ID de la obra: 170

Mamá se fue de vacaciones

Slash
G
Finalizada
2
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Fandom:
Emparejamientos y personajes:
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31 páginas, 10 capítulos
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¡Hay un intruso en la cocina!

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Craig dormía en su habitación, cuando el estruendo de un plato cayendo en la cocina lo despertó de golpe. Se sentó en la cama, desorientado, y comprobó la hora en su celular, al ver que eran las seis treinta y dos de la mañana, se acomodó para continuar durmiendo. Pocos minutos más tarde, mientras intentaba conciliar el sueño, otro plato cayó. Esta vez, se levantó asustado, tomó un bate de béisbol que guardaba junto a su cama y salió de la habitación procurando no hacer ruido. Al llegar a la cocina, se percató de los platos rotos, cereales esparcidos y leche derramada en el suelo, confirmando la presencia de un intruso. Asustado pero decidido, caminó a paso lento y en silencio. El rastro de leche lo condujo hasta la sala, donde encontró a una pequeña niña rubia en su sofá, comiendo cereal con leche. —¿Hola? —dijo confuso, bajando el bate. —¡Hola! —respondió la niña, sonriendo. —¿Quién eres? ¿Cómo entraste? La niña señaló la puerta principal, que estaba abierta. —¿Qué haces aquí? —Comiendo. —Sí, eso veo, pero... ¿Dónde están tus padres? La niña se encogió de hombros. Craig se asomó por la puerta, buscando a los padres de la niña, pero al no ver a nadie, la cerró y se sentó junto a ella, viéndola mientras comía. —¿Estás sola? —Sí. —¿Tenías hambre? —Sí. —¿Dónde vives? La niña se encogió de hombros. —¿Qué edad tienes? La niña le mostró su mano abierta y continuó comiendo. —¿Tienes cinco? —Sí. —Y... ¿Cómo te llamas? —Siel. —Bien, entonces, Siel, ¿sabes cómo se llama tu mamá? —Ekaterina. —Hmm... ¿Vive en este edificio? La niña se encogió de hombros. —¿Y tu papá? ¿Cómo se llama tu papá? —Mierda. —¿Mierda? Siel asintió con la cabeza, llevando a su boca la última cucharada de cereal. —Quiero más —dijo acercándole el tazón a Craig. Craig se levantó a servirle más cereal, pero la caja ya estaba vacía. —¿Cuánto comiste? Esto lo compré ayer. Siel se encogió de hombros y señaló una manzana. —Siel, voy a ser muy sincero contigo, no sé qué hacer —dijo entregándole la manzana. —¿Quieres jugar? —No. Craig rascaba su cabeza, moviendo su pie de forma impaciente, tratando de pensar. —Siel, voy a llamar a la policía —dijo levantándose del sofá—. Ellos van a encontrar a tus padres. —Sí —dijo moviendo sus pies mientras comía la manzana. Antes de que Craig llamara, recibió una llamada de su hermana, Tricia. —¿Hola? —¡Craig! ¡Atropellaron a Tweek! —¿Se murió? —¡No! —Entonces no me interesa, adiós. —¡Espera! No me cortes, no seas así, quizá te necesita, sabes que ya no tiene a sus padres. —Ese no es mi problema. Tiene a su novio de mierda, ¿no? —No, ya no, es tu oportunidad. —¿Oportunidad de qué? ¿De que se vaya del pueblo y me deje otra vez? —No seas así, Craig, sabes que eres importante para él. ¿Qué esperabas? Cuando se fue no le volviste a hablar. —Obvio que no, me dejó. —Oh, por favor, ya madura, tenían quince años, ya tienes veintisiete. ¿Qué esperabas? ¿Que volviera y corriera a tus brazos? —Sí, eso esperaba, pero volvió con su novio de mierda y precisamente a vivir en el mismo edificio que yo. —Él no sabía que tú vivías ahí. —¿Y tú cómo sabes tanto? —Nos encontramos hace días y nos fuimos a beber cervezas, ahí me contó que su novio lo había dejado porque... ¡No le digas que te dije esto! Me dijo que lo dejó porque lo sorprendió varias veces mirándote por la ventana cada vez que te vas a trabajar. Él te vio días después de mudarse y se enteró que vivías ahí, pero no se atrevió a hablarte. Ahora que habían terminado estaba reuniendo el valor para hacerlo. Craig se quedó en silencio, reflexionando. —¿Estás ahí? —preguntó Tricia. —Sí... sí... ¿En qué hospital está? —En el único que hay aquí, idiota. —¿Tú vas a ir? ¿Me acompañas? No me atrevo a ir solo. —¿No trabajas hoy? —No, es mi día libre. —Juntémonos a las una de la tarde en el parque. —Bien, te veo a... Craig fue interrumpido por un estruendo desde la sala. —¡Ah, mierda! ¡¿Qué rompió ahora?! —dijo molesto, dirigiéndose con prisa. —¿Quién? ¿Estás con alguien? Craig vio a Siel junto a su televisor en el suelo. —¡La televisión! —gritó Craig—. ¡Rompió la televisión! ¡Maldita niña! —¿Niña? ¿Qué niña? ¿De qué hablas, Craig? Siel lloró, asustada y corrió al baño, cerrando la puerta con seguro. —Luego te llamo —dijo cortando la llamada. Craig trató de abrir, mientras Siel lloraba. —¡Abre la puerta! —¡No! —¡La policía te va a llevar a la cárcel si no abres la puerta! Siel lloró con más fuerza, momento en el que Craig se percató de que la estaba asustando, respiró profundo tratando de calmarse y se sentó junto a la puerta. Luego de unos minutos, golpeó suavemente. —Oye, Siel, abre la puerta. Tus padres deben estar preocupados. Tricia llamó a Craig y este contestó de inmediato. —¿De qué hablabas, Craig? —Una niña. Me desperté y había una niña comiendo cereal en mi departamento. —¿Qué niña? —No tengo idea de dónde salió. —¿Sigue ahí? —Sí, se encerró con seguro en el baño, se asustó cuando le grité y ahora no quiere salir. —¿Llamaste a la policía? —No, aún no. —No los llames. —¿Por qué? —Debe estar perdida, apuesto a que vive por ahí cerca y si los llamas, es probable que llamen a servicio de menores y vas a generar tremendo problema a sus padres. —Quizá eso les enseñe a cuidarla bien. —Oh, no seas así. Búscalos por los alrededores. Voy para allá. —Bien —respondió fastidiado, cortando la llamada. Craig apoyó su cabeza en la puerta, en ese momento, se dio cuenta de que Siel ya no lloraba. —Oye, niña, abre la puerta y te daré otra manzana. Siel no respondió. Craig se dirigió a buscar las llaves, abrió la puerta y encontró a la niña acurrucada en el suelo, durmiendo, se agachó a verla por un momento, fue a su habitación, buscó un edredón y la cubrió.
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