Capitulo VIII. La verdadera señorita sol.
20 de mayo de 2025, 14:30
—Adiós... mi vieja yo, a Yuri, Mayuko...—La joven de ojos ámbar miró el cielo y observó el bello brillo de los radiantes rayos de sol, y fue entonces que sonrió.—Adiós, mi adorable sol y a mi luna...—Pronunció finalmente mientras se soltaba y daba un paso hacia adelante, para que la gravedad hiciera lo suyo.
Kuon, al dar ese último salto, solo cerró sus ojos, derramando sus últimas lágrimas. Por un momento, pensó que había alucinado cuando escuchó un grito con su nombre, siendo la voz de su amado Señor Luna, pero eso era imposible a sus ojos, ya que él siempre hizo todo para evitarla y mantenerla alejada. Así que pensó que solo fue su ilusión ante su último suspiro. Cuando sintió que caía mientras cerraba sus ojos esperando su final, en vez de eso, sintió cómo se detuvo de un jalón y de golpe. Cuando la chica volvió a abrir sus ojos cristalinos, se dio cuenta de que colgaba desde las alturas. Fue entonces cuando ella alzó su mirada, para ver quién la sujetaba de su mano.
Dándose cuenta de que quien le había salvado la vida era el mismo francotirador, quien apenas la había alcanzado. Con su otra mano sujetaba el barandal mientras su pierna servía como soporte para poder sujetarla sin que él cayera. Esta vez, el hombre no poseía su máscara, lo que permitía ver sus ojeras y sus labios partidos, teniendo un gesto de seriedad y coraje combinado. Sus ojos brillaban con determinación por evitar su muerte.
Kuon no entendía nada, ¿cómo es que él estaba aquí?
—¡MALDITA IDIOTA!—gritó el hombre con ira, mientras la sujetaba con tanta fuerza que ella juraba que un paso en falso y caería. Él recordó esos fragmentos de segundos cuando se lanzó para salvarla a pesar de su miedo a las alturas. No dudó un segundo en brincar del barandal, sujetarse y tomar su mano a tiempo. Nunca fue grosero y siempre fue caracterizado por ser un caballero, pero en esos momentos simplemente ya no podía serlo, porque estaba tan enojado con Kuon por haber hecho la peor estupidez del mundo.
La chica, al escucharlo, no dudó en derramar lágrimas en silencio mientras no podía dejar de mirarlo, sollozando derrotada, porque ni siquiera podía hacer algo bien, como su suicidio, sin que se diera cuenta de que la habían seguido. Makoto simplemente guardó silencio y, con todas sus fuerzas, logró subir, logrando que Kuon subiera y jalarla hacia el piso del rascacielos, donde aterrizó sin cuidado alguno. La chica, al sentir el suelo bajo sus pies y manos, no dudó en llorar en silencio porque se sentía tan patética.
Ya ni siquiera sabía qué haría después de esto. Lo había intentado todo para evitar el dolor y la propia agonía que sentía cuando pensaba en lo que perdió y sentía que nada había cambiado. Aunque se esforzara, a sus ojos no había cambios. Pero el límite fue escuchar a Yuka, quien se veía más unido a la enmascarada que controlaba a otro francotirador. Por esa razón, supo que ya no tenía nada por qué pelear. No tenía a dónde ir, ni siquiera si volviera al mundo real, donde otro infierno le esperaba al lado de su familia.
Se rindió de pelear, así que lloró más fuerte mientras cubría su cara con sus manos, haciendo que el hombre jadeante la mirara desde atrás, viendo cómo se derrumbaba. Estaba tan agobiado y estresado que pensaba que iba a tener un colapso cuando creyó que había llegado tarde.
—¡¿Qué haces aquí?!—la voz de Kuon sonó en un grito molesto, dirigiéndose al francotirador, que más que decepcionado, terminó por enojarse porque simplemente para él estas acciones eran tan inaceptables.
—¡¿Qué hago yo aquí?! ¡Más bien! ¡¿QUÉ DEMONIOS INTENTABAS HACER?!—Las palabras de Yuka brotaron de su boca con una fuerza que apenas reconoció. Su voz temblaba con la intensidad de sus emociones; cada palabra brotaba de él con una fuerza palpable. Fue un eco de la tormenta que rugía dentro de él. Se acercó a Kuon, sus manos temblaban de ira contenida mientras luchaba por contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse.
Kuon se quedó en silencio unos segundos, mientras escuchaba cómo el Señor Luna le gritaba con coraje, sin entender nada. Pero ya había tenido suficiente, por lo que ella no seguiría permitiendo que le gritaran.
—¡A TI QUÉ TE IMPORTA! ¡¿QUÉ HACES AQUÍ DE TODOS MODOS?! ¡SE SUPONE QUE NO QUERÍAS VERME MÁS, TE ESTOY HACIENDO EL FAVOR DE DESAPARECER DE TU VIDA!—Ella respondió con desesperación. Cada palabra que salía de sus labios era un eco de su dolor. Se sentía atrapada en un torbellino de emociones contradictorias, luchando por encontrar una salida de la oscuridad que la consumía. No entendía por qué Yuka estaba allí, por qué seguía preocupándose por ella después de todo lo que había hecho.
