ID de la obra: 158

Se mío (Hiccstrid)

Het
PG-13
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planificada Mini, escritos 23 páginas, 5 capítulos
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04

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Astrid se encontraba en su rutinario vuelo matutino con tormenta. Disfrutaba de la inminente paz y del refrescante aire de la mañana. Continúo en vuelo recto de regreso a la orilla, manteniendo la misma aura de tranquilidad. De pronto, a unos cuantos kilómetros pudo observar un barco de cazadores con destino a la orilla del dragón. Alarmada, hablo con su dragón. —Vamos nena, hay que avisar a los otros.—Con esa frase y unas cuantas palmadas le indico a Tormenta ir más veloz. Después de unos minutos, llegó a la sala común, aterrizó. —Patapez.—Habló con cierto tono preocupante, obteniendo la atención del mencionado. —¿Qué pasa Astrid?—Dejo una caja con herramientas para acercarse a ella. —Cazadores de dragones, vienen hacia acá.—Patapez asintió, comprendiendo la orden indirecta para salir a defender. —¿Dónde está Hipo?—Preguntó antes de salir de la habitación. —¿Dónde crees que está?—Preguntó de forma retórica, mientras montaba a Albóndiga. —Maldita sea.—Exclamó para después salir a alertar a los demás. ——————— ✧⁠*⁠。——————— Una vez en el aire, y sin Hipo, Astrid comenzó a elaborar un plan. —Bien chicos, tenemos que derribar los barcos.—Miró a los gemelos.—Ustedes dos, necesito que derriben los barcos auxiliares.— —¿Desde cuándo estás a cargo?—Preguntó Brutacio. —Desde ahora.—Rodó los ojos.—Sin Hipo, la única opción es que yo esté al mando.—Hizo énfasis en la evidente situación ya que, siendo los gemelos, nunca entendían razones ni por lógica.—Andando.—Ordenó, recibiendo una mueca por parte de los gemelos. Sin embargo, fueron a ejecutar su parte del plan. —Bien, Patapez necesito que vayas por debajo y le des varios golpes al barco principal, necesito desestabilizarlo.— Patapez asintió y se dirigió hacia los costados del barco. —Tú Patán, me ayudarás a enfrentarlos en cubierta.—Lo miró, este asintió.—Estoy cansada de estos ataques.—Tras estás palabras, arrancaron hacia la cubierta del barco principal. El barco se desestabilizó con los ataques de Patapez, los gemelos hicieron papilla total a cada barco extra, solo quedaba enfrentar a los cazadores que aún no se habían aventado por la borda. —¿Dónde está Ryker?—Preguntó Patán ya que, no parecía haber alguna señal del mencionado. —No lo sé.—Tomó su hacha y bajo de Tormenta, el azabache solo la miró desde su dragón. La rubia caminó hacia a la entrada del casco, y antes de poder si quiera acercarse, la puerta se abrió. Salió de esta, un cazador alto y fornido. Parecía ser aquel cazador que se mantuvo oculto ante ellos, hasta ahora. —¿Quién eres?—Preguntó la rubia, apuntándole con su hacha. —Eso que importa.—Soltó una risa y procedió a contraatacar la amenaza con una patada hacia la arma de Astrid, que la tomó por sorpresa. Patán al ver la acción, lo aplastó con el cuerpo de Colmillo, dejándolo inmóvil. Astrid se recuperó del golpe inesperado. —¿Ahora sí nos dirás quién eres?—Preguntó el azabache. —Nunca.—Protestó el cazador. Ante esto, Colmillo soltó un rugido en forma de amenaza. —¡Esta bien!—Respondió atemorizado el cazador.—Soy Eret, hijo de Eret.— ——————— ✧⁠*⁠。——————— —Hipo, ¿Te parece si hoy te quedas conmigo aquí, en la isla?—Sonrió mientras miraba hacia su cabaña, dándole la espalda al castaño. No hubo respuesta por parte de su novio, lo cual le extraño, sin embargo continuó hablando. —Me encantaría que vinieras más seguido, allá en la orilla del dragón siento que todos me odian.— Continuó sin obtener si quiera un sonido por parte de Hipo. Volteó enfadada, encontrándose con un Hipo mirando hacia el horizonte. —¿Qué se supone que haces?— El castaño suspiro, de cierta manera la actitud de la pelinegra comenzaba a serle agotadora. —Estoy pensando.—Finalmente respondió. —¿En que piensas? No creo que en mí, pues si fuera así estarías abrazándome.—Se acercó a él para abrazarlo por la espalda. —Me tengo que ir Heather.—Tomó los brazos de Heather y los separó de su cuerpo, alejándose de ella. —¿Qué dices? Hipo se supone que te ibas a quedar conmigo.—Lo miró enojada. —Yo nunca dije que sí.