ID de la obra: 158

Se mío (Hiccstrid)

Het
PG-13
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planificada Mini, escritos 23 páginas, 5 capítulos
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05

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El grupo aterrizó al establo, donde se encontraba el prisionero, dispuestos a hacer un interrogatorio para descubrir con quién trabaja y sus intenciones. —Bien amigo, nos dirás todo lo que sabes.—Se posó Patán frente a él, en la reja, para posteriormente abrirla. —No lograrán sacarme nada.— Patapez lo amarro por completo con una cuerda, para evitar que hiciera movimientos repentinos. —Ya veremos.—Dijo Astrid y le dio una sonrisa, como si estuviera planeando algo. De pronto, Patapez, con todo y cuerda, lo aventó hacia el piso. Únicamente recibieron un quejido del cazador. —Tormenta, abraza.—El dragón, al escuchar la orden, rápidamente se le abalanzó al cazador, terminando encima de él, apretándolo con sus garras. —¡¿Qué te sucede?!—Le reclamó entre quejidos el cazador. —Vamos chicos, iremos a dar un paseo.—Ordenó a los demás y monto a su dragón, que sin soltar a Eret, voló hacia fuera. Los demás la siguieron, emprendiendo camino hacia frente, sin ningún destino definido. Hipo los miro desde su cabaña, no podía hacer nada más que esperar. Lo cual no haría, por supuesto. Tomó el ojo del dragón, lo metió a su bolsa, montó a Chimuelo y empezó a volar hacia sus amigos, a una distancia lejana para no ser notado. ——————— ✧⁠*⁠。——————— Astrid seguía liderando en los aires, al grupo que la seguía, sin bien saber a dónde ir pues, Eret no hablaba. —Bien, ya aquí, nos dirás para quien trabajas.—Astrid lo observo mientras hablaba. —Nunca, hagan lo que hagan no diré nada.—Dijo mientras se aferraba cada vez más a las garras de tormenta. —Bien, tu lo quisiste así.—Sonrió, maliciosa.—Tormenta.—Eret la miró asustado.—Suelta.—La rubia dió la orden, la cual el dragón entendió y obedeció, soltando al cazador de inmediato. Eret comenzó a gritar mientras caía en dirección al mar, dando vueltas en el aire sin control de su cuerpo. —Tormenta.—Le habló a su dragón y esta hizo un sonido que reflejaba su atención hacia su jinete.—Atrapa.—Tormenta obedeció una vez más y voló en picada hacia abajo, con el fin de tomar a Eret con sus garras. A punto de caer al mar, entre gritos, Tormenta tomo justo a tiempo al cazador en sus garras, para después subir nuevamente hacia el cielo, con los demás. —¡Está bien!—Dijo demasiado alarmado.—¡Les diré todo!—Cada vez hablaba más agitado.—¡Pero no vuelvas a hacer eso!—Le suplico mientras se aferraba al agarre de Tormenta. —¡Ja!—Soltó una pequeña risa.—Siempre funciona.— —¿Y bien? ¿Para quien trabajas?—Preguntó una vez más Patán. —Krogan, su nombre es Krogan.—Dijo entre quejidos. —¿Krogan? Nunca hemos oído de ese tipo.—Comentó Patapez. —Bueno, vamos a conocer a este nuevo cazador.—Dijo por último Astrid para comenzar a dirigirse hacia su destino, según las instrucciones de Eret. ——————— ✧⁠*⁠。——————— —¿A dónde piensan ir con él?—Habló para si mismo mientras los seguía desde más alto, camuflajeado por las nubes. Astrid miró hacia arriba, conocía a Hipo, sabía que probablemente estaría ahí siguiendo su paso, sin embargo, la prioridad ahora era encontrar estos nuevos cazadores y saber que planeaban. Viggo había detenido sus ataques, seguramente estaban planeando algo grande, tan así que tuvo que mandar un pupilo que, seguramente, tenía su mismo rango de maldad. No podía dejar que sus sentimientos se involucraran, tenía que tener mente fría para solucionar de una vez por todas el infierno en el que vivían a causa de los cazadores. No podía ponerse a reprocharle a Hipo las cosas que ha hecho, por más que quisiera. Cosa que quería hacer. Quería hacerlo desde el día uno en el que empezó y anunció su relación