanos, solo con un cambio físico, tienen los mismos órganos, la misma sangre...—Jane menciono mientras comenzaba a limpiar al gato que soltó un gemido doloroso, mostrando que su herida estaba infectada, el ardor se presentó, pero lo aguanto por su bien. Quería gritarle que se callara, no deseaba escuchar más de esa horrible verdad, de cómo fue hecho, lo convirtieron en algo insano a su punto de vista. — Hace días, llego un juguete para hacer su prueba de ETS, salió que lo contagiaron de VIH, me comento que fue violado por un trabajador que tenía la enfermedad. Como sabrás... aunque quise ayudarlo, y rogué para que me dieran los medicamentos para tratarlo, pero como ya sabrás un juguete defectuoso, que no sirve y lo peor que puede contagiar a otros... lo desaparecieron...—La doctora comenzó a narrar, lo que Catnap escucho con mucha atención y sintió un miedo terrible, al mismo tiempo enojo por la maldita injusticia hacia ellos.
—Por esa razón si podemos evitarlo, es mejor. —Jane termino de limpiar las heridas para luego sacar la aguja y el hilo. Pero para Catnap no le gusto ni en lo más mínimo ese último comentario.
—Para ti es fácil decirlo... al menos son escuchados y ayudados, ¿Pero a nosotros? —Pregunto indignado, estaba harto de todo ya no podía seguir con esto ahora les tenía más asco a esas dos mujeres en específico, si era el caso a la próxima preferiría que lo llevaran con Harley que al menos seria torturado, masacrado, pero jamás lo expondría a ese tipo de enfermedades, que podían arruinarlo.
—No es más fácil tampoco para nosotros Catnap, aunque no lo creas hasta nosotros sufrimos de injusticias. Por esa razón estoy aquí, porque no quiero que ustedes sigan sufriendo en soledad, sin ayuda de nadie...—Jane comenzó a coser las heridas haciendo que Catnap aguantara el dolor, que prácticamente no era nada a comparación que esas dos y Harley le hacían. —Hace poco gracias a mis contactos descubrí un secretito de Sofia y Rosy, tengo unas pruebas puedes utilizarlas para que te dejen en paz. —Explico la doctora, haciendo que Catnap se sorprendiera ante su honestidad, solo se quedó callado para que ella terminara lo más rápido posible y cuando lo hizo. Ella al fin se quitó los guantes, los tiro para volver a vendar, pero con unas nuevas, pero antes fue por una carpeta. Para dársela, a lo que Catnap lo tomo y comenzó a mirar registros de cuentas bancarias y transacciones, no entendía del todo.
—¿Qué es esto? —Pregunto el gato sin comprender mucho.
—Esas dos han estado tomando dinero de más de lo que dan para los experimentos, digamos... Elliot puede ser permisivo con muchas cosas como abusos a otros empleados y juguetes, pero... pobre de la persona que tome dinero de más o si no... ni dios podrá ayudarlos. —Explico Jane con una sonrisa cómplice mientras alzaba sus hombros como si nada, fue entonces que Catnap no entendió porque Jane la ayudaba mucho.
—¿Por qué haces esto?, ¿Por qué nos ayudas? —El gato seguía mostrando desconfianza a pesar que Jane muchas veces trato sus heridas, con cariño y cuidado. Pero el maltrato de otros humanos que estaba tan arraigado en su mente, que no podía confiar en casi en nadie algo que Jane sabia, pero a pesar de todo siempre lo trato con amabilidad.
—Porque... soy una de vota cristiana Catnap y me rijo por la regla de oro. "Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes". —Menciono mientras alzaba su dedo y sonrió. —Además Esas dos son terribles, muchas veces han mandado aquí a mis lindos pacientes. No las soporto. —Dijo mostrando su desagrado ante esas basuras humanas. Catnap a pesar de su respuesta entendió, y por primera en mucho tiempo sintió agradecimiento ante aquella mujer, fue entonces que solo camino a la salida.
—Muchas gracias. —Menciono antes de irse con la carpeta, realmente estando agradecido porque ella de verdad lo estaba salvando de ese abuso.
Catnap al salir se dio cuenta que el tiempo había pasado muy rápido y antes de que se diera cuenta ya los empleados se estaban retirando, dejando en claro que ya comenzaba el horario nocturno. El gato al ver esto sonrió porque significaba que al fin podría ir con su dios y poder escuchar sus plegarias, queriendo ese alivio después de tener un día bastante horrible.
La luna se apresuró a retirarse, pasando desapercibido por los empleados que se daban una idea sobre que ya estaba en trabajo nocturno. Ni siquiera se dieron cuenta cuando Catnap comenzó a trepar por los tubos colgantes de la fábrica, para terminar por desaparecer como si nada, mostrando con audacia su sigilo que tanto lo caracterizaba, Catnap al poseer un cuerpo extremadamente flexible pudo entrar como si nada a los ductos de ventilación, contorsionando sus huesos y escabulléndose por aquellas paredes estrechas de metal, conocía tan bien la fábrica al derecho y al revés que su propia curiosidad lo había llevado a todos los lugares en existencia, lo sabía de memoria en especial aquel camino que lo llevo a las instalaciones más profundas de los laboratorios, cuando al fin llego a una de las entradas de ese ducto, espero unos minutos para asegurarse que no hubiera un empleado del otro lado, pero se quedó congelada al escuchar una voz a la lejanía , una muy conocida haciendo que el pelaje de Catnap se erizara.
—Creo que es todo por hoy. —Menciono aquella voz de hombre, como si fuera un eco nítido, mostrando su diversión en el cinismo que lo caracterizaba. — Hemos progresado bastante, gracias a tus resultados podemos mejorar más nuestros nuevos experimentos. —Explico, pero la voz comenzaba alejarse poco a poco, casi ya no se podía escuchar lo último que oía el gato fue una despedida y una puerta metálica cerrarse de golpe, creando un horrible sonido que lastimo un poco sus oídos. Pero aun así se quedó quieto esperando a que aquel horrible hombre se haya ido.
—Sal ahora, Catnap. —Esta vez no fue la voz de ese hombre, sino una voz profunda y reverberante que resonó en el ducto de ventilación. Era un sonido gélido, cargado de una oscuridad antigua, que parecía vibrar en el aire y en los huesos de Catnap. Cada palabra estaba impregnada de un eco siniestro, como si surgiera de las profundidades de un abismo interminable.
El nombrado no dudo en obedecer, después de todo solo esperaba esa orden, Catnap abrió ese ducto con su propio cuerpo para poder salir como si nada, acomodando sus huesos y volviendo a su estado original, cuando abrió los ojos notos que estaba dentro de esa sala enorme, sucia, oscura donde solo una pequeña luz se reflejaba por el lugar, a duras penas servía para iluminar. Pero para el gato con visión nocturna no le importo en absoluto solo camino para poder encontrarse con ese ser, que lo estaba esperando posado enfrente suyo.
La voz pertenecía a una criatura enorme, una masa negra de carne, huesos y metal que se extendía más allá de lo imaginable. Su cuerpo era un caos de piel rota y fragmentos de metal oxidado, enredados y fusionados en una amalgama grotesca. Lo que más destacaba era su cabeza: un cráneo esquelético cuya identidad se perdía en el misterio. En la cuenca del ojo derecho brillaba de forma robótica roja, un faro malévolo que atravesaba la oscuridad con una intensidad perturbadora.
Catnap al ver esto no dudo en levantarse en dos piernas, paras después también levantar sus patas y en una pose extraña le hizo una reverencia a ese ente extraño, quien al ver a Catnap alzo esa mano esquelética desagradable a la vista para hacer una señal y que parara. La luna bajo de nuevo para estar en una posición cómoda. —He llegado mi dios, ¿me ha llamado? —Pregunto respetosamente aquel gato morado.
—Mi querido niño, escuche muchas cosas en estos días que no te he visto. —Contesto aquel ser con una voz un poco más suave, aunque eso sería imposible por lo antinatural que es la criatura. Aquel ser a pesar de su apariencia, y poseía un aura maquiavélica, parecía bastante diferente a lo que se veía, era como este pudiera sentir, pero sería bastante complejo decirlo de forma cierta.
Catnap al escuchar a su dios, no dijo mucho porque era evidente que lo sabría de inmediato, después de todo tiene ojos en todas partes, muchos seguidores, demasiada influencia para no sorprenderse de que tal vez ya se haya enterado de las constantes torturas que le han hecho pasar. —Explícate. — Ordeno aquel ser imponente mientras de varios ductos de ventilación, comenzaron a salir varios minis peluches, que ya estaban escuchando la conversación y se hacían presencia para estar al lado de su dios, para servirle en lo que el ente pidiera.
—Elliot sigue siendo cruel y despiadado, no les importa lo que nos pase o hagan, pero su egoísmo llego a un nuevo nivel cuando castigo al líder de los Smalling Critters, solo por el hecho de verlo sufrir hizo que todos los juguetes pagaran su enojo. —Explico 1188, su seriedad y desagrado al recordar los hechos lo hicieron volverse más resentido con todo. —Pero a pesar que se hizo un discurso como disculpa para evitar que los tratos de mierda pararan, no he visto que haya funcionado, los humanos siguen maltratándonos, abusando de nosotros y lo siguen disfrutando. —Contesto con ira acumulada, mientras que aquel llamado "dios", miraba sin poder expresión alguna, ¿Y cómo podía cuando su cara no poseía piel?, solo era un esqueleto, una masa grotesca que su mera existencia es un insulto a la vida.
Aquel ser no reacciono mucho, solo se movió un poco y levanto su mano para que todos prestaran atención a sus palabras. —Elliot no es más que un demonio encarnado, un ser deplorable... pronto mis niños seremos libres de sus garras y su sadismo. —Dicho esto el ser avanzo en medio de ese enorme salón que es su prisión, los humanos se habían ido, al fin estaban solos de alguna forma, pronto los guardias de seguridad llegarían, pero no harían nada más que vigilar su puerta. — Haremos que aquellos infelices rueguen y lloren, que vivan en carne propia nuestro sufrimiento. Por esa razón debemos seguir siendo persistentes y aguantando hasta que esa hora llegue...—El dios se alzó mientras sus manos se estiraban y su voz monstruosa como si fuera omnipresente reflejaba, esa confianza, en sus palabras llenas de benevolencia por sus súbditos, sus creyentes, guardaba una extrema violencia acumulada.
Él era el único salvador que aquellos juguetes rotos, heridos seguían con devoción, su dios que cayó del cielo para rescatarlos del infierno, los pequeños juguetes chillaron emocionados por las palabras del dios. Catnap sonreía con orgullo y adoración ante ese ente.
Todos deseaban salvación y pronto lo obtendrían, fue entonces que el dios dio marcha a su siguiente plan. —¡Ya es hora mis niños!, ¡Prediquen mi palabra esta noche!, ¡Todos deben saber sobre esta inmundicia, que mis demás hijos se enteren que pronto habrá su salvación! —Alzo su voz eufórica mientras los mini peluches, tomaron las grabadoras escondidas y comenzaron a correr hacia los ductos de ventilación, porque aquel pequeño ejercito irían a todos los rincones de la fábrica para que los juguetes escucharan las palabras del dios falso que necesitaban, para tener esa esperanza de ser salvados.
Catnap al ver esto se llenó de esa energía por querer seguirlos y también predicar la palabra de su señor, pero antes de que pudiera hacer algo aquel ser lo llamo. — ¿Qué es lo que tienes ahí Catnap? —Pregunto aquel ser mirando a su apóstol quien en su cola estaba enredado la carpeta que le dio Jane, Catnap en esos momentos se olvidó por minutos que aun tenía esa información bastante valiosa, este solo le entrego la carpeta a su dios para que viera su contenido.
—La doctora Jane me lo entrego como forma de ayudarme contra el abuso de ciertas científicas. —Explico el gato sintiendo que su garganta comenzaba a picar, el dios solo tomo aquellas hojas y comenzó a leer su contenido, escuchando atentamente a su discípulo, si tan solo tuviera piel podrían notar una sonrisa inexistente porque al final al no poseer aquel órgano que ayudaba a crear gestos, era tan inexpresivo que Catnap ni siquiera supo cuando su dios sonreía por dentro de su ser, porque aquella información es tan valiosa que era como una pepita de oro entre todo un maldito desierto sin nada, fue entonces que una risa suave comenzó a escucharse, pero a pesar de estar extasiado con esta información tuvo que mantener su postura.
—Hijo mío... lo que te ha dado esa mujer, es la perfecta oportunidad para hacer realidad mis planes, es la llave que necesitaba para nuestra esperanza. —Contesto aquel ser mientras alzaba sus manos en gloria ante esta oportunidad, para comenzar dar marcha a su plan. Fue entonces que le volvió a entregar los documentos a Catnap, que estaba confundido ante la alegría de su dios, hasta donde sabia esa información la podría utilizar para entregársela a Elliot para hacer que esas basuras se largasen y lo dejaran en paz, pero su dios tenía planes diferentes y probablemente mucho mejor de lo que Catnap pensaba.
—Tómalos y ocúltalo en un lugar que solo tu conozcas, donde nadie pueda encontrar esa información. Cuando llegue el momento, utilizaremos eso a nuestro favor. Ahora ve hijo mío a tu posición, espera escuchar mi palabra, regresa y descansa, has sufrido tanto el día de hoy que mereces un descanso. —Dicho esto aquel ser de nuevo levanto su mano, para llevarla hacia la cabeza de Catnap y darle una suave palmada mostrando su orgullo por aquel felino, dándole ese apoyo que el gato necesitaba con desesperación, Catnap sintió mucha calidez en su corazón al sentir como su dios le mostraba esa aceptación.
Aquel gato lunar sintió mucho amor en ese toque, después de todo su dios siempre estuvo ahí para él, tanto que como aquel niño solitario y triste que fue antes de convertirse su dios apareció para darle esa compañía que tanto anhelo, dándole el amor que necesitaba de un padre, ahora como Catnap le tocaba devolverle ese cariño, por esa misma razón lo seguiría como un fiel siervo, predicando su palabra y sus valores.
Volviéndose su fiel apóstol.
—Si mi dios. —Eso fue lo último que dijo antes de retirarse por el mismo lugar que llego, dejando solo aquel ser que pronto predicaría su palabra.
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Catnap ni siquiera se dio cuenta de cuánto tiempo paso, porque este simplemente ya había llegado a la playcore, en especial a dulce hogar, aquel lugar donde vivía, al entrar se dio cuenta que todo estaba vacío, no había nadie, solo la oscuridad gobernaba, pero era de esperarse cuando ya es de noche y todos ya se habían dormido o eso es lo que pensaba aquella luna, fue entonces que el gato aprovecho para caminar primero hacia las duchas, llegando a esa habitación grande donde se veía el fondo varias regaderas, a lado se observaban estanterías para depositar cosas ahí, obviamente que tuvo que poner la carpeta en una estantería donde se ponía la ropa , para que no se mojaran o se arrugaran, al igual que se retiraba la venda de su pecho, mostrando los puntos que le habían hecho hace horas atrás.
Cuando al fin estuvo preparado no dudo en entrar a una de las regaderas abriendo el agua caliente, llenándose de placer y deleite al sentir como el agua mojaba su cuerpo adolorido, sintiendo como si fuera un masaje y el dolor que sintió comenzaba a desaparecer, fue entonces que agradeció infinitamente que al menos pudiera disfrutar de ese placer, no dudo en enjabonarse con uno de los jabones que estaban ahí, tallando algo fuerte su cuerpo para borrar el aroma asqueroso de aquellas mujeres, lavar cada suciedad que manchaba su hermoso pelaje, ni siquiera se dio cuenta del tiempo que paso, pero intuyo que al menos paso una media hora en el baño asegurándose de tallarse tan bien, que cuando al fin salió ya estaba bastante limpio. Aunque el problema ahora era colocarse la venda, pero después lo resolvería ahora tenía que ir a su cuarto para secarse y al menos dormir un poco ya que no había podido descansar en el día.
Tomando sus cosas camino hacia su habitación, todo estaba silencioso que ni siquiera pensó en sus amigos que probablemente ya estaban en sus cuartos, cuando este iba abrir su cuarto este se sorprendió cuando iba a girar la perilla, se dio cuenta que no tenía el seguro que siempre le ponía para que nadie entrara a su cuarto, fue entonces que abrió la puerta de golpe para ver quien fue el intruso que entro.
Estaba listo para atacar aquel intruso que se le ocurrió entrar a su cuarto sin permiso, pero antes de que pudiera rugir para asustar a quien sea que estaba ahí, se quedó congelado al ver que en su cama, estaba alguien tapándose con sus sabanas, escuchando un sollozo y los lamentos de un perrito cuando esta triste, siendo que el gato lunar se relajó por lo que primero estiro su cola para dejar en un taburete a lado de su armario, este camino suavemente sin asustar a ese perrito solar que lloriqueaba, pero Catnap le quito un poco la saba para descubrir un poco su cabeza, siendo que el perrito se tensó y bajo más la mirada no queriendo verlo directamente. —Dogday... ¿Qué paso?, ¿Por qué lloras? —Llamo a su mejor amigo realmente preocupado por lo que le estaba pasando.
El nombrado absorbió sus propios mocos tratando de calmarse, ya que no sabía cómo explicarle a su amigo la situación en la que se encontraba, sabía que Catnap se enojaría y buscaría represarías de inmediato, pero estaba tan herido de todas las formas posibles, que solo necesitaba el consuelo de su mejor amigo para superar esa situación tan trágica. Así que no dijo nada más que solo levanto su cara, dejando ver uno de sus ojos morados e hinchados, mientras uno de sus labios estaba partido, dejando ver esa cicatriz apenas manchada de sangre seca.
Catnap al ver no pudo evitar sentir una mezcla de aflicción y una rabia extrema comenzaban a gobernar su mente, tanto que su pelaje se erizo y sus iris se volvieron chicos, como se tornaban en un color rojizo bastante espeluznante, sintió como todo su cuerpo tensaba y una energía maldita comenzaba a controlarlo, siendo la misma ira que se veía en su gesto. —¡¿QUIÉN TE HIZO ESTO?! —Rugió en una voz grave, maquiavélica exigiendo el bastardo que se atrevió a lastimarlo.
Dogday bajo la cabeza sabiendo que su amigo iba a tener esa reacción, pero aún estaba esperanzado que no lo hiciera. —Varias personas. —Este hablo con un nudo en su garganta, sintiendo mucho dolor de recordar ese acontecimiento, unas lágrimas bajaban por su mejilla. —Se... llevaron a Bobby, Snif... ella y yo vimos otra vez que querían lastimar a otro juguete, pe-pero ... ella no midió su fuerza... y lastimo a un empleado. —El perrito solar paro de hablar, porque ya a ese punto su llanto comenzó a incrementar como un cachorro lastimado y asustado, tan lastimero y lamentable, que hizo que Catnap sintiera su corazón romperse por esa triste escena y algo que incrementaba su ira. —Trate de defenderla... pe-pero ellos no me lo permitieron, entonces... me golpearon tanto que perdí el conocimiento...—Explico mientras se aferraba más a las sabanas, no queriendo exponer su cuerpo moreteado, porque sabía que Catnap se enojaría más.
—¡SE LLEVARON A BOBBY POR MI CULPA! —Alzo la voz sintiendo tristeza y una profunda depresión, mientras lloraba a mares.
Fue entonces que el gato lunar no pudo aguantar gruñir de coraje y resentimiento reprimido, mientras su pelaje se erizaba y sus músculos se tensaban, sus garras comenzaban a desgarrar el suelo, sus ojos que poseía una mirada asesina y una sed de sangre extrema, que a estas alturas ya no iba a controlarse y mataría a todo aquel que se interpusiera ante su camio, no solo habían lastimado a su sol si no se habían llevado a su amiga, eso es imperdonable. —¡Voy a matarlos! —Sentencio Catnap en una promesa ciega de rabia.
—¡NO! —Dogday grito con fuerza haciendo que Catnap se sorprendiera, por lo que el perrito solar levanto de nuevo su mirada, mostrando su gesto suplicante, llena de lágrimas y mocos, hecho un lio emocional. —¡TE RUEGO QUE NO HAGAS NADA! —Pidió mientras su labio inferior temblaba.
—¡¿POR QUÉ LOS DEFIENDES TANTO?!, ¡DESPUES DE LO QUE NOS HACEN, NO MERECEN PERDON! —Rugió el gato lunar sintiendo que su garganta comenzaba a arder que parecía sentir esa sensación, de que alguien se la estaba arrancando, pero a esas alturas ya no le importaba estaba tan furioso que ya comenzaba a sacar ese gas rojo. No entendía nada porque Dogday seguía pensando en defenderlo de su ira, estaba decepcionado quería que su amigo sintiera ese enojo, pero era imposible ya que esa no era la naturaleza del perrito solar.
—¡PORQUE SI HACES ALGO, SABRAN QUE FUISTE TÚ!, ¡NO QUIERO QUE TE MATEN!, ¡NO QUIERO QUE ME ARREBATEN A MI BESTIE DE MI LADO!, ¡NO QUIERO QUE TE LLEVEN A TI TAMBIEN! —Grito Dogday cerrando sus ojos con fuerza, sin soportarlo más este comenzó a llorar más fuerte, sus manos cubrieron su propia cara evitando que sus lágrimas saliesen, pero era imposible fue entonces que al no sostener la sabana este cayo revelando todos los moretones de su cuerpo. El grito desesperado hizo que Catnap despertara de su ira, quedándose congelado sin poder creer lo que escucho.
—Dogday...—Murmuro el nombre del contrario.
—¡POR FAVOR DEJALO PASAR!, ¡NO PODRE VIVIR SABIENDO QUE PODRAN MATARTE Y TE ALEJARAN DE MI LADO!, ¡ME LO PROMETISTE CATNAP! —Dogday miro a Catnap esta vez con mucho enojo y tristeza reflejada en su rostro. —¡PROMETISTE QUE SIEMPRE ESTARIAMOS JUNTOS!, ¡QUE SIEMPRE NOS CUBRIRIAMOS LAS ESPALDAS!, ¡QUE SERIAMOS LA LUNA Y EL SOL DEL UNO DEL OTRO POR SIEMPRE!, ¡NO QUIERO VIVIR EN UN LUGAR EN DONDE TU NO ESTES! —No pudo evitar gritar con tanta desesperación, sin importarle si despertaba a alguien. Dogday estaba haciendo una rabieta, ¿Pero podían culparlo?, el pobre había sufrido tanto que la relación que tenía con Catnap, no podía compararse con otros de sus amigos, aquel gato lunar es simplemente su mejor amigo, su otra mitad, la cual tenían tantos años protegiéndose mutuamente que era imposible pensar vivir sin el uno del otro.
Ambos son mejores amigos que se hicieron un juramento, para Dogday esa promesa es sagrada, sabiendo que nadie podría remplazar esa confianza y confort que tenía con Catnap, no podía sentirse depresivo y lleno de pánico al pensar que Catnap podrían matarlo.
Catnap lo entendió de inmediato y se culpó internamente de ser un bastardo terco, que le causaba preocupaciones y dolor a su amigo, este solo bajo su mirada avergonzado por su propio comportamiento, por lo que se acercó y sin dudarlo abrazo con fuerza al perrito solar. —L-lo siento. —Se disculpo de inmediato permitiendo, que el cachorro se desahogara y se abrazaran mutuamente.
