03
15 de mayo de 2025, 20:10
—¿Qué querías decir con que...—Hizo una pausa y continúo.—...con que te hubiera gustado que yo fuera tu novia?—
Hipo la miró de reojo y soltó una pequeña risa.
—Eres demasiado gentil conmigo, quisiera que ella fuera más como tú.—
Oh...
—Claro, entiendo.—Sonrió a medias
No me quiere a mí, quiere que ella sea buena con él para poder ser feliz a su lado.
——————— ✧*。———————
Aterrizaron en la entrada de la sala común, donde ya se encontraba toda la pandilla, y Heather, que los esperaba ansiosa.
—Hipo.—Se acercó al castaño, intentando abrazarlo.
Hipo rechazó su abrazo y se alejo de ella, Heather se sorprendió tanto que dio un paso hacia atrás y lo miró con indignación.
—Hipo, ¿Qué sucede contigo?—Le preguntó con un tono furioso.
—¿Y todavía le preguntas?—Salió a defenderlo Patán que, de cierta manera, ya tenía suficiente de la actitud de la pelinegra.
Heather volteó ofendida.
—¿Tu que te metes, Patán? ¿Desde cuándo te preocupas por Hipo?—Cruzó sus brazos.
—Te aseguro que me preocupo más de lo que tú lo haces.—Imitó el movimiento de Heather y cruzó sus brazos.
—¿Cómo te atreves a decir eso?—Se acercó a él con intenciones de un enfrentamiento.
—¿Cómo? Estoy viendo cómo todos los días decides lastimar el pobre y blando corazón de mi amigo, esperando a que todos nosotros no actuemos con coraje.—
—¿Y esperas a que me crea eso? Eres el único que lo piensa.—
—¿En serio? Pregúntales.—
Heather volteó hacia los demás, que la miraban con indiferencia, dándole la razón al azabache.
—¿Ves?-Mostro una sonrisa.—Estas demente, Heather.—
—¡¿Que dices?!—A punto de darle un golpe, Hipo interfirió deteniendo a la pelinegra tomando su brazo.
—Chicos, tranquilos.—Miró a Patán y asintió, dándole a entender que se mantuviera tranquilo y continúo.—Hablaré con Heather, a solas.—
Hubo un momento de silencio, lo que parecía ser un silencio de desacuerdo por parte de los jinetes.
Astrid miró a Hipo, que permanecía con un semblante preocupado.
—Chicos.—Llamó a todos Astrid.—Vamos, hay que dejarlos solos.—
No recibió más que un quejido de Patán, salieron poco a poco de la sala siendo Astrid la última, que antes de salir, miró al castaño, le sonrió y salió de ahí.
Estando fuera todos los demás, Hipo empezó a hablar.
—Heather, dime, ¿Qué haces aquí?—Se cruzó de brazos frente a ella.
—¿Qué hago aquí? Soy tu novia...—Hipo la interrumpió.
—Ex-novia.—
—De eso quería hablarte.—Se acercó un poco a él.—Hipo cometí este estúpido error de nuevo, y está vez en verdad siento que te estoy perdiendo.—
—¿En serio?—Empezó a mover sus manos mientras hablaba—¿Será quizá por qué está vez no pudiste manejarme a tu antojo?—
—Hipo..—No pudo siquiera continuar pues el castaño continúo hablando.
—Heather, todo el tiempo es así, todo el tiempo cometes el "error" de hacerme esto. ¿Por qué lo haces.—
La pelinegra tomó un gran suspiro.
—Hipo, sabes bien cuánto he sufrido, enterarme de que mi hermano es Dagur y adaptarme a su nueva vida de buena persona, descubrir como murió mi padre, todo lo que sufrió mi familia.—Se sentó en la banca frente la fogata.—El tener una relación estable para mí es difícil.—Comenzó a soltar pequeñas lágrimas.—
El castaño la observó manteniéndose con los brazos cruzados, al verla comenzar a llorar, no pudo evitar sentirse mal. Se coloco a su lado y llevo su palma a la espalda de Heather, en una forma de consuelo.
—Perdóname Hipo.—Se giró hacia el y lo abrazo con fuerza.
Hipo correspondió el abrazo pero con menos fuerza. Comenzó a acariciar su cabello con ternura, compadeciéndose de su sufrir, olvidándose por completo del sufrimiento propio que la misma Heather le causaba todos los días.
—Sabes que siempre lo hago Heather, siempre lo haré.—Continuó acariciando su pelo mientras su abrazo se hacia más fuerte. Ante él, Heather estaba arrepentida.
——————— ✧*。———————
La pelinegra voló hacia su isla, perdiéndose ante los ojos de la rubia que observaba la cabaña de la sala común desde abajo.
Hipo salió de esta misma, alcanzando a percibir la mirada de su mejor amiga, lo cual provoco que sonriera tiernamente.
Siempre se preocupa tanto por mí...
Bajo con chimuelo, quedando frente a Astrid, que solo sonrió. Bajo de su dragón, el cual empezó a jugar con Tormenta.
—Hola.—
—Hola.—
Hipo miró hacia el horizonte, pensativo. Astrid le imitó poniéndose a su lado.
—Regresamos.—Le admitió.
La rubia soltó una pequeña risa, incrédula.