Pero en el fondo de su corazón, sabía que lo que realmente quería era que Yuka la detuviera, que la abrazara y le dijera que todo estaría bien. Pero sus palabras estaban llenas de amargura y desesperanza, reflejando la profunda herida que llevaba dentro.
El nombrado, por su parte, estaba sorprendido de tan crueles palabras, y al mismo tiempo sintió que iba a vomitar por cómo se expresaba. Jamás en su vida pensó escuchar a Kuon decir algo así. Cuando siempre fue su sol brillante, iluminando su camino en ese mundo tan abominable. Makoto sintió como si un puñetazo invisible le hubiera golpeado en el pecho al escuchar las palabras llenas de desesperación de Kuon.
—¡¿CREES QUE HACIENDO ESTO ES LO CORRECTO?!—respondió con ira ante sus palabras.
—¡¿CÓMO NO SERÍA CORRECTO SI YA ME DEJASTE CLARO QUE ODIAS MI PRESENCIA?!—Kuon no iba a dejarse al mismo tiempo que estaba aún en el suelo. Sus ojos mostraban su depresión e ira por querer hacer lo que a sus ojos era lo correcto, pero ya no sabía qué más podía hacer cuando el hombre le volvía a reclamar por sus acciones.
—¡NO TE ATREVAS A TARGIVERSAR LAS COSAS! ¡¿CÓMO QUERÍAS QUE ME SINTIERA DESPUÉS DE QUE ME MENTISTE TODO ESTE TIEMPO?!—respondió de nuevo en gritos, mientras sentía que su respiración aumentaba. Por un momento, sentía que iba a explotar o tener un colapso.
—¡YA ME DISCULPÉ POR HABERLO HECHO!—volvió a contestar la mujer.
—¡UNA DISCULPA NO ES SUFICIENTE, CUANDO ME HAS MENTIDO TODO ESTE TIEMPO! ¡NO SABES EL PUTO DAÑO QUE ME CAUSASTE POR ESO!—Él señaló a la chica mientras sentía cómo su cara ardía de ira.
—¡LO SÉ PERFECTAMENTE, YA LO ESTOY PAGANDO!—volvió a responder Kuon, quien estalló de nuevo en llanto y dolor. Yuka, por su parte, no iba a seguir gritando. Esto era demasiado para él; estaba hecho trizas. Sentía que su corazón iba a explotar y dolía como el mismísimo infierno, porque la chica frente a él solo lloraba descontroladamente. Todas sus emociones estaban tan descontroladas que simplemente ya no sabía qué hacer. Pero tenía tanto miedo y dolor en su corazón. Vivir sin ella y cómo habían terminado las cosas había hecho que entrara de nuevo en esa ansiedad que lo carcomía como antes.
Pero cuando vio que ella aún tenía ese pensamiento tan negativo sobre sí misma y cómo quitarse la vida, cosa que el Señor Luna quería llorar al punto de la desesperación, fue entonces cuando la miró fijamente y notó por fin su estado de salud. La imagen de Kuon era simplemente desoladora. Sus ojos, una vez llenos de vitalidad y determinación, ahora estaban opacos y vidriosos, reflejando el agotamiento físico y emocional que la consumía desde adentro. El rostro de Kuon estaba pálido y demacrado, las ojeras marcadas bajo sus ojos como sombras oscuras de un pasado tormentoso. Su cuerpo temblaba ligeramente, como si apenas tuviera la fuerza para mantenerse en pie. Sus manos se veían tan frágiles y delgadas que se notaba su clara desnutrición. Yuka podía ver cómo se aferraba a sí misma, como si tratara desesperadamente de contener el vendaval de emociones que la amenazaba con arrastrarla hacia la oscuridad.
En ese momento, Yuka se dio cuenta de la magnitud del sufrimiento de Shinzaki. Había luchado tanto y había soportado tanto dolor en silencio que su espíritu estaba al borde del colapso. Se sintió impotente ante la devastación que veía delante de él, deseando con todo su ser poder hacer algo para aliviar el sufrimiento de la chica, pero sin tener idea de por dónde empezar.
El dolor en su pecho se intensificó mientras contemplaba el estado de su amada y tan odiada. Quería ser su salvador de nuevo, a pesar del dolor que le provocaron sus mentiras. Aun así, simplemente ya no aguantó más y se derrumbó. Él la amaba tanto que sentía la agonía en su corazón al seguir manteniéndola alejada. Ahora que veía la verdad y cómo ella había ocultado su estado, supo que ella jamás pudo superarlo.
El Señor Luna sintió cómo sus lágrimas bajaban por sus mejillas y dio un paso adelante, luego dos y después tres. Antes de que se diera cuenta, había caído de rodillas para abrazarla con tanta fuerza que sentía que si la dejaba, su sol iba a desaparecer. Kuon se quedó impactada, tanto que dejó de llorar y simplemente quedó paralizada, sin poder corresponder porque estaba tan confundida, sin saber si era real o no.
Pero Yuka, a pesar de todo, seguía abrazándola, ocultando su cara entre el hueco de su cuello, liberando sus lágrimas. En ese momento, en vez de sentir odio o resentimiento, al tomarla sintió que todo comenzaba a desaparecer, como si fueran los de antes. —¡De verdad eres una tonta! ¡Si te pierdo ahora me volvería loco!—pronunció con un horrible nudo en su garganta, mientras dejaba fluir sus lágrimas llorando con ella.
