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Umemiya se acercó a pasos calmados. Sus manos en los bolsillos de sus pantalones y su chaqueta ondeando con el viento. Su mirada fija en Ame que aún observaba las flores. Una corriente eléctrica podía sentirse en el ambiente. Para Umemiya era el momento perfecto para hablar de sus sentimientos. Porque ya no podía aguantar más, porque necesitaba hacer saber a Ame que ella es su persona especial, la más importante de maneras tan complejas. Se acercó y se sentó en el suelo al lado de la chica. Mantuvo el silencio unos minutos. Ambos disfrutando de la compañía silenciosa. — Son hermosas ¿Verdad? — Preguntó Ame mirando las flores aún. — Sí, lo son. — Respondió Umemiya, aunque él la miraba a ella. Ame movió la cabeza para mirarlo. Sus ojos oscuros conectaron con la mirada azul de Umemiya. Ella sintió que el mundo se ralentizaba. Que todo dejaba de girar y ahora solo existía Hajime Umemiya. Su mirada brilló, con ese brillo que denota amor. — Esa mirada… eres tan hermosa. — Susurró Umemiya. Ame se sonrojó de inmediato, pero no apartó la mirada, sino que sintió una conexión magnética que le impedía apartar los ojos de él. Umemiya levantó la mano hasta llegar a la mejilla de Ame, acarició suavemente, con ternura contenida, con amor que aún no ha sido verbalizado y, aún así, era evidente y real. Sus corazones latiendo a una velocidad desesperada. El mundo parecía contener el aliento. Y en ese momento, Umemiya acortó toda distancia, sus labios se encontraron con los de Ame, en un beso dulce y lleno de sentimiento. Porque quizá no necesitaban hablar: solo necesitaban actuar sobre sus sentimientos.19
8 de diciembre de 2025, 10:51
El ruido del bullicio era agradable. Todos se encontraban reunidos en la azotea de Furin. Tanto miembros de Bofurin como miembros de Shishitoren.
Las chaquetas naranjas contrastaban con el uniforme verde y las risas resonaban en el ambiente. Una muestra de camarería y compañerismo, unidos por el mismo motivo de celebración.
Ame se encontraba rodeada de sus compañeros más cercanos mientras que en la distancia podía notar la mirada de Umemiya sobre ella. Y era agradable saber que él estaba allí.
Tal vez mucho más que agradable. Ahora Ame tenía tiempo de pensar en sus sentimientos. Tenía tiempo para entender qué es lo que anhela, lo que necesita y quiere.
Y todo acababa en Umemiya.
Choji hablaba de lo deliciosa que era la comida recién hecha, mientras que Togame trataba de controlar que Choji no recorriera la azotea por quinta vez. Sako hablaba con Hiragi y Kaji. Kanuma y Arima se quedaron al lado de Ame.
Kanuma parecía estar escondiéndose de Suo, como ya era habitual, y Arima esperaba el momento oportuno para hablar.
Arima le dio un suave codazo a Ame. — Mira, te está observando tu admirador. — Dijo en tono de broma señalando a Umemiya.
— Cállate. — Pidió Ame.
Porque se sentía avergonzada de que todo fuera obvio para los demás menos para ella. Porque sentía sus mejillas calentarse y ruborizarse. Y todo era culpa de esa mirada azul.
Arima soltó una risa, claramente divertido con la situación.
— Deberías hablar con él. Tú le quieres y él te quiere, no es tan complicado. — Habló Arima aún con una sonrisa en su rostro.
— No digo que sea complicado. — Murmuró Ame.
Arima y Kanuma le prestaron más atención, ahora más serios.
— Entonces… ¿Cuál es el problema? — Preguntó Kanuma.
— Que me da vergüenza confesarme. — Admitió Ame.
Arima volvió a reír. Mientras que Kanuma se tapó la boca para no reír también.
— ¿De verdad crees que para él no es obvio? — Dijo entre risas Arima.
Ame no supo qué más decir, en cambio caminó hacia el huerto de Umemiya en la azotea, dejando atrás a sus amigos que aún reían.
Se sentó en el suelo observando las flores, esas rosas blancas que ya habían florecido. Sonrió con dulzura recordando a Umemiya y los momentos que pasaron, aunque pocos, demasiado importantes para ella.
Su mente divagó hacia lo que podría pasar si admitía sus sentimientos. Si se dejaba llevar por ese amor, si comenzaba a caminar de la mano de Umemiya por esta vida.
Sonaba tan bien.
Umemiya es el sol de invierno. Ese sol que calienta de forma reconfortante, que te acaricia la piel sin quemarte. Y Ame quería que ese sol brillara eternamente.