Capitulo VIII. ¿Qué ocultas realmente?
19 de mayo de 2025, 2:04
Notas:
⚠️Advertencias⚠️
🐈⬛Este capitulo es corto
🐈⬛Violencia sexual y física.
🐈⬛Este capitulo esta censurado en wattpad, por lo tanto para mis lectores de la plataforma les pido que vayan a Ao3 por si gustan verlo sin censura.
🐈⬛Este capitulo contiene Dead Dove | Do not eat, se considera precaución. Estas bajo tu propio riesgo de leer.
🐈⬛Lenguaje ofensivo.
Las respiraciones se escuchaban y el sonido de dos corazones acelerados se podían oír en esa sinfonía tensa, que se encontraban ambas criaturas. El perrito solar estaba aterrado y temblando, en sus ojos cristalinos y asustadizos podían verse el reflejo que aquel felino enorme, con esa mirada asesina llena de una locura despiadada y ni hablar con aquella sonrisa que lo acompañaba la cual de ella salía ese gas rojizo, volviéndose más tétrico y espeluznante esa situación.
Maldiciendo al prototipo y a si mismo por buscar a Catnap, el can se prometió que si salía vivo de esto se juraría jamás volver acercarse a su ahora ex amigo. —P-por favor no me lastimes…—Rogo entre sollozos aquel can de pelaje anaranjado.
—¿Cómo tú me has lastimado?, No~… no te hare lo mismo… solo te mostrare lo que te han negado y estas en tu derecho de hacer. —Pronuncio en esa voz grave aquel felino lunar que tan solo su suspirar salía aquel humo, a esas alturas su garganta ya estaba muy mal, pero no le importo porque esta vez ya no hablaría más.
Con ambas manos, Catnap agarró con fuerza las piernas de Dogday, sus garras rozando la piel con un toque tan peligroso como intencional. Las afiladas garras y la presión de sus palmas provocaron que un escalofrío recorriera la espalda del can, un temor que nunca antes había experimentado se instalaba en lo profundo de su ser. Dogday intentó hablar, pero su voz murió en su garganta cuando el felino, con una agresividad que nunca había mostrado, separó las piernas del perro de un tirón violento, colocándose entre ellas.
Fue entonces que Dogday tuve un horrible presentimiento y comenzó a agitarse al punto que comenzó forcejear fuertemente. —¡N-no!, ¡No!, ¡Catnap por favor!, ¡Detén lo que estes pensando! — suplicó, su voz rota entre jadeos cargados de pánico, mientras agitaba sus piernas y pataleaba en el aire, buscando cualquier forma de liberarse de la terrible presión del felino.
Catnap solo emitió un gruñido bajo y amenazante, sus ojos fijos en su presa, sin ceder ni un ápice. Con un movimiento rápido y calculado, sus brazos rodearon los costados de Dogday, apretándolo contra la cama con una fuerza que hacía imposible cualquier escapatoria. —¡BASTA! —Rugió, su voz impregnada de veneno e ira pura. —¡SI NO TE DETIENES AHORA, USARE MI GAS EN TI! —Ordeno y advirtió mientras le mostraba los colmillos al mismo tiempo que al hablar salió un poco de sangre, jodiendo su garganta en el proceso.
Dogday sintió cómo el miedo consumía cada parte de su ser. Su cuerpo se quedó paralizado por el horror de lo que estaba a punto de suceder. El temblor en sus patas aumentaba, las lágrimas corrían por su rostro sin control, dejando un rastro salado que mezclaba el sudor frío de su piel. Su mente era un caos de miedo y vergüenza. Cada pensamiento lo hundía más en la oscuridad, incapaz de aceptar lo que estaba a punto de ocurrir. Sabía lo que Catnap pretendía, y esa sola idea era suficiente para romperlo desde lo más profundo.
Cuando sintió que el felino aflojaba su agarre en el costado, una chispa de alivio se mezcló con la confusión. Pero esa sensación fue aplastada en el mismo instante en que la mano de Catnap comenzó a deslizarse hacia su estómago, bajando con una lentitud tortuosa. Dogday sintió un nudo en la garganta, su pecho se contrajo con una brutal intensidad. No podía respirar. Su mente revivió ese viejo tormento, esa cicatriz que nunca sanaba. Catnap no sabía... nadie sabía. El secreto que había guardado durante tanto tiempo, su dolor más profundo, ahora estaba a punto de ser expuesto, desnudo ante los ojos de su amigo.
Los dedos del felino rozaron su piel, bajando peligrosamente hacia la pelvis. Cada centímetro que descendía era como un puñal que se clavaba en su alma. Hiperventilaba. Su respiración era irregular, cada bocanada de aire insuficiente para llenar sus pulmones. Su pecho subía y bajaba de forma descontrolada, y la habitación comenzó a girar a su alrededor. Sentía que iba a desmayarse. Pero lo peor, el verdadero infierno, era ese abrumador sentimiento de rechazo hacia sí mismo.
—¡No! —Su mente gritaba, pero su voz no salía, atrapada en su garganta—. ¡No!, ¡no lo mires! No me hagas esto...
Cuando los dedos de Catnap rozaron más cerca, Dogday se sintió invadido por una oleada de terror puro. El trauma de su cuerpo, el rechazo a esa parte que él jamás había podido aceptar, le provocó una sacudida violenta.
Comenzó a forcejear de nuevo, aunque sin fuerza, luchando contra la inminente invasión. Las lágrimas se desbordaron, manchando su pelaje mientras intentaba liberar sus manos, sin éxito. Sus sollozos se convirtieron en gritos ahogados, y su pecho se apretaba con tal violencia que parecía que sus costillas iban a quebrarse.
—¡Catnap, por favor, no... no lo hagas! —logró jadear entre espasmos de desesperación, las palabras casi ahogadas en su propia respiración entrecortada. Su cuerpo entero temblaba. Vergüenza, miedo, autoodio. Todo lo que había intentado ocultar de todos sus amigos, el secreto que lo consumía, estaba a punto de ser expuesto. Estaba atrapado en su propio infierno, impotente, mientras el felino continuaba sin detenerse, ajeno al verdadero dolor que le infligía.