Al escuchar eso, Kuon simplemente paró. Sus sollozos solo podían ser escuchados por él y el sol. —¡Lo-lo siento! ¡Lo-losiento por todo, Yuka! ¡Ya no sabía qué más hacer!—dijo la mujer entrecortada y en lamentos, alzando poco a poco sus manos para aferrarse a la espalda del chico, correspondiendo al abrazo, dejando caer su barbilla contra el hombro de su Señor Luna que lloraba desconsolado.
—¿Por qué nunca me dijiste nada? Solo mírate... estás desnutrida, te ves mal. ¿Por qué? ¿Qué te pasó?—El francotirador se separó unos centímetros para poder mirarla directamente a la cara, mientras levantaba su mano y acariciaba con su pulgar la mejilla de la contraria para limpiar sus lágrimas. Se notaba angustiado y preocupado, mientras sus ojos seguían cristalinos y amenazando con llorar más.
La señorita Sol sorbió su nariz mientras cerraba sus ojos y los abría para disfrutar de su toque, dejando caer su mejilla contra la palma de la mano de su amado Luna, sintiendo que poco a poco su alma comenzaba a calmarse de toda esta explosión emocional. —No podía... porque sabía que no querías saber nada de mí.—contestó mientras sentía que iba a desmayarse de todo el agotamiento emocional que sufría.—Y-yo... me sentía tan culpable, q-que... no podía comer, pensar o arreglarme y luego, sumado a que utilizaba tanto mi poder para ayudar a los demás... poco a poco me desgasté.—Ella respondió a cada pregunta como podía, sintiendo que cada segundo su cuerpo se volvía más pesado y entumecido.
Yuka no podía creer lo que escuchaba; ella estaba deprimida hasta el punto de que había llegado a su límite. —¿Cómo es que lo ocultaste todo este tiempo? ¿Por qué no le dijiste a nadie?—preguntó seriamente mientras observaba cómo se dejaba caer suavemente. Él comenzó a sostenerla entre sus brazos mientras pegaba la cabeza de la chica a su pecho.
—¿A quién? Yuri siempre estaba ocupada y sentía que le daba más problemas... nadie más que ella sabía la verdad. No puedo confiar en cualquiera, y menos cuando sepan mi pasado. No tenía a nadie, solo pensé que podía hacerlo yo sola.—contestó la joven sin soltar el cuerpo del chico, queriendo morir en esos momentos.
Yuka no dijo nada más. Podía notar que Kuon estaba en las últimas y estaba colapsando; necesitaba descansar con urgencia. —Shhhh... no hables ya, solo descansa.—pidió el hombre mientras le daba una suave caricia a la cabeza de la chica.
—No... no... si lo hago, desaparecerás.—respondió ella, sin querer dejarse llevar por su propia debilidad, sintiendo miedo de que su sueño terminara y volviera a la realidad.
Pero Sniper negó de inmediato. —Prometo que estaré ahí para ti cuando despiertes.—contestó buscando calmarla. Y antes de que pudiera decir algo más, escuchó que ella decía un balbuceo, pero no la alzó a escucharla, así que permitió que durmiera, sintiendo cómo dejaba caer su cuerpo sin energía y entraba en un sueño profundo.
Nunca pensó que esto terminara afectándolo más de lo normal. Se maldijo por no haber terminado las cosas de forma diferente o por al menos nunca haber pasado lo de esos lunáticos. Solo observó el cielo que comenzaba a tornarse brillante por el sol; apenas había iniciado el día y ya tenían que volver. No quería que nadie se diera cuenta del estado de ambos.
Así que, con mucho cuidado, comenzó a levantarse, aun sosteniendo a la chica, la cual cargó al estilo nupcial. Poco a poco, sin despertarla, ambos ya habían tenido suficiente sufrimiento como para incrementarlo. Yuka miró de nuevo a la chica y sintió una punzada molesta en su pecho, porque ver cómo estaba tan demacrada hacía que se sintiera más miserable, como si creyera que esto era parte de su culpa. Pero no pensó más en eso y siguió adelante al caminar hacia el asentamiento.
Por supuesto que apresuró el paso y al fin pudo llegar al asentamiento. Notó que, desgraciadamente para su suerte, ya había gente que se había levantado a hacer su trabajo, pero en una de las entradas se veía cómo Rika y Yuri parecían hablar de algo serio, y las manos de la menor de las Honjo poseían unas hojas. Pero estos callaron de inmediato al ver cómo el francotirador llegaba mientras cargaba a la chica, provocando que Yuri, al ver esta escena, se asustara y rápidamente corriera hacia ellos. —¡¿Qué pasó?! ¡¿Está bien?!—preguntó alarmada mientras miraba a la chica dormida en los brazos del hombre. Al notar su estado de deterioro, no pudo evitar sentirse angustiada.
—¡Kuon!—gimió en preocupación la mujer al notar a su amiga, aferrándose más a los papeles de sus manos. Ella acariciaría la mejilla de la joven chica, cosa que Yuri gimió con tristeza, queriendo llorar, porque eso significaba que lo que decía la nota que le dejó decía la verdad.—¿Por qué nunca me di cuenta?—se preguntó seriamente mientras quería llorar. Rika, al ver esto, simplemente desvió la mirada con vergüenza, porque se sentía terrible al pensar que también tenía parte de la culpa cuando hace poco había tratado mal a Kuon.
—¿Qué fue lo que pasó?—preguntó el mayor de los Honjo. Yuka, al darse cuenta de la preocupación de ambos, pensó que ya no tenía tiempo para dar explicaciones; solo pensó en dejarla en el lugar y ponerla en una cama para curarla. —Sólo está agotada. Necesitamos curarla, darle algo de comida y mucho descanso. No tenemos mucho tiempo; en serio. Ya nos enteraremos de lo que pasó después.—dijo mientras rápidamente dejaba a la chica en la cama, pero antes de dejarla ir, la tapó con la manta y se acercó a la mujer para ir al médico a que la revisara.
En cuanto Yuka se dio cuenta, ya estaba buscando a la doctora para explicarle la situación, mientras que Rika y Yuri se quedaron al lado de la chica para revisarla, esperando que todo saliera bien, mientras que las lágrimas comenzaban a caer de los ojos de Yuri. En cuanto la señora volvió a despertar, se dio cuenta de lo triste que estaba, pero no podía hacer más, así que esperaría a que llegara el médico para poder actuar.
El francotirador soltó un suspiro—. Sobre todo... solo quiero saber la verdad. Por favor, no vuelvas a mentirme y contéstame con toda sinceridad —rogó el hombre, cansado por todo lo que había pasado entre ellos.
—Lo prometo —contestó de inmediato la joven, sol a su luna quebradiza.
—Lo que me comentaste sobre tu pasado, ¿es la verdad? —hizo la primera pregunta la luna, queriendo respuestas para calmar su corazón herido.
—Lo es, cada palabra que te dije es cierta —el sol no dudó en contestar, porque no tenía por qué seguir mintiendo sobre lo que era y se sintió miserable.
Al escuchar la confirmación del sol, la luna se tensó y entendió que su amor realmente no mentía, ¿o si no, qué provecho sacaría con eso?
—¿Te arrepientes de tus actos? —siguió el señor luna.
El sol, al escuchar eso, solo quiso volver a llorar, así que cerró los ojos y se abrazó con más fuerza—. Sí... me arrepiento cada día de mi pasado y mis acciones. Cada sueño es un recuerdo de la gente que lastimé. No voy a justificar mi comportamiento; realmente estoy arrepentida, y si pudiera remediar las cosas, no dudaría en hacerlo, aun sabiendo que eso significaría poner mi vida en peligro. Pero aunque quisiera poder cambiar el pasado, no es posible, así que lo único que puedo hacer es simplemente disculparme, pero tampoco puedo, ya que esas personas están en el otro mundo y una... nunca volveré a verla —dijo, recordando el caso de suicidio de su compañera. Al pensar en ello, quería llorar de culpa y dolor por haberle causado ese horrible destino.
La luna se quedó en silencio, observando cada expresión de ella. Al principio pensaba si mentía o decía la verdad, pero al ver que ella había estado a punto de suicidarse, se dio cuenta de que lo que decía Kuon era verdad, o al menos quería pensar de esa forma.
—¿Por qué jamás me dijiste esto de ti? —Yuka deseaba saber absolutamente todo para poder dar cierre a ese horrible dolor que lo atormentó por semanas, pero al menos poder hablar finalmente con Shinzaki le traía tranquilidad ante sus respuestas, porque se notaba que la chica realmente era diferente al monstruo que pensó que era.
—Más bien, la pregunta sería... ¿tú realmente me hubieras seguido, confiado o amado si supieras desde un principio la verdad? —preguntó la chica con esa sinceridad, y en su voz se escuchó la suavidad con la que decía las cosas. El francotirador supo la respuesta de inmediato al escuchar su pregunta, y fue entonces que comprendió, hasta cierto punto, sus acciones.
—Supongo que en tu lugar, también trataría de ocultar la verdad sabiendo que podrías alejarte de mí —respondió el hombre, siendo un poco empático con su situación, a lo que Kuon soltó una suave risa irónica.
—Cosa que tenía razón, porque al final pasó —mencionó ella, mostrando una sonrisa agotada y llena de ironía, dejando ver que sus propias inseguridades habían acertado al hacer realidad sus temores. Fue entonces que el señor luna comprendió la razón de su actuar.
—Me arrepiento de haber actuado de esa forma; si hubiera sabido que terminaría dañándonos a ambos, tal vez habría hecho otra cosa —se dijo a sí mismo, queriendo pensar diferente, pero Kuon no se lo permitió, ya que sabía que él mismo sentía culpa que no debía.
La chica se quedó callada unos segundos—. No... tarde o temprano ibas a saberlo, fue mi culpa por haberlo ocultado. Debí decírtelo desde un principio, pero el miedo se apoderó de mí —contestó la joven, queriendo que Yuka desviara la culpa, algo que funcionó de inmediato.
—Tal vez tengas razón... —por último, el hombre solo soltó un gran suspiro lleno de agotamiento—. Kuon, no negaré que realmente tu verdad me hizo bastante daño, pero sinceramente, a estas alturas no puedo odiarte. Ni siquiera pensarlo; cuando me controló la máscara, hice cosas horribles a personas inocentes, y ahora me doy cuenta de que, de alguna forma, pasamos por algo similar. Solo que la diferencia fue que, en vez de una máscara, lo tuyo fueron tus padres, que te criaron de esa horrible forma —respondió mientras se mantenía tranquilo y miraba de reojo a la fémina, quien se encontraba sorprendida por su respuesta—. Pero como me platicó Yuri, como me han dicho los niños y como te he visto lo poco a la distancia, he visto tu cambio y tu arrepentimiento. Y aunque hace poco casi te perdí, supe que realmente estabas tan arrepentida que tu propia culpa te consumió —mencionó Yuka, tratando de mantener la compostura sin romperse por haber permitido tanto.
Kuon se quedó callada sin saber qué decir ante sus palabras, pero aun así, armada de valor, con un tono de voz quebrado y muy débil, preguntó—. ¿Puedes perdonarme? —pidió, con un tono tan lastimero que solo quería saber si podía ser perdonada.
El señor luna, al escuchar eso, abrió sus ojos con sorpresa, para luego volver a mantenerse tranquilo y así poder volverse un poco para quedar frente a frente de la mujer—. Depende... —mencionó mientras quería saber una última cosa.
—¿Depende de qué? —Ella tenía curiosidad por lo que diría su contrario, mientras ladeaba su cabeza mostrando su confusión.
—Kuon... ¿cuando confesaste tus sentimientos hacia mí, fue de verdad o solo estabas fingiendo? —Esa pregunta dejó helada a la nombrada, que sabía que tarde o temprano el hombre preguntaría. Fue entonces, aun temiendo jamás ser perdonada, cuando contestó.
—La verdad... es que también estaba confundida, como te dije, creé esta personalidad para poder sobrevivir y de alguna forma depender de ustedes. Cuando todo se reveló, ni siquiera yo sabía quién era, qué me gustaba, qué odiaba o si realmente te amaba. Durante semanas tuve una horrible inseguridad sobre mis sentimientos que, gracias a Yuri, comencé a pensar en mí misma desde cero: qué me gustaba, qué odiaba, qué quería... hasta qué amaba... y gracias a eso me di cuenta de que de verdad te amo. No mentí cuando te dije que te amo —dijo finalmente la chica, queriendo llorar por todas las emociones cargadas, pero aun así quiso ser sincera y darle su tan esperada respuesta.
Yuka entendió un poco a la chica y supo que no podían seguir así; eran tantas cosas que hacían que ambos se sintieran ansiosos y lastimados. Por eso el señor luna se mantuvo callado, pensando en su respuesta y analizando las palabras de la chica. Fue entonces que supo que su amor por ella tenía que parar por un tiempo por el bien de ambos. Yuka se había enamorado de una farsa, lo cual le dolía, ya que ya no era la señorita sol quien hablaba, sino más bien otra persona completamente diferente, una que desconocía en su plenitud. Lo único que sabía era que le gustaba el arte, las plantas y que estaba enamorada de él. Pero de ahí no sabía nada más de ella.
Por su parte, Kuon sabe perfectamente que Yuka se había desenamorado y entendía que no pudieran estar juntos; ella aún tenía que seguir aprendiendo de su propia persona y amarse para poder seguir adelante, porque sus mentiras habían arruinado lo que quedaba de su anterior vida. Porque esa Kuon Shinzaki que criaron sus padres, la señorita sol que conocieron en este mundo, ya había muerto en el momento que saltó de ese edificio, queriendo llevarse todo su dolor y la culpa para no sufrir más, y así deshacerse de lo que fue y lo que nunca pudo ser.
Fue entonces que ambos volvieron a ese silencio; Kuon bajó la mirada sin decir nada más—. Te perdono —se escuchó la voz del señor luna, que aún seguía tranquilo mientras ponía su mano sobre la de la chica delgada, haciendo que Kuon alzara la mirada, anonadada por sus palabras. Después de tanto tiempo, el brillo de sus ojos de una nueva esperanza apareció, porque ella deseó y soñó tanto con escucharle decir esas palabras que no pudo evitar lagrimear, como sonreír.
—¿De... de verdad? Por favor, dime que no es mentira —pidió casi en un ruego, sin poder creerlo, permitiendo que él la tocara y acariciara el dorso de su mano con su pulgar.
—No, no es mentira. Realmente te perdono, Kuon. Comprendo por qué lo hiciste, y sé que tu pasado es jodido, pero me demostraste que estás arrepentida y, ni hablar, de lo que te hizo la culpa. No puedo seguir odiándote después de ver que estás cambiando —pronunció con calma, lo que hizo que la nombrada no pudiera aguantar más y llorara con fuerza, sintiéndose por primera vez liberada de su culpa, mientras los labios le temblaban por las lágrimas acumuladas. No aguantó más y se inclinó para abrazarlo y sentir por fin su calor; a pesar de todo, aún sentía lo que una vez fueron esos sentimientos que le hicieron enamorarse de él.
Yuka se quedó en su sitio, dejándose abrazar por la chica, sin decir nada, mientras con su mano libre la rodeó por su pequeña espalda, y con la otra la abrazó mientras se mantenía firme en su sitio.
Finalmente, ambos pudieron cerrar ese horrible capítulo.
