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La casa de Ame se sentía fría. Era cruel pensar que su padre ni siquiera notó su ausencia. Y, a pesar de todo, Ame se sentía bien por una vez. Solo quería tirarse en su cama y respirar, tan solo eso. Choji se fue con los demás miembros de pandilla. Sin embargo, Umemiya no quiso irse, fue imposible convencerle de que la que estaría bien sola. Para Umemiya dejar a Ame no era una opción. Tenía muchas palabras atascadas en la garganta, palabras que quería gritar, pero la emoción no le permitía siquiera susurrar. Así que se mantuvo al lado de Ame. En un silencio cómodo, en una calma que sana el alma. Ame se sentó en el borde de su cama, Umemiya tomó asiento a su lado mientras tomaba una mano de Ame entre las propias y besaba el dorso de su mano. — No vuelvas a arriesgarte así. Fue una locura y yo…estuve tan preocupado. —Murmuró apenas Umemiya. Ame se mordió el labio inferior, luchando contra el llanto que amenazaba con comenzar nuevamente. — Creí que era lo mejor para todos. — Dijo bajito Ame. Umemiya negó con la cabeza. — Nunca sería lo mejor si el precio es perderte a ti. Los chicos de Shishitoren te adoran, incluso Bofurin te adora, yo te adoro. — La voz de Umemiya se quebró al final. Y ahí estaba, el hombre más fuerte en la cima de Bofurin, rompiéndose en lágrimas amargas. Ame lo rodeó con sus brazos en un tierno abrazo. Ella también comenzó a llorar, sintiendo que el mundo se caía a pedazos, pero ya no dolía. Era solo una herida que debían sanar. Y mientras Ame tuviera cerca a Umemiya, la vida tenía sentido.***
La noche cayó en Makochi. Ame dormía pacíficamente acurrucada en su cama. Umemiya, en un silencio solo interrumpido por la suave respiración de Ame, la observaba dormir. Umemiya no podía sacarse de la mente el miedo que sintió al creer que perdería a una persona importante otra vez. Pero ahora Ame está salvo. Y él no permitirá que algo así se repita, o al menos permanecerá a su lado para protegerla de cualquier peligro. El corazón le late acelerado, parece imposible dormir esa noche. Demasiado alerta como para descansar. Sin embargo, una sonrisa se dibuja en sus labios, una sonrisa genuina al mirar a Ame. ¿Cómo podía amarla tanto? Ya no se permitiría perderla.