Capítulo 3
20 de octubre de 2025, 2:35
Skye estaba de pie junto a la puerta de la casita de Chase, con una mezcla de preocupación y nerviosismo. Su voz era suave, pero urgente.
"Chase, despierta… No me gusta cómo te ves. Voy a llamar a Ryder", murmuró, sacando su comunicador y marcando rápidamente.
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A unos kilómetros de allí, Ryder y Marshall estaban ocupados en otra misión. Corrían tras Harold Humdinger, el sobrino del alcalde Humdinger, quien acababa de robar una colección de joyas valiosas del museo de Bahía Aventura. Marshall, vistiendo su uniforme de Rescate Máximo, mantenía la vista fija en Harold.
"¡Harold, detente antes de que termines en la cárcel como tu tío!", le advirtió Ryder.
Harold se giró, sus ojos brillando con resentimiento.
"¡Mi tío está en la cárcel por su culpa, y yo lo vengaré!", espetó.
Marshall lo miró con incredulidad.
"¿Y piensas hacerlo robando joyas?", preguntó, perplejo.
"¡Cállate! Haré lo que sea para arruinarles la vida a ustedes", gritó Harold, aferrándose a la bolsa de joyas.
Marshall no perdió tiempo. Activó una de sus herramientas de policía con agilidad.
"¡Ruff, red!", lanzó una red hacia Harold. "¡Ruff, ruff, cañón de agua!" Un chorro de agua le dio en el costado, haciendo que soltara la bolsa.
"¡Ayuda!", chilló Harold, atrapado en la red.
Ryder avanzó y le quitó la bolsa de las patas.
"Te tenemos, Harold", sonrió. "Misión cumplida".
De repente, el comunicador de Marshall sonó. Al ver que era Skye, contestó de inmediato.
"¿Skye? ¿Está todo bien con Chase?"
La voz de Skye sonaba alterada.
"¡Marshall! Chase se desmayó y… ¡no sé qué hacer!", su tono reflejaba su nerviosismo.
Marshall se esforzó por calmarla.
"Tranquila, Skye. Estoy en camino". Cortó la llamada y miró a Ryder. "Ryder, Chase está empeorando".
Ryder asintió con seriedad.
"Vamos de inmediato. Chase necesita ayuda".
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En el cuartel de los Paw Patrol
Ryder y Marshall llegaron rápidamente y se dirigieron hacia la casita de Chase, donde Skye los esperaba, ansiosa.
"¿Dónde está Chase?", preguntó Marshall.
"En su casita. Está muy raro", respondió Skye, preocupada.
Marshall se apresuró a entrar. Chase estaba recostado, mirando al vacío, como si algo invisible lo estuviera consumiendo.
"Chase, ¿estás bien? ¿Te duele algo?", preguntó Marshall, mirándolo con preocupación.
Chase suspiró y respondió con voz suave y abatida.
"Sí, me duele… me duele el corazón".
Marshall lo miró, perplejo. "¿Qué? ¿Qué pasó?"
Chase bajó la mirada. "Ella no me ama, Marshall".
Marshall entendió al instante. Trató de consolarlo, poniendo una pata en su hombro.
"Vamos, amigo. No te desanimes, quizás si lo intentas otra vez…"
Pero Chase sacudió la cabeza, frustrado.
"No. Si lo intento de nuevo, me volverá a rechazar. ¡Y sin ella… siento que no quiero seguir en Paw Patrol!"
Marshall retrocedió, impactado. "No digas eso, Chase".
"Ella es mi vida… no puedo seguir sin ella". Los ojos de Chase se llenaron de lágrimas. "Quiero estar solo, Marshall. Por favor, vete".
Marshall dudó, pero al ver la seriedad en el rostro de Chase, asintió y salió de la casita.
Afuera, Ryder lo esperaba con los brazos cruzados.
"¿Cómo está Chase?", preguntó Ryder, con el ceño fruncido.
Marshall suspiró. "Quiere estar solo… y creo que debemos respetarlo".
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En la montaña de Jake
Everest miraba el horizonte desde lo alto de la montaña. Después de un mes, finalmente se decidió a pedirle a Jake permiso para visitar a sus amigos.
"Jake, ¿puedo ir a ver a los Paw Patrol?", preguntó con una mezcla de emoción y nostalgia.
Jake sonrió y asintió. "Claro, ve. Te llamaré si te necesito".
Con una sonrisa amplia, Everest partió hacia Bahía Aventura, sus pensamientos llenos de recuerdos y emociones.
(Hace tiempo que no veo a Chase y a mi mejor amiga, Skye. Aunque… a veces siento un poco de envidia por lo que Chase siente por Skye. Pero aun así, quiero lo mejor para él), pensó mientras corría.
Al llegar al cuartel, fue recibida con un entusiasmo contagioso.
"¡Everest!" gritaron Marshall y Skye al unísono.
Skye corrió a abrazarla, mientras Marshall sonreía ampliamente.
"¡Te extrañamos tanto!", dijo Marshall, feliz de verla.
Ryder, que estaba cerca, también se acercó a saludarla.
"Es genial verte, Everest. ¿Qué te trae por aquí?"
"Vine a jugar y pasar tiempo con mis amigos", respondió ella, sonriendo.
Ryder asintió, con una sonrisa. "Perfecto. Voy a buscar algo de agua para todos".
Everest miró a Skye y a Marshall. "¿Y dónde está Chase?"
Skye bajó la mirada, su tono lleno de preocupación. "Está enfermo".
Rubble intervino, suspirando. "Sí, pobre Chase. Y ahora, ¿cómo va a poder comer?"
Everest frunció el ceño, preocupada. "¿Puedo verlo?"
Marshall asintió, pero miró a Skye. "Sí, pero mejor que te lleve Skye. Es la única a quien le va a abrir".
Skye aceptó la tarea y acompañó a Everest hacia la casita de Chase, aprovechando el momento para ponerse al día.
"¿Y cómo estás, Skye?", preguntó Everest mientras caminaban.
"Lo de siempre: misiones, rescates, y jugar con mis amigos. ¿Y tú?"
"Yo igual, rescates en la nieve… y bastante tiempo sola", respondió Everest, intentando sonar despreