ID de la obra: 1457

Shishitoren's princess | Umemiya Hajime

Het
NC-17
Finalizada
2
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
46 páginas, 13.440 palabras, 22 capítulos
Descripción:
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5

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Caminaba sola por las calles de Makochi. Si algo le gustaba a Ame era lo tranquila que resultaba esta ciudad. Durante un tiempo no fue así, pero ahora podía sentirse segura en sus calles. Pestañeó un par de veces intentando borrar malos recuerdos, dispersándolos a lo profundo de su subconsciente. Se concentró en la tienda que estaba enfrente y que era su objetivo. Debía comprar algunos productos alimenticios básicos, y es lo que haría. — Hmmm, iré primero al pasillo de repostería. — Se dijo así misma. Tenía planeado cocinar algunas galletas para los chicos de Shishitoren. Estaba segura de que les gustaría y era una forma silenciosa de agradecer su tiempo y paciencia. — Veamos… ¿Qué más necesito? — Escuchó decir a alguien. Aunque lo importante no era eso, sino de quién era la voz. Ame giró su cabeza hacia el sonido de la voz. Y allí lo vio. Umemiya Hajime. Sonrió sutilmente, a una parte de ella le gustaba la casualidad de encontrarlo. Ume pareció notarla pues sus ojos azules se posaron en la chica de Shishitoren. Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro del chico y se adelantó hacia ella. — ¡Hola Ame! — Saludó eufóricamente Umemiya. Ame soltó una leve carcajada. Le gustaba que el líder de Furin pareciera tener mil facetas por descubrir. — Hola Umemiya-San. — Saludó. Comenzaron a moverse juntos, compartiendo un momento tan cotidiano mientras conversaban. Ume le indicaba dónde se encontraban algunos productos ya que se sabía los pasillos de memoria. — ¿Entonces estás en segundo año? — Preguntó Umemiya. Ame asintió. — Sí, en un instituto que está a las afueras, cerca del territorio de Shishitoren. — Comentó. — Oh, claro. Tiene sentido, por eso conoces a Tomiyama y los demás. — Dijo Umemiya. — No exactamente. Nunca pensé involucrarme con una pandilla, pero las cosas se dieron así. — Dijo con simpleza Ame, aunque se la notaba incómoda con ese tema. Umemiya la observó unos segundos antes de sonreír y dar unas suaves palmadas en la cabeza de la chica. Ame lo miró con una de esas miradas que Umemiya juraría que no podría olvidar. — ¿Qué flores te gustan? — Cambió de tema bruscamente Umemiya. — ¿Eh? Nunca lo he pensado. — Ame se fijó en el cabello blanco de Umemiya y pensó que tal vez unas flores de ese mismo color le gustarían. —  Tal vez las rosas blancas. — Dijo ella dudosa.  — Bien, entonces tendrás que venir un día a visitarme a Furin. Plantaré unas rosas blancas y me ayudarás a cuidarlas. — Dijo Umemiya feliz. Y como nadie podría negarse ante el entusiasmo de Umemiya, Ame simplemente asintió con una sonrisa pintada en sus labios. Porque en el fondo sentía que ese hombre le daba la tranquilidad que necesitaba. Era raro. Con los chicos de Shishitoren se sentía en calma, sin embargo, no era lo que sentía ahora. Ahora sentía una sensación no conocida burbujear en la boca de su estómago, porque Umemiya era tan adorable a la vez que poseía un aura de fuerza, que era fácil sentirse bien ahí, tan bien que no quería irse. Ambos terminaron sus compras. Se despidieron en la entrada de la tienda. Al mayor le hubiera encantado acompañar a Ame, pero sabía que Kotoha lo mataría si retrasaba más con lo que le había pedido que comprara. Vio a Ame desaparecer con una sonrisa, y tomó camino hacia Pothos.

***

En la intimidad de su hogar, Ame colocó todo lo comprado en la cocina. Como siempre, nadie la esperaba, aun así, ella saludaba en voz alta al llegar. Aun sabiendo que su padre estaba muy ocupado trabajando y pasando tiempo con otras personas. No lo culpaba, ella a veces también quería alejarse de todo. “No importa” Se dijo a sí misma. Porque era así, no importaba la soledad porque ya no se sentía tan sola. Porque ahora tenía amigos que la ayudaban en momentos difíciles. Además, estaba esa agradable sensación que la acompañaba desde hace un rato, desde que vio a Umemiya. Puso música de fondo y se dispuso a comenzar a preparar las galletas. Total, no tenía algo mejor que hacer y le apetecía distraerse con algo productivo. Todo con una sonrisa tonta en su rostro porque no sabía cómo borrarla. Sin pensar mucho en por qué tomaba más cantidad de masa para hacer una ración extra de galletas, tarareaba una canción mientras mezclaba la masa con pepitas de chocolate con leche y blanco. Tal vez se tomaría en serio la invitación a Furin. Solo tal vez.
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