¡¿Alguien quiere pensar en la televisión?!
17 de mayo de 2025, 20:56
Craig despertó por el ruido que provocaba Tricia en la cocina, mientras recogía y limpiaba el desastre, se levantó del sofá procurando no despertar a Siel y fue a la cocina.
—Deja todo así, Tricia, sus padres tienen que limpiar cuando vengan a recogerla.
—Creo que eso no va a pasar.
—¿Por qué?
—No los encontré, le pregunté a muchas personas, incluso fuera del edificio y nadie conoce a una mujer con ese nombre, además pregunté si habían visto a alguien buscar una niña, pero ninguno vio nada.
—Tricia, ya son las doce, ya deberían haberse dado cuenta.
—O son muy malos padres, o viven lejos de aquí.
—¿Lo ves? Es mejor llamar a la policía.
—¡No! No sabes lo que va a pasar con ella.
—¿Y qué? No es mi problema.
—Si el destino la trajo hasta aquí, fue por alguna razón.
—¿Pretendes que la cuide hasta que alguien se acuerde de que existe?
—No es tan difícil.
—Estás loca —dijo marcando el número en su celular—. Yo no tengo ninguna obligación con esa niña.
Craig terminó de hacer la llamada y ayudó a Tricia a terminar de limpiar todo. Pronto, tocaron la puerta y Craig reconoció al policía de inmediato.
—¿Tolkien?
—¡Craig! ¡Tanto tiempo! —dijo dándole un cálido abrazo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó abrazándolo.
—Me enviaron por una niña. ¿Tú llamaste?
—Sí, es esa que está... Tricia, ¿y la niña?
—No sé —dijo entrando a la sala.
—Problema resuelto —dijo Tolkien entre risas.
—Entra, Tolkien. Estaba aquí hace un momento —dijo asomándose por la puerta, buscándola con la mirada.
—Debe estar aquí adentro entonces —dijo Tolkien, jalando a Craig y cerrando la puerta.
—Quizá está en el baño —dijo Tricia, antes de escuchar caer objetos—. Creo que está en tu habitación.
—Tolkien, ya llévatela —suplicó Craig.
—Jaja. Espérenme aquí.
Tolkien fue a la habitación a buscar a Siel, la tomó en brazos, la llevó a la sala y la sentó en el sofá, junto a Craig y Tricia, Tolkien se sentó en una mesa de centro, frente a la niña.
—A ver, empecemos por el principio, Craig.
—Me desperté esta mañana y estaba aquí, comiendo y destruyendo todo.
—Oh, no exageres, solo derramó leche —intervino Tricia.
Craig señaló la televisión con ambas manos, lamentándose.
—¡La televisión, Tricia! ¡La televisión! ¡¿Dónde voy a conectar la consola?!
—Jaja. Ya, cálmate. ¿A qué hora la encontraste?
—Antes de las siete de la mañana.
—Hmm... Han pasado cinco horas, ya deberían haberla reportado. ¿Y cómo entró?
—¡No sé!
—Ya, cálmate.
Luego de interrogar con preguntas básicas a la niña y tomar nota de todo, Tolkien les explicó a ambos.
—La verdad, según mi experiencia en esto, yo creo que su papá la abandonó y su mamá se desquita con ella, que crea que su papá se llama Mierda, significa que su mamá suele hablar de él refiriéndose con ese nombre, no digo que la maltrate, pero asumo que culpa a la niña. Además, es delgada, puede ser por genética o que su mamá claramente no la alimenta bien.
—Pobrecita —comentó Tricia.
—Sí, por lo general, estos casos terminan muy mal.
Siel apoyó su cabeza en el brazo de Craig, dormitando.
—Tolkien, ¿es normal que duerma tanto? —preguntó Craig.
—Es muy probable que tenga anemia, eso probaría que la alimentan mal.
—¿Lo ves, Craig? Ella necesitaba un ángel que la cuidara —dijo Tricia.
—Pues este ángel no lo hará.
—Solo déjenme llenar la documentación y me la llevo enseguida.
—¿Y qué va a pasar con ella? —preguntó Craig.
—Primero me la llevo a la estación, se va a quedar ahí veinticuatro horas y si nadie la reclama, servicio de menores se la va a llevar a un centro infantil, donde se quedaría hasta que encuentren a sus padres, en el caso opuesto, le van a buscar una familia adoptiva.
—Entonces... ¿Va a terminar en un orfanato? —preguntó Tricia.
—Si no encontramos a sus padres, sí.
—Craig... —Tricia lo miró con lástima.
—¡No me la voy a quedar!
—¿Por qué?
Craig señaló la televisión con ambas manos.
—¡Olvida tu mugrosa televisión!
—Jaja. Tranquilo, lo incluí como gasto asociado, ellos la van a pagar. —Tolkien dirigió su mirada a Siel y le extendió la mano—. Vamos, Siel, encontraré a tus padres.
Siel se negó con la cabeza, aferrándose del brazo de Craig.
—¿Alguna vez has viajado en una patrulla de policías?
Siel asintió con la cabeza y se aferró más fuerte, escondiendo su rostro entre la ropa de Craig.
—¡Es divertido! —dijo Craig tratando de soltarse—. Te llevan en el asiento de atrás ¡y tienen una sirena que suena muy fuerte!
Siel se aferró con más fuerza, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¿Sabes, Craig? —dijo Tolkien, conmovido—. Podría dejarla aquí mientras los busco.
—¡¿Qué?! ¡No!
—Pero quiere estar contigo —comentó Tricia.
—¡No!
—¿Quieres quedarte con él, Siel? —preguntó Tolkien.
Siel asintió con la cabeza y secó sus lágrimas, mirando a Craig con sus grandes ojos verdes, logrando conmoverlo.
—Pero ya casi tenemos que irnos, no puedo.
—¿Adónde van? Yo los llevo —dijo rompiendo la documentación.
—¡Oye, no! ¡Yo no dije que sí!
—Craig, ¿sabes lo que viven estos niños en lugares así?
—Pero... No quiero problemas.
—No los tendrás, yo me encargo —dijo poniéndose de pie.
—¡No quiero que me acusen de secuestro o algo así!
—Ya te dije que yo me encargo, Craig, no va a pasar nada.
Craig apoyó su cabeza en el respaldo del sofá, mirando al techo, Siel subió a su regazo y lo abrazó.
—¡¿Lo ves?! —dijo Tricia, emocionada—. ¡Quiere quedarse contigo!
—¡Bien! Prepárense, los espero aquí —dijo Tolkien.
Tricia sacó la ropa de la secadora y llamó a Siel a la habitación para vestirla.
Craig se incorporó en cuanto Siel fue con Tricia.
—Tolkien, encuéntralos rápido, por favor.
—Jaja. Sí, no te preocupes.
Tricia salió de la habitación con Siel en brazos, saliendo junto a Tolkien del departamento.
—Esto será horrible —comentó Craig, viendo la televisión.
Tricia lo jaló del brazo, sacándolo del departamento y cerró la puerta.