08
4 de diciembre de 2025, 22:58
Se miraron mutuamente, en un silencio cómodo, y, bastante reparador. Hipo llevó su mirada a los labios de Astrid, esta al notarlo, comenzó a sonrojarse. Sin embargo, no hizo ningún movimiento, en el fondo, quería que sucediera lo que ella tanto había deseado.
—Astrid.—La llamó, sin mover su vista de sus labios.
—¿Si?—
—¿Te molestaría si, intento besarte?—
Astrid no hizo más que quedarse quieta, mirándolo a los ojos, aquellos ojos que se encontraban hundidos en sus labios.
—Si, si me molestaría.—Dijo al fin la rubia, mientras bajaba la mirada a su mano, la cual aún se mantenía sobre la de Hipo.
Esto tomó por sopresa a Hipo, que rápidamente llevó su mirada a los ojos de Astrid.
—¿Puedo saber por que?—Preguntó el castaño, sin hacer algún movimiento exagerado.
—Por que...—Astrid comenzó a morderse los labios, un reflejo de nervios. Continuó.—Por que tienes novia.—
Tras decir esto, alejó su mano de la de él. Con movimientos suaves, se levantó de su lugar y comenzó a caminar hacia su dragón. Hipo la imitó, pero de manera rápida.
—Astrid, por favor escuchame.—Le suplicó mientras se acercaba a ella.
Astrid se dio vuelta y lo miro directamente, parecía estar a punto de llorar.
—¿La amas?—
—Astrid...—
—¡Responde! ¿La amas, Hipo?—
—Yo...—Hipo tartamudeó, no sabía que responder.
Pasaron unos minutos en silencio, sin obtener una respuesta de Hipo. Astrid dió un suspiro largo. Subió a el lomo de Tormenta.
—Hipo, no podemos seguir así. Será mejor que, ya no seamos si quiera amigos.—Fue lo último que dijo para después arrancar hacia el cielo.
Hipo comenzó a gritar su nombre, tratando de llamarla de vuelta. No lo logró.
Pero no estaba dispuesto a dejarla ir, no esta vez.
Subio rápidamente a Chimuelo y comenzó a seguirla. Realmente no sabía por donde iría pero trató de guiarse por los lugares donde posiblemente Astrid podría navegar.
Sin encontrarla en los aires, no le quedo más que ir hacia la orilla del dragón, quizá podría encontrarla de vuelta ahí.
Llegó al campo de entrenamiento, rápidamente bajo de Chimuelo y comenzó a buscar a la rubia.
Buscó en los establos, en la sala común, en todas las cabañas, pero no la encontro.
Cuando estaba por ir a buscarla en el bosque, una voz le interrumpió.
—¡Hipo! Te he estado buscando toda la noche.—Heather lo arribó con un abrazo intenso.
De inmediato, Hipo se la quitó de encima, enojado por la repentina invación de su espacio personal.
—¿Qué te sucede?—Hipo la miró con enfado.—¿Qué haces aquí? Deberías de estar en tu isla, haciendo cualquier cosa.—
—¡Uy! Alguien está de mal humor...—Se burló Heather de la repentina y fría respuesta ante su abrazo, mientras se acariciaba su cabello.
—Heather, me estas colmando la...—La pelinegra lo interrumpió.
—Si, si. La paciencia. Me lo has dicho tantas veces.—Se acercó a él.—Mira, amorcito, hace unas horas estaba muy, muy enojada contigo, pero después recapacité.—Se cruzó de brazos y alzó la mirada.
—¿Ah si?—Respondió el castaño, sorprendido.
—¡Si! Entiendo que son tus amigos, y tú eres el líder. Así que tienes que hacer cosas de líder.—Se acercó aún más y lo tomó por ambos hombros.
—¿En serio lo entiendes?—Heather asintió.—Wow, al fin lo haces.—
—Lo sé. ¿Estas orgulloso?—
—No se que decir.—
Heather llevó ahora sus manos hacia la nuca de Hipo y lo atrajo hacia ella, quedando a poca distancia del rostro, uno del otro.
—Yo tengo una idea.—Sin dejar que Hipo respondiera, le plantó un beso al castaño.
Hipo se sorprendió, sin embargo, se dejó llevar por la increíble sensación de los labios de su novia.
—Oh no.—Pensó.
—Volví a caer.—Así fue.
La debilidad de Hipo Abadejo eran los besos de Heather Berserker. Por que ella lograba, con cada beso, llevar a Hipo a un viaje de emociones vivaces y ardientes, llenas de pasión y, según él, amor.
El beso fue bastante largo, quedandose al punto de incluso ya no poder respirar. Hasta que fue necesario, se separaron.
—Entonces, ¿Ya no estás enojado conmigo?—Heather lo miraba, con sus dulces ojos verdes.
Esa mirada, esa mirada siempre fue la causante de que Hipo se desbordara de amor por ella.
En un inicio su relación no paso a nada serio, el seguía completamente enamorado de aquella joven rubia que tenía por amiga.
Sin embargo, al ir conociendo a Heather, empezó a gustarle la forma en como hablaba, en como luchaba, el como bromeaba y como sonreía.