El ambiente se tensaba cada vez más a medida que la mano de Catnap seguía descendiendo, su toque firme pero lleno de intenciones oscuras. Dogday jadeaba, cada vez más desesperado, luchando por contener el miedo y la vergüenza que lo estaban aplastando.
—Tranquilízate, no te dolerá —murmuró Catnap, aun tratando de esforzar su voz y su pobre garganta sangrante, con una voz calmada, casi depredadora. Su tono pretendía ser suave, pero Dogday sentía el veneno en cada palabra. Las garras del felino seguían rozando su piel, como un recordatorio cruel de lo que estaba a punto de suceder. No tenía escapatoria.
—Será rápido... y suave, lo prometo —añadió, con una sonrisa que Dogday apenas podía ver, pero que sentía como un cuchillo. Era su amigo, pero ahora parecía una criatura completamente diferente. Un ser que quería devorarle, consumir su voluntad y, peor aún, exponer su secreto más íntimo. El pánico en Dogday crecía con cada segundo, sus respiraciones eran entrecortadas, sus músculos estaban tensos como cuerdas a punto de romperse.
Catnap se detuvo por un segundo, bajando la vista con una mezcla de curiosidad y desprecio.
—¡Detente! —gritó finalmente Dogday, en un último intento de recuperar el control de su vida, de su cuerpo, de su identidad, pero su voz era apenas un susurro entre sollozos desgarradores.
—Vamos, eres un macho, ¿no? —dijo con una burla latente en su voz—. Aguántate.
Pero entonces, cuando sus dedos finalmente llegaron a su destino, la expresión en el rostro del felino cambió de forma abrupta. Rebusco entre el pelaje ajeno donde se supone que estaba aquella abertura que guardaba el pene del contrario, todos los machos entre juguetes lo tenían, donde guardaban su falo la cual se presentaba a la hora de orinar o de excitarse, pero en vez de eso encontró algo totalmente diferente. Lo que había dicho en tono de burla quedó congelado en sus labios. El silencio en la sala se hizo pesado. Catnap sintió algo diferente bajo sus dedos, algo que no esperaba. Sus ojos se agrandaron, y el desconcierto lo dejó sin palabras.
—¿Hembra? —la palabra salió de su boca, en un susurro ahogado, como si no pudiera procesar lo que había descubierto. Porque enfrente suyo veía una linda vagina, con esos labios lindos y tiernos, rosaditos como un pétalo de flor y ni hablar de su clítoris visible, se presentaba de una forma tan tentadora.
Dogday se quedó paralizado al escuchar esa palabra. Era como si todas sus pesadillas se hubieran hecho realidad en un solo segundo. Su peor secreto... expuesto, revelado de la forma más brutal posible. El shock en el rostro de Catnap era tan evidente que lo congeló en su lugar, incapaz de continuar, incapaz de decir más.
Por un momento, todo fue silencio. El felino seguía inmóvil, mirando a Dogday con una mezcla de sorpresa y confusión. El canino, por su parte, sintió cómo su mundo se desmoronaba. No podía soportarlo más.
Con una descarga de pura adrenalina, Dogday aprovechó ese instante de parálisis y pateó con todas sus fuerzas, su pie impactando directo en el rostro de Catnap. El felino soltó un gruñido sorprendido mientras retrocedía, el golpe haciéndolo tambalearse, si de por si estaba con garganta sangrante el golpe hizo que su nariz sangrara.
Dogday, aprovechando la apertura, se zafó de su agarre. Las lágrimas corrían sin control por su rostro mientras se levantaba torpemente, tambaleándose mientras intentaba alejarse de su amigo... de quien ya no reconocía como tal. Lloraba con una fuerza desgarradora, abrazándose a sí mismo mientras caía retrocedía y se abrazaba a sí mismo.
—¡SOY UN MACHO! —gritó con todas sus fuerzas, su voz quebrada por el dolor y la desesperación—. ¡SOY UN MACHO! —repitió, entre sollozos y gritos. Su cuerpo temblaba incontrolablemente, sus manos aferradas a su pecho como si tratara de proteger lo que quedaba de su dignidad.
Se repetía una y otra vez, intentando convencerse a sí mismo, intentando ahogar la palabra que Catnap había pronunciado como una maldición. Su mundo se había derrumbado por completo, y lo único que podía hacer era aferrarse a esa única verdad, aunque ya no se sentía real.
—¡SOY UN MACHO! —continuaba, gritando con fuerza mientras su cuerpo temblaba y las lágrimas lo consumían, su voz ahogada por los sollozos, mientras Catnap, ahora silencioso y atónito, permanecía en su lugar, observando en completo shock lo que acababa de descubrir.
Los sollozos se escuchaban en la habitación, Dogday estaba incontrolable maldecía internamente aquellos científicos lo que le hicieron, los odio desde el momento en que le dieron vida, ahora se sentía expuesto y atormentado por tales acciones terribles. Pero Catnap lejos de enojarse, comprendido a la perfección bastantes cosas con lo ocurrido con el perro, fue entonces que solo apretó su nariz esperando a que el sangrado parara, por supuesto que estaba molesto con esa patada, pero estaba lejos de la ira inicial, porque ahora de alguna forma oscura esa idea le agradaba mucho más.
—¿Por qué nunca me dijiste sobre esto? —preguntó Catnap, su voz aún incrédula, cargada de una mezcla de confusión y algo parecido a la compasión. Quería entender, aunque las palabras le salían más ásperas de lo que pretendía. La revelación lo había sacudido, pero no tanto como a su amigo.
Dogday solo pudo responder con un sollozo, su cuerpo sacudido por el peso de la vergüenza y el dolor. Se aferraba a sí mismo, abrazándose con fuerza, como si sus propios brazos pudieran protegerlo de esa oscura verdad que ahora había salido a la luz. Los temblores en su cuerpo no se detenían, y cada inhalación era un jadeo tembloroso, como si el aire mismo doliera al pasar por su garganta.
—Snif... N-no quería... —susurró Dogday, su voz rota, su mente aún perdida en la maraña de emociones que lo consumían. Hablaba a tropezones, sus palabras entrecortadas por el llanto y los sollozos que lo ahogaban—. No quería que nadie conociera mi defecto.
Catnap frunció el ceño, pero permaneció en silencio, observando cómo el perrito solar se desmoronaba frente a él. Cada palabra que Dogday lograba articular era como una herida abierta, supurante, que llevaba demasiado tiempo escondida.
—Estoy roto... —continuó el canino, su voz apenas un murmullo mientras los mocos y las lágrimas se mezclaban en su rostro. Era como si estuviera revelando un pecado imperdonable, algo que había mantenido oculto hasta de sí mismo—. Soy un defecto...
Las palabras salieron cargadas de un autodesprecio devastador. Dogday, el líder que todos miraban con respeto, ahora se veía a sí mismo como lo contrario. Se apretaba más fuerte, encogiéndose, como si pudiera desaparecer entre sus propios brazos.
—Soy su líder... —jadeó, su voz temblando—. Se supone que como líder no debería tener defectos.
—¿Fueron los científicos? —Catnap quería respuestas ante lo visto y no se quedaría sin hacer nada, a esas alturas Dogday ya no sabía en lo que pensaba ese gato, estaba tranquilo, pero tenía una mirada un tanto seria y un poco espeluznante, no había brillo ni siquiera un indicio de algo, algo que el perrito no entendía. Pero a esas alturas ya no quedaba más que ocultar, después de todo siempre fue un hipócrita, ahora que Catnap sabia la verdad ya no tenía sentido ocultarlo.
Dogday solo pudo asentir lentamente, su mirada perdida mientras trataba de encontrar las palabras. —Ellos me dijeron que cometieron un error... al darme otros órganos —murmuró, su voz ahogada por el peso de los recuerdos—. Les supliqué que lo revirtieran, que por favor... me hicieran un macho.
Su voz se quebró en ese momento, y sus manos comenzaron a temblar. Los sollozos volvieron a apoderarse de él, mientras luchaba por contener las lágrimas que quemaban sus ojos.
—Pero no quisieron... —continuó, tragando saliva como si cada palabra fuera una espina que lo desgarraba por dentro—. Me explicaron que sería muy peligroso... fue entonces que acudí a Elliot…
Se quedó sin aliento, su pecho se agitó y el aire parecía negarse a entrar en sus pulmones. El dolor de ese nombre lo dejó tambaleante, y otra ola de sollozos lo golpeó con fuerza.
—Le rogué... —murmuró entrecortado— le rogué que los convenciera... pero se negó. Dijo que no quería perderme por una operación tan riesgosa... —Cada palabra estaba cargada de desesperación, como si reviviera la impotencia que había sentido en ese momento.
—Me convenció de que... al tener una vulva no cambiaba nada. Que seguía siendo un macho, que debía aprender a vivir con eso... —Dogday cerró los ojos con fuerza, su cuerpo temblando por el dolor y la angustia—. Pero me advirtió que lo guardara en secreto, porque si los demás se enteraban... me harían daño. Me verían como un defecto.
Los últimos sollozos de Dogday parecían romper el aire a su alrededor, la vergüenza y el miedo envolviéndolo como una prisión invisible. La palabra "defecto" resonaba en su mente como un eco interminable, una condena que lo había perseguido durante toda su vida. A esas alturas deseaba ser abrazado, necesitaba que lo consolaran y ayudaran a calmarlo, pero ya no había nadie en esos momentos que lo hiciera.
Catnap estaba en silencio escuchando su relato y fue entonces que este dejo de tensarse, esta vez alzando la mirada dejando ver una mirada un tanto misteriosa, pero para nada tenía una buena intención, lo que hizo que el perrito se congelara sin entender lo que pensaba el contrario. — No eres un defecto Dogday, de hecho, es más que perfecto. Ahora con mayor motivo disfrutaras esa pequeña libertad que te han negado. —Respondió aquel felino mientras sonreía esta vez ya no diría nada más había llegado a su límite, salía bastante humo de su boca y solo le demostraría a Dogday con sus acciones lo que se perdía.
Fue entonces que Dogday no comprendió a que se refería, pensaba que Catnap reaccionaria diferente o de forma negativa pero esto lo había descolocado y antes de que pudiera preguntar, el felino lunar tomo las piernas de Dogday para atraerlo de golpe, provocando que el contrario gimiera de sorpresa y antes de que pudiera darse cuenta el gato lo mantuvo firme al sujetarlo esta vez de sus caderas, provocando que el toque fuera un poco doloroso para el perrito solar que sintió como las garras del ajeno llegaban a lastimarlo.
Pero antes de que pudiera protestar, Catnap bajo su propio cuerpo hasta que su cara quedara entre las piernas del líder de los Smalling Critters. Dogday estaba ansioso sin entender nada, por supuesto que estaba asustado en especial confundido porque ahora había tantas emociones encontradas, que sus pensamientos comenzaban a volverse un revoltijo. Pero sus pensamientos intrusivos pararon cuando sintió un toque leve contra sus labios vaginales, siendo los dedos de Catnap que abría con dulzura tratando de no lastimarlo con sus garras.
El felino estaba extasiado realmente la condición de Dogday hacia que cambiara por completo la cosas y no dudaría en aprovecharlo, miro de reojo las reacciones del perrito que estaba muy quietecito inmóvil y bastante sonrojado, parecía que aún no salía del shock en especial porque no entendía muy bien la situación que se encontraba, pero era de esperarse Dogday siempre vivió entre niños él jamás supo sobre los placeres carnales, bueno hasta donde sabia.
Por esa misma razón decidido demostrarle lo que de verdad se estaba perdiendo, cuando saco su larga lengua, aunque un poco raposa pero aun así dio la primera lamida, recorriendo lentamente los labios de ese delicioso coño que cuando probo pudo sentir el dulzor, hasta rozar contra el clítoris de Dogday, Catnap tuvo cuidado de que su lengua rasposa no lastimara lo que hacía, al final su saliva lubrico un poco la parte externa de la vagina.
Dogday sintió algo completamente nuevo y desconcertante cuando la lengua de Catnap lo tocó. Un susurro de placer mezclado con confusión brotó de sus labios, su respiración se volvió errática, como si su cuerpo estuviera respondiendo a algo prohibido, algo que durante tanto tiempo había reprimido, lo que le llevo a soltar gemidos involuntarios, su coño se contrajo ante la sensación nueva, pero su mente inmediatamente se nubló con pensamientos oscuros y prohibidos.
Los científicos, Elliot, todos le habían dicho que eso estaba mal. Que jamás debía permitir que alguien tocara esa parte de él, esa parte que consideraba un defecto, en especial le enseñaron lo básico del sexo lo suficiente para saber de dónde nacían los bebes, pero los juguetes lo tenían prohibido, se supone por temas que no estaban hechos para eso, se quedó como regla para ellos y realmente lo creyó, pero se cuestionó cuando Kickin le confeso su relación con Crafty, fue entonces que supo que Elliot junto con los demás eran unos viles mentirosos, pero a pesar de sus reglas que vivió por años aprisionado a ellas sabiendo que algunas son exageradas, su mente se debatía entre la confusión y el placer, entre el deseo de apartarse y el impulso de dejarse llevar por lo que estaba sintiendo.
La lengua de Catnap, aunque rasposa, fue cuidadosa, recorriendo cada centímetro de su intimidad. El contacto era dulce y aterrador a la vez, como un veneno que lentamente se volvía adictivo. Dogday cerró los ojos, mordiéndose el labio mientras una mezcla de vergüenza y deseo lo invadía. Su pecho subía y bajaba con rapidez, y sus manos temblaban. Nunca había sentido algo tan íntimo, tan extraño. Era como si una parte oculta de su ser estuviera despertando, algo que siempre había creído roto, prohibido, e inalcanzable.
Con cada roce, la saliva de Catnap lubricaba su piel, y el ligero contacto contra ese pequeño clítoris lo hizo soltar un gemido involuntario, lo que lo llenó de una sensación de extrañeza y suciedad. No sabía cómo sentirse. Una parte de él se sentía sucia, traicionando las palabras de Elliot, traicionando esa idea de que su cuerpo estaba roto. Pero otra parte... una parte que no entendía del todo, se sentía vivo.
Su cara se volvió rojiza de la vergüenza y el placer carnal que sentía dejo de luchar, sus piernas parecían estar pesadas mientras se quedaba inmóvil, confundido ante si estaba rompiendo las reglas o era un tipo de juego. Catnap por su parte estaba disfrutando de esto, no tardo para sentir más la miel entre su lengua, abriendo un poco los ojos y notar que Dogday ya comenzaba a liberar su lubricante natural, lo que al principio había comenzado como un gesto impulsivo, una especie de demostración de poder, rápidamente se convirtió en algo diferente. La confusión en los ojos de Dogday, los pequeños gemidos que no podían ser reprimidos, hicieron que el felino se detuviera por un instante, procesando lo que estaba viendo.
El poder en la situación seguía siendo suyo, pero una parte de él no podía ignorar el hecho de que Dogday no estaba disfrutando de manera pura. El placer y el dolor psicológico estaban entrelazados en esa criatura. Catnap retrocedió apenas un poco, dejando que su cara estuviera a cm del coño húmedo del perrito solar, un pequeño hilo de miel se entrelazaba entre el agujero directo de esa vagina tan tierna y la boca del felino lunar, su respiración pesada mientras procesaba lo que acababa de hacer, pero no con remordimiento. Era más una curiosidad retorcida, casi fascinación.
Dogday temblaba ante estas sensaciones placenteras en especial cuando esa respiración hacia cosquillear su centro. Catnap sentía el poder que tenía en ese momento, el control total que ejercía sobre alguien que siempre había mostrado fortaleza en otros aspectos. Pero ahora, en su estado vulnerable, Dogday estaba expuesto, completamente a su merced.
—Vaya, vaya…—murmuró con una mezcla de burla y asombro, su tono lleno de veneno disfrazado de ternura. —¿No se supone que eres un líder, Dogday? Siempre tan fuerte… y mírate ahora.
El felino estaba fascinado, atrapado entre la sorpresa y una oscura satisfacción. Catnap volvió acercarse, y esta vez con sus dedos abrió suavemente los labios de la vulva del perrito, cuidando que las garras no lo lastimen dejando ver aquel orificio virgen, brillante y húmedo por la saliva combinada con la miel, este no dudo en meter la punta de su lengua ante ese pequeño y estrecha cavidad, lo que provocó que Dogday se sobresaltara y arqueara su espalda. — ¡Ahhn~!, ¡Catnap~!— Soltó un largo gemido placentero y llamo aquel nombre de forma lasciva sin querer hacerlo, provocando que el nombrado sintiera un pulso cautivador y estaciono tanto que pudo controlarlo. EL hedor de la hormona, el sabor de la miel, mirar tan lascivamente el coño del ajeno, hicieron que de su propia abertura sobresaliera poco a poco su falo, aunque en ese punto solo se veía la punta, pero Dogday no sabía que pasaba ahí abajo.
El hecho de que Dogday respondiera de esa manera, un macho que escondía su verdad, hacía todo esto mucho más intrigante para Catnap. Sentía que, de alguna forma, estaba cruzando una línea, rompiendo algo profundamente personal y frágil.
Sin embargo, lejos de detenerse por la culpa, Catnap encontró placer en esa vulnerabilidad. —No sabía que tenías esto tan... escondido. ¿Te hace sentir raro, Dogday? ¿O quizás te gusta?
El perrito estaba realmente confundido, mientras jadeaba por lo caliente que estaba fue entonces donde finalmente hablo. — Y-yo… no… esto no es correcto. —Contesto aun aferrándose a esas reglas. — Es-estamos rompiendo las reglas… es-esto no está bien…—Se dijo a si mismo el líder de los Smalling Critters, pero Catnap se rio suavemente esta vez dejando en paz aquella vagina abusada por su lengua.
—¿Y quién te lo dijo?, ¿Elliot? —Se pregunto el felino riéndose de la inocencia del perro, gracia a ese descanso pudo recuperar un poco su voz. — ¿Enserio sigues confiando en ese mentiroso? —Pregunto suavemente el felino, para después levantarse y se subió en la cama hasta estar encima de Dogday, que poseía una mirada perdida y una respiración jadeosa. Por un segundo miro la duda en la cara de Dogday junto con la sorpresa después este solo volvió a cerrar sus ojos con fuerza liberando sus lágrimas.
—¿Qué más puedo creer?, pensé que el prototipo era un cuento pero nunca lo fue, creí que lo que vivíamos era normal pero siempre fue un abuso, Elliot me dijo que soy un defecto y realmente se lo creí pero ahora vienes y me demuestras lo contrario, creí que al romper este tipo de reglas estaba mal… pero muchos juguetes a estas alturas ya lo han hecho… y no paso nada, creí que mis amigos los únicos que confiaba y me sentía seguro eran honestos conmigo, pero nunca lo fueron… ¿A quién me puedo aferrar ahora Catnap?, ¿Qué más falta para que rompan mi confianza? —Pregunto de forma depresiva Dogday dejando en claro que estaba realmente roto en mente, muchas mentiras, desconfianzas y el mismo abuso lo habían hecho enloquecer y ahora esto, había hecho que Dogday llegara a su límite. Este pequeño placer le había hecho ver muchas cosas y se dio cuenta que siempre vivió una mentira, ya ni quisiera en sus amigos podía confiar, su ansiedad por su cuerpo paso en segundo plano cuando los sentimientos de una terrible desconfianza dominaban su mente.
Catnap se quedó callado ante esa respuesta, no lo espero y gracias a eso entendió un poco el sufrimiento que pasaba el perrito fue entonces que solo suspiro liberando un poco su gas rojo. Estaba caliente y su pene goteaba presemen, ver esa escena de Dogday tan rota seguía calentando su mente, pero al mismo tiempo el sentimiento de preocupación por su amigo se sintió en su pecho. — Por esta vez… no hablemos de eso… solo por esta vez… solo olvídate de que eres Dogday el líder de los Smalling Critters, de que existe Elliot, de que existe los demás… solo por esta vez se mi Doggy que me has mostrado, solo tu…—Hablo el felino lunar esta vez suavemente, a pesar de su gravedad y de todo Catnap dejo también de ser él. De ser el seguidor de 1006, de ser un defecto para los científicos, de ser un amigo para los demás ahora él sería la luna que el sol esperaba.
Dogday por su parte al escuchar eso esta vez miro a Catnap directamente a los ojos y pudo encontrarse con esa compasión, que tanto necesitaba ver y de ese amor que se tenían ante esa ahora extraña “amistad”, pero ya estaba tan agotado emocionalmente y físicamente que no quería seguir peleando, quería ser abrazado y jamás ser soltado. Fue entonces que el perrito sin dudar se levantó un poco aun con el calor de su cuerpo abrazo el cuello del contrario, mientras lloraba en silencio liberando todos esos sentimientos terribles que lo consumieron a lo largo de esas horribles semanas.
Catnap por su parte correspondió aquel abrazo apretando el cuerpo del sol para poder también dejar ir aquellas penas y tristezas que lo gobernaron por esas horribles semanas, se quedaron en silencio sin hacer nada más que solo abrazarse, pero a pesar de todo Catnap estaba necesitado, después de probar tan dulce néctar no podían negarse que había sido bastante delicioso y quería volver a sentirlo, pero Dogday estaba tan roto en esos momentos que su enojo se había disipado. — Muéstrame…—Murmuro el perrito, lo que hizo que Catnap saliera de sus pensamientos para separarse un poco y ver a su amigo.
—¿Qué? — No entendió un poco a que se refería, cosa que Dogday un poco más calmado solo repitió.
—Que me sigas mostrando lo que los demás me negaron, y que curiosamente los demás hacen sin temor alguno. Si voy a comenzar a comprender las cosas, debo empezar a experimentar…—Confeso el perrito bastante nervioso, en todo caso se sintió bien y Catnap no lo alejo como pensó que lo haría, por lo contrario, experimento algo nuevo y le gusto, pero aún estaba mortificado con ese sentimiento de culpa, porque al final siempre lo hicieron sentir culpable por su propia curiosidad ante esa parte suya.
—Sera un placer. —Respondió el felino mostrando su entusiasmo al seguir, fue entonces que volvió a colocar a Dogday en esa cama para acostarlo. — Te seguiré mostrando lo que te negaron…
Dogday solo asintió y trago en seco esta vez más relajado, fue entonces que solo sonrió un poco. —Hazlo… Kitty~…
Esa fue todas las palabras que necesitaba escuchar Catnap.
Los sonidos obscenos se volvieron una constante en esa habitación, Dogday se dejó llevar por aquellos placeres, el perrito lloraba por la sobre estimulación que la lengua de Catnap le había dado, ya ni siquiera se acordaba de cuantos orgasmos había tenido, las sábanas debajo de él estaban cubiertas de semen y Squirting, por parte de ambos Smalling Critters. Dogday por primera vez observo con detalle el pene del contrario, estaba sorprendido de ver como hasta eso eran tan diferentes, Catnap poseía un falo de maso o menos de 30 cm para arriba, solo era un exacto para Dogday no lo sabía del todo bien, además que poseía pinchos pensó que al tocarlo podía espinarse, pero se sorprendió lo suave que se sentían al tacto.