con Heather. Aquella Astrid de 17 años, confundida por sus sentimientos, no podía entender por qué sentía tanto coraje al verlo con alguien más. Se suponía que solo eran amigos ¿Por qué se sentía así? Y la Astrid de ahora, sentía el doble de rabia. ¿La razón? Dejó de prestar atención hasta a los mismos dragones, cosa que era imposible. ¿Qué había hecho Heather como para tenerlo así de atado hacia ella? Lejos de sentir impotencia por aquel objetivo de los jinetes, que fue quebrantado por su líder, sentía celos. Sentía demasiados celos de no ser Heather. ¿Por qué? Porque se suponía que solo ellos dos tenían química, la cosa es que habían sido demasiado tontos como para admitirlo hacia ellos mismos. ¿Por qué no me esperaste Hipo? —¡Astrid!—La voz de Patapez la saco de sus pensamientos. —¿Qué pasa?— —Estamos llegando.— Se encontraban sobrevolando una isla nueva, que, desde su vista, se observaba ser una base de cazadores de dragones. —Claro.—Se quedo un momento pensativa, en verdad Hipo lograba desequilibrarla, después continuo.—No veo la cabaña de Viggo.—Miró pensativa.—Entraremos por atrás de aquella montaña.—Señalo la montaña principal de la isla. Se dirigieron a la dicha montaña, siendo sigilosos para no ser vistos. Después de aterrizar, bajaron de sus dragones y comenzaron a caminar hacia enfrente. Se podía observar que, hacia abajo, en tierra firme, los cazadores tenían una base bien establecida. Jaulas a prueba de dragones, cada una llena de todas las especies posibles. Otros dragones eran maltratados por distintos cazadores. Pero lo que más llamo la atención fue una persona en específico. Se veía imponente, con mirada decidida, al menos eso parecía. Alguien de tez morena, un poco fornido. Mantenía una especie de capa azul que lo hacia verse aun mas elegante, por que eso era su principal característica, ser elegante. —Hey, chico guapo.—Le hablo Patán a Eret, que permanecía boca bajo hacia el suelo teniendo a Tormenta encima de él.—¿Ese de ahí es el famoso Krogan?— —Si, es él.—Dijo entre quejidos pues trataba de librarse del agarre de la dragona. Lo cual resultaba imposible. —Bien, es hora de averiguar que están...—Astrid, a punto de elaborar un plan, fue interrumpida por un fuerte sonido. Era el sonido de un Canto Mortal, aquel dragón que con tan solo emitir un fuerte rugido, lograba atraer cualquier dragón que estuviera cerca. Cada dragón de cada jinete empezó a ceder al canto de este dragón, volando hacia el lugar de origen del sonido, siendo este el centro de la base, donde mantenían a todos los dragones enjaulados. Ahí mismo se encontraba el Canto Mortal, que estaba atado con una enorme cadena, sin posibilidades de huir. Conforme los dragones del grupo de jinetes se acercaban, poco a poco el ámbar del Canto Mortal fue atrapando a cada dragón. —¡Eructo! ¡Guacara!—Gritó en desesperación Brutilda al  ver a su dragón caer. Eret, al estar libre del agarre de Tormenta, tomo desprevenida a Astrid. Rodeó con su brazo su cuello y con su otra mano, tomó su hacha, con la cual la amenazó. —Si se mueven.—Les habló a los demás.—La mato.—Sentenció, obteniendo una expresión asustada de los demás. Con un suave gesto, habló a los demás cazadores de dragones, que sorpresivamente se encontraban rodeando la montaña. Era como si los estuvieran esperando. Tomaron y amarraron con cuerdas las manos de los otros jinetes, los cuales intentaron protestar sin tener éxito. Eret se encargó de amarrar a la rubia, ya que tenía un poco más de control sobre la fuerza de Astrid.  Con empujones y golpes, los condujeron hasta Krogan, que los esperaba ansioso. Hipo presenció toda la escena desde los aires. —Chicos, les dije que era mala idea.—Suspiró preocupado. ¿Ahora como iba a sacar a sus amigos de ahí?  Se encontraba totalmente solo.
Notas:
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