Esto lo llevó a la ruina.
Por que cada vez que estaba con ella, se sentía amarrado a ella, sin nunca querer irse de ahí.
Pero cada vez que estaba con ella, y tenía a Astrid a un lado, deseaba estar tomando de la mano a la rubia, y no a Heather.
Inicialmente pensó en Heather de forma conformista. No le quedó de otra manera más que aceptar a la pelinegra. Pero después, con esos grandes ojos verdes, logró enamorarlo.
Amor, así lo llama Hipo.
Empezaron las peleas, y los chantajes por parte de Heather. Diciendo la misma excusa de, tener tantos problemas emocionales como para manejar una relación.
Según ella, confundida por todo lo que había pasado. Esa era la razón por la cual trataba mal a Hipo.
Ella sabe lo que hizo. Y lo que logró.
Hipo Abadejo no sabe vivir sin aquella mirada de ojos verdes, por lo que el cree que es amor, y no es más que manipulación.
—Ya no lo estoy, me es imposible enojarme contigo.—La tomó de la cintura y la besó suavemente, de nuevo.
Y así continuaron la noche, dandosé besos apasionados en un árbol, a la luz de la noche.
Entonces Astrid le llegó a su mente.
—¿Dónde diablos está Astrid?—
——————— ✧*。———————
—¡Soy una tonta!—
Gritó al aire, mientras volaba en dirección a la orilla. Tormenta la miró y soltó un pequeño rugido, preocupada.
—Ay, lo siento nena.—La acarició suavemente.—Es solo que, cuando creo poder ayudarlo, y tal vez estar con él, logra decepcionarme.—Bajo la mirada.—Y yo siempre me ilusiono con la idea de estar con él.—
Astrid comenzó a llorar ligeramente. Tenía nuevamente el corazón roto, y ya no sabía que hacer al respecto. Nunca podría dejar de sentir amor por Hipo, de eso estaba segura. Y le dolía en el alma no poder estar con él.
—Me arrepiento de no haber aceptado mis sentimientos antes.—Dijo al aire mientras sollozaba.
De pronto, Tormenta rugión alarmada. Había un barco en medio del mar.
—Ya lo veo nena.—Se limpió las lagrimas.—Vamos a ver de cerca.—
Se dirigieron al barco y aterrizaron en la cubierta, con precaución, analizaron el barco.
—Esta vacío.—Dijo mientras se bajaba de Tormenta.—Vamonos Tormenta, no hay nada interesante por aquí.—
De pronto, un escalofríante y desgarrador grito se escuchó en el interior del barco, provovando un susto por parte de las dos. Astrid se puso a la defensiva y empezó a caminar lentamente hacia donde provenía el grito.
Al llegar a la entrada, tomó una de las antorchas de emergencia que usualmente estaban a un costado de las puertas. Con amabilidad, le pidió a su dragona que la encendiera.
Al ya tener luz, avanzó al interior.
—¡Ugh! ¡¿Qué es ese horrible olor?!—Se expresó con desagrado por el olor que inundaba el barco.
Cuando entró, vió algo aterrador.
Cuerpos, muchos cuerpos, sin vida. Tenían la piel pálida y verde, además, mantenían los ojos puestos en blanco, reflejando un antecedente de dolor antes de su muerte, todos brotaban un olor asqueroso y penetrante, de carne pudriendose rápidamente.
Impactada, empezó a irse de forma rápida.
Estando a punto de salir, uno de los infectados, sorprendentemente vivo, alcanzó a tomarle el brazo y rasguñarla profundamente. Astrid movió aquel mano y se apresuro a salir del interior de aquel aterrador barco.
—¡Vámonos Tormenta!—Ordenó, muy nerviosa, y subió velozmente al lomo de Tormenta.
Arrancaron en dirección a la orilla del dragón.
——————— ✧*。———————
—Eret.—Se acercó a este, desesperado.—¿Has visto a Astrid?—El castaño, después de su revelación a medio beso, emepzó a buscar a su ex amiga.
—No jefe, digo, Hipo.—Se llevó una mano a su nuca nervioso.—Tenía entendido que estaban afuera ustedes dos, juntos.—
Heather que sin darse Hipo cuenta, estaba detrás de él, escuchó.
—¿Ah sí?—Se hizo presente.
Hipo cerró los ojos, acababa de meter la pata, una vez más.
—Heather.—Le habló de espaldas.—Eso no es relevante.—
—¿No lo es? El que aún salgas con la chica de la cual estabas enamorado, ¿no es relevante, Hipo?—
Eret abrió los ojos, no esperaba provocar este momento incómodo.
—Será mejor que los deje solos.—Eret sonrió nervioso y continuó su camino hacia la cabaña de Hipo.
Hipo y Heather, recién reconciliados, iniciaron nuevamente una pelea intensa, en medio de la orilla.
Justo en ese momento, Astrid llegó sobrevolando su cabaña, aterrizó en esta misma, sin ser notada por Hipo, que se mantenía discutiendo con Heather.
La rubia bajó de su dragón, se dirigió a su entrada y a punto de entrar, una voz detrás de ella le interrumpió.