Catnap le mostro como devolver el placer con la boca, fue difícil al principio, pero poco a poco el felino le dijo al cachorro como proceder ante lo demás. Ahora Dogday había hecho su primera mamada, había tenido su primer oral y sus primeros orgasmos de la vida, en esos momentos estaba sentado en la cara de Catnap mientras su lengua se movía dentro de sus paredes virginales, mientras el perrito con su mano acariciaba suavemente el falo del contrario, masturbándolo a un ritmo placentero que le enseñó Catnap.
—Ahhh~♡… ahh~♡… Catnap… estoy tan cerca de nuevo. —Gimió Dogday mientras movía con lentitud sus caderas contra la cara del felino que disfrutaba de la vista, de cómo ese coño se contraria por su lengua bastante mojada. Ambos estaban tan pegosteoso y ni hablar del cansancio, pero no querían parar aún. Catnap gruñía de placer por el toque ajeno y de la punta de su pene comenzó a salir un pequeño chorro blanquecino transparente.
—Hazlo~…—Ordeno el felino lo que hizo que Dogday no pudiera soportarlo sintiendo un cosquilleo tan fuerte en su vientre que se dejó llevar, corriéndose en la boca de su amigo que lo trago sin duda escuchando el sonido de su garganta al tomar un líquido, mientras que su miembro palpitaba peligrosamente en la mano de Dogday terminando por liberar por más de ese líquido, aunque no mucho tal vez fue un mino orgasmo.
El perrito agotado solo no pudo sostenerse más y se dejó caer a lado de la cama, bastante cansado y jadeoso, su cara estaba hecho un desastre y ni hablar de su coño sensible y lleno de fluidos. Catnap por su parte se acomodó a lado del perrito poniéndose de cucharita, fue entonces que Dogday se volteo para abrazarlo, compartiendo calor mientras sus corazones danzaban juntos.
El sudor y el aroma sexual inundaba el ambiente, lo que hacía que el perrito supiera que no estaba en un sueño el peso del brazo de Catnap lo hacía sentirse despierto, el felino lunar solo bajo su pata para poder acariciar suavemente la cadera del perrito que descansaba a su lado. — ¿Estas bien? —Pregunto con su voz grave la cual se notaba que ya estaba mejor de su garganta, después de no hablar mucho y solo demostrar con acciones fue suficiente para hacer que descansara.
El perrito al escucharlo solo alzo su mirada, para volver acorrucarse en el pecho del contrario y olisquear el aroma de lavanda, que le traía bastante tranquilidad. — Si… solo estoy cansado. —Murmuro , mientras sentía como su cuerpo estaba como en las nubes, por alguna razón esta acción le había hecho que su cuerpo dejara esa tensión y sus emociones se mantuvieran calmadas como una descarga de serotonina, tanto que de pensarlo su cola se movía un poco dejando ver su pequeña felicidad, pero a pesar de eso sentía un poco de culpabilidad pero por lo demás estaba muy bien, demasiado bien tanto que ni siquiera se dio cuenta de duraron horas utilizando sus bocas que a veces no sentía sus labios. — Así que… ¿Esto es romper las reglas? —Pregunto un poco bromista mientras volvía a mover su colita, lo que hizo que Catnap solo soltó una risita nasal.
—¿Te gusto romper las reglas? —Volvió a preguntar el felino mientras se bajaba un poco y estar a la altura de Dogday, así procedió a lamer su mejilla como su cara dándole esos mimos que el perrito necesitaba, no era algo raro entre ellos por lo contrario era muy normal cuando hacían esto, acicalarse mutuamente ayudaba a calmarlos después de todo se eligieron para pasar ese infierno juntos, ambos son mejores amigos o a esas alturas Dogday ya no sabía si esto lo hacían los amigos, pero después lo reflexionaría ahora solo quería dejarse llevar por aquellos mimos.
—Supongo je je… se supone soy el líder de ustedes, pero no estoy dando el mejor ejemplo al romper las reglas en especial al también mentirles. —Respondió mientras disfrutaba de la lengua del felino que limpiaba sus pequeñas lagrimas traicioneras. — No entiendo porque Elliot me mintió…
Catnap paro al escuchar ese nombre. —Elliot es una basura… por culpa suya todos hemos vivido una pesadilla… no sé cómo es que lo has seguido toda esta maldita semana. —Mostro su desagrado y enojo ante eso, no iba a negar que aún se sentía dolido, pero ahora quería respuestas.
—Sobre eso… Catnap… necesito que me escuches al final porque sigo a Poppy. —Pidió el can mientras se levantaba para sentarse mirando a su amigo. — Por favor.
El nombrado solo dio un suspiro cansado esta vez no sería terco, así que solo asintió mientras se ponía en una posición cómoda. — Esta bien.
Fue entonces que Dogday le conto absolutamente todo, se tomó su tiempo probablemente esa noche no dormirían mucho, la razón por la que llego a Poppy, como Kickin lo convenció y Catnap guardo nota mental sobre golpear a Kickin después por haberlo involucrado, como crearon su plan y como al hablar con Elliot estaban cumpliendo con lo cometido. —Esto lo hicimos para tener las pruebas y poder llegar a 1006, queremos mostrarle un cambio y hablar con él para que podamos llegar a un acuerdo sin necesidad de lastimar a nadie. —Explico finalmente el perrito estando nervioso, mientras Catnap solo se quedó estático escuchando todo con atención.
—¿Entonces por esa razón quieren llegar a mi señor? —El felino quería confirmar lo dicho cosa que el contrario asintió de inmediato. Catnap se quedó unos segundos en silencio para después responder. — Esta bien, los llevare con él… solo tienen una oportunidad Dogday no la desaprovechen. Mi señor no se anda con rodeos…—Explico dándole esa oportunidad al perrito que al escuchar no pudo evitarlo y su cola se movió con fuerza agitándola, delatando su emoción que no dudo en lanzarse a los brazos de Catnap.
—¡Gracias Catnap!, ahora… sé que no me equivoque contigo… por favor no volvamos a pelear de nuevo. —Pidió el perrito solar mientras se fundía en ese abrazo, respirando su aroma a lavanda que, aunque contaminada por los fluidos lascivos seguía oliendo tan bien, que le causaba mucha seguridad.
—Pido lo mismo. —Contesto el felino lunar mientas también se dejaba llevar por el abrazo disfrutando del aroma vainilla de su lindo amigo.
Dogday comenzó a bostezar y fue entonces que esta vez se acostó en la cama esta vez queriendo dormir. —Kitty… durmamos… ya es hora. —Pidió mientras lo esperaba a que lo siguiera, cosa que Catnap imito y como era costumbre en ellos durmieron abrazados para disfrutar del calor ajeno.
En la mañana siguiente ambos estaban acostados de cucharita, ni siquiera midieron la hora cuando escucharon los toques de la puerta. Catnap gruño ante la intromisión a su sueño, quiso levantarse, pero se dio cuenta del calor del cuerpo ajeno, miro a Dogday que seguía dormido y cubierto por las sábanas abrazadas a una almohada mientras disfrutaba del abrazo del felino, en su cara se veía que estaba teniendo dulces sueños, notando lo relajado que se encontraba, se veía que necesitaba dormir tanto como él.
Catnap no quería despertarlo así que se levantó con mucho cuidado, y camino hacia la puerta para ver quien los había interrumpido. Al abrirlo se dio la sorpresa al encontrarse a Bobby. — Buenos días gatito. —Respondió dulcemente aquella osa con dulzura.
—Buenas osa…—Respondió Catnap sin muchas ganas. — ¿Qué necesitas? —Pregunto curioso a lo que Bobby solo miro la gran charola en su mano donde estaban dos platos de comida.
—Vine a darles de comer a ustedes dos, se perfectamente que no han desayunado y le pedí a Peggy que me diera la porción de ambos. Me imagino que deben estar hambrientos después de lo de anoche. —Explico la osa de forma maternal para después entregarle la charola a Catnap, el felino estaba impactado por como Bobby se había anticipado.
Nervioso pregunto seriamente ya que, a pesar de estar infinitamente agradecido, también estaba ansioso. — ¿N-nos escuchaste?
—Si y no… ustedes no son precisamente silenciosos cuando discuten. Mira sé que Dogday está contigo y me alegro de que se reconcilien… pero…deberías dejar de ser tan terco Catnap. Me imagino que sabes que nuestro líder sufrió de tu trato silencioso… eso está muy mal amigo. —Dijo la osa reprimiéndolo mientras cruzaba sus brazos mirándolo con decepción.
Catnap solo gruño cansado no estaba de humor para los regaños de Bobby. — No soy uno de tus pacientes…
—Es evidente que no lo eres, pero eres mi amigo y como tu amiga te lo estoy advirtiendo, tus acciones lastiman Catnap. Se que Dogday también tuvo sus cosas malas, pero tú sabes que lo intento de todo para acercarse a ti y retractarse de su error, pero tu mi querido amigo… no lo haces nada fácil, de verdad te lo digo con todo el corazón del mundo. Tienes suerte de tener a Dogday no solo como tu mejor amigo si no tu cercano para sobrevivir a este infierno… debes cuidarlo más y sobre todo… —La osa de inmediato se puso seria al mirar a su amigo de una forma compleja. —No permitas que él lo dañe…
Catnap se tensó, las verdades de Bobby podían doler. No estaba preparada para ser llamado un idiota sin decirlo, realmente tenía razón aquella osa cuando mencionaba que su terquedad lastimo a Dogday, pero también se sintió herido por las acciones del perrito. Por fortuna todo se pudo resolver, pero cuando hizo mención de su dios el felino se puso serio. — Él nos salvara… no lastimaría jamás aquellos como Dogday…
—Bueno… eso sería todo Catnap, salúdame Dogday cuando despierte. —El humor de Bobby cambio de repente para después irse. Dejando a Catnap solo con la charola, no solo con un sentimiento de amargura si no de inseguridad preguntándose si estaba haciendo lo correcto al exponer a Dogday a 1006 o si de verdad esas ideas son una locura.
—¿Catnap? —El perrito solar murmuro el nombre de su amigo al sentir que no estaba, el nombrado lo escucho y volvió a entrar a la habitación cerrando la puerta de paso. Dogday estaba soñoliento y se tallos sus ojos en su búsqueda, solo para mirar al enorme felino poniendo la charola a lado suyo en un mueble.
—Aquí estoy Doggy…—Respondió a su llamado aquel felino volviendo acostarse a su lado enrollándose, para que Dogday volviera acostarse cosa que funciono, porque el perrito anaranjado con la cola que movía con emoción ante la cercanía con aquel gato.
—¿Quién era? —Pregunto el cachorrito.
—Bobby… nos trajo el desayuno… supongo que le debemos una explicación. —Dijo el gato lunar mirando directamente a los ojos de su “amigo”. Que parecía estar feliz, tranquilo y muy emocionado, probablemente por la reconciliación y la nueva experiencia.
Dogday asintió de inmediato escuchando su estómago rugir por desear comer, así que soltó una risita. — Supongo que tienes razón, Bobby ha estado muy preocupada por ambos. Ya hablare yo con ella, después de todo como líder es mi deber no preocuparlos. —Contesto sinceramente, lo que hizo que Catnap solo asintiera y le diera la razón, ambos se quedaron callados unos minutos más solo acostados disfrutando de su compañía mutua, estaban tan cómodos uno del otro que esos momentos Dogday aprovecho un poco para reflexionar sobre todo su vida a base de las mentiras que vivió.
—Am… Catnap…—Llamo el sol esta vez poniéndose un poco nervioso, se notaba en su cola a la hora de moverla hacia la izquierda, trago en seco tratando de ahorrar un poco el valor para que iba a decir. — Veras… ahora que no tenemos secretos… y-yo…—No sabía cómo decirlo estaba demasiado ansioso y muy confundido por todo, pero ayer esas sensaciones tan placenteras y nuevas, hicieron que todo cobrara sentido en su vida, probo lo prohibido y le gusto demasiado como para no querer dejarlo, pero seguía siendo nuevo para él, aún estaba temeroso por las represalias al romper las reglas, quería consejo y necesitaba ayuda.
Pero ahora mismo Catnap fue el único que le hizo ver de forma diferente lo que Elliot le prohibió. Mientras el felino lo miraba curioso al saber que quería decir. —Como sabes… yo tengo un coño… y bueno… también paso por las etapas de…—Dogday se calló mientras sentía que su corazón aceleraba de forma dolorosa, porque aún no estaba acostumbrado a tener estas platicas, se sentía miserable con su propio género y bastante acomplejado por lo que tenía entre sus patas, pero al mismo tiempo Catnap lo había hecho sentir tan bien y único que jamás lo hizo sentirse miserable por lo que tenía, por lo contrario lo toco y le mostro esa ventaja, no iba a negar que le encanto hasta el punto de enloquecer por aquellos orgasmos.
Lo hizo aceptar un poco de su propio cuerpo, pero aún tenía mucho que superar, después de todo años de engaños, manipulaciones, abusos y minimizaciones no se podían superar de un día para otro. Pero ahora podía empezar por algo y eso era pedir ayuda. —Ser hembra. —Se congelo al decir algo así, fue algo tan lejano como si realmente alguien lo hubiera dicho, pero tenía que ser realista, su cuerpo pasaba por esas etapas. — Puedo menstruar… y por esa razón me desaparezco por una semana cada mes, para que no noten eso de mi… pero también… tengo esa temporada. —Eso ultimo el perrito solar se encogió de hombros bastante nervioso y sonrojado al decirlo.
—Elliot me dijo que era natural que entrara en ese estado… pero tenía que evitar tocarme ahí… ya que eso estaba muy mal y prohibido… pe-pero ayer… me hiciste ver nuevas cosas…Así que…—A esas alturas Catnap ya se estaba dando una cierta idea de lo que quería el perrito, lo que hizo que el corazón del felino se acelerara, pero se mantuvo callado para que Dogday pudiera decirlo sin presiones, aunque admitía que se estaba desesperando. — Puedes… ¿Ayudarme a pasar mi temporada conmigo? —Finalmente Dogday lo dijo provocando que Catnap se quedara congelado.
Fue entonces cuando el felino comenzó a sentir una sensación de calor en su cara, lo que provocó que su sonrojo se intensificara y terminara por quedarse estático ante aquella pregunto que hizo que su cabeza explotara por toda esa información que necesitaba procesar, como si un humo saliera de las orejas de Catnap.
Catnap.exe dejo de funcionar.
—¡¿Catnap?! —Al verlo en ese estado se preocupó seriamente por lo que tomo sus hombros y lo sacudió, poniéndose un poco ansioso ver como su amigo reaccionaba, tanto que se puso mal y volvió a sentir sus ojos cristalinos. — Y-yo lo siento… ¡Buscare a alguien más! —Respondió rápidamente pensando que Catnap no le gustaba la idea.
—¡NO! —Grito el felino cuando escucho eso salió de su shock esta vez levantándose erizando su pelaje y gruñendo ya que esa idea lo puso muy serio y enojado. Lo que hizo que el perrito se sorprendiera y riera un poco por la reacción del contrario, esta reacción provoco que Catnap se avergonzara y bajara sus orejas e hiciera una mueca, para volver acostarse esta vez en el pecho de su amigo mientras aún tenía su sonrojo y sus orejas se mantenían bajas. — Quiero decir… me hare cargo, estaré contigo.
EL perrito solar al escucharlo solo asintió con una sonrisa abrazando la cabeza del gato teniendo un leve rubor. —Gracias Catnap… eres un gran amigo. —Pronuncio aun aferrándose a esa idea de amistad, cuando ni siquiera sabía que seguía manteniendo esos sentimientos.
Ambos luna y sol se quedaron abrazados esta vez disfrutando de ese silencio cómodo, que los hacía sentir unidos y felices por haber logrado reconciliarse.
Notas:
☆*゚ ゜゚*☆*゚゜Comentario de la escritora☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚
Holaaaa mis queridos lectores, ¡¡oh dios mío que capitulo!!, espero que les haya gustado. Realmente fue muy emocionante para mi poder escribir esto, no solo por el abuso sexual de Catnap que le hizo a Dogday.
Si no por la misma psicología de Dogday, verán quise profundizar un poquito mas sobre el tema de como uno se identifica con su genero y en este caso le toco a Dogday, en especial cuando vive acomplejado por el sexo que tiene. Se me hizo un tema muy interesante de tratar. Aunque claro solo lo tocare muy poco porque la trama no se enfoca en esto si no en si en como Dogday va cambiando la fabrica.
Jeje la verdad me encanto escribir este capitulo, no puedo decir que fue uno de mis favoritos porque uff ese es otro 7w7, pero realmente me encanto escribir este por varios factores obviamente por la escena sexual, de abuso y combinando con el tormento psicológico ufffffff delicia~...
En fin eso es todo de mi parte, los veo en el siguiente capitulo mis queridos lectores uwu, pequeño spoiler para el siguiente:
Se van a cagar de miedo con el prototipo.
Dicho esto ahora si quisiera saber sus opiniones, ¿Qué tal les parecio este capitulo?, ¿Se esperaban unas cosas?, los leo en los comentarios. Los amo uwu hasta el siguiente domingo.