ID de la obra: 171

¡El gato de mi vecino es un vampiro!

Slash
G
Finalizada
2
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Emparejamientos y personajes:
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24 páginas, 8 capítulos
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Descripción:
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¡Todo es mío!

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Al día siguiente, Tweek despertó de un sobresalto, volteándose a ver a Craig a su lado, pero este estaba sentado sobre la cama, desnudo, mirando al suelo. —¿Qué tienes? —Me sale agua de los ojos —dijo volteándose a verlo. —Estás llorando, ¿por qué? —No lo puedo detener —se lamentó lanzándose a abrazarlo. —¿Y por qué estás llorando, Craig? —Estaba pensando en eso que dijiste, que sería la última vez y empezó a salir agua. —Bueno, puedes venir a visitarme si quieres, pero no puedes beber mi sangre o pasará lo mismo. —Pero si Clyde tiene una solución, puedo hacerlo cuantas veces quiera —dijo incorporándose con emoción.   Tweek le tomó el rostro, secándole sus lágrimas con los pulgares. —Puedes hacerte daño.   La puerta de la habitación se abrió de golpe y ambos se voltearon a ver, donde estaba un chico rubio, completamente desnudo. —¡Ya soy humano! —anunció con emoción. —¡Te dejé ropa ahí! —regañó Tweek, volteándose en dirección a Craig.   Craig miró a Tweek, mientras se sonrojaba y frunció el ceño, molesto. —¡No lo cambies de color! —regañó Craig, levantándose a vestirse.   Tweek cubrió su cabeza con el edredón, evitando mirar a ambos. —¿Los humanos cambian de color? —preguntó Kenny. —Es como su ritual de apareamiento, cambian mucho de color cuando se excitan. —¡No me excitan! —reclamó Tweek, bajo el edredón. —¡¿En serio?! ¡¿Y cómo?! —preguntó con emoción. —Tienes que acercarles la cabeza a tu pene y... —¡Ya cállense! —interrumpió Tweek.   Kenny subió a la cama, pasando sobre Tweek. —¡Ser humano es genial! —anunció poniéndose de pie sobre la cama.   Craig lo empujó, tirándolo al suelo. —¡Esta cama es mía! ¡Ya te dije ayer, mi cama, mi casa, mi humano!   Tweek descubrió su cabeza, molesto. —¡Deja de tirarlo al suelo, Craig! —No me dolió —dijo Kenny, poniéndose de pie. —Craig, vístelo, por favor. —Bien —se quejó acercándose a la puerta, mientras Kenny lo seguía. —¿Por qué tengo que vestirme? —¿Que no pones atención? Porque se excita. —¡No me excito! —reclamó mientras se alejaban.   Tweek se sentó en su cama, restregando su rostro con ambas manos, fastidiado. —Será un largo día —se quejó levantándose de la cama.   Se vistió rápido y bajó a la cocina, preparándose el desayuno y Craig entró tras él, comenzando a seguirlo, entorpeciendo el camino cada vez que Tweek se volteaba a buscar algo. —¡Craig! —reclamó haciéndolo a un lado—. Si quieres ver lo que hago, solo quédate ahí. No necesitas estar pegado a mí. —Empalagoso —comentó Kenny, mirándolo desde el umbral. —¡Esta cocina es mía! —Sigues diciendo lo mismo, pero no está tu olor en ninguna parte, es territorio libre. —Es cierto —balbuceó volteándose a ver a Tweek. —Vayan a discutir a la sala.   Ambos salieron de la cocina mientras discutían y Tweek suspiró con fastidio, comiendo un tazón de cereales con leche, apoyado en el mesón, aprovechando que estaba solo y en paz, pero fue interrumpido por un estruendo en la sala y corrió a ver, donde encontró a Craig sobre Kenny en el suelo, mientras forcejeaban. Molesto, quitó a Craig de encima y Kenny se levantó de inmediato. —¡¿Cuál es su maldito problema?! —regañó Tweek. —Se enojó porque le dije que iba a quedarme a vivir aquí. —¡¿Qué?! —¡Dice que no quiere volver a ser gato! —se quejó Craig, frunciendo el ceño. —Haz lo que quieras, pero no puedes quedarte a vivir aquí. —Pero no tengo dueños. Cuando Craig vuelva a ser gato, puedo quedarme yo. —No, no, no —dijo entre una risa nerviosa. —Sí, puedo ser un buen humano, puedo excitarte si quieres —dijo tratando de quitarse el pantalón. —¡Oye, no! —regañó Craig, empujándolo—. ¡Ya te dije que este humano es mío! ¡Esta casa es mía! —No huelo nada —dijo molesto. —Puedo marcarlo ahora —regañó Craig, desabrochando su pantalón. —¡No! —Tweek lo detuvo con ambas manos—. ¡Los humanos no marcamos territorio! —¿No? —preguntó Kenny. —¡No! No pueden hacer eso, no en mi casa. En ninguna casa. —¿Y cómo saben qué humano es de quién? —No tenemos dueños. —Pero es mío —regañó Craig, sentándose en el sofá de brazos cruzados.   El día continuó entre peleas y discusiones, con Tweek ya casi al borde del colapso, que decidió no abrir la cafetería para quedarse a vigilarlos.   Al anochecer, abrió la ventana de la sala y así Clyde entrara sin necesidad de estrellarse contra el vidrio, quien entró a los pocos minutos y se posó de cabeza sujetándose de una repisa. Tweek lo esperaba sentado en el sofá, acariciando la cabeza de Craig sobre su regazo, mientras Kenny estaba sentado en el suelo frente a ellos, en un duelo de miradas con Craig, quien trataba de mantenerse tranquilo. —Veo que funcionó con Kenny —comentó abriendo sus alas. —¡Sí! ¡Me encanta ser humano! —¿Por qué? Son tan... raros. Sin ofender —dijo a Tweek. —Solo dinos el plan —regañó Tweek. —Bien, la idea es que Kenny muerda a Craig y así se va a transformar en gato otra vez. —Pero Craig bebe mi sangre, eso lo hizo humano y yo no me transformé en gato. Ahora Kenny también es humano, si lo muerde, ¿no sería lo mismo que Craig me mordiera a mí? —Oh, es cierto —Se quedó pensativo por un momento—. Entonces no sé.   Tweek exhaló con fastidio, apoyándose en el respaldo del sofá, alzando su mirada al techo. —¿Y ahora qué hago con los dos? —¡¿Entonces puedo quedarme?! —preguntó Kenny. —¡No! —reclamó Craig. —Craig, puedes vivir conmigo en la cueva, no es lo mismo que esta casa, pero podemos hacerte espacio —dijo Clyde. —¿En una cueva? —se preguntó Tweek en tono bajo, pensativo. —Sí, puedes vivir ahí si no quieres regresar a tu casa. —Es cierto. Podríamos intentar explicarle todo esto a Tricia, quizá puedas regresar con ella —sugirió Tweek.   Craig se quedó en silencio, sujetando con fuerza su camiseta y negó con la cabeza. —¿Por qué no? ¿No la extrañas? —Sí, pero no quiero volver. —Pues aquí no te puedes quedar para siempre. —¿Yo sí? —preguntó Kenny. —¡No! —regañó Craig. —No, Kenny, ni tú ni Craig pueden vivir aquí. —¿Por qué? —Por... Por... Solo no pueden.   Clyde voló hasta una mesita de centro frente a Tweek. —Quizá si transformo a una rata y la rata muerde a Craig... —Oh, no, no, no —interrumpió Tweek—. No quiero más ideas tontas, quién sabe lo que podría pasar. —Pero esto puede funcionar. —¿Y si no? No me voy a arriesgar, con estos dos es suficiente. —¿Entonces sí me puedo quedar? —insistió Kenny, emocionado. —¡No! —regañó Craig, tomando la mano de Tweek y apoyándola sobre su cabeza. —Ninguno se va a quedar —dijo comenzando a acariciarlo. —Entonces no tengo nada más que hacer aquí —dijo alzando su vuelo, mientras regañaba de camino a su cueva—. Uno quiere ayudar y encima se enoja, malagradecido de mierda.   Tweek cerró la ventana, molesto y se volteó a ver a ambos. —No quiero más peleas de ustedes, ya estoy cansado, me voy a dormir. ¡Y si alguno me despierta, se van los dos, aunque sea de día!   Kenny asintió con la cabeza y Tweek se fue a su habitación, seguido de Craig. —¡Ahí tienes una manta! —dijo Tweek a Kenny, subiendo la escalera.   Craig se volteó por orden de Tweek mientras se ponía su pijama y se acostó de inmediato. Craig se quitó la ropa y se acostó a su lado, temeroso de acercarse. —¿No vas a venir? —preguntó Tweek, extrañado.   Craig se apoyó en su pecho, en completo silencio, hasta que Tweek se durmió.   Intentó conciliar el sueño, pero no lo logró, así que se levantó y abrió la ventana, mirando la de Tricia. —En cuanto pueda te voy a explicar todo. Te voy a extrañar, gracias por cuidarme tantos años —dijo mirando a su ventana con nostalgia.
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