—Empezó a preparar su bolsa para partir. —Pues..—Hizo una pausa, Hipo tenía razón.—Pues sí, pero eres mi novio y tienes que estar conmigo.—Se cruzó de brazos y le lanzó una mirada retadora. —No Heather.—Hipo se subió a Chimuelo.—No por ser tu novio tengo que hacer lo que tu digas.—Heather protestó pero el castaño no la dejó continuar.—Me esta cansando tu actitud, no eres el centro del archipiélago.—Acomodó su pie en el mecanismo del ala de su dragón y continuó.—Además, tengo un mal presentimiento.—Miro hacia enfrente. —¿De qué? ¿De dejar a tus amigos solos?—Posó sus manos en su cintura.—¿No se pueden cuidar solos?—Soltó una risa, burlándose de los demás. —Si pueden.—Respondió con brusquedad, la miró con enfado.—Pero somos un equipo y tengo que estar ahí con ellos.—Fue lo último que dijo pues, arrancó de inmediato con su dragón devuelta a la orilla del dragón. ——————— ✧⁠*⁠。——————— —Astrid ¿Que haremos con él?—Preguntó Patapez una vez que encerró en una celda al cazador. —Tengo que pensarlo, mientras, haremos un interrogatorio.— Patapez asintió. Los dos salieron del lugar. De pronto, Hipo aterrizó justo frente a ellos. —¡Miren quién decidió aparecer!—Se hizo presente Patán en la escena.—Hipo el gran jefe.—Dijo de forma irónica y se cruzó de brazos. —Lo siento chicos, me entretuve.— —Te entretuvieron, más bien.—Dijo molesta Astrid, que se cruzó de brazos. —En serio lo lamento.—Se acercó a ella, intentó tomarlo por los hombros pero esta se alejo. —No Hipo, no es tan sencillo.—Lo miró directamente a los ojos.—Somos un equipo, no puedes simplemente irte y dejarnos solos.— —Lo entiendo, pero se perfectamente que ustedes se pueden defender sin mí.— —Y eso hicimos.—Suspiro y continúo.—No se trata de solo eso Hipo, se trata de que, juntos, tenemos que estar y defender lo nuestro.—Se alejo de él para poder llegar a su dragón. —Solo me fui unas horas.—Trató de abogar por si mismo, lo cual resultó inútil. —Unas horas, todos los días.—Subió a Tormenta.—Me parece increíble que con todos estos ataques recientes decidas irte a besuquear con tu novia.— —Perdóname.— —Perdónate a ti mismo, si eso logras hacer, después hablamos.—Se elevó por los aires.—Vamos chicos, tenemos que armar un plan.—Les hablo a los demás integrantes del grupo, estos la siguieron hasta la sala común. Hipo los observo irse, dió un suspiro desalentador y se dirigió a su dragón para montarlo. De pronto, escuchó un sonido provenir de las jaulas. Se adentro en el lugar, camino en línea recta y volvió a escuchar un sonido, volteo la mirada hacia donde lo oyó, encontrándose con el cazador de dragones. —Vaya.—Exclamó este mismo.—Tú debes ser el líder, del que tanto hablan tus amigos.— —¿Quién eres?—Hizo uno cuántos pasos hacia atrás por la impresión de verlo ahí. —No es relevante.—Se levantó de dónde estaba sentado y comenzó a estirarse.—He escuchado mucho de ti niño, me sorprende que tú seas el "amo de los dragones"—Hizo comillas con los dedos. Hipo lo miró con disgusto, sin embargo no dijo nada, salió de la estación y subió a Chimuelo. —Vamos amigo, necesito respuestas.—Le indicó a su dragón y juntos, subieron hasta la sala común. Necesitaba saber quién era él y porque lo tenían prisionero. ¿Tanto había pasado en su ausencia? Aterrizó en la sala común, y escucho la conversación de sus amigos. —Necesitamos saber para quien trabaja.—Comentó Patán. —Para Viggo, es demasiado obvio.—Respondió Patapez. —No, no es su mismo modus operandi, trabaja solo o para alguien más.—Dijo Astrid que, mantenía sus dedos en su mentón, pensativa. —¿Entonces que haremos?—Preguntó Brutilda. —Lo vamos a interrogar, bajo amenaza, para que el mismo nos lleve hasta tu jefe.—Dictó y los demás asintieron, estaban de acuerdo con su plan. —Es demasiado peligroso, Astrid.—Se hizo presente Hipo en la conversación. —No recuerdo que nuestra seguridad te preocupe tanto.—Contesto la rubia. —Astrid por favor.— —No Hipo.—Se cruzó de brazos.—Ya te lo dije, cuando recuerdes como ser un buen líder, hablamos. Mientras tanto, usaremos mi plan, el cual a los demás les agrada.— Salió de la habitación, siendo seguida por todos los demás que miraban a Hipo con desprecio. Él había cometido tantos errores, y lo está pagando caro.
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