ID de la obra: 177

Frutas en la nieve

Het
R
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planificada Mini, escritos 30 páginas, 18 capítulos
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7. Sensato

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George se consideraba a sí mismo sensato. Un día, su nueva vecina francesa, que era una niña, desarrolló una gran fascinación por él, a tal punto que pudo distinguir con maestría quién era Fred y quién era George, para solo buscar a George, no a Fred y George, no a Fred, solo a George. El adolescente George, se tomaba con humor los descarados coqueteos de Gabrielle y se reía ante ellos, tampoco hacía George un gran esfuerzo de ponerle un alto. Pero George se consideraba lo suficientemente sensato, como para no contestar a los comentarios coquetos de Gabrielle, él tampoco correspondía los abrazos cuando ella corría directamente hacia él para abrazarlo.   —-oOo—-   George comenzó a tener curiosidad por la mente de Gabrielle. George quería entender que era lo que impulsaba a aquella niña a continuamente buscar la atención de él, y a distinguir quién de los gemelos era George. Pero eso era todo, George no sentía ninguna atracción romántica o física por Gabrielle. Atracción romántica y física, había sentido George por chicas de la edad de él, o cercanas a la edad de él, como Alicia, Katie y Angelina. Un coqueteo inofensivo había hecho él por ahí y por allá, dirigidos a Alicia, Katie y Angelina, pero esos coqueteos habían sido tan tenues que ninguna de las tres chicas lo había notado.   —-oOo—-   El que el señor Delacour hubiera amenazado a George, no le sorprendió en lo más mínimo a él. Cuando Gabrielle se acercaba a abrazarlo, George no la apartaba, pero tampoco le correspondía él el abrazo a ella. Cuando había fiestas o reuniones en "La madriguera" a las que la familia Delacour era invitada, Gabrielle se la pasaba siguiendo a George, lo cual, hasta cierto punto a veces le parecía molesto a George, no podía escabullirse él a un lugar apartado en la Madriguera, porque Gabrielle lo seguiría a él, y la idea de que alguno de los adultos, encontraran a George y a Gabrielle en el mismo lugar solitario y apartado de la Madriguera, conduciría a malentendidos, malentendidos que harían que la reputación de George cayera en picada. Por eso George, cuando había fiestas o reuniones en la Madriguera, se la pasaba presente en un lugar lleno de gente, o que les facilitara la vigilancia a los adultos, como la sala.   —-oOo—-   Un día en la escuela de Stonewall, durante la hora del almuerzo, Fred le había contado a Lee, sobre Gabrielle, y sobre cómo George no hacía un gran esfuerzo en apartarse de ella. Fred hizo énfasis sobre lo harto que estaba de tener que estar protegiendo a su hermano. Lee tenía un humor igual de pesado que el de los gemelos, quizá un poco menos pesado, el caso es, que Lee había apodado a Gabrielle como "el respaldo" de George (ya sabes, ese respaldo que tienes cuando otra persona no quiere salir contigo). George se tomó a mal aquella broma y sorprendentemente Fred también. Los gemelos Weasley se pelearon con Lee Jordan, y unos cuantos días posteriores se reconciliaron. —-oOo—-   Era el año 2004. Fred y George habían abierto una tienda de dulces en el vecindario, y les iba bien con las ventas. Un día de enero, George estaba atendiendo la caja registradora, en ese día de enero en particular, la tienda no estaba llena de gente, tampoco había tantas ventas, lo cual le dio un momento para pensar a George, sobre lo desagradable que había sido enterarse para él, unos días antes, que Ron y Ginny habían hecho una apuesta. Ginny había apostado a que cuando Gabrielle cumpliera la mayoría de edad, George y Gabrielle comenzarían a salir rápidamente y todo lo que aquello implicaba; Ron por su parte, había apostado a que no, que cuando Gabrielle cumpliera la mayoría de edad, o George la volvería a rechazar, o Gabrielle dejaría de perseguirlo.   —-oOo—-   El 10 de febrero, una hora antes del cierre, Gabrielle se había aparecido en la tienda. El cumpleaños de Gabrielle había sido el día anterior, pero fue al día siguiente que Gabrielle decidió hacer su aparición.   —¡George! —exclamó Gabrielle mientras se acerca a George, quién estaba atendiendo la caja registradora.   Lo único que se interponía entre Gabrielle y George, era la mesa dónde estaba la caja registradora, y la caja registradora.   —Gabrielle —pronunció George.   Gabrielle dio pequeños saltitos donde estaba parada. La tienda estaba vacía, así que George no sintió problemas en ver descaradamente el movimiento de los senos de Gabrielle mientras saltaba. Era evidente que Gabrielle estaba saltando de la emoción, pero si en algún momento, Gabrielle le terminaba confesando a George, que ella había estado saltando para llamar la atención de él al cuerpo de ella, George le daría un puntaje alto a su creatividad.   —Me encantaron los pendientes de perlas —dijo Gabrielle con una sonrisa y con una voz que delataba su emoción.   George le devolvió la sonrisa, y se tomó unos segundos en ver de pies a cabeza el cuerpo de Gabrielle. Gabrielle se había desarrollado muy bien, era difícil quitarles la vista a las curvas de su cuerpo. De seguro la descarada, desde hace varios meses atrás, sabía que él no la rechazaría después de su cumpleaños número 18, y lo único que tuvo que hacer él para reforzarle la idea, fue regalarle unos pendientes de perlas en ese preciso cumpleaños.   Oh, la desgracia; Fred, Lee, Ginny y Ron, no se quedarían callados al respecto; dentro de unos meses, o siendo pesimistas, dentro de unos días, el vecindario tampoco se quedaría callado. Las cámaras de seguridad de la tienda estaban encendidas, tampoco es como si George fuera a hacer algo a su percepción indecente, estaba en público, una hora antes de que cerrara la tienda, y George no era el único que checaba las cámaras de seguridad, Fred también las checaba.   —Me alegro —dijo George con una pequeña sonrisa—. Acércate —pronunció George.   Naturalmente Gabrielle obedeció.   George desde la mesa dónde estaba sentado, acarició la mejilla de Gabrielle, y Gabrielle emitió un sonido parecido al de un ronroneo, mientras ella al mismo tiempo perseguía el contacto y la calidez de la mano de George.   —¿Vas a esperarme hasta la hora del cierre? —curioseó George.   —Sí —respondió Gabrielle con un suspiro.
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