***
Un puño directo impactó en el rostro de Hanzo. Umemiya iba con todo. Su fuerza desbocada con una sola cosa en su pensamiento: vengar a su reina. Porque Ame era la reina y Umemiya era el rey. Puede que no se hubiera dado cuanta de sus sentimientos reales mucho antes, puede que hubiese intentado ir despacio, pero ahora todo se desbordaba de él, dejando clara la necesidad de recuperar a la que le robó el corazón sin darse cuenta siquiera. Así que Hanzo intentaba seguir el ritmo, no dejarse vencer. Pero todo intento era inútil porque el líder de Bofurin era demasiado fuerte y hábil. Y Hanzo era un manipulador, pero no un buen luchador, él jugaba con la mente de las personas, con el terror, pero así no podría ganar esta vez. — ¿Realmente crees que ella te espera? — Se burló Hanzo. — Ame es mía y siempre lo ha sido. — Soltó con desprecio. Umemiya no se inmutó ante esas palabras. Él sabía que no era cierto. Él sabía que Ame no se había rendido ante Hanzo. Eso es lo que su corazón le decía. — Ella nunca te pertenecerá. — Replicó Umemiya con voz ronca por el esfuerzo y la emoción. — Ella pertenece a la libertad, a la felicidad y a todo lo que ella desee. — Dijo dándole el golpe final a Hanzo. Los hombres de Hanzo comenzaron a abandonar a su líder. Hanzo había perdido su poder, ahora yacía en el suelo, humillado, derrotado, con el orgullo herido. Y la mirada de Umemiya era la promesa de algo mucho peor si Hanzo se atrevía a volver a hacer daño a Ame.***
Con el corazón desbocado, Umemiya corrió por las escaleras por las que antes había desaparecido Choji. Caminó por los viejos pasillos. Había hombres inconscientes en el suelo, pero no le importaba. Llegó hacia una puerta entreabierta. Aceleró sus pasos con urgencia, encontrándose con la imagen de Ame llorando en los brazos de Tomiyama. Umemiya se acercó con lentitud ahora. Como si estuviera asimilando que al fin volvía a verla. Como si intentara no asustarla más. Se unió al abrazo. — Estamos aquí, ya todo pasó, mi reina. — Susurró suave Umemiya.