Desde ese día, todo había cambiado para ambos. Su mundo dio un giro completamente nuevo, y estaban de acuerdo en que el presente que vivían les traía una felicidad inmensa, disfrutando cada día al máximo. Kuon, por su parte, pasó varios días en cama debido al diagnóstico del doctor, siendo atendida por algunas enfermeras que la visitaban para asegurarse de su bienestar. Sin embargo, quien más se preocupaba por ella era Yuka, quien se ofreció voluntariamente para cuidarla y no faltaba ni un solo día. Siempre le traía la comida preparada por las enfermeras y los medicamentos recetados por el doctor, obtenidos gracias al invernadero que el equipo del señor Takada había cultivado. Además, en muchas ocasiones, Yuri y Mayuko venían a visitarla para saber cómo se encontraba.
Cuando las chicas estaban juntas, pasaban horas hablando, compartiendo chismes y cualquier otro tema. Esto le daba a Yuka un respiro, ya que Yuri se encargaba de cuidar a Kuon por un rato. También los niños del asentamiento se acercaban con regalos, principalmente cartas y dibujos deseándole una pronta recuperación. Gracias a los cuidados de todos, la joven de ojos ámbar comenzó a recuperarse poco a poco. Su piel volvía a tener el tono melocotón que la caracterizaba, y al fin estaba ganando peso. Su rostro reflejaba la felicidad de ser tratada con tanto amor. Pero lo que realmente la hacía sonreír cada día era poder pasar más tiempo con Yuka. Cuando estaban solos, hablaban tanto que perdían la noción del tiempo, compartiendo ideas y opiniones.
Para Yuka, fue increíble descubrir las cualidades ocultas de Kuon. Nunca imaginó que tendría conversaciones tan interesantes con ella, lo que le dejó en claro que Kuon siempre había ocultado su genio. Así pasaron las semanas hasta que se cumplió un mes.
El asentamiento había cambiado considerablemente. Había más personas y el lugar se había expandido al tomar otro edificio, lo que abrió nuevas oportunidades de trabajo que beneficiaban a todos. Aunque los cambios habían sido en su mayoría positivos, también trajeron algunos desafíos.
En esos momentos, unos pasos se acercaban al asentamiento. Eran apresurados pero calmados, una extraña combinación. Al final, quien entró en el territorio que los sobrevivientes habían tomado como hogar fue Yuka Makoto, conocido como El Francotirador. Se veía serio, y las ojeras que alguna vez tuvo habían desaparecido por completo, recuperando su guapura característica. Pero, sobre todo, Yuka había dejado atrás su máscara, mostrando finalmente su rostro, lo que hizo que los demás lo respetaran aún más. No solo por lo atractivo que era, sino porque al revelar su verdadera identidad demostraba una fuerza de voluntad que incluso los enmascarados admiraban. En ese momento, se veía cansado y con una mirada seria, mostrando lo antipático e irritado que estaba, con su ropa manchada de sangre, probablemente de otra pelea.
Detrás de él, Pluma Blanca y otro enmascarado llegaban apenas, mostrando signos de haber recibido golpes severos. Pluma Blanca sostenía su brazo izquierdo, con gestos de dolor en su rostro, sucio y lleno de raspones. El otro enmascarado tenía la ropa rasgada y también algunas manchas de sangre, aunque no estaba claro si eran suyas o de otro. Los tres avanzaron hacia el edificio principal, con Yuka al frente. Ignoraron a los demás y fueron directamente a la sala de reuniones, donde se encontraban Rikuya y Rika, frente a una enorme mesa con un mapa del asentamiento y los alrededores. Al ver el estado en que llegaron, se sorprendieron.
—Por lo que veo, no tuvieron suerte —comentó Rikuya, el cercano a dios, al observar el aspecto de sus camaradas.
Pluma Blanca negó con la cabeza, gimiendo un poco de dolor. —Ustedes dos, vayan a la enfermería. Yo me encargaré de dar el informe —ordenó Yuka a los enmascarados.
Ambos asintieron sin dudar y se retiraron, dejando solo al francotirador con los otros dos líderes. —Esos malditos... se han multiplicado —gruñó Yuka con fastidio mientras se acercaba a la mesa y apoyaba su arma. Tomó uno de los crayones que tenía su hermano en la mano y continuó— Y eso no es lo peor... han logrado que un enmascarado de cara enojada se una a ellos. Ese bastardo fue un dolor de cabeza enfrentarlo, y aunque desgraciadamente huyó, me dejó en claro que si no los cazamos a todos, seguirán esparciendo su locura entre otros enmascarados —explicó, marcando círculos en un lugar concreto del mapa—. Encontramos varios reunidos aquí, pero, como viles cucarachas, no tardaron en huir cuando se dieron cuenta de que no podían hacernos frente —dijo, mostrando irritación y una sensación de impotencia por no haber podido exterminar esa plaga que solo seguiría lastimando a más gente.
Rika, al escuchar a su hermano, suspiró agotado, agobiado por la situación. Se acercó y vio el círculo que su hermano había dibujado en el mapa, señalando un lugar en específico. —No podemos cazarlos todos al mismo tiempo sin dejar desprotegido el asentamiento. Necesitamos actuar con urgencia —comentó, reflexionando sobre la situación.
—A menos que encontremos a un cercano a dios, lo suficientemente loco como ellos para manejarlos, no tenemos otra opción más que seguir cazándolos —respondió Rikuya, mostrando su frustración, mientras mordía uno de sus dedos, ansioso por la situación. Aún recordaba perfectamente cómo casi le daba un derrame cuando trató de conectarse con uno de ellos, ya que su voz interna le decía lo corrompidos que estaban y que sus ondas cerebrales no coincidían con las suyas, ya que él no estaba enfermo para hacerlo.
Los dos hermanos se congelaron unos segundos al escuchar eso. Uno de ellos descartó rápidamente la idea, mientras que el otro la consideró seriamente. —Exacto, no hay nadie así —pronunció finalmente Yuka, mintiendo al respecto, pero creyendo que era lo correcto.
—Es mejor que tomemos un descanso y continuemos mañana. Esperaremos a que Yuri y Mayuko se desocupen, pero por ahora debes descansar, Yuu-chan —respondió Honjo, preocupado por su hermano mayor, a lo que Yuka asintió.
—Les dejo el resto a ustedes. Iré a limpiarme y a vigilar el asentamiento —fue lo último que dijo antes de retirarse, dejando a los otros dos discutiendo sobre la situación. Quería distraerse un poco, ya que enfrentar a un enmascarado de cara enojada había sido bastante doloroso. Sabía que estos tenían el poder para rivalizar con él, y aunque fue complicado, gracias a sus estrategias logró ganarles, al menos por esa vez.
Mientras caminaba hacia uno de los baños, se detuvo para limpiarse y luego salió del edificio. Miró el asentamiento, que había cambiado bastante. Nuevas personas y enmascarados se habían unido, en especial la señora Ishikawa, una mujer adulta con una habilidad de costura realmente sorprendente. Los líderes sabían que su habilidad era demasiado útil para todos, por lo que no dudaron en acondicionar uno de los departamentos como un salón de costura. Este nuevo trabajo fue el favorito de varias mujeres, y también de algunos hombres y enmascarados.
La señora Ishikawa había ayudado mucho a crear nueva ropa para muchos, así como a arreglar las prendas rasgadas por las peleas con otros enmascarados fuera del asentamiento. Aunque, claro, encontrar tela era uno de los desafíos más complicados, ya que a veces tenían que robarla de los cuerpos sin vida de las personas. Estas telas se sometían a una descontaminación y limpieza profunda antes de ser utilizadas para hacer nuevas prendas.
Además, al tomar otro edificio para poder expandirse, abrieron un área especial dedicada a la educación de los más pequeños y los nuevos residentes. Encontraron una biblioteca, por lo que trasladaron los libros y los objetos al área educativa, perfecta para aquellos que querían descansar y entretenerse leyendo.
La seguridad había incrementado, y las personas se habían vuelto más eficientes, gracias a sus líderes. Pero, en especial, quien había hecho un gran trabajo era Kuon Shinzaki. Tanto así que, cuando Yuka pensaba en sus avances, se sorprendía bastante. —Señor Luna —alguien lo llamó con una voz tan dulce, una mezcla de mujer y joven, que Yuka sabía perfectamente de quién se trataba. No dudó en girarse para mirar detrás de él.
Allí estaba la mujer que había ayudado a cambiar el asentamiento de una manera positiva, su querida Kuon. Ella se veía tan diferente a lo que fue hace un mes. Su apariencia era radiante, y se notaba que había recuperado peso, sin exagerar, mostrando lo sana que estaba. Su piel melocotón brillaba, reflejando lo bien alimentada que se encontraba y su cabello, sujeto en una coleta, dejaba ver su fino cuello, sus orejas, y algunos mechones rebeldes caían sobre su frente y mejilla. Pero lo que más destacaba eran sus hermosos ojos ámbar, que brillaban como dos gemas preciosas, llenos de vida, algo que no había visto desde que la conoció. Al notar la mirada de Yuka, Kuon esbozó una sonrisa llena de afecto y aprecio. Yuka se quedó un poco impactado por lo guapa que era, pero también sintió una calidez especial en su interior. —Kuon, te ves bastante diferente... —comentó mientras se acercaba a ella.
Ella rio suavemente. —Gracias, pero todo es gracias a ustedes. Y, en especial, a ti, Yuka. Realmente has cambiado mi vida —respondió Kuon, un poco sonrojada por la sinceridad de sus palabras. Yuka desvió un poco la mirada, tratando de no parecer tan obvio al sonrojarse, aunque su expresión seria no cambió mucho.
—Lo hice porque... bueno, me preocupo por ti —confesó, sintiendo un leve calor en sus mejillas al admitirlo, aunque trató de sonar despreocupado. Sin embargo, Kuon lo notó rápidamente y se rió con una dulzura que lo hacía sentir un poco avergonzado.
—Lo sé. Y por eso siempre te agradeceré —respondió ella, acercándose a él. —Por cierto, escuché que regresaste del exterior. ¿Cómo fue? —preguntó, cambiando el tema, interesada en saber más sobre la misión de Yuka.
—Fue complicado, pero logramos avanzar un poco más. Aunque, por ahora, es mejor no hablar de ello. No quiero arruinar este momento —dijo él, dándose cuenta de que prefería hablar de otras cosas con Kuon. No quería preocuparla con detalles negativos de lo que había pasado. Además, prefería disfrutar del tiempo con ella.
