ID de la obra: 144

Lejos de tus ideales (Hiatus indefinido).

Mezcla
NC-21
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planificada Maxi, escritos 57 páginas, 27 capítulos
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Capitulo XII. La calma antes de la tormenta.

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Notas:
Unos pasos comenzaron a escucharse en el eco de esos ductos de ventilación, como si fueran pasos pequeños, las cuales pertenecían a una simple muñeca. Ya había caído la noche y Poppy aprovecho ese día para poder continuar con esas reuniones secretas para mejorar el ambiente de los juguetes. Finalmente, Poppy llegó a la rejilla que conocía tan bien, una entrada secreta al escondite del Prototipo. Con sus pequeñas manos, empujó la rejilla hacia un lado, liberando el acceso. Las tuercas en los bordes, aunque parecían firmes, solo eran decoración para ocultar su verdadero propósito. Después de todo eran las entradas donde los minis juguetes que servían al prototipo tenían para poder moverse y expandir su palabra. Tras ajustar la mochila, la muñeca se deslizó a través de la abertura y aterrizó suavemente en la superficie de la sala que le daba la bienvenida con el familiar olor a metal y polvo. Tras deslizarse fuera del ducto, Poppy cayó con la gracia de una muñeca de porcelana, y se sacudió un poco el polvo que se había acumulado en su vestido. En el centro, envuelto en sombras y rodeado por una maraña de cables y pantallas parpadeantes, el Prototipo la esperaba. Sus múltiples brazos se movían de manera lenta y mecánica, ajustando piezas en un tablero que había improvisado como estación de control. Al verla, uno de sus ojos brilló con una intensidad mayor, un reflejo de la pantalla cercana. —Poppy. —Su voz metálica y grave resonó en el espacio reducido— Puntual, como siempre. —Sabes que no me gusta perder el tiempo —respondió ella con un tono que, aunque profesional, dejaba entrever un leve toque de cansancio—. Vine para ponerte al día con los avances... aunque hay algunos contratiempos que debemos discutir. Poppy se acercó, sacando de la mochila los papeles y planos que había traído. Los extendió sobre el suelo sucio, pero no había donde más ponerlos, donde las luces parpadeantes de las máquinas proyectaban sombras inquietas sobre los esquemas. El Prototipo observó en silencio mientras ella comenzaba a hablar, explicando cómo las reglas habían cambiado en las últimas semanas. Los juguetes tenían más libertades, podían moverse con más autonomía y se había establecido un sistema de seguridad para protegerlos de los abusos que antes sufrían por parte de los empleados. —Como ves, Dogday y yo hemos trabajado mucho en esto —dijo Poppy mientras señalaba algunos puntos clave en los planos. — Los juguetes pueden tomar sus propios descansos, sus áreas de trabajo han sido reubicadas para evitar confrontaciones con los empleados más... problemáticos, y hemos implementado un sistema de vigilancia para asegurar que todo se cumpla. El Prototipo asintió lentamente, observando los documentos con su único ojo brillante, sus dedos mecánicos deslizándose sobre los bordes de los papeles con precisión. Sin embargo, su atención se desvió hacia Poppy, fijándose en la tensión que se dibujaba en el borde de sus labios. —Pero hay excepciones. —murmuró él, sin necesidad de que ella lo confirmara. — Algunos empleados aún se resisten a los cambios, ¿Acaso pensabas que no me daría cuenta? Poppy apretó los labios, asintiendo con una leve frustración en su mirada. Sabía que había puntos en los que la implementación de las nuevas reglas había fallado, pero no esperaba que el Prototipo lo mencionara tan pronto. Aun así, mantuvo su compostura, colocando una mano en su cintura, como si su pequeño cuerpo pudiera reflejar una mayor autoridad. —Sí. Hay unos cuantos que no han cambiado su comportamiento. Siguen viendo a los juguetes como herramientas, y a pesar de todo siguen teniéndolos como blancos de sus abusos... como algo que pueden usar y desechar. Hemos registrado varios incidentes. El Prototipo soltó una risa baja, casi como un zumbido metálico que resonó en la penumbra de su escondite. Su ojo brillaba con una luz fría, proyectando una sombra alargada que se extendía hasta la diminuta figura de Poppy. Él la miró con ese aire de superioridad que solía mantener cuando sentía que tenía la ventaja. —¿Acudiste a Elliot, tu querido fundador? —preguntó con un tono burlón—. Seguro que se lanzó a resolver tus problemas, ¿verdad? ¿Se preocupó mucho por tu causa, o solo por los números en su cuenta? —Deja tu sarcasmo de lado, solo Lo intenté, Prototipo. Fui a Elliot más de una vez, pensando que podía hacer algo al respecto. Pero a él solo le importan sus ganancias. —Hizo una pausa, su mirada volviéndose más sombría— La seguridad de los juguetes, los incidentes... para él solo son pérdidas potenciales, no vidas. Y cuando se trataba de ciertas empleadas, ni siquiera quiso escucharme. El Prototipo la miró fijamente, como si intentara leer más allá de sus palabras, mientras sus dedos continuaban moviéndose, casi como si tocaran una melodía inexistente en el aire. Durante un largo momento, no dijo nada, dejando que el silencio se colara entre ellos como un espectador más en aquella conversación nocturna. —Sabías que esto no sería sencillo, Poppy. Los humanos no cambian tan fácilmente. En especial ese demonio, ¿Acaso esperabas que bastara con unas cuantas reglas para cambiar la forma en que nos ve? —La voz del Prototipo sonó tan fría como las máquinas que lo rodeaban, pero había un matiz de curiosidad en sus palabras— Ellos siempre verán en nosotros algo que pueden dominar... a menos que los obliguemos a vernos de otro modo. Poppy desvió la mirada hacia los planos, trazando con un dedo las líneas de los esquemas como si buscara una respuesta entre ellos. —No esperaba que fuera fácil, no soy ingenua —contestó, y una ligera amargura tiñó su voz—Pero sí pensaba que, si les mostrábamos que los juguetes podían ser más que simples herramientas, tal vez... algunos cambiarían su perspectiva. Y algunos lo han hecho. He visto pequeños cambios. Pero siempre hay quienes se aferran a lo viejo, a la idea de que los juguetes no tienen valor más allá de su función, por esa razón si quiero seguir manteniendo este orden, no me queda de otra que deshacerme de esos molestos obstáculos. Una risa baja, burlona y casi inhumana se filtró desde su garganta, reverberando en la habitación como un eco inquietante. —¿Deshacerse de ellos, dices? —repitió con un tono de burla evidente, acercándose a Poppy, inclinándose ligeramente para que su rostro estuviera más cerca del de ella—. Qué interesante sugerencia, viniendo de ti. La muñeca que tanto me insistió en no dar mi salvación. ¿Dónde quedó tu compasión, Poppy? Poppy entrecerró los ojos, cruzándose de brazos, como si sus gestos quisieran protegerla de las palabras del Prototipo. Apretó los labios antes de responder, midiendo sus palabras. —No lo hago por gusto. Si estos obstáculos siguen resistiéndose, entonces no tengo más que quitarlos del camino, no puedo permitir que por culpa de ellos arruinen todo lo que Dogday y yo trabajemos. —Explico tratando de convencerse de que era la única solución ante esto. Sus dedos metálicos se cerraron con un crujido, como si estuviera conteniendo una carcajada más cruel de la que había soltado antes. —Eres una verdadera luna, Poppy. La muñeca sintió como esas palabras profanaron en su corazón, sintiendo un terrible nudo en la garganta por la misma nostalgia, porque hace décadas que no había escuchado ese apodo. Los recuerdos se agolparon en su mente, trayendo imágenes de un pasado que ambos se habían empeñado en enterrar. El Prototipo continuó con su sonrisa torva, pero en su voz ahora había un tinte más oscuro, más afilado. — Brillas con esa luz que parece tan pura y cálida, pero solo eres un reflejo de la verdadera oscuridad. La misma oscuridad que intentas ocultar bajo tu rostro de muñeca perfecta. Siempre proyectando esa luz de bondad, de compasión, de esperanza. Pero en el fondo, eres tan fría y calculadora como cualquier otra cosa que habita esta fábrica. Tan dispuesta a esconder tus sombras detrás de una imagen resplandeciente de dulzura. Las palabras del Prototipo golpearon con fuerza, pero Poppy se mantuvo firme, aunque sus labios temblaban ligeramente. Era la primera vez que escuchaba ese tipo de comparación, y algo en su interior se agitó, un conflicto que no podía acallar tan fácilmente. Trató de recuperar su voz, pero esta salió más suave de lo que esperaba, no iba a dejar que cambiara la conversación, necesitaba ser precisa en sus decisiones, ya había avanzado tanto como para echarlo todo a perder. — ¡Basta!, no estamos hablando de mí, estoy hablando de que no puedo permitir que estas personas se salgan con la suya... que sigan pintando mal a los humanos, cuando hay más buenos que malos… realmente… no puedo permitirlo… El Prototipo soltó un sonido que se asemejaba a una risa apagada, seca. Se inclinó ligeramente hacia adelante, su figura oscura proyectando una sombra más grande sobre la muñeca. —Eso es lo que te diferencia de mí, Poppy. Tú aún tienes esa chispa de esperanza... esa ingenuidad. Crees que la gente puede ser mejor. Yo, en cambio, he visto lo peor de ellos... lo peor de todos nosotros. La libertad que les hemos dado es frágil, y sabes que puede romperse en cualquier momento. Poppy lo miró a los ojos, esa luz tenue que brillaba como una llama en medio de la oscuridad. Durante un instante, el silencio se hizo denso entre ambos, y algo se movió en el aire, una sensación que era difícil de describir, una mezcla de comprensión y algo más profundo, algo que ninguno de los dos quería mencionar. —¿Acaso?, ¿realmente te importa realmente lo que pase con ellos? ¿O solo estás esperando el momento en que todo vuelva a colapsar para aprovechar la oportunidad? —la muñeca dudó, sus ojos azules clavándose en el Prototipo con una seriedad inusual. El Prototipo se quedó en silencio por un instante, sus ojos brillando intensamente mientras consideraba su respuesta. Finalmente, su voz resonó en el aire, más suave de lo que Poppy esperaba. —Puede que haya una