—Era de esperarse. Ustedes siempre terminan y vuelven.—
—¿En serio?—Preguntó con sarcasmo, Astrid solo se limitó a reír.
—¿Cómo te sientes?—Volteo a verlo.
—Me siento...—Hizo una pausa que aprovecho para verla.—...me siento raro.—
—¿Raro? ¿Y eso por qué?—
—Por qué esta vez no sentí alivio.—Astrid lo miró confundida, el castaño continuó.—Me refiero a, antes, cada que sucedía esto, cuando regresaba yo me sentía tranquilo, sentía que esa pieza que me faltaba para vivir, regresaba a mí y podía seguir respirando.—
—¿Y ahora..?—Preguntó curiosa.
—Ahora, siento que puedo vivir con o sin ella. Esa pieza faltante nunca hizo falta.—Regresó su mirada al cielo.—Siempre la he tenido a mi lado.—
La rubia solo lo miró, no sabía como debía interpretar el mensaje que estaba recibiendo.
—¿Entonces por qué sigues con ella?—
—Por qué siempre logra hacerme volver a ella.—
Astrid bajo su mirada, un poco decepcionada. No podía creer que, el vikingo más inteligente que conocía, a la vez, podía ser el más imbécil por una simple chica.
—Eres un idiota.—
—¿Disculpa?—Respondió con sorpresa, sin embargo, también con un poco de gracia pues, Astrid solía jugar con él de esa manera.
—¡Es la verdad!—Rió un poco y continuó.—Hipo, eres la persona más inteligente que conozco. Me sorprende que no veas las señales ante ti.—Se colocó frete a él.—Ella te hace daño, usa su fachada de sufrimiento y usa sus "traumas"...—Hizo comillas con los dedos.—...para tenerte como tonto junto a ella, y cuando se aburre de ti, simplemente te dice que no son el uno para el otro y se va.—Cruzó sus brazos.—Y es un ciclo que se repite una y otra vez.—
—Lo sé pero...—Astrid no lo dejó continuar.
—No, no lo sabes. Si lo supieras o lo admitieras, ya no estarías con ella.—
Hipo agachó su mirada, siendo, por primera vez en mucho tiempo, consiente de la situación tan desastrosa en la que estaba metido.
—Hipo..—Habló por ultima vez la rubia.—Eres demasiado amable con ella, y siendo sincera, jamás se lo ha merecido.—Tomó una de sus manos.—Yo...—tartamudeó un poco.—..Yo te quiero mucho, Hipo, quisiera que lo observaras, quisiera que abrieras los ojos y vieras lo que esta justo frente a ti.—Soltó su mano y subió a su dragona.
A punto de irse a su cabaña, Hipo le habló.
—Astrid.—Obtuvo su atención y se detuvo.—Astrid yo, todo este tiempo he visto lo que tengo frente a mí.—Se llevo una mano a su nuca.—¿Tu lo has hecho?—
La pregunta resultó absurda para ella, por lo que solo soltó una risa y subió a su cabaña, dejando al castaño confundido.
—¿Acaba de decirme que...—Hablo para si mismo.—...que yo le gusto?—
——————— ✧*。———————
Llegó a su cabaña, abriéndola para chimuelo, tras de él, pasó y cerro su puerta. Subió sus escaleras hasta llegar a su cama, tomó asiento mientras comenzaba a quitarse sus prendas.
—Astrid...—Dijo el nombre de su amiga, pues no podía dejar de pensar en ella.
Más bien, nunca, en estos años de amistad, había dejado de pensar en ella. Nunca estuvo enamorado de Heather. Estando con ella, solo lograba ahogar los sentimientos que tenia por Astrid.
—Si tan solo me lo hubieras dicho antes.—
Se recostó en su cama, comenzando a recordar.
Era una tarde tranquila, el desastre de Dagur había llegado a su fin, siendo este un prisionero más de la isla de los marginados.
El pequeño Hipo de 16 años se encontraba paseando en su dragón a sus alrededores. De momento, una persona se vino a su mente, Astrid. Quería visitarla como solía hacerlo. Cuando llego a su casa, escuchó voces, las cuales lograban oírse hasta fuera.
—Papá, mamá, tienen que entender que no estoy lista para una relación aún.—
—Pero hija, tienes que pensar en tu futuro...—
—¿Mi futuro? No deseo casarme por compromiso, deseo hacerlo cuando me sienta convencida de estar con alguien para siempre.—Se acercó a la puerta.
Hipo rápidamente se escondió a un lado, donde no pudieran verlo.
—Además.—Continuó la rubia.—Siendo sincera, no creo casarme nunca, soy de espíritu libre e independiente.—Terminó para después salir de su casa.
Hipo la observo de lejos, algo decepcionado, pero entendía la situación. Sería raro ver a Astrid, la mejor guerrera de Berk, sentando cabeza, y según Hipo, sería imposible que fuera con alguien como él.
Hipo abrió los ojos, mirando hacia el techo mientras recordaba nuevamente las palabras de Astrid, haciendo que soltara un suspiro pesado.
—¿Qué hago?—Le consultó a s
u dragón, el cual solo respondió con un rugido suave.
Hipo no sabía que, en realidad, Astrid siempre había gustado de él, solo que, no estaba lo suficiente lista para admitirlo.