—Entiendo. Entonces, ¿me acompañarías a dar un paseo? —propuso Kuon, sonriendo con la esperanza de que Yuka aceptara. La joven sentía una gran calidez en su pecho cada vez que estaban juntos, y esperaba que Yuka también lo sintiera.
—Claro, me encantaría acompañarte. Pero primero, necesito limpiarme. Te veré aquí en 15 minutos —aceptó él, mientras se dirigía nuevamente al baño, aunque deseaba poder pasar más tiempo con ella.
Kuon asintió y esperó pacientemente, sintiéndose feliz de que Yuka aceptara pasar tiempo con ella. Sabía que su relación había cambiado desde aquel día, y aunque ambos lo sabían, ninguno lo mencionaba abiertamente. Disfrutaban de la compañía del otro, dejando que las cosas fluyeran de manera natural mientras su vínculo se fortalecía cada día más.
—No puedo seguir viendo esto. Esta guerra no terminará hasta que ellos sean eliminados o calmados. Por eso, yo... —Kuon estaba a punto de revelar su plan, pero Yuka no la dejó terminar. La frustración que había estado acumulando explotó cuando golpeó la pared con tanta fuerza que dejó un cráter, muestra del poder cercano al de un dios que le había sido concedido.
—¡NI SE TE OCURRA DECIRLO! —rugió, liberando una pequeña fracción de su poder, visible en sus ojos blanquecinos. Kuon se sobresaltó al ver la expresión de Yuka y bajó la mirada, entristecida.
—Es la única forma... si vuelvo a controlarlos... tal vez pueda... —Kuon intentó razonar, buscando que Yuka entendiera.
—¿Y si te corrompes? ¿Y si no funciona? —replicó el francotirador, negándose a permitir que ella se acercara a ellos. No sabía cómo podrían salir las cosas, y el miedo a que Kuon perdiera el control, o peor aún, que ellos la controlaran a ella, lo aterrorizaba. No podía soportar la idea de perderla otra vez. Solo pensar en descuidarla lo destrozaba, temiendo volver al punto en el que se habían encontrado antes. —Kuon, por favor, piénsalo. Esto no es cualquier cosa... solo... solo... no quiero que te expongas a ellos de nuevo —explicó, luchando por calmarse mientras contenía su poder.
Kuon comprendía su angustia, pero no podía ver otra alternativa. Finalmente, asintió con pesar ante sus palabras. —Lo siento... No debí proponer eso —dijo, arrepentida, sin querer que Yuka se sintiera mal. Habían pasado por tanto como para arruinarlo ahora.
Yuka suspiró aliviado, pero notó la tristeza y agonía en los ojos de Kuon. Con pasos lentos, se acercó hasta quedar frente a ella. Kuon lo miró con confusión y un deje de pena, pero antes de que pudiera decir algo, Yuka la abrazó, apretándola entre sus brazos como si nunca quisiera separarse. Kuon dejó escapar unas lágrimas mientras correspondía al abrazo, escondiendo su rostro en el pecho del francotirador.
—Te prometo que haré todo lo posible para acabar con este problema. No volverán jamás a lastimar a nadie más —juró Yuka con seriedad, su determinación era inquebrantable.
—Luna... solo no quiero perderte —confesó Kuon, revelando su ansiedad, temblando ligeramente mientras intentaba mantenerse fuerte. Yuka acarició suavemente su cabeza, buscando consolarla.
—No lo harás, Sol. Tampoco quiero perderte —respondió Yuka. Era un gran paso para ambos, y se consolaron en ese abrazo durante lo que para ellos fue una eternidad. Cuando finalmente se separaron, ambos se miraron y sonrieron mutuamente.
Hubo un breve silencio antes de que Kuon se adelantara y se parara frente a Yuka. —Entonces... demos lo mejor de nosotros y sigamos protegiendo a los demás —dijo la joven, con el sol brillando detrás de ella, enmarcando su figura y haciendo que sus ojos resplandecieran con calidez y hermosura, un espectáculo que hizo que Yuka se sonrojara ante su belleza.
Sin dudar, Yuka sonrió y extendió su mano para tomar la de Kuon, entrelazando sus dedos, deseando mantener ese contacto entre ellos. —¡Hagámoslo! —dijo, decidido a seguirla. Ambos caminaron juntos, hombro con hombro, sonriendo al saber que, aunque no podían confesar sus sentimientos del todo, al menos sabían que estarían el uno al lado del otro.
Sol y Luna se pertenecían, sin duda alguna. Mientras caminaban por el pasillo iluminado por el sol, sus figuras desaparecieron al doblar la esquina, como si el sol los hubiera tragado.
Después de todo, ya no volverían a separarse, porque ese pasillo fue testigo de su amor y de la promesa que se hicieron mutuamente.
Notas:
¡He vuelto!, la verdad ha pasado muchas cosas pero aun no me olvido de mi fanfic. Bueno este es el penúltimo capitulo el siguiente ya será el epilogo y el final, me alegro contribuir ante esta pequeña comunidad porque se que somo tan escasos que me sorprende que aun exista gente que lea de mi ship favorito jeje.
Espero que les haya gustado uwu hasta la siguiente mis queridos lectores.