Ni tan inmortales
17 de mayo de 2025, 21:19
Por la noche, Tweek intentaba quitar los candados de la puerta principal a martillazos.
—¿Para qué pusiste tantos? —preguntó Craig, que lo veía a su lado.
—Por tu culpa —regañó mientras martillaba.
—Llevas horas, ¿por qué no se rompen?
—Están blindados.
—Soy un gato, no tengo la fuerza suficiente, creo que exageraste.
—Mejor ayúdame.
—¿Y para qué? Yo no voy a salir así. —Craig se fue a sentar al sofá.
Tweek lo siguió, molesto.
—Yo sí quiero salir, Craig, la cafetería no se atiende sola y no podemos estar aquí encerrados para siempre.
—¿Por qué no?
—¿Qué voy a comer?
—Tu comida —respondió con indiferencia.
—¿Y cuando se acabe? Yo necesito alimentarme, no puedo andar chupando ratas como tú.
—¡Yo no chupo ratas! Bebo su sangre.
—Qué asco —se quejó regresando a martillar los candados.
—Por cierto —dijo Craig, llegando a su lado—. Ya me está dando hambre.
—Pues de mi sangre no vas a beber.
—No, quién sabe en qué me convertiría ahora.
Craig se fue al sofá, buscó entre los cojines la rata que le había dejado Clyde y regresó junto a Tweek.
—¿Quieres? —preguntó Craig, acercándole la rata.
—¿De dónde la sacaste?
—La tenía guardada.
—No, gracias.
—Te lo pierdes —dijo acercándose la rata a la boca.
El aroma le causó repulsión, por lo que se la alejó de inmediato, dejándola caer al suelo, sintiendo náuseas.
—¿Qué tienes? —preguntó Tweek.
—No sé, pero no la quiero.
Tweek se cubrió el cuello con ambas manos, preocupado.
—Ya te dije que de mí no vas a beber.
—No voy a matarte, no es para tanto.
—¿No dijiste que ya no la querías?
—Pero si no tengo opciones —dijo acercándose.
—No, no, no —reclamó alejándolo con ambas manos—. Esperemos a que llegue el murciélago.
—Pero tengo hambre.
—Y yo quiero salir. ¿Por qué mejor no me dices dónde dejaste las llaves?
—No —dijo cruzándose de brazos.
—Entonces muérete de hambre —regañó yendo al sofá, ya cansado de martillar.
Craig se sentó a su lado, recostándose sobre el sofá, recargando su cabeza sobre el regazo de Tweek.
—¿Qué haces?
—Acaríciame aquí —dijo señalando su cabeza.
—¿Y para qué?
—Nadie me ha acariciado en dos días.
—¿Y?
—Lo necesito —suplicó con una expresión de tristeza.
Tweek chasqueó la lengua, apartando su mirada.
—Si me dices dónde están las llaves.
—No.
—Entonces acaríciate solo —dijo cruzándose de brazos.
—No es lo mismo —regañó acomodándose de lado.
Tweek lo observó por un momento y solo apoyó su mano sobre la cabeza de Craig, evitando mirarlo.
Craig movió su cabeza lentamente y Tweek, un poco incómodo, comenzó a mover sus dedos, en tanto Craig se relajaba poco a poco, hasta dormitar sobre su regazo.
Pocos minutos más tarde, Clyde entró por la ventana de Tweek, aterrizando sobre una mesa de centro y observó a ambos, confuso.
Clyde aclaró su garganta, dudoso, ya que nunca había hablado con un humano.
—¿Puedes escucharme? —preguntó Clyde.
Tweek asintió con la cabeza, un poco temeroso.
—Por fin —reclamó Craig, abriendo sus ojos.
—¿Dónde está Craig?
—¿Que no me ves? —Craig se incorporó, tocando su pecho—. ¡¿Ahora soy invisible?!
—No, no —dijo Tweek entre risas.
Clyde los veía sin comprender nada.
—Él es Craig —dijo Tweek.
—No, Craig, el gato.
—¡Soy Craig!
—¿Qué? Pero...
—Eso quiero que me expliques, desperté así.
—¿Y por qué ahora eres humano?
—¿Y qué sé yo?
—¿Será porque bebiste sangre humana?
—A ti no te pasó nada.
—Yo no he bebido sangre humana, me da asquito. Sin ofender —dijo a Tweek.
—A ver, muérdelo —dijo señalando a Tweek.
—¡¿Qué?! ¡No! —Tweek se cubrió su cuello con ambas manos.
—Yo no quiero ser humano —se quejó Clyde, mirando a Tweek con una expresión de asco.
—¿Y cómo vuelvo a ser gato?
—No tengo idea.
—No quiero quedarme así.
—Claro que no, te ves horrible, tan... humano. Sin ofender —dijo a Tweek.
—Hace rato, intenté beber sangre, pero sentí náuseas con el olor —comentó con preocupación.
—Supongo que es por la especie, cada especie tiene su propia comida, es por eso que los herbívoros no pueden ser transformados.
—Entonces... supongo que ahora necesito tu sangre —dijo volteándose a ver a Tweek.
—¡Ya te dije que no! Yo no quiero ser vampiro.
—No puedes transformarte en vampiro —dijo Clyde—, solo los murciélagos podemos transformar a otros.
—Entonces no hay problema. —Craig subió sobre el regazo de Tweek, acercándose a su cuello.
—¡No! —reclamó forcejeando con Craig—. ¡Aléjate! ¡Bebe de otra persona!
—Si no come, morirá, solo nos mata eso, dejar de comer y el sol —explicó Clyde, sobrevolando a ambos.
—¡Pero no quiero! —reclamó forcejeando con Craig.
Craig se montó sobre el regazo de Tweek, le tomó ambas manos, apoyándolas sobre el respaldo del sofá, logrando morder el cuello de Tweek y este solo cerró sus ojos con fuerza.
El calor de la respiración de Craig sobre su cuello lo hizo sentir escalofríos, pero poco a poco comenzó a relajarse, dejando de forcejear y abrió sus ojos lentamente, mientras Clyde los veía sobrevolando sobre ellos, lo que avergonzó a Tweek e intentaba desviar su mirada a un lado, esperando a que Craig terminara de beber.
Craig quitó sus colmillos del cuello de Tweek, mientras se relamía los labios, saboreando la sangre.
—¿Por qué no duele tanto? —preguntó Tweek, limpiándose el cuello con su mano.
—Tenemos analgésicos en la saliva, así podemos beber de animales más grandes sin ser detectados —explicó Clyde—. Bueno, si ya está todo solucionado, me voy, vendré a verte cuando pueda.
—Oye, no. ¡No quiero ser humano!
—Debiste pensar en eso antes. Buscaré una solución —dijo mientras se alejaba al segundo piso.
Craig se quedó pensativo, aún sobre el regazo de Tweek.
—Ah... ¿Te puedes quitar de encima? —preguntó Tweek, avergonzado.
—No, hazme cariño —pidió dejándose caer sobre él.
—Pero ya lo hice.
—Nunca es suficiente —dijo frotando su cabeza contra la de Tweek.
—Ah, mierda —regañó acariciándole la cabeza.
Luego de acariciarlo por un largo rato, Tweek se detuvo, provocando que Craig se incorporara, mirándolo molesto.
—Si me dices dónde están las llaves, te prometo acariciarte toda la noche.
Craig se levantó de golpe, tomándole la mano y guiándolo hasta el baño.
—Aquí —dijo señalando la alcantarilla de la ducha, sonriendo.
Tweek exhaló fastidiado, bajando sus hombros.
—¿Y ahora cómo las saco de ahí?
—No sé —dijo encogiéndose de hombros, saliendo del baño.
—¿Adónde vas?
—A tu cama, tengo sueño.
—¡Pero ayúdame!
—Ya te dije dónde estaban, apúrate, quiero más caricias —dijo subiendo la escalera.
Fastidiado, buscó un alambre que dobló en forma de gancho, logrando sacarlas.
—Por fin —dijo aliviado, sentándose en el suelo.
—¡Apúrate! —gritó Craig desde la habitación.
Tweek sonrió y se levantó, guardando las llaves en un cajón mientras iba de camino a la habitación.
—Solo un rato —advirtió entrando a la habitación, viendo a Craig que estaba acostado, cubierto con el edredón.
Craig se hizo a un lado, dejándole espacio a Tweek, que lo destapó un poco y al ver su torso desnudo, levantó el edredón de golpe.
—¡¿Y tu ropa, Craig?!
—Me incomoda —dijo acomodándose sobre el pecho de Tweek.
—Pero no quiero acariciarte desnudo —dijo avergonzado.
—¿Por qué no? Es lo mismo, pero más cómodo.
—No es lo mismo —dijo apartando la mirada, cubriéndolo con el edredón.
—Solo hazlo.
Tweek le acarició el cabello, en tanto Craig se relajaba, hasta quedarse dormido. Lo miró dormido sobre su pecho e inevitablemente sonrió enternecido.
—No eres tan malo —dijo acomodándose a su lado, cerrando sus ojos, hasta quedarse dormido.