—¿Astrid?—
—¡Eret! Hola...—Hizo una pausa.—Yo estaba a punto de ir a dormir.—Sonrió nerviosa e inmediatamente se llevo una mano hacia el rasguño.
—Hipo te estaba buscando.—Se acercó lentamente a ella.
Astrid, por impulso, se alejo un poco. No quería revelar aquel rasguño. No quería preocupar a sus amigos.
—Oh... Bueno, tendrá que esperar hasta mañana...—Miró hacia abajo, enfocando a la pelea que se mantenía abajo de ellos.—...estoy muy cansada.—
—Claro, entiendo, día largo.—
—Exacto.—
Se quedaron callados, con un ligero ambiente incómodo, Astrid sonrió y se acercó a él.
—Mañana me encargaré de enseñarte como lo hacemos aquí.—Sonrió nuevamente, ahora sin mostrar su dentadura.
—Claro, te dejo descansar.—
—Te lo agradezco mucho.—
Astrid se dio la vuelta y entró finalmente a su cabaña, dejando un espacio para que Tormenta entrara. Eret las observó hasta que esa puerta cerró.
Algo sucedia, y probablemente la razón era Hipo.
Se dió media vuelta y continuó su camino hacia la cabaña del castaño. Iba a esperarlo hasta que terminara su riña con aquella chica que suponía era su novia, suponía, ya que nunca se presentó.
——————— ✧*。———————
Hipo entró a su cabaña, junto a Chimuelo, el cual bostezaba de cansancio.
—Lo siento amigo, no esperaba a que se prolongara tanto.—
Unicamente recibió un gruñido molesto de su dragón, el cual después de mostrar su furia, se dirigió a su lugar de descanso.
—¿Problemas?—Se levantó Eret de su cama temporal, que se encontraba en la planta de abajo, a un lado de unas pequeñas mesas de trabajo.
Hipo inhalo profundamente y después dejo salir el aire, se sentía pesado.
—Si, muchos problemas.—Se apretó el puente de la nariz, tratando de aliviar la migraña que tenía después de tanto estrés.
—¿Que sucede entre ustedes? Si se puede saber.—
Hipo suspiró y se acercó a la cama de Eret, le hizo un gesto con la mano, pidiendo permiso para sentarse en el costado de su cama, el pelinegro asintió y se hizo a un lado.
—Bueno, Heather es alguien un poco inestable. Yo trato de hacerla sentir segura ¿Sabes?—Eret asintió.—Pero ella no hace lo mismo conmigo, es grosera, me hace sentir culpable de cosas que no hago y termina la relación constantemente. A veces quisiera dejarla ir, pero no puedo. Es como si me tuviera atada a ella.—
Un silencio inundó la cabaña, haciendo que Hipo bajara su mirada, decepcionado de sí mismo. Eret lo miró.
—Chico, me sorprende.—
—¿Qué?—Preguntó confundido el castaño.
—Es decir, todos aquí dicen que eres el más listo. Yo mismo lo vi.—Se acomodó, esta vez sentado, para mirarlo directamente.—Esos planes tan exactos que armas en segundos, son sorpendentes.—
—¿Gracias?—Hipo estaba aún más confundido.
—A lo que voy es que, eres demasiado listo como para seguir cayendo en su juego.—
—¿Juego?—
—¡Vamos Hipo! Razona un poco. Cuando estás al límite y harto de ella, ¿Que es lo que ella hace?—
Hipo tardó en responder, ciertamente no sabía a que se refería Eret. Pero no tardó mucho en entenderlo.
—Ella termina conmigo.—
—¡Exacto! Te rompe el corazón en el momento indicado para regresar a ti, como si fuese un ángel, te vuelve a convencer de que te ama y así te mantiene con ella.—
Hipo abrió en grande sus ojos, estaba sorprendido por aquella revelación. ¿Cómo es que nunca lo vio?
—¿Cómo es que tu lo sabes? Llevas menos de un día con nosotros.—Lo miró, dudoso.
—Amigo, soy mayor que todos aquí, si hablamos de experiencia con chicas, yo tengo mucha.—
Los dos comenzaron a reír.
—Desde que la ví noté todas esas señales.—
—Wow, si que eres experto.—
Eret iba a continuar con la agradable conversación, sin embargo la puerta abriendosé de forma desesperada los sorpendió.
Era Tormenta, que llegó a Hipo, alarmada. Comenzó a moverse de un lado a otro y a dar vueltas.
—¡Tormenta!—Se acercó el castaño y la acaricio.—¿Qué sucede nena?—
Tormenta rugió, un rugido que Hipo conocía bastante bien.
—Es Astrid, algo sucede con Astrid.—
Notas:
Yo digo que Eret y Hipo se besen.
¡Reviví! Nuevamente perdón por la tardanza jsjs.
Esperaba no tener más atrasos, sin embargo mis vacaciones al inicio fueron algo que me mantuvieron ocupada. Pero aquí estamos con un cap nuevo y fresco.
En fin, espero les haya gustado este nuevo capitulo y estén disfrutando de la historia.
¿Qué piensan que sucederá?
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