parte de mí que desee ver el mundo arder, Poppy. Pero también hay otra que recuerda lo que alguna vez quisimos construir... antes de que todo se torciera. Tal vez, por ahora, estamos alineados en lo que buscamos. Aunque nuestras razones sigan siendo diferentes. —Dicho esto el prototipo estiro una de sus manos robóticas para sacar entre uno de sus escondites, una carpeta que hace tiempo le había pedido a Catnap. La cual con mucho cuidado puso enfrente de los papeles de la muñeca quien estaba confundida, la cual ella rápidamente comenzó a leer, mostrando una mueca de sorpresa. — Pero tenemos un objetivo en común… Poppy levantó la vista hacia el Prototipo, con una mezcla de recelo y algo parecido a la gratitud. Sus labios se apretaron en una fina línea, mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, habló, su voz más baja de lo habitual, como si no quisiera romper del todo el extraño ambiente que se había formado entre ambos. —No esperaba esto de ti, Prototipo. —Sus palabras eran lentas, escogidas con cuidado— Pensé que me dejarías enfrentarlo todo sola, que esperarías a que fallara para poder usarlo como una excusa... Pero, en cambio, me das las herramientas para actuar. —Hizo una pausa, dejando que su mirada se deslizara de la carpeta hacia su expresión imperturbable— ¿Por qué? El Prototipo la observó en silencio durante un largo segundo, con esa intensidad que parecía atravesarla, como si pudiera ver cada rincón oscuro de su mente. Luego, dejó escapar una risa baja, un sonido áspero que reverberó en las paredes de la oscura sala. —No te equivoques, Poppy. Esto no es un gesto de bondad. —Su tono era suave, pero había un filo en sus palabras— No hago esto por ti. Lo hago porque, de una forma u otra, ambos estamos atrapados en este juego. Si tú caes, yo también lo haré. —El Prototipo inclinó ligeramente la cabeza, observándola desde arriba con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. Digamos que, por ahora, prefiero tenerte como una aliada útil, no como una rival derrotada… Poppy no apartó la mirada mientras el Prototipo hablaba, estudiando cada gesto, cada inflexión en su voz. Conocía ese tono, esa forma de enmascarar la verdad con una sonrisa y una justificación conveniente. Sus ojos azules se entrecerraron ligeramente, como si pudiera ver a través de la máscara que él había construido con tanta precisión. Cuando él terminó, ella dejó que el silencio se extendiera entre ellos por un momento, sopesando cada palabra, cada mentira hábilmente tejida. Finalmente, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa irónica, y una chispa de algo oscuro brilló en su mirada. Inclinó la cabeza hacia un lado, sin dejar de mirarlo con esa mezcla de astucia y desdén que pocas veces mostraba. —Sabes mentir muy bien… —Su tono casi tranquilo, pero con un matiz de algo más profundo.— Tienes muchas voces para elegir, tantas máscaras para ponerte. Pero yo ya no caigo en esos juegos. —Sus palabras eran un murmullo, pero lo suficientemente claro para que él las escuchara— La verdad es que esto no lo haces porque temes caer conmigo. El Prototipo no cambió su postura, pero una chispa de interés cruzó por su mirada mientras ella continuaba. Poppy sostuvo su mirada, sin ceder un centímetro. —Lo haces porque esos empleados lastimaban a alguien que te importa, a alguien que, por más que lo niegues, has llegado a ver como un hijo. —Poppy dejó escapar una breve risa, pero no había alegría en ella— Lo haces por tu niño… al final todo es por él. El Prototipo permaneció en silencio por un segundo, su rostro sombrío. La luz tenue en sus ojos pareció parpadear, como si algo en su interior se removiera ante las palabras de la muñeca. Ella sabía que había tocado un punto delicado, algo que él no había permitido que saliera a la superficie. Finalmente, una sonrisa irónica se mentalizo en la mente del prototipo, ya que su expresión permaneció tan fría como siempre, pues al carecer piel era lógico. —Crees saber tanto, Poppy. —Su voz se tornó baja, casi un susurro que serpenteó en el aire— Pero es divertido verte adivinar. —La burla en su tono era evidente, aunque Poppy notó que evitó negar lo que ella había insinuado. Era un reconocimiento silencioso, una verdad que ambos sabían pero que no necesitaba ser pronunciada del todo. —No tengo que adivinar. —Poppy mantuvo su expresión firme, aunque una parte de ella sentía la punzada de incomodidad que siempre la invadía cuando veía esa otra faceta de 1006, esa que lo hacía parecer casi... humano, y uno realmente manipulador.— Conozco lo que significa proteger a alguien, incluso si eso significa hacer cosas cuestionables. No eres tan diferente de los demás, por mucho que te esfuerces en aparentarlo. —Sus ojos azulados se entrecerraron un poco, como si estudiara cada una de sus reacciones— Pero, claro, no lo admitirías, ¿verdad? No puedes permitirte una debilidad. El Prototipo la observó con esa expresión inescrutable, antes de que una risa seca saliera de sus labios. Era un sonido vacío, carente de auténtica diversión. Lentamente, su expresión se suavizó en una sonrisa, una que no alcanzó sus ojos. —¿Debilidad? —repitió, casi como si saboreara la palabra.— Digamos que cada uno de nosotros tiene su papel en esta pequeña obra, Luna. Y tú... siempre serás la luz en la sombra, pretendiendo ser diferente, pero sabiendo bien lo que hay que hacer para mantener el equilibrio. Poppy sintió el peso del apodo “Luna” caer sobre ella como una daga fría. Antes, esas palabras habían tenido otro significado, una especie de ternura oculta entre la oscuridad, un vínculo que, en su momento, la hacía sentir especial. Solían significar algo... pero ahora, sólo evocaban un resentimiento que se había acumulado con los años, una amargura que se asentaba en lo más profundo de su pecho. Se obligó a contener la mueca que amenazaba con torcer sus labios, pero no pudo evitar que sus ojos azulados chispearan con algo más acerbo, algo que el Prototipo no podría ignorar. Cuando la sonrisa vacía del Prototipo se desvaneció, Poppy dejó escapar un pequeño suspiro, uno que parecía casi teatral, cargado de sarcasmo. Sus labios se curvaron en una sonrisa que no llegaba a ser cálida, sino cortante, como una hoja afilada lista para cortar las mentiras que él había tejido. —Ah, “Sol” —murmuró, dejando que la palabra flotara entre ellos, con una ligera burla que hizo que el aire pareciera más pesado— Siempre tan... radiante, tan capaz de iluminar con su verdad tan brillante, ¿verdad? Pero hay algo que siempre olvidas, Sol. —El apodo se deslizaba de su lengua como un veneno suave, un recordatorio de un pasado que él preferiría olvidar—. Que detrás de toda esa luz, hay calor que quema, que consume todo a su alrededor sin siquiera detenerse a pensar en las cenizas que deja tras de sí. Sus palabras se volvieron un poco más afiladas, y sus ojos, fríos y calculadores, lo miraban con una mezcla de desafío y desdén. Poppy se inclinó ligeramente hacia adelante, igualando la proximidad que el Prototipo había creado antes, asegurándose de que él sintiera el filo de cada una de sus frases. —Porque eso eres tú, ¿no? —continuó, su tono ahora apenas un susurro, lleno de una ironía cortante— Tan cegador, tan seguro de tu propia grandeza, que no te das cuenta de lo que destruyes a tu paso. Siempre pretendiendo que todo esto es parte de un plan, que no hay emociones detrás, que no hay algo más... humano en esos actos. ¡Ja!, los mismos seres que desprecias y sueles actuar como ellos. —Respondió con burla la muñeca, a lo que a 1006 no le hizo gracia, más bien sintió rabia ser comparado con seres tan bajos a él. —Pero no eres más que una estrella que se consume lentamente, convencida de que el mundo debería arder con ella. —¡Por esa razón!, ¡No permitiré que consumas con tus llamas por todo lo que quiero proteger!, ¡Hay humanos buenos, los juguetes, los niños y si es necesario protegerlos al cubrir esta fábrica lo hare! —Sentencio la muñeca mirando con rabia y determinación a aquel ser metálico combinado con la carne, mientras apretaba sus puños hasta enterrar sus uñas, en la palma de sus manos por lo que se vio un poco de un hilo carmín bajar por sus puños. —Después de todo hasta la luna puede cubrir al sol…—Termino de rematar. El Prototipo se quedó en silencio por un instante, observando a Poppy con sus ojos carentes de vida, pero profundamente perspicaces. La expresión de su rostro no cambió de inmediato, aunque el brillo en su mirada pareció oscurecerse, como si las palabras de la muñeca hubieran alcanzado algo profundo en su interior. Sin embargo, cuando finalmente habló, su tono se envolvió en una burla suave, casi despreocupada, aunque sus palabras destilaban una amenaza implícita. —Oh, Poppy, siempre tan dramática... —dijo, tratando de abrir su boca esquelética simulando una sonrisa que no poseía en absoluto calidez, minimizándola por completo— Pero sabes, no necesito recordar lo que soy, ni lo que he hecho. Conozco cada centímetro de esta amalgama de metal y carne. Sé exactamente lo que soy, y a diferencia de ti, no me engaño pretendiendo ser algo más. —La burla se intensificó, como si saboreara cada sílaba— Pero me gusta ver cómo intentas darle sentido a este lugar, cómo intentas encontrar un propósito para ti misma entre las ruinas de todo lo que solía ser. La sonrisa del Prototipo se hizo un poco más amplia, un destello de su ojo metalizo que parecía más una amenaza que un gesto amable. —Crees que puedes cubrirme, que puedes protegerlos, pero, ¿realmente piensas que tus palabras dulces y tus promesas son suficientes? —Un dejo de risa vacía escapó de su boca, una carcajada corta que no alcanzó la verdadera diversión— Ah, pero qué adorable es tu terquedad, Poppy. Te da un propósito, aunque ambos sabemos que el único que realmente entiende lo que es este lugar... soy yo. Tú, por mucho que lo niegues, aún tienes esa esperanza infantil, esa creencia de que puedes salvar algo. Es casi conmovedor, si no fuera tan patético. —Pero no te puedo culpar…después de todo eres una muñeca, un juguete infantil. No me sorprende que tengas esos pensamientos. Los ojos del Prototipo, oscuros y fríos, la recorrieron de arriba a abajo, tomando nota de los puños apretados y de la sangre que corría por las manos de la muñeca. —Aunque no debe preocuparte. —continuó, inclinándose hacia adelante como si compartiera un secreto, hasta a cm de la cara de Poppy, dejando ver su flexibilidad— Me encanta ver cómo lo intentas. Porque al final, no importa cuántas veces trates de cubrirme... —Su voz se volvió un susurro, y la frialdad en sus palabras fue como una cuchillada— Las sombras siempre volverán a ti, Luna, y yo estaré allí, en cada rincón oscuro que no puedas iluminar. El Prototipo dio un paso atrás, como si la conversación ya no le interesara más, dejando que sus palabras resonaran en el aire entre ellos, una promesa velada y una burla final, antes de girarse y dejarla con la respuesta. Poppy mordió sus labios, sintiendo irritación ya había olvidado hace tanto tiempo como era tratar con su terquedad. Después de todo esta es la primera charla en años que no sea profesional, ella realmente tenía esa esperanza que al menos pudieran estar en buenos términos con este plan, pero la misma personalidad detestable de 1006 hacía que la muñeca perdiera la esperanza de ese hecho, fue entonces que ella solo termino por respirar con tranquilidad para calmarse, sintiendo como sus esperanzas se hacían añicos y solo quedaba una horrible decepción. Ya no tenía sentido seguir hablando más del tema, todo se había dicho y para ese momento ella ya quería descansar. — Dile a tu niño que se mantenga al margen con aquellas empleadas… a partir de ahora me encargare personalmente de todo aquel que siga incumpliendo las reglas. —Explico por último mientras tomaba los planos y los volvía a meter en su mochila, junto con la carpeta. —Y dile al tuyo que se mantenga a alerta sobre las nuevas reacciones de Elliot. —Pronuncio también por último el prototipo desapareciendo entre las sombras, permitiendo que Poppy se fuera. La muñeca termino aceptando esa respuesta como la mejor que podía obtener. Pero ambos tenían un objetivo común, y por ahora, eso era suficiente para seguir colaborando. Su figura pequeña termino por deslizarse de nuevo hacia la rejilla de los ductos. Y mientras la sombra de la muñeca desaparecía en la oscuridad, él se quedó ahí, inmóvil, con la mirada perdida en la penumbra, como si viera algo que ya no estaba allí. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* —Ahhh~… ah~ Catnap~.—Desde la habitación del felino se pudo escuchar los dulces gemidos de Dogday que no paraba de jadear, mientras ya hacia sentado en las piernas de su ahora novio, dando suaves sentones sobre la pelvis del felino. Auto penetrándose con aquel falo erecto empapado de sus propios fluidos y de pre-semen, su coño vulgar recibía tan bien aquel trozo de carne. Sus paredes se abrían deliciosamente a su alrededor y apretaban la polla ajena, mientras la cola del perrito se movía de forma seductora y su expresión, se veía enloquecida por aquel delicioso placer, solo dejándose llevar por el gozo y el éxtasis que sentía al ser llenado de nuevo por aquel grueso pene lleno de púas, que le hacían cosquillear su vientre, además como su útero recibía muy bien la punta de este y como sus labios vaginales se volvían rojizos por los propios azotes que el mismo se provocó al montar el pene del felino. Catnap por su parte disfrutaba de la vista mientras sostenía a Dogday con una en su muslo y otra en la cadera, mientras con su lengua lamia y mordisqueaba un poco una de las orejas del perrito, la cual Dogday hacia que gimiera mucho más, al ser tocado en una de sus zonas erógenas. El felino solo disfrutaba que el coño del perrito siguiera apretándose y contrayéndose mientras lo hacía llegar a su orgasmo, haciendo que su pene volviera a palpitar de éxtasis al sentir pronto su orgasmo. — Ohh~… si sigues así perrito, harás que me descontrole de nuevo~.—Advirtió el felino mientras volvía a lamer su oreja, pero Dogday tomo con sus manos la cara de su novio. Para atraerlo a sus labios, implantándole un gran beso apasionado, hasta que sus lenguas volvieran a enrollarse mutuamente, para después separarse con un hilito en su boca uniéndolos. —Ahh~ ah, entonces enloquece conmigo Kitty~.—Respondió de forma provocativa aquel líder de los Smalling Critters. Catnap sintió como la sangre se subió por su cabeza y no sola la de su polla, por lo que no dudo en abrazar al perrito, para atraerlo más cerca de él y volver a besarlo. Pero esta vez cambio de posición, haciendo que lo levantara un poco y lo aventara a la cama, para poder montarlo en la posición del misionero, abriendo sus piernas con sus manos para darle espacio y arremeter contra esa vagina cachonda que necesitaba ser castigada, por ser tan pecaminosa. Dándole unos cuantos azotes con su pelvis, enterrando todo su pene, estirándola hasta joder ese útero. Ya habían pasado al menos dos semanas desde el celo de Dogday y ambos ya habían formalizado su relación, evidentemente la tenían oculta de los ojos curiosos de los humanos. Poco después en una de las reuniones con sus amigos confesaron su relación cosa que recibieron por parte de todas felicitaciones, y evidente con la promesa de guardar el secreto, además que al final también Dogday tuvo que confesar su secreto a sus amigos, dejando en claro que quería tener un buen inicio a partir de ahora, cosa que beneficio bastante. Ya que fortaleció amistades con algunos, pero con otros no tanto. Ambos estaban sumergidos en su propia pasión, aquella burbuja donde solo ellos estaban que el sonido de los toques de la puerta fue el momento que los interrumpió por completo, haciendo que Dogday detuviera sus embestidas a un ritmo que estaba haciendo enloquecer al perrito que apenas e iba a tener un orgasmo, por lo que el felino gruño ante la intromisión de quien podía ser. Así que molesto tuvo que separarse de golpe del perrito, sacando su polla de aquella vagina caliente, escuchando un “pop” bastante vulgar al separarse, dejando ver como el coño ya hacia abierto y como unos hitos de miel se veían colgados por sus paredes, dejando ver que habían estado teniendo sexo por horas. Dogday tembló y jadeo cuando sintió como se alejaba, cubriendo aun poco la cara con vergüenza pues a pesar de que al fin perdió su pureza eso no le quitaba que se boconeaba muchas veces cuando alguien los interrumpía o los cachaba. Por supuesto el perrito se aseguró de ponerle límites a Catnap en donde hacerlo y no hacerlo, ya que conociendo al felino este no dudaría en fornicarlo en todos lados. Catnap a regañadientes tomo una de sus sabanas para enrollarla sobre su cintura tapando su pene latiente. Para así darle una señal a Dogday para que se tapara, cosa que el canino solar lo hizo tapando su cuerpo con la cobija de la cama. Fue entonces que abrió la puerta solo para encontrarse con Bubba que miraba al felino con seriedad, y este al notar a su compañero con el pelaje hecho un revoltijo y ni hablar del aroma carnal bastante fuerte, hizo que el elefante rápidamente tapara su nariz con su mano. —¿Qué necesitas? —Pregunto seriamente el felino, la cual la enorme diferencia en su voz es que ya no sonaba grave, aun mantenía el tono grueso. Pero parecía que el felino ya no sintió dolor que presentaba cada vez que hablaba. Después de todo Dogday como prometió logro convencer a Elliot en esas semanas después de su celo, para que operaran a Catnap, fue difícil, pero lo logro y Catnap fue operado de inmediato para reparar su caja de voz. Ahora el felino podía hablar con plenitud sin síntomas de incomodidad, pero evidentemente al acostumbrarse a casi no hablar en toda su vida, aún seguía manteniéndose callado u hablaba poco. —¡Por 1006, Catnap!, ¡Apestas amigo! —Se quejo el elefante retrocediendo, por lo que al hacerlo noto un poco el fondo de la habitación de su amigo, solo para ver aquella cama donde se encontraba sentado Dogday, aquel perrito que es su líder se encontraba sentado con las sábanas cubriendo su cuerpo ya que, el canino no quería que vieran sus botoncitos expuestos, ni de su precioso coño empapado de fluidos, además de que el dulce perrito estaba super sonrojado, al ser descubierto por lo que rápidamente se cubrió con la sabana su cabeza, queriendo ocultarse. El elefante por su parte solo desvió la mirada un poco avergonzada, estaba feliz por sus amigos que al fin iniciaran su relación, pero no dejaba de ser incomoda saber y olfatear que esos dos no perdían la oportunidad de poder acostarse, ya parecían adolescentes hormonales. —¿Para qué viniste Bubba? —Pregunto seriamente el gato, estando un poco enfadado de que se interrumpiera su tiempo intimo con su lindo solecito. —Piggy me mando por ustedes, como no bajaron a desayunar, ella se preocupó así que me mando a ver como estaban. Pero creo que es evidente que interrumpí algo importante, así que mejor me retiro…—Respondió un poco irritado de hacer ese tipo de favores, en especial con ellos dos. —Aunque sugiero realmente que bajen, ya saben cómo se pone cuando no comemos bien. —Explico tratando de convencerlos ya que no quería recibir un regaño por parte de su compañera. —Entendido, iremos de inmediato. —Contesto el felino más sereno, entendiendo por qué su amigo lo hacía, por supuesto Piggy podía ser muy intensa cuando no comían a sus horas. —Bueno en fin los veo en la sala, ah por cierto… Catnap por favor limpiensen, no querrás que ningún niño te huela a ti ni a nuestro líder. —Pidió un poco asqueado por el aroma del sexo y las feromonas de esos dos, por lo que comenzó a caminar hacia la sala. —Pfff por favor Bubba, como si no olieras a si después de pasar la noche con Piggy. —Se burlo el felino a su amigo que solo le levanto el dedo del medio mientras se retiraba del lugar, provocando en el felino que se riera un poco. Así que volvió a cerrar la puerta volviendo a su dulce burbuja de amor. —¿Y-ya se fue? —Pregunto Dogday aun escondido bajo de las sábanas, la cual temblaba un poco por lo bochornoso que fue todo, a lo que Catnap retiro las sábanas dejando ver a un dulce perrito abrazado a si mismo se observaba como estaba hecho un desastre de fluidos y emociones, su pobre vagina estaba expuesta e hinchada por todas las rondas de sexo que habían tenido desde que despertaron, al menos así se dieron cuenta que pronto serían las 12. Catnap por su parte sonrió con picardía mientras volvía a la cama y envolvía su cuerpo con el canino, que de inmediato se volteo para poder abrazarlo. —¿Tienes hambre perrito? —Pregunto dulcemente el contrario. —Un poco si… tengo que recuperar energía, hoy me reuniré con Poppy y después con Elliot. —Explico sus planes de hoy, mientras el perrito solar se acorrucaba en el pecho del felino queriendo olfatear su dulce aroma a lavanda. —Mmm detesto que te juntes con Elliot. —Gruño Catnap, acariciando la espalda del canino que movía su cola con felicidad, a diferencia de Catnap que sus movimientos son lentos y pausados. —Lose… pero no tengo opción Catnap, sabes que gracias a eso he podido de volverte tu voz. Gracias a las fuerzas de Poppy y míos… hemos avanzado muchísimo, la fábrica ahora es un lugar seguro para nosotros los juguetes. —Explico el líder de los Critters, al mismo tiempo que miraba a su novio buscando que lo comprendiera. Catnap por su parte soltó un suspiro. —Lose Doggy, pero independientemente… me desagrada que estes con Elliot, he notado como te mira perrito y créeme, esas miradas no las da un jefe. —Explico el felino realmente impotente al enterarse de que Elliot miraba diferente a Dogday, claro el perrito jamás le platico a Catnap su accidente con el fundador, ya que presentía que, si lo hacia el felino enloquecería y lo atacaría, después de todo ya en muchas ocasiones se veía al gatito ser un celoso de primera. Además, que tenía miedo de que Elliot lo lastimara, por esa razón decidido callarse. —Lose… no te preocupes Kitty, estaré bien, mientras sigas conmigo jeje todo estará bien. —Calmo el líder moviendo su cola felizmente, al mismo tiempo que les daba besos a los labios de su novio y por toda la cara. Catnap y Dogday se tomaron unos minutos para relajarse y arreglarse, acomodando su pelaje tras un momento de intimidad. No querían prolongar más su retraso, así que se apresuraron en bajar a la sala. Al llegar, notaron que algunos de los niños de la instalación ayudaban a los Smalling Critters a recoger los platos después de desayunar. El ambiente era animado: los niños reían mientras ayudaban a limpiar, llevándose algunos platos a la cocina y organizando lo que quedaba sobre la mesa. Entre ellos, ahí estaba el pequeño Jason, con el cabello alborotado y una sonrisa radiante, vio a Dogday y se iluminó al instante. —¡Dogday! —exclamó Jason corriendo hacia él. — ¡Mira, ayudé a recoger hoy! Dogday se inclinó para ponerse a su nivel, dándole una sonrisa cálida. —¡Buen trabajo, Jason! Siempre eres muy responsable, ¿eh? —comentó mientras le revolvía el cabello. Jason se río y asintió, notoriamente orgulloso. —Sí, y... ¡hoy es mi último día aquí! —dijo Jason, su emoción mezclada con un toque de nostalgia— Mañana vendrán mis nuevos papás a buscarme, y me llevarán a una casa con un gran jardín. Dogday sonrió, aunque sus ojos mostraban una ligera melancolía. —Me alegra mucho por ti, Jason. Pero asegúrate de no olvidarnos, ¿eh? Jason asintió con vehemencia, lanzándose a abrazar a Dogday. —No te olvidaré, Dogday, lo prometo. ¡Gracias por todo! —dijo el niño, apretándolo con fuerza antes de que Piggy interviniera para llevarlo de vuelta a ayudar con los platos. —Vamos, pequeño, aún tenemos trabajo que hacer —dijo la cerdita con una sonrisa amable, guiando a Jason y a los otros niños hacia la salida mientras ellos se despedían de los Smalling Critters. La despedida fue rápida, y pronto los niños se alejaron, dirigiéndose a la escuela, dejando la sala mucho más silenciosa. Catnap y Dogday, ahora solos con sus amigos, se dirigieron hacia la mesa donde los demás los esperaban. Apenas pusieron un pie en la sala, la expresión de Piggy se oscureció. —¡Ahg!, ¡A buena hora que aparecen! —Contesto enojada Piggy mientras cruzaba sus brazos mirando de forma negativa a sus amigos, quien se miraron un poco avergonzados por el retraso. —Y-yo lo sentimos Piggy, estuvimos ocupados con unos pendientes jeje. —Mintió el perrito tratando de salvar la situación. Pero una risa fuerte interrumpió el ambiente. —¡JAJAJA!, Si por pendientes te refieras a tener un rapidito con Catnap, entonces si efectivamente eres un mentiroso amigo. —Dijo el ave burlándose de la situación mientras se volvería a reír, al mismo tiempo que Crafty le daba un codazo fuerte en el estómago, haciendo que se callara y gimiera de dolor. —¡Kickin!, ¡No seas grosero! —Regaño el dulce unicornio mientras miraba a su novio lamentarse. Fue entonces que Crafty miro a sus amigos. —Oh Dogday, Catnap, lamento eso amigos, jeje no es que nos incumba su intimidad. —Explico tratando de salvar la situación, aunque sonaba realmente avergonzada. Dogday por su parte se sonrojo bastante sintiendo como se avergonzaba por ese comentario, pero Catnap solo le dio igual y se sentó en uno de los asientos. —Nah, no es como si no lo supiera. —Dijo el felino como si nada, mientras se recargaba sobre su mano. —¡Catnap! —Regaño esta vez Dogday realmente abochornado. Lo que hizo que los demás Smalling Critters unos se rieran y otros se sonrojaran un poco. —Bueno, bueno, no se hable más. Ahora mismo les traigo sus platos, necesitan recuperar energía, amigos. —Dijo la cerdita cambiando de conversación, ya que se sentía un poco incomoda por esos temas y al mismo tiempo envidiosa, porque saber que sus amigos disfrutaban de la acción hacía que la cerdita se sintiera un poco mal de sí misma, porque ella hace tiempo que no había tenido algo con su compañero. Así que solo se resignó y prefiero encerrarse en su cocina. Bobby por su parte solo se rio junto con Hoppy que hacia una mueca de asco. —¡Ja!, Ustedes dos deberían ser más cuidadosos, ¿Saben? —Dijo la coneja mientras se cruzaba de brazos, mientras los miraba con cautela. —¿A- A que te refieres Hoppy? —Pregunto Dogday sin entender, tomando un asiento a lado de Catnap. Hoppy soltó un suspiro, negando con la cabeza mientras observaba a la pareja con una mezcla de diversión y resignación. —A lo que me refiero, Dogday, es que, si siguen con esos "pendientes" sin ser más discretos, van a terminar dando más que una charla educativa a los niños de por aquí. —Su tono era sarcástico, pero la expresión en su rostro indicaba que, aunque hablaba en broma, había un toque de advertencia. Dogday se puso más rojo aún, cubriéndose la cara con las manos. —¡N-no fue nuestra intención! —trató de justificarse, sintiéndose cada vez más incómodo bajo la mirada de sus amigos. Catnap, en cambio, simplemente se encogió de hombros con desdén. —A mí no me molesta. Si alguien no quiere ver, que cierre los ojos, ¿no? —dijo, alzando una ceja y lanzando una sonrisa burlona a Hoppy. —¡Eso no es lo que quise decir! —replicó Hoppy, frunciendo el ceño mientras el resto de los Smalling Critters dejaban escapar risas nerviosas o rodaban los ojos, sabiendo que una conversación como esa no tenía sentido discutir con Catnap. —Ja ja, chicos lo que Hoppy quiere decir, que deberían bajarle un poco a su ruido, digamos que no es agradable escuchar ciertos sonidos en medio de la noche por los pasillos…—La osa iba a seguir hablando cuando de repente Kickin la interrumpió. —En la tarde también. —Dijo el ave como si nada mientras se estiraba en su propio asiento burlonamente. —Y en la mañana. —Continuo en una queja esta vez Bubba quien estaba tomando su café cargado. —Bueno, antes de que me sigan interrumpiendo, a lo que iba chicos es que no es grato que hasta los niños preguntes sobre esos ruidos. —Explico Bobby tratando de hacer entender a sus amigos respecto a ese problema. Por parte de Dogday se Moria de la propia vergüenza, tanto que se tapaba su cara con sus manos, mientras Catnap no puede evitar reírse un poco. Pero Crafty al ver que los demás parecían tomarlo con humor la situación, ver a Dogday que a pesar estar abochornado, parecía feliz por su relación, por su vida, por todo lo que tenía. Sus amigos a su alrededor en vez de reaccionar negativamente, se lo tomaban con tranquilidad y además de apoyarlos, aunque las ocurrencias de Catnap no ayudaba, aunque se notaba que se veía bastante feliz, más emocionado de lo que alguna vez estuvo, notando como si ya no le importara el infierno donde vivía. Fue entonces que ella le desagrado por completo, tanto que debajo de la mesa, apretó sus puños contra sus muslos, mostrando su molestia, pero en su cara se veía una sonrisa, y al darse cuenta que nadie la miraba ella cambio por unos segundos. —Tch…—Hizo un chasquido irritado, pero fue lo suficientemente cautelosa para que nadie se diera cuenta. —Realmente… deberían ocultar o parar lo que están haciendo chicos, o si no Elliot se dará cuenta… y es evidente que no queremos que él se entere. —Crafty hablo de forma seria, pero fingió preocupación y angustia por la situación. Esas palabras hicieron que todo se apagara, las risas, las bromas acabo de inmediato y Dogday palideció, porque él nunca había pensado ni una vez en Elliot y como reaccionaria si se daba cuenta, que le ha estado mintiendo, que rompió las reglas con Catnap. En especial con Catnap, el juguete que más odiaba y detestaba, el perrito solar solo sintió como su corazón se aceleraba de miedo y la posibilidad de ser descubiertos, lo volvía temeroso y las ganas de llorar aumentaron. Catnap se tensó y mantuvo un gesto bastante sombrío, porque efectivamente él también tenía mucho miedo de que lo separaran de Dogday. Crafty, por su parte, dejó que el silencio pesara un poco más, como si disfrutara de ver la inquietud reflejada en el rostro de ambos. Dogday tragó saliva con dificultad, sintiendo cómo el miedo se enroscaba en su estómago. Las palabras de Crafty le habían golpeado con fuerza, trayendo a su mente la imagen de Elliot. —Yo... no lo había pensado —murmuró Dogday, casi en un susurro, mientras su voz temblaba. Se abrazó a sí mismo, como buscando consuelo—. ¿Qué... qué pasará si lo descubre? Catnap apretó los dientes, su mirada oscura se perdió por un momento. Intentó mantener su habitual despreocupación, pero era evidente que el miedo también lo carcomía. Había algo en la posibilidad de ser separado de Dogday, de perder ese pequeño refugio de calidez, que le resultaba insoportable. Hoppy fue la primera en romper el silencio, aunque su tono había perdido el toque burlón de antes. —Elliot… no juega, chicos. Si se entera, no va a ser solo un regaño —dijo con seriedad, entrelazando sus dedos nerviosamente—. Podrían separarlos, y no creo que eso sea lo que quieran, ¿verdad? Kickin, quien normalmente se lo tomaba todo a broma, también cambió su tono, aunque no perdió la oportunidad de inyectar algo de sarcasmo. —Ja, sí… separarlos. ¿Quién diría que el perrito solar y el gatito tendrían tanto drama? —Dijo, pero su sonrisa no alcanzó sus ojos, y su pico tembló ligeramente. —No es momento de bromas, Kickin —intervino Bubba, siempre con su expresión gruñona, pero esta vez más preocupada que molesta—. Todos sabemos lo que Elliot es capaz de hacer. No es solo cuestión de regañarlos, podría ir mucho más allá. Dogday bajó lentamente las manos de su cara, su piel pálida y su mirada cargada de miedo. La idea de que Elliot pudiera descubrir lo que había estado haciendo lo llenaba de pánico. —No… no podemos dejar que eso pase… —murmuró con un nudo en la garganta— No puedo perderte, Catnap. Catnap soltó un suspiro profundo. Aunque quería tranquilizar a Dogday, sabía que no podía prometerle que todo estaría bien, no con Elliot en la ecuación. —Lo manejaremos, Dogday —dijo finalmente, su voz suave pero decidida—. No vamos a dejar que él nos controle. No esta vez. En ese momento, Piggy salió apresurada de la cocina con los platos en las manos, viendo cómo la tensión había subido de forma alarmante. Notó el estado de Dogday, casi al borde de las lágrimas, y decidió intervenir antes de que todo se desmoronara. —¡Bueno, bueno! ¡No hay necesidad de preocuparnos por eso ahora, ¿verdad?! —dijo, con un tono de voz animado que no dejaba lugar a réplicas—¡Aquí tienen su desayuno, chicos! —Entregó un plato a Dogday y luego otro a Catnap, obligándolos a enfocar su atención en la comida en lugar de en las sombrías palabras de Crafty— Vamos, que, si no comen, se les va a enfriar, y ya saben que no soy muy buena recalentando cosas. La cerdita miró a todos con una sonrisa que intentaba ser relajante, aunque estaba claro que también se sentía algo incómoda. —¿No les parece que ya es suficiente con los comentarios de Elliot? Vamos, que hay mejores temas para hablar —continuó mientras buscaba la forma de evitar el tema, realmente es un tema bastante pesado para todos los juguetes que tenían ese tipo de relación. Bobby fue el primero en responder al intento de Piggy de suavizar el ambiente. —Sí, claro. No tiene sentido estresarnos ahora. Mejor coman y luego vemos qué hacer, ¿sí? —Dijo con un tono más animado, aunque aún había una ligera preocupación en su mirada. Hoppy asintió con la cabeza, apoyando la idea de Piggy y Bobby. —Lo que importa ahora es que sigamos juntos, ¿vale? Ustedes dos han superado muchas cosas. Seguro que pueden encontrar la manera de arreglar esto. Pero, por ahora, coman algo. Nadie toma buenas decisiones con el estómago vacío. Dogday aceptó el plato con manos temblorosas, agradecido por la distracción, mientras Piggy le daba una palmadita en el hombro con un gesto tranquilizador. Catnap tomó su desayuno sin decir nada, pero su mirada se suavizó un poco al ver el esfuerzo de la cerdita por calmar el ambiente. —Sí... gracias, Piggy, gracias chicos—murmuró Dogday, tratando de controlar su respiración y calmar el temblor de su voz. Pero estando infinitamente agradeció por sus amigos que estaban apoyándolo en las buenas y en las malas. —Eso es, come un poco y verás cómo todo se ve mejor. —Piggy le dedicó una sonrisa comprensiva. Dogday miró a sus amigos, agradecido por el apoyo, y asintió lentamente antes de empezar a comer, aunque el miedo seguía latente en su pecho. Catnap, por su parte, mantuvo su actitud confiada, pero en el fondo sabía que la batalla con Elliot no sería fácil. Mientras todos retomaban la conversación con temas más ligeros, la amenaza seguía acechando en el fondo de sus mentes, pero al menos, por ahora, podían encontrar un momento de calma antes de enfrentarse al verdadero peligro que los aguardaba. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* Como era de costumbre cuando todos terminaron de comer unos se quedaban a limpiar, mientras otros se iban a su respectivo trabajo. En este caso Catnap y Bubba estaban solos ayudando a lavar los trastes y limpiando la cocina, al menos estaban más tranquilos, pero a pesar de todo Catnap aun sentía una inquietud grande por las palabras de su amiga. —Catnap, sé que no te gusta que te repitan las cosas. Pero Crafty tiene razón, debes tener mucho cuidado con lo que haces con Dogday, en especial con él. —Dijo el elefante lavando los trates, sin mirar a su amigo. Sonaba serio y muy preocupado. — Es el favorito de Elliot. Si Elliot se entera de lo que estás haciendo… incluso a nuestro señor. Catnap sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía lo que eso implicaba: Dogday y Poppy fallaban su trato con el prototipo, todo lo que habían hecho para mantener a los juguetes a salvo podría desmoronarse en un instante. —Lo sé, perfectamente. Pero no pienso alejar a Dogday de mi lado, no cuando él se volvió mío. —Respondió de forma amenazante y con terquedad, dejando en claro que no iba a alejarse del perrito solar, cuando lo amaba tanto que le dolía el pecho de pensar que no podría verlo más. Bubba frunció el ceño, sacudiendo la cabeza con tristeza. —Entiendo, Catnap. Pero el amor no es suficiente cuando se trata de Elliot. Necesitas estar al tanto de cada movimiento, de cada palabra. Una vez que se entere, no habrá vuelta atrás. —Entonces… ¿qué sugieres que haga? —replicó Catnap, sintiendo la frustración mezclarse con el miedo. —¿Dejar de verlo? —No, no estoy diciendo eso. Solo… —Bubba suspiró, buscando las palabras adecuadas—. Solo te estoy diciendo que seas precavido. Mantén las cosas bajo control, evita que cualquier cosa se salga de su alcance. Tal vez… —el elefante hizo una pausa, con una pequeña sonrisa irónica— Tal vez deberías considerar lo de los anticonceptivos. Catnap se giró para mirarlo, al principio sin entender. —¿Anticonceptivos? ¿Para qué? —Para evitar que Dogday… ya sabes —Bubba hizo un gesto amplio con la mano, como si eso pudiera explicar la complejidad de la situación—. Te estoy apoyando, pero ten cuidado. La última cosa que necesitas ahora es un nuevo lío que te atrape en el medio de todo esto. Catnap solo suspiro más calmado, Bubba tenía razón el felino lunar entendió sus palabras y acepto su ayuda. —Gracias Bubba… realmente te agradezco que me apoyes en esto. —Dijo el felino bastante agradecido, a lo que el elefante solo sonrió y le dio un suabe apretón en su hombro. —Somos mejores amigos Catnap, te apoyare siempre. —Dijo finalmente y ambos con una sonrisa, no dijeron más y continuaron con sus deberes. Esta vez resolviendo el problema sobre evitar un embarazo no deseado. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* Dogday corría por los pasillos ya que llegaba un poco tarde a la reunión con Elliot. Realmente tenía que darse prisa hoy iba a discutir sobre las nuevas ventas, y más cosas que Elliot quería enseñarle. Hasta que al fin llega a su despacho un poco cansado por correr, pero esta toca y escucha la orden del fundador entrar. Cuando el perrito solar entra, nota que no están solos, Elliot junto con un grupo de personas estaban hablando, parecían personas importantes, ya que se veían con sus trajes caros, entre ellos una mujer con dos hombres. —¡Oh, Dogday!, ¡Muchacho, ven aquí!, Vamos entra. —Exclamo el fundador emocionado de verlo, mientras incitaba que pasara. El nombrado con timidez entro un poco sorprendido por las nuevas caras que veía. —C-con su permiso…—Dijo con nerviosismo mientras entraba como solicito el fundador. Elliot fue con Dogday y poniendo una mano en su espalda lo guio hacia los empresarios. —¡Quiero presentarles a Dogday!, ¡Este chico de aquí es mi chico de oro!, fue el que me ayudo a forrarnos con mucho dinero. —Pronuncio Elliot bastante emocionado, mientras alzaba su copa de vino en celebración. Presumiendo orgullosamente a Dogday que estaba bastante apenado y nervioso por como lo presentaban. —Ah… mu-mucho gusto. —Dijo mientras bajaba su cabeza en una presentación cordial. La mujer lo barrio con la mirada, por lo que miro a Elliot con un gesto desconfiado. — ¿Un perro, Elliot? —No es cualquier perro Elizabet, es el líder de los Smalling Critters y gracias a él, tienes tus bolsillos llenos. —Respondió el fundador un poco irritado. —Jaja, pero que honor entonces conocerte Dogday. Soy Emiliano, uno de los patrocinadores de Playtime co. —Dijo el señor tomando la mano de Dogday para saludar. —Mucho gusto, señor Emiliano jeje. —Contesto cortésmente el perrito, apretando su mano con suavidad. —Bueno, eso lo cambia todo Elliot. Mucho gusto Dogday, soy Gustav, también un patrocinador. —Pronuncio el otro hombre saludando mientras tomaba de su copa de vino. —Dogday, ellos son patrocinadores de nuestra compañía. Están aquí, para conocerte chico, digo tu nos has ayudado a generar más dinero, así que vamos hay que disfrutar de nuestra compañía. —Dijo el fundador para ir con ellos y poder charlar. La reunión duro como una hora aproximadamente, cuando termino los patrocinadores se retiraron dejando a los dos solos. Elliot sonreía y reía, porque había sido una reunión bastante gratificante. —Dios… que agotado estoy. —Pronuncio el fundador agotado sentado en su asiento, para luego mirar a Dogday de reojo, notando que el perrito se veía más vivo, más cuidado y, sobre todo, noto que había ganado un poco de peso. —Dogday, te ves muy radiante, ¿Has cambiado algo en tu rutina chico? —Pregunto Elliot curioso, y disfrutando de la vista, mientras lo halagaba. Dogday se sonrojo un poco, por supuesto se veía más feliz, porque salía a escondidas con Catnap y ni hablar que el sexo ayudaba muchísimo a desestresarlo, aparte de que por culpa del felino gano un poquito de peso. —Bueno, un poco si… jeje Piggy me dio una dieta diferente para que pueda mejorar mi salud. —Mintió, pero ya lo tenía pensando si él preguntaba. A lo que Elliot creyó de inmediato. —Je me alegra saber. Bueno, vamos Dogday estoy sorprendido por tu esfuerzo, por lo tanto, ahora te tengo la confianza suficiente para pasar al siguiente paso. —Respondió mientras ponía su puño en su palma de la mano, levantándose de su silla para tomar su saco y señalar a Dogday que lo siguiera. —Dogday, realmente estoy sorprendido de todo lo que has logrado, ¡ja!, dios creo que nunca había visto tanto dinero, desde que comenzaste a involucrarte en la fábrica todo ha cambiado, los juguetes más felices y más productivos. —Pronuncio mientras caminaba con una sonrisa, el perrito se daba cuenta que estaban teniendo otro camino a lo cotidiano. —Me alegra saber eso Elliot, realmente Poppy y yo nos hemos esforzado bastante. —Dijo mirando alrededor notando que iban a un lugar que se le hacía familiar. —Oh… ahí, hablando de ella, últimamente se ha vuelto muy molesta con un tema. —Se quejo el fundador, mientras movía su muñeca con irritación. —¿Es así?, ¿Paso algo malo? —Pregunto el perrito solar preocupado. —Bueno, digamos que ella noto algunas incoherencias y me ha estado molestando que lo arreglé, pero ya le dije que no debe preocuparse. — Menciono el fundador, mientras saludaba a sus empleados, al mismo tiempo que llegaba a los pasillos recónditos de la fábrica, fue entonces que Dogday se dio cuenta a donde iban. Volvería a los laboratorios de la fábrica. El lugar más horrible de toda la empresa, Dogday comenzaba a ponerse nervioso, no entendía porque iban ahí. Pero trato de mantenerse lo más normal, cuando Elliot en vez de guiarlo a aquellas escaleras profundo, lo llevo a un elevador. Este solo entro y el perrito lo siguió. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* Mientras Elliot guiaba a Dogday a los laboratorios, a la lejanía en los lugares de trabajo donde estaban las maquinas para la creación de los juguetes para las ventas, estaba Poppy quien hablaba con los ingenieron encargados de la maquinas. La muñeca como es costumbre se encontraba en las manos de Kissy, quien sonreía un poco incomoda porque de nuevo estaban discutiendo sobre cuando costaría cambiar una de las maquinas. —No podemos trabar de esta forma Poppy, necesitamos nuevas maquinas. A duras penas las que tenemos están funcionando. —Exclamo el hombre mirando con seriedad a Poppy, que solo se mantenía fría y calmada. —Pronto nos encargaremos de eso, buscaremos empresas que puedan vendernos una mejor que las que están trabajando…—Poppy estaba a punto de seguir hablando cuando de repente ella sintió un dolor agudo en su vientre. Lo que hizo que la muñeca soltara un gemido de dolor y cayera de rodillas en las manos de Kissy. Que rápidamente la muñeca bajo a Poppy en el suelo y hacia sonidos angustiados, al mismo tiempo que hablaba con señas de manos. —“¿Poppy que paso que tienes?” —Pregunto la juguete rosado, mientras el ingeniero también se preocupo y trataba de calmar a su jefa del dolor, buscando ayuda de inmediato pues Poppy estaba sentada en el suelo, tocando su vientre mientras sentía que su corazón también dolía. Fue entonces que paro el dolor y Poppy pudo respirar con alivio, tratando de levantarse con ayuda de su amiga. — Y-yo… no lose… solo sentí algo horrible. —Explico Poppy mientras trataba de entender que le había pasado y como su corazón se había puesto tan agitado. —“¿Estas enferma?” —Volio a preguntar Kissy angustiada. —No… mas bien… siento que algo malo pasara. —Menciono la muñeca realmente asustada por lo que presentía y ese dolor, parecía una advertencia con lo que vendría. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* Volviendo con Elliot y Dogday, el fundador seguía explicando como es que Poppy se volvía cada más irritante. —Pero… si lo dice Poppy puede ser serio. —Menciono el sol tratando de mantener la normalidad, además de que los comentarios de Elliot hacían que se molestara un poco. —Pff jaja, pero esta vez no es nada grave. Además, está acusando a mis mejores empleados, por dios ellos me benefician más que en lo que dan problemas. Por esa razón no hay que darle mucha importancia. —Pronuncio el fundador al mismo tiempo que apretaba un botón donde el elevador decenio a profundidad. Dogday por su parte tenso su mandíbula, entendiendo perfectamente a lo que ese maldito se refería. Sintiendo nauseas de tan solo pensar que Elliot viera normal lo que decía, fue entonces que prefirió callar. Poppy le había advertido que no tratara de discutir con el fundador sobre esos temas, que para eso ella estaba ahí para tratar con su mierda. El líder de los Smalling se preguntó seriamente, ¿Cómo es que Poppy tenía la paciencia para soportar a Elliot?, ya era un hecho que admiraba muchísimo a la muñeca, por eso la seguía, en especial cuando ella a pesar de ser pequeña demostraba ser poderosa y temeraria, como si pudiera con todo lo que tenía. Además de mantenerse serena a pesar de estar con seres que realmente son monstruos como Elliot. Cuando el elevador se detuvo se pudo ver el laboratorio de la fábrica, entonces el fundador guio al perrito hacia los pasillos para poder mostrarle el lugar. — Sabes Dogday, realmente no quería llevarte a este lugar, siempre pensé que no podías entenderlo, pero la verdad fui un tonto al pensarlo. Eres lo suficientemente maduro y sorprendente, para saber más cosas de este lugar y tal vez con tu buen ojo de negocios me ayudarías bastante a mejorar este lugar. Dogday entro a las instalaciones un poco temeroso por lo que se encontraría, Catnap, Bubba y sobre todo Poppy le habían advertido que es un lugar bastante horrible, por lo que debía evitarlo a toda costa. Jamás dieron detalles del porque lo mencionaban, ni siquiera ahora su novio ya que parecía tener una mirada realmente temerosa de hacerle mención, fue entonces que el perrito solar prefirió guardar su curiosidad, ya que prefería no saber sabiendo como era Catnap y como era reaccionaba, le dio bastante miedo indagar. —¿Qu-que es este lugar? —Pregunto el perrito temeroso, mientras metía su cola entre sus piernas, mostrado que comenzaba a sentirse incomodo, estaba comenzando a sentir como si ese lugar se sintiera bastante pesado. No sabía cómo explicarlo, pero algo le gritaba que debía correr. —Este mi querido muchacho, es el lugar donde tu y todos los juguetes nacieron. —Dijo Elliot bastante orgulloso. Mostrando aquella zona de los laboratorios, unos pisos de profundidad donde se encontraban. Dogday por supuesto sabia sobre este lugar, aunque como Catnap y Poppy no le habían mostrado absolutamente nada más que algunos pasillos, pero ahora sentía que nada de esto sería bueno. —¿Lo recuerdas Dogday? EL perrito solar tímidamente sintió un poco de pánico, pero ni siquiera logro recordar a lo que se refería. Realmente no recordaba nada o tal vez el shock no lo ayudaba a recordar. —Y-yo… no. —Pronuncio. Elliot solo chasqueo la lengua un poco decepcionado, pero tampoco iba a culpar a Dogday, ya que literalmente eso fue hace tal vez dos décadas. Evidentemente Dogday no se acordaría de algo así. —Bueno no importa, creo que ya es hora que sepas la verdad sobre ustedes. —Vamos sígueme. Dogday siguió a Elliot por los pasillos de aquel laboratorio subterráneo, tratando de mantener la compostura, aunque sentía que cada paso lo sumergía en una atmósfera más opresiva. Las paredes, hechas de acero pulido, reflejaban las luces blancas que colgaban del techo, bañando el lugar en una claridad casi quirúrgica. Todo estaba perfectamente organizado, los cuartos abiertos que veía notaban las estanterías con frascos de químicos etiquetados, mesas de acero inoxidable llenas de herramientas y dispositivos de alta tecnología, e incluso vitrinas que exhibían algunos juguetes en diferentes estados de ensamblaje, claro solo observaba como aquellos juguetes nuevos, ya estaban hechos, como si estuvieran dormidos, acompañados por aquellos científicos que los miraban y anotaban algo en sus libretas. A simple vista, el lugar parecía un modelo de eficiencia y precisión, un sitio donde la ciencia y la tecnología se unían para crear. Sin embargo, había algo en el aire, algo que no se podía explicar con palabras, pero que se sentía como un frío que le recorría la columna vertebral. Era un frío que no tenía nada que ver con la temperatura del lugar, sino más bien con la sensación de estar rodeado de un peligro latente, oculto bajo esa fachada impoluta. Cada vez que Dogday intentaba calmarse, su instinto le gritaba que algo muy malo se ocultaba detrás de toda esa pulcritud. Mientras avanzaban, algunos científicos se cruzaban en su camino, saludando con una reverencia y algunos mostraban una sonrisa forzada y otra realmente estaban felices de ver al fundador. Pero sus miradas nunca se dirigían a Dogday. Era como si lo ignoraran a propósito, o como si supieran algo que él no sabía y prefirieran no involucrarse. El perrito solar notó la forma en que sus cuerpos se tensaban al pasar cerca de Elliot, cómo algunos aceleraban el paso para alejarse de él, mientras otros apenas podían ocultar su incomodidad o simplemente parecían no importarles en absoluto. Aquella frialdad humana contrastaba con la aparente calma de la zona, y solo incrementaba la sensación de que aquel lugar escondía horrores que nadie quería mencionar. —Este laboratorio... es más grande de lo que pensaba, Elliot. —Intentó comentar Dogday con una risa nerviosa, tratando de llenar el silencio incómodo, pero su voz temblaba un poco. Elliot, sin detenerse, solo le dedicó una sonrisa que tenía algo de siniestra, aunque la mantenía perfectamente controlada. —Oh, créeme, Dogday, no has visto ni la mitad. —Dijo el fundador mientras tuvo que girar en uno de los pasillos, para dejar ver una puerta más pesada que las anteriores, que se abrió con un fuerte chirrido metálico. Al otro lado de la puerta, Dogday se encontró con un nuevo pasillo, pero esta vez ese pasillo podían verse ventanales enormes y otras puertas que los guiaban a otras salas subterráneas, y en esos ventanales podías ver lo que ocurrían en esas salas, el lugar por es más grande y abierta, iluminada por lámparas que emitían una luz blanquecina que parecía absorber cualquier rastro de calidez. —Aquí mira esto. —Dijo Elliot mientras caminaba a la primera ventana, a lo que el perrito solar aun con dudas y con muchos nerviosismos, dio unos pasos para estar a su lado para mirar lo que pasaba. Solo para notar unas capsulas pequeñas donde un grupo de científicos, parecían con sus jeringas picar a ciertos recipientes, mientras otros observaban aquellas capsulas, donde al forzar un poco su vista se dio cuenta de algo que le hizo estremecer. Un frio bajo por su columna vertebral y una pregunta rondo por su mente. ¿Por qué había fetos en esos contenedores? —¿No es grandioso?, todo esto lo hice para crearlos a ustedes. Necesitamos tener piel, carne, hueso, un sustituto de su pelaje. Pero evidentemente para crear todo eso de cero, ¡Mierda, muchacho, seria ser billonarios para tener tremenda tecnología futurista! —Explico Elliot bastante emocionado por lo que decía, como si sus ojos se observaran ese brillo insano por ver lo que él mismo creo, gracias a sus conocimientos, fue que logro fundar aquella fabrica. —Así que decidí mejor hacerlo de otra forma, algo mucho más barato y por mucho más factible. Decidí utilizar los óvulos de mi primera creación para dar a luz a esta nueva vida, ¿No crees que es realmente ingenioso? Dogday se quedo helado al escuchar sus palabras. Fue entonces que Dogday comprendido las palabras de Poppy y que realmente entendió, porque aquella muñeca tan débil y frágil, a pesar de su apariencia inofensiva era la que más se esforzaba y luchaba, por darles un lugar digno, un lugar donde pudieran llamar hogar, un lugar donde podían estar protegidos. Ella de todos era la que más se sacrificaba para hacer que todos los juguetes pudieran estar bien. Ella no solo los cuidaba, los veía como algo más... “Me gustaría que ustedes mis niños, pudieran tener una vida digna, que vivieran felices… que fueran libres, que tan solo… no fueran juguetes. Porque cada día que los veo seguir viviendo en esta pesadilla, solo… me hace sentir terrible… como si no pudiera hacer absolutamente nada, por darles lo mejor… por esa razón.” Las palabras de Poppy resonaban con fuerza en su mente, una y otra vez, como un eco distante que se negaba a desvanecerse, el peso de la verdad realmente lo aplasto terriblemente. —¿Somos sus hijos? — La pregunta salió de los labios de Dogday en un susurro roto, lleno de incredulidad y miedo. Apenas podía creer lo que acababa de decir, pero las palabras flotaron en el aire, cargadas de un dolor que nunca había conocido antes. —¿Cómo dijiste? —Pregunto Elliot sin entender a que se refería aquel perrito. —¿Somos los hijos de Poppy? —volvió a preguntar, esta vez exigiendo respuestas; necesitaba obtenerlas. —Pff, ja ja. Bueno, se podría decir que sí, aunque eso sería un eufemismo, ya que ustedes son creaciones, no hijos. Proyectos, no familias. Pero si eso te hace sentir mejor, supongo que podrías verlo de esa manera... aunque eso no cambia el propósito por el cual están aquí. Dogday sintió que su corazón se hundía en un pozo oscuro. La sonrisa en el rostro de Elliot, aquella expresión de frialdad absoluta, hacía que el aire del laboratorio se volviera más denso, como si la oscuridad de ese lugar lo envolviera por completo. Las palabras del fundador confirmaban lo que su instinto le había susurrado desde el principio: ellos no eran más que herramientas, vidas manufacturadas para servir a un propósito que nunca habían elegido. —Ahora, ven. —El tono de Elliot se volvió serio nuevamente, mientras señalaba una puerta más adelante, de la cual emanaba un leve zumbido mecánico— Aún hay más que ver, y esto es solo el comienzo de lo que realmente quiero mostrarte. El perrito apenas podía respirar había descubierto algo horrible, uno de los secretos de Poppy que ahora entendía porque sufría tanto. No sabía qué hacer en ese punto, las ganas de llorar y dejarse llevar por su tristeza, además de la horrible verdad de su amiga hacía que Dogday sintiera que iban a romperse, pero tenía que mantenerse fuerte, porque esto no era nada absoluto lo que Poppy había pasado, tenía que mantenerse fuerte, por aquella muñeca y madre de todos ellos. Así que solo se quedó en silencio y lo siguió de forma mecánica para ir a otro ventanal y poder observar esta ves otra escena, donde pensaba que no podía ser peor que lo otro. Notando cuerpos de juguetes de diferentes tamaños desmembrados, abiertos y como los mismos científicos volvían a unirlos, además de algunos se les sacaba sus órganos algunos los guardaban en frascos y otros los tiraban, a simples palabras es una autentica carnicería. Dogday sintió algo horrible en su estómago y las ganas de vomitar se intensificaron. Parecía que en vez de mejorar empeoraba la cosa. ¿Qué demonios les estaban haciendo? —Aquí es cuando comenzamos a crear los cuerpos de los juguetes, veras, hacemos que los cuerpos se desarrollen progresivamente y cuando estos tienen una altura apropiada, es cuando comenzamos la siguiente fase. Diseñarlos para que se vean más adorables, como a veces suelen salir deformes, tenemos que quitarles partes, unirlas con otras, y obviamente remplazar a veces la piel por felpa. De esta forma creamos el cascaron. —Pronuncio mirado como sus empleados unían uno de los brazos a uno de los cuerpos de aquel nuevo juguete que estaban creando. —¿Cascaron? —Dogday ya ni siquiera quería preguntar, pero esas palabras le hicieron reaccionar de forma negativa mientras cubría su boca con su mano, tratando de no vomitar. Miro a Elliot esperando una respuesta. —Pues si… cuando nacen, digamos que no son aptos para vivir, por alguna razón que desconozco mayoría de las veces nacen deformes y por eso tenemos que reemplazar partes de sus cuerpos, además que tienen un retraso mental realmente grave, aunque claro supongo que es obvio que nacen así, ya que fecundamos los óvulos con esperma de otros juguetes y hasta humano, pero bueno… supongo que es el problema de la endogamia. — Este suspiro un poco molesto. — Por esa razón simplemente desechamos lo que no sirve y nos quedamos con la cascara. Ya sabes el cuerpo es más valioso. Dogday, al escuchar las frías explicaciones de Elliot y observar la macabra escena a través del ventanal, sintió cómo cada palabra se le incrustaba en la mente como cuchillas. Cada detalle que Elliot relataba lo llenaba de un terror que se anclaba en su estómago, retorciéndolo con náuseas insoportables. El hecho de que los cuerpos fueran manipulados y ensamblados como si fueran simples objetos le hizo sentir una profunda desesperación. La palabra cáscara resonaba en su cabeza, y esa sensación de vacío se intensificaba. Dogday no podía evitar imaginar que, de alguna manera, él también había sido una de esas criaturas destrozadas y vueltas a armar, un simple receptáculo sin verdadero valor para Elliot. La idea de que ellos eran solo "cáscaras" que debían ser arregladas, desechadas, y remodeladas según fuera necesario le producía un repugnante nudo en la garganta. Intentó alejar la mirada del ventanal, pero las imágenes de los cuerpos desmembrados, las partes siendo unidas sin ningún respeto, y los frascos que contenían lo que alguna vez había sido parte de otros como él, le hicieron temblar. Sintió que su respiración se volvía errática, mientras las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos, pero trató de mantenerse firme, luchando por no quebrarse frente a Elliot. —Elliot. —Lo llamo ya no podía soportar seguir mirando más, realmente no podía iba vomitar. Pero mientras ese bastardo seguía hablando se hacía más preguntas, si solo era el cuerpo, entonces con que los “rellenaban”, para que pudieran vivir. —¿Cómo es que pueden vivir si están vacíos? EL nombrado miro de reojo al perrito que parecía que iba a desmayarse, pero le importo tan poco lo que le ocurriera. Para Elliot, aquello era solo parte del proceso. —Bueno eso te lo explicare en la otra sala. —Ahora, vamos. Todavía hay más que ver. —dijo Elliot con un tono despreocupado mientras seguía caminando hacia el siguiente ventanal. Dogday ya no podía mantenerse cuerdo, pensaba que no podía ser peor de lo que ya había visto, pero pareciera que el mundo realmente lo odiaba porque efectivamente aun su tormento no había terminado. Porque cuando volvió a su realidad, este apenas podía respirar y las náuseas no ayudaban en absoluto, realmente quería desmayarse. —Dogday, mira por ti mismo. —El perrito solar que comenzaba a perder su brillo, en sus ojos se observaban como sus lágrimas cristalinas se acumulaban, pero prefirió aguantar. Así que camino hacia la última ventana para ver con sus propios ojos el horror que esperaba. Fue entonces que no pudo evitarlo y sus lágrimas comenzaron a salir sin control alguno, esto ya era demasiado para su pobre corazón tan roto. — Jason…—Susurro el nombre de aquel niño que hace unas horas había convivido. Dogday sentía un nudo en el estómago cuando se adentró en aquella habitación fría y metálica, donde el eco de los pasos resonaba como un presagio. El olor a desinfectante no lograba opacar el hedor a sangre y a carne abierta. Ante él, una imagen desgarradora: Jason, el chico que solía reír y correr a su lado, amante de las historias de terror y los deportes, y que hablaba de su futura adopción con la esperanza reflejada en sus ojos. Ahora, esos mismos ojos estaban abiertos y sin vida, su cuerpo inerte reposaba sobre una camilla de metal, la piel pálida y fría, pero sobre todo con unas enormes manchas de sangre ensuciando su pobre cuerpecito desnudo. La visión lo golpeó con la fuerza de una pesadilla. El torso de Jason estaba abierto de par en par, el vientre cortado desde el esternón hasta el pubis, los bordes de la piel retraídos y ensangrentados, la piel estaba abierta y parecía desprenderse de su cuerpo, además de que parecía realmente pálido como si le hubieran drenado la mayor parte de su sangre, aunque podía intuir que había muerto desangrado. Las costillas estaban separadas, como si un monstruo invisible hubiera arrancado su pecho para mostrar el interior. El estómago y los intestinos habían sido removidos, dejando un hueco oscuro y vacío, las cuales podían verse solo la carne estirada y un goteo de aquella sangre. Los pulmones, el estómago, el hígado, los intestinos… todo había desaparecido, dejando un cascarón grotesco y hueco. Era como si lo hubieran despojado de su humanidad en el acto más frío y calculador imaginable. Pero lo que realmente sorprendió al perrito traumatizado, La zona entre las piernas de Jason era un espectáculo macabro y desgarrador. Los genitales de Jason habían sido retirados, la ausencia de testículos y pene era tan evidente como devastadora, una herida abierta que mostraba no sólo la violencia del acto. La carne desgarrada y los bordes maltratados del lugar donde una vez estuvieron sus órganos y su sexo hablaban de una crueldad metódica, casi quirúrgica. Restos de carne y sangre salpicaban las herramientas quirúrgicas abandonadas a un lado, instrumentos fríos y metálicos que parecían haber sido utilizados con una precisión espantosa para vaciar al chico de lo que alguna vez lo hacía humano. —Denme el bisturí. —Dijo una voz jodidamente reconocida para el perrito, al notar que Harley aquel asqueroso científico, se encontraba ahí con esa bata blanca llena de sangre, cubierto con guantes y cubrebocas, mostrando un semblante serio, la cual también estaban empapados de ese líquido vital. —Si doctor. —Pronuncio una voz femenina. —Rosy, pásame las demás herramientas. —Pidió aquella mujer la cual había ayudado a hacer tal atrocidad, mientras la otra nombrada se movía también vestida de forma que se notaba que también estaba involucrada. —Aquí tienes Sofia. —Dijo la mujer entregándole una charola donde las herramientas estaban empapadas de sangre y restos de carne. Dogday no podía creer que de verdad esos malditos fueran tan crueles para hacer algo tan terrible. Pero lo que realmente lo destrozó fue ver el cerebro de Jason, colocado con cuidado sobre una bandeja, listo para ser transferido al cráneo de un juguete que descansaba cerca. A un lado, el esqueleto del muñeco afelpado esperaba, con el aspecto de un conejo grande y un cuerno saliendo de su cabeza, con cables y conexiones abiertas, listo para recibir lo que habían sacado de Jason. Las manos de los "cirujanos" maniobraban los órganos con desinterés, para que encajara en la cruel carcasa de carne y hueso. Dogday sintió cómo un mareo lo invadía mientras su mente intentaba asimilar lo que estaba presenciando. Las manos temblaban mientras se llevaba una a la boca, tratando de contener la bilis que subía con furia por su garganta. Su visión se nubló con lágrimas, pero no podía apartar la vista de lo que le hacían al niño que alguna vez le pidió que le contara más historias de monstruos, sin saber que él mismo se convertiría en una. Jason, su pequeño amigo, estaba siendo despojado de todo, reducido a piezas que, una vez unidas a una cáscara inanimada, se suponía que le darían "vida". El vómito no tardó en escapar de su boca, cayendo al suelo con un sonido húmedo y asqueroso. Su cuerpo se convulsionaba de asco y desesperación, mientras lágrimas ardientes le quemaban las mejillas. Se llevó ambas manos a la cabeza, jalando sus propias orejas, intentando arrancarse el horror de la mente. Cada sollozo que escapaba de él era como un grito desgarrador, ahogado por la náusea y el pánico. Era demasiado. Demasiado cruel, demasiado injusto. Ese niño, que soñaba con tener una familia, ahora no era más que una fuente de piezas para un juguete, desmembrado, deshumanizado. Dogday se arrodilló en el suelo, su cuerpo sacudido por la impotencia. Quería gritar, destruir todo a su alrededor, pero solo pudo llorar, mientras la imagen de Jason—no como estaba ahora, sino como había sido antes—se repetía en su mente. El Jason que reía, que soñaba, que nunca debería haber terminado así. —Jason… ellos… le sacaron todo… —balbuceó, su voz temblorosa—. Lo… lo mataron, Elliot… ¡Lo hicieron pedazos! ¿Cómo… cómo pudieron…? Su garganta se cerró de nuevo, y apretó los puños hasta que sus garras apenas se clavaron en sus propias palmas. Realmente no podía creer lo que vio, todo esto estaba mal y deseaba poder despertar de esa pesadilla, pero Elliot parecía muy indiferente ante su reacción. Elliot observó a Dogday desde la distancia, sus ojos brillando con una frialdad calculada mientras el otro se derrumbaba, hecho un mar de lágrimas. El cuerpo de Jason, ahora una cáscara vacía, estaba ahí, en la camilla de metal, una obra maestra grotesca del "progreso". Dogday temblaba, sus sollozos ahogándose en su garganta, pero Elliot no mostró ni una pizca de conmoción. Cuando Dogday balbuceó, apenas logrando formular sus palabras de desesperación, Elliot dio un paso adelante, como si las emociones humanas que Dogday expresaba fueran una molestia menor en el gran esquema de las cosas. —Lo hicieron pedazos, sí… —repitió Elliot, su tono monocorde, desprovisto de cualquier rastro de compasión—. Porque eso es lo que se necesitaba. El progreso requiere sacrificios, Dogday. Siempre ha sido así. Dogday al escuchar no dudo en levantar su mirada esta vez con una rabia y un shock que no podía controlar al mostrar. —¡¿Co-como puedes decir algo tan horrible?!, ¡¿Cómo puedes llamar progreso matar a un niño, Elliot?! —Pregunto alzando la voz mientras comenzaba a levantarse, tambaleándose en el proceso. —Míralo de esta manera, Jason ahora es más útil que nunca. Su vida, como era, no tenía propósito. Solo otro niño esperando que el mundo fuera justo con él… pero el mundo no es así. Y ahora, gracias a este proceso, Jason ha pasado de ser un simple niño a convertirse en algo más grande. Algo que trascenderá. Elliot bajó la vista hacia el cadáver desmembrado del pequeño Jason, la cual Harley y sus ayudantes estaban ayudando a limpiar, pronto se desaceran del cuerpo. Su mirada era casi apreciativa, como si estuviera orgulloso de lo que se había logrado. —¡NO ES UN PROGRESO, ELLIOT! ¡ES UNA ABOMINACIÓN! ¡JASON ERA UN NIÑO, NO UN JUGUETE! ¡NO PUEDES SIMPLEMENTE…! —pero las palabras se le escaparon, asfixiadas por su rabia y dolor. Elliot esbozó una sonrisa frívola, su expresión tan vacía de emociones como sus palabras. —¿Un niño? ¿Un juguete? No seas tan dramático. Jason ahora tiene un propósito, algo que jamás habría tenido en su vida anterior. El propósito es lo único que importa. Lo que tú sientes… esas emociones humanas… son irrelevantes aquí. ¿De verdad quieres dejar que esas emociones te controlen y nublen tu juicio? El frío en la voz de Elliot calaba hasta los huesos de Dogday, no podía entender cómo alguien podía hablar de una vida inocente con tanta indiferencia. El perrito solar ya no podía aguantar más estaba a punto de gritarle, hasta de empujarlo, romper una de las reglas más sagradas para los juguetes que se les impusieron desde que nacieron. Jamás lastimar a los humanos. Estaba a punto de levantar su mano y hacerle algo, sin que ese bastardo se diera cuenta, que solo miraba aquella escena con una sonrisa orgullosa de haber creado un nuevo juguete. Pero alguien entro de golpe, siendo otro trabajador un perro fiel de Elliot que parecía herido y realmente alarmado, lo que llamó la atención del fundador y a Dogday, que había levantado su mano, pero al ver que alguien lo interrumpió se quedó congelado. Elliot solo ignoro la presencia del juguete ya que solo le intereso su trabajador que tenía la ropa sucia llena de sangre. —¡SEÑOR!, ¡1006 ESTA CAUSANDO PROBLEMAS! —Dijo en voz alta alarmada mientras lo miraba esperando una orden. Elliot por su parte cambio su expresión a una seria. —Vamos de inmediato. —Pronuncio mientras comenzaba a caminar apresuradamente hacia la salida, pasando de largo del can. Dogday se quedó inmóvil, su mano aún alzada, temblando, mientras observaba cómo Elliot salía apresuradamente de la sala. Todo lo que había presenciado, desde el cuerpo desmembrado de Jason hasta las palabras frías y desalmadas de Elliot, lo habían llevado al borde del colapso. Sus piernas temblaron, sus rodillas casi cediendo bajo su peso mientras sus ojos volvieron a posarse en el cuerpo de Jason, o lo que quedaba de él. Por un momento, todo lo que deseó fue correr, escapar de esa pesadilla, pero no podía. No mientras supiera que había más niños en peligro, más vidas siendo convertidas en juguetes para cumplir los retorcidos sueños de Elliot. —Jason... —susurró con voz temblorosa, pero no había nadie para escucharle. El mundo que alguna vez creyó conocer, el que compartía con esos niños, con los juguetes, se desmoronaba. No quedaba más que horror, y la desesperación de saber que el dolor no había hecho más que comenzar. Con un último gemido ahogado, Dogday levantó la vista hacia el techo, buscando algún consuelo en la luz. Pero no había más consuelo, solo una pregunta que resonaba en su mente una y otra vez: ¿En qué monstruo me estoy convirtiendo por seguir tolerando esto? Con eso en mente, toda la calma que antes tenía desapareció por completo, porque sabía que lo peor aún estaba por llegar. Y ya no habría vuelta atrás. ☆*゚ ゜゚*☆*゚゜Comentario de la escritora☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!, ¡Mis queridos lectores, que bueno verlos de nuevo jeje!, aquí un nuevo capitulo y espero que les haya gustado. Vaya ha sido una semana larga y un poco pesada personalmente, pero eso no importa ya que al pude terminar de corregir este capitulo y listo para publicarlo y hablando de los capítulos. Dios necesito desahogarme un poco… pero al escribir toda esta historia se me hizo muy largo varios capítulos futuros, tanto que tuve que dividirlos para que no fueran pesados además que ya me falta poquito para terminar este arco TwT, este precioso y hermoso arco. Despues de eso si me dare una pausa con este fanfic para poder continuar con otros Catday y otros ships, para poder mejorar la cronología del segundo arco porque aun no lo termino. Bueno ahora si dire mi opinión a este capitulo. La verdad si me costo escribir este tipo de escenas tan grotescas, mas que nada porque es mi primera vez describiendo como un niño lo están desmembrando por “un bien mayor”, dentro de la justificación de la historia. Realmente necesito leer libros o fanfics con este tipo de escenas, porque siento que lo hice un poco vainilla, pero bueno espero que les haya hecho estremecer con esa horrible escena. Ademas de que también me esforcé mucho en hacer que el sentir de Dogday pudiera trasmitir esos sentimientos a ustedes, sinceramente es la primera vez que exploro este tipo de temas tan grotescos

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