El gato sabía muy bien cómo se sentía su amigo, porque era parte de sus miedos más profundos, simplemente la sola idea de que Dogday lo apartaran de su lado, le aterraba porque a pesar de tener a su dios, Dogday fue siempre ese apoyo emocional, físico y moral, ese perrito solar siempre estuvo ahí para él desde que nació como Catnap, siempre lo apoyo y lo defendió de todo lo que lo lastimaran aun sabiendo de que podrían castigarlo, pero a pesar de todo el amor que sentían hacía que su amistad se volviera fuerte y reciproca. Pero por supuesto, Catnap ya hace tanto tiempo ya había cambiado la forma de amor que sentía por el perrito solar, pero guardaba sus sentimientos por el simple hecho que estaba tan desesperado por seguir estando a lado de Dogday, que sin importar que tipo de relación tengan, lo que sea se conformaba.
Porque definitivamente sin el sol, la luna se volvería desquiciada que no temería llevarse consigo a todos en su oscuridad, como una venganza por arrebatarle su sol.
Por esa razón tuvo que guardar su rabia en esa caja en su corazón, por el bien de ambos, solo abrazo a su sol, aferrándose, rezando a su dios por que todo este infierno cambie pronto.
—Prometo que no hare nada. —Contesto en un susurro, sintiendo que ya no podía seguir hablando ya estaba adolorido de su garganta, por culpa de los gritos le paso factura.
Dogday escucho la voz que se volvía más grave y débil de Catnap, supo de inmediato que se había lastimado al gritar por lo que se sintió más culpable, regañándose internamente por haber llegado al cuarto de su amigo para buscar consuelo, pero al escuchar la promesa del gato lunar, le dio un poco de consuelo al saber que Catnap no haría nada. —Gracias kitty. —Susurro esta vez más calmado y fue entonces que dejo caer en el cuerpo ajeno, Catnap por su parte también permitió que ambos cayeran en la cama abrazados.
Esta vez la habitación se llenó de un silencio cómodo, ambos no querían separarse, era un hecho que Dogday se quedaría a dormir ahí por esa noche. Mientras que Catnap lo acompañaría hasta que durmiera. Con su cola larga, el gato morado tomo la cobija para tapar ambos cuerpos.
—Descansa Doggy. —Respondió el gato lunar, acomodándose a lado del canino que solo soltó una risita quien se acorruco bien para poder dormir.
—Buenas noches Kitty. —Dijo Dogday sonando contento por estar al lado de Catnap, no le importaba si el pelaje de su amigo seguía húmedo por el baño.
Ambos solo permitieron que la tranquilidad, el confort, amor y el cariño que sentían uno por el otro los gobernara, haciendo que al final uno de ellos terminara dormido. Pero el gato lunar mientras acariciaba la cabeza del perro solar, pero en los ojos del felino se notaba aun ese resentimiento por todo lo que veía y vivía, era un hecho que no lo dejaría ir, por esa razón se aseguraría de crear esa salvación con su dios, para que Dogday y él pudieran vivir tranquilamente.
Aun si eso involucraba sacrificar a muchos para lograr su sueño de acabar con la existencia de esos verdaderos monstruos.
Notas:
☆*゚ ゜゚*☆*゚゜Comentario de la escritora☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚
Holaaaa! Mis queridos escritores, que alegría volver a publicar un nuevo capitulo jeje, estaba pensando seriamente en escribir la parte sexual de las científicas con Catnap. Como tipo lectora x Catnap, pero lo pensé mejor y nah, mejor dejo la parte sexual y explicita rico rico, para la parte donde Catnap se folla al perrito días.
No se desesperen pronto llegara el momento 7w7r, pero primero se viene lore del turbio. En fin seria todo de mi parte, los veo el siguiente domingo mis lectores cuídense y besitos.
No olviden dejar sus comentarios u opiniones de que les pareció claro si gustan.