En busca de la mierda
17 de mayo de 2025, 20:55
Tricia llegó al departamento de Craig, este le abrió de inmediato y regresó a sentarse al sofá a continuar desayunando.
—¿Qué niña? ¿Dónde está? —preguntó Tricia.
—Durmiendo.
—Ah, no la molesto entonces. Yo no desayuné —dijo sentándose junto a Craig.
—En la cocina hay más.
—Esa no es forma de tratar a los invitados —dijo quitándole un pan que Craig llevaba a su boca.
Craig le arrebató el pan y lo lamió.
—En la cocina hay más.
—¡Qué hijo de puta eres! —dijo molesta, dirigiéndose a la cocina.
Tricia se detuvo al entrar, viendo el desastre de platos rotos, leche derramada y cereales esparcidos por el suelo.
—¿Hubo un tornado aquí? —preguntó riendo mientras preparaba desayuno—. ¿Buscaste a sus padres?
—Pensaba hacerlo luego de desayunar.
—Voy a preguntar a tus vecinos, esperemos a que sea una hora más prudente. ¿Cuántos años tiene? —preguntó sentándose junto a Craig.
—Cinco.
—¿Y sabes cómo se llama la mamá?
—Ekaterina.
—¿Y el papá?
—Mierda.
—¿Qué? ¿Qué te pasó? —preguntó confundida.
—Dijo que su papá se llama Mierda.
—Jaja. Debe ser de estos tipos que tiene hijos y los abandona. Por eso su mamá debe haberle dicho que se llamaba así.
—Sí, también lo pensé.
—No aguanto la curiosidad —dijo levantándose, dirigiéndose a la habitación de Craig.
Al llegar, buscó a la niña, pero solo encontró una cama deshecha.
—¿No dijiste que estaba durmiendo? No está en tu habitación —dijo volviendo a la sala.
—No, está en el baño.
Tricia abrió la puerta, encontrando a la niña durmiendo en el suelo.
—¡Cómo eres mierda, Craig! ¡¿Cómo la dejas durmiendo ahí?!
—¿Y si tiene piojos? —dijo volteándose a ver a Tricia.
Tricia lo miró molesta y tomó en brazos a Siel, la llevó hasta la cama de Craig, pero despertó.
—Hola —dijo Siel, bostezando, frotando sus ojos.
—¡Hola! —dijo Tricia sonriéndole, arreglándole el cabello—. ¿Cómo te llamas?
—Siel.
—Que lindo nombre.
—Me duele —dijo tocando su estómago.
—¿Te duele el estómago?
Siel asintió con la cabeza y comenzó a vomitar, por lo que Tricia se levantó de inmediato y fue a la sala.
—¡Craig! La niña vomitó...
—¡Pues claro! Se comió una caja entera de cereal.
—... en tu cama.
Craig exhaló fastidiado y se dirigió a su habitación. Asqueado, tomó a Siel en brazos procurando no acercársela y la dejó de pie en el suelo.
—Tú báñala —dijo Craig—. Yo limpio aquí.
Tricia se agachó frente a la niña.
—¿Ya no te duele?
Siel negó con la cabeza.
—¿Vamos a bañarte? —preguntó con un tono dulce, extendiéndole la mano.
Siel asintió con la cabeza y se fue con Tricia al baño, mientras Craig miraba su cama, fastidiado.
—Cuando encuentre a sus padres, van a tener mucho que pagar.
Craig quitaba las sábanas, hablando entre arcadas.
—Qué asco... ¡Aj! Voy a vomitar... ¡Aj! Maldita niña...
Tomó un momento para respirar fuera de la habitación, tratando de calmar las arcadas. Terminó de limpiar todo y tiró las sábanas a la basura.
—No pienso lavar esto, sus padres tendrán que darme unas nuevas.
—¡Craig! ¡Trae una toalla! —gritó Tricia desde el baño—. ¡Y ropa!
—¡Yo no tengo ropa de niña!
—¡Trae cualquier cosa!
Craig buscó algo que pudiera quedarle a Siel, pero todo era demasiado grande para la pequeña, encontró una vieja camiseta que Tweek le había regalado en uno de sus cumpleaños cuando eran niños. Se la entregó a Tricia y se sentó en el sofá, viendo su televisor aún en el suelo, luego dirigió su mirada a la cocina, lamentándose.
Pronto, Tricia salió del baño y fue a lavar la ropa, mientras Siel se fue a sentar junto a Craig, mirándolo fijamente.
—¿Qué? —preguntó Craig.
—¿Quieres jugar?
—No.
Siel bajó la mirada.
—¿Puedo comer?
—No.
—Mira —dijo mostrándole un lunar en su antebrazo izquierdo.
—Qué bonito.
—¿Quieres jugar?
—No.
Siel subió sobre el regazo de Craig, acomodándose en su pecho.
—¿Tienes frío? —preguntó reacio.
Siel asintió con la cabeza, bostezando.
Tricia la cubrió con un edredón y se sentó junto a Craig, apoyando su cabeza en su hombro, viéndola poco a poco quedarse dormida.
—Que tierna es —dijo conmovida.
—¿Tierna? No lleva ni un día aquí y ya rompió la televisión, dos platos, vomitó mi cama y derramó más leche de la que tomó, eso sin contar que se comió todo mi cereal.
—¿Sabes? Mientras la bañaba, conversé un poco con ella, dijo que sabe prepararse desayuno sola.
—Pues no muy bien.
—Traté de sacarle información y dijo que su mamá no se lo prepara. También me dijo que no quería abrirte la puerta porque le gritaste como su mamá y eso la asustó.
—¿Crees que la maltraten? —preguntó viendo a Siel dormir plácidamente en su regazo.
—No tenía señales de maltrato, al menos no físicos, pero ¿no te parece extraño que duerma tanto?
—Es temprano, quizá no durmió bien, no sé a qué hora llegó. Ni siquiera sé cómo abrió la puerta.
—Sí, puede ser. Ya son casi las diez, iré a hablar con algunos vecinos a ver si saben algo, pondré la ropa en la secadora, tú espérame aquí.
—¿No la vas a llevar?
—No, primero quiero ver quiénes son los padres.
—¿Y qué? ¿Si no te agradan te la vas a dejar?
—No, idiota, ¿cómo me la voy a dejar? Se va a quedar contigo.
—¡Sí, claro! Apúrate mejor.
—¿Te fijaste en sus ojos? Se parecen a los de Tweek.
—Sí, sí lo noté. Hace un rato me mostró un lunar, lo tiene en el mismo lugar que él.
—¿Te imaginas sea hija de Tweek? Jaja.
—Jaja. Claro, ya la hubiese visto antes.
—¡Ajá! También lo observas.
—No —dijo desviando la mirada.
—Los dos son igual de psicópatas. Bueno, me voy, cuídala bien.
Tricia salió del departamento.
Craig observó a Siel en su regazo, notando cada vez más semejanzas con Tweek, la acomodó y se recostó junto a ella en el sofá, quedándose dormido.