ID de la obra: 1446

Es complicado

Het
NC-17
En progreso
3
Tamaño:
planificada Mini, escritos 17 páginas, 4.272 palabras, 3 capítulos
Descripción:
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Capítulo 3

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—Este es mi gato.—Mostró, sonriente, una foto de su mascota, en su celular. Jax se veía algo pasado de copas. —¡Es muy lindo!—Ragatha bebió de su tarro de cerveza. Llevaba 6 tarros ya, por lo que, sí, estaba ya muy borracha. —Esta foto es de cuando estaba obeso.—Ragatha lo juzgó con la mirada.—Ya sabes, uno ama tanto a los animales que sin darte cuenta, los engordas.— Ragatha se limitó a reír. Llevaba toda la noche riendose de los chistes absurdos de Jax. Y Jax se dió cuenta de eso, y también se dió cuenta de que disfrutaba hacerla reír. Le gustaba su sonrisa. Este mismo continuó. —Y esta...—Dirigió su celular hacia su vista, para cambiar de imagen y al instante regresarlo a la vista de la pelirroja.—...esta es de ayer, ¡Con un visible cambio en su peso!—Dijo entusiasmado por la idea de hacer las cosas bien... con su gato. Pero Ragatha, vio todo lo contrario. Seguía siendo el mismo gato obeso, sin ningún cambio. —Pero yo lo veo exactamente igual.—Se sincero la pelirroja. —¡¿Qué?!—Respondió sorprendido.—¿Cómo te atreves?—Guardó su celular y cruzó sus brazos.—Mi gato se sentirá muy ofendido al escuchar eso de ti.—La miró, "indignado" por el desprecio hacia el "cambio" de su gato. —¿De mí?—Ragatha recibió otro tarro de cerveza de la mesera.—¿Lo conoceré?—Le dió un sorbo a su cerveza, mientras esperaba una respuesta. —Así es.—Jax le sonrió.—Iremos esta noche a mi departamento.— Ragatha casi se atraganta con aquel sorbo que iba apenas pasando por su garganta. No entendía el porque había tanta amabilidad por parte de este joven. Jax la invitó, sin ninguna intención por detrás. Desde que conoció a Ragatha sintió, de alguna manera, una linda y genuina conexión entre ellos. Quería formar una linda amistad, y ganarse la confianza de su nueva alumna, ya que a sus ojos, sería más difícil de tratar, más que los demás. Pero solo basto con una gran cantidad de cervezas para que la pelirroja confiara plenamente en él. —No lo se Jax...—Ragatha dejó su tarro a un lado y lo miró directamente a los ojos.—Mañana tengo que trabajar, y bueno, lidear con la resaca será difícil.—Llevó una de sus manos a su nuca.—No puedo desvelarme.— —No estas tan inconsciente después de todo.—El moreno le dedicó una sonrisa burlona. —Nop.—Acercó de vuelta a frente de ella su bebida para continuar tomándola.—Pero no tardaré mucho en dejar de estarlo.—Finalizó con un gran sorbo de su cerveza. Hubo un pequeño silencio, el cual Jax rompió. —Tengo una pregunta que hacerte.— —¿Cuál es tu pregunta?—Ragatha lo miró con curiosidad. —¿Por qué me miraste con cara boba aquel día frente al edificio?— La pelirroja escupió el trago de cerveza que estaba a punto de pasar por su garganta. —¡¿QUÉ?!— —¡Si! Ese día me miraste con ojitos chillones.—Jax imitó, de forma exagerada, la mirada que Ragatha tuvo hacia él ese día. —¡Basta!—La pelirroja se llevó sus manos a su rostro, completamente rojo, avergonzada. —Jamás podría olvidar esa mirada.— —¡Bien! ¡Si te miré!—Jax sonrió, victorioso. Ragatha continuó.—Pero lo hice porque me quedé asombrada. Jax borró la sonrisa de su rostro lentamente. —Me sorprendió ver con que habilidad tocabas la guitarra, y la melodía tan linda que sonaba.—Se llevó una mano a su nuca.—Me hizo sentir admiración el tan solo verte, y me dió esperanza.— —¿Esperanza?—Respondió Jax. —Si, porque me hizo sentir algo en el corazón. Me hizo sentir emoción y alegría. Algo que nunca había sentido, no más de una vez. Es por eso que me animé a tomar clases de guitarra, para no dejar de sentirlo.—Tomó un momento para mirarlo a los ojos.— Es este sentimiento de siempre sentir que mi vida era muy monótona, y al fin encontrar algo que me hiciera sentir viva, fue, emocionante. —Hizo una breve y última pausa.—Y porque me gustó como tocas.—Finalizó con una sonrisa. —¿En serio?—Jax parecía sorprendido, era la primera vez que escuchaba y presenciaba que su música y sus clases, movían los pensamientos de alguien. —Si.—Ragatha le sonrió.—Todo se lo debo a mi maestro Jax.— El pelinegro comenzo a sonreír lentamente, se sentía bien recibir tanta admiración. - - - - —Bien creo que tendremos que pedir un taxi.—Sentenció Jax, mientras miraba su celular. —Pero vamos a lugares diferentes.—Ragatha ya se encontraba en estado de ebriedad. —¿Dónde vives?— —En la calle Amsterdam.— —¡Yo vivo cerca de ahí! Podemos irnos juntos.—Gritó entusiasmado Jax, para después rodear con un brazo los hombros de Ragatha, la pelirroja comenzó a reírse y asintio con la cabeza. —Bien, entonces...—La pelirroja se detuvo al mirar a el menor alejándose.—¿Qué hace, maestro?— Jax se dirigió a una máquina de monedas, la cual tenía en su interior distintos llaveros de diferentes figuras. Tomó una moneda de su bolsillo, la insertó en la máquina, giró la perilla y después de un sonido pequeño de caída, tomó el llavero que salió de esta. —¿Qué es eso?—Preguntó con curiosidad Ragatha. —Es tu regalo atrasado de cumpleaños, además de la cena y las cervezas.—Jax le sonrió de oreja a oreja mientras le ofrecía el llavero que obtuvo en la máquina. El llavero era un simple conejo de color morado, con una argolla de la cual colgaba. A Ragatha le brillaron  los ojos en cuánto lo vió. —¿En serio?— —Si.— —¡Es muy lindo!—La pelirroja lo tomó, emocionada por su simple, pero lindo regalo. —Espero no le resulte absurdo mi regalo, señorita.— —¡Para nada! Es muy simbólico.— —¿Por que lo dice?— —Por que el estar hoy junto a ti, la invitación, y el momento tan agradable que pasamos, lo hace especial, porque será un recuerdo de lo bien que lo pasé con usted maestro.—Ragatha le sonrió ampliamente. Jax no supo que responder, por lo que únicamente correspondió a la sonrisa de Ragatha. El taxi que Jax solicitó por internet no tardo mucho en llegar y se estacionó frente a ellos. Jax abrió la puerta frente a él, se hizo a un lado y le brindó el paso a la pelirroja, esta le dedico una sonrisa y se subió al auto. Jax se subió tras de ella y cerró la puerta. —Primero vamos a la calle Rockford, después yo le indico en donde me bajo.— Le indicó la pelirroja al taxista, el cual asintió. —Me la pase genial, Jax.—Ragatha llevó su cabeza hacia atrás y continuó, mientras miraba al techo.—Muchas gracias por invitarme.—Dirigió su mirada hacia él y le sonrió. Jax le devolvió la sonrisa. —No hay de que. Me la pase bien también.— —Espero no te haya sido aburrido pasar tiempo con alguien mayor y aburrida como yo.— —Por favor señorita, no es si quiera tan mayor, además para nada es aburrida.— —¿Eso crees?— —No lo creo, es la verdad.—Le dedicó una sonrisa sin mostrar los dientes. —Gracias, Jax.—Ragatha empezó a quedarse dormida.—Eres muy amable.—Finalizó para, inconscientemente recostarse en el hombro del pelinegro. Este se sorprendió, sin embargo no quiso moverla o despertarla. La miró y sin querer, se le escapó una sonrisa de ternura, lo cual, no le molestó. —¡No puede ser! ¡No me se la dirección de la señorita Ragatha!—Pensó. Llevó su mirada a la ventana, preocupado. —Supongo que no hay nada más que hacer.— Jax llevaría a Ragatha a su departamento, pues no sabía a donde más llevarla. - - - - —Señorita Ragatha.—Dijo en un susurro, tratando que la pelirroja entrara en razón. Abrió la puerta de su departamento y con mucho esfuerzo en cargar a Ragatha, pudo entrar con ella en brazos. Cerró la puerta tras de él, llevó cargando a Ragatha hacia su cama, y con cuidado, la acomodo suavemente. —Bien, lo logré.—Jax se llevó sus dos manos a la cintura y soltó un gran suspiro. Después de descansar por unos cuantos minutos, Jax miró a Ragatha, que estaba profundamente dormida en su cama. La pelirroja aún mantenía su ropa de oficina puesta, por lo que Jax pensó en hacerla sentir más cómoda. Fue hasta su ropero, de donde sacó una camisa de una banda de rock, la cual usualmente usaba para dormir. Fue hacia su cama e intento despertar a la pelirroja. —Señorita Ragatha.—Susurro para ella, lo cual no funcionó.—Señorita Ragatha.—Una vez más susurro, sin tener éxito. Jax, llegando al límite de su paciencia, pensó en una muy mala idea. —Bien señorita, trataré de hacer lo más posible para no verla.— El pelinegro tomó a Ragatha por los brazos, la levantó y con sutileza la sentó en la cama. Posterior a eso, cerró los ojos. —Le juro que no veré ni tocaré más de lo necesario.— Con tacto suave, identificó el área donde se desabotonaba la camisa de Ragatha. Tratando de no tocar más que los botones, empezó a quitarle la camisa con cuidado, sin siquiera rosar la piel de la pelirroja, todo esto mientras mantenía los ojos cerrados. Estando a punto de desabrochar el último botón, una secuencia de posibles sucesos llegó a su mente. —¿Que tal si se enfada y piensa que eres un depravado?—Pensó para sí mismo. Dió un suspiro y, continuando con los ojos cerrados, desabotonó ese botón. Palpó con las manos su alrededor para encontrar la playera que había seleccionado, se la colocó en sus piernas y continuó con lo más difícil, quitarle la camisa. Nuevamente hizo un ligero camino por el brazo de Ragatha para encontrar la apertura de un lado de la camisa y con movimientos suaves, empezó a retirar poco a poco la prenda. Después de muchos minutos, logró su obejtivo. Venía el último paso, colocarle la camisa. Lo cuál resulto ser más sencillo de lo que esperaba. Solo hizo en grande el hoyo por donde entra la cabeza, palpo con cuidado dónde se encontraba la cabeza de Ragatha y se la colocó.  Con cuidado busco los brasos de la pelirroja y los introdujo en los hoyos de la playera donde van estos mismos. Permaneció hasta el último instante con los ojos cerrados, y cuando estaba seguro de que no vería nada íntimo de Ragatha, abrió los ojos. Y efectivamente, había logrado colocarle la playera perfectamente, y sin verla ni siquiera un instante y solo tocandola lo más necesario posible.  Nuevamente la cargo por los brazos para regresarla a la posición anterior e irse a dormir, sin embargo, cuando la tenía ya en brazos, Ragatha se dejp caer en su hombro derecho. Jax se quedó inmóvil, pues la cercanía que tenía con ella y lo que vivió hace dos minutos lo tenía alterado. Ragatha, sin estar consciente, se dejó caer en la cama, llevándose al pelinegrp consigo, que estaba distraído. Jax quedó frente a ella, casi encimado sobre ella, mirándola dormir, tan tranquila. Un ligero sonrojo se hizo presente en sus mejillas, ya que estaba a centímetros de su boca. —Esto... No está siendo fácil para mí.—
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