Oh, cariño
30 de noviembre de 2025, 2:15
Regulus no está acostumbrado a que lo rechacen y Coraline no soporta a los idiotas sarcásticos y arrogantes, todo lo que representa Regulus Arcturus Black.
Si no era suficiente con empezar un nuevo trabajo, Coraline tenía que aguantar a su superior siento un tonto. Porque eso es lo que era para ella Regulus. Un tonto que intentaba cortejarla. ¿No podía simplemente dejarla en paz?
Había una molestia creciente en Coraline. Porque Regulus lo hacía todo bien, tan perfecto que resultaba irritante. Incluso sus rizos negros eran perfectos y esa sonrisa con toque burlón o sarcástico. Era tan irritante… y atractivo.
Pero no podía pensar en eso, le molestaba demasiado estar cerca de él, porque sentía que caería a sus pies en cualquier momento. Odiaba la sensación de hormigueo en su vientre y cómo la mirada de Regulus parecía saber el efecto que causaba en ella.
Era demasiado irritante.
Y, sin embargo, no lo odiaba.
Era más complicado que eso. Lo deseaba de una manera en que no debería desear a su jefe. ¿Por qué tenía que ser tan jodidamente guapo? Coraline no lo soportaba o eso decía.
Y Regulus, bueno, él sabía que esa mujer caería por él pronto.
Porque, oh, cariño, ella ya era suya y ni siquiera lo sabía.
Regulus la tentaba. El roce “accidental” de sus manos, las miradas que duraban más de lo necesario, la cercanía que no debía existir, pero que ahí estaba. Coraline también sabía jugar a eso, se ponía sus vestidos más bonitos, dejaba que el contacto sucediera “casual”, actuaba de forma sensual a conciencia.
Era un tira y afloja.
Oh, cariño, quién iba a caer primero.
Los ojos grises de Regulus analizaban cada movimiento de Coraline y cada vez la deseaba más. Porque no era solo Coraline la que estaba cayendo en un juego de seducción, no, Regulus también estaba cayendo y le encantaba la caída.
Cada vez era más evidente el deseo entre ambos. Regulus comenzaba a impacientarse, necesitándola.
Coraline cruzaba las piernas de forma deliberadamente lenta, Regulus se desataba la corbata como si de repente le ahogara.
Regulus posaba sus manos en los hombros de Coraline masajeando unos segundos y apartándose rápidamente. Coraline comenzaba a necesitar más de ese tacto sobre su piel y Regulus sabía perfectamente lo que hacía.
Era un juego demencial. Necesitaban comerse la boca de una vez. Regulus no descansaría hasta devorar esos labios de fresa.
Oh, cariño, se estaban llevando a la locura de la necesidad.
El fuego se desató después de la reunión mensual. Cuando se quedaron a solas la tensión se hizo palpable. Plata y bronce se encontraron en una lucha de miradas. Ninguno estaba dispuesto a ser el primero en ceder.
— ¿Vas a seguir jugando? — Cuestionó Regulus con voz grave.
— Esto no está bien. — Dijo Coraline con tono burlón.
— No, está demasiado bien. — Respondió Regulus acercándose peligrosamente a ella.
La acorraló en la pared como un depredador a su presa. Coraline no apartó la mirada, sino que mantuvo el contacto visual mientras lo agarraba de la corbata acercándolo aún más.
— Entonces… ¿He sido mala, jefe? — Susurró Coraline.
— Mucho. — Dijo con voz ronca Regulus.
Y antes de poder decir algo más, Regulus atrapó sus labios en un beso demandante y posesivo. Estaba cayendo por ella, tan lento y frustrante, la necesitaba en ese mismo instante.
Porque, oh, cariño, ahora solo podían dejarse llevar por sus instintos más primitivos.
— Gané. — Susurró Coraline contra los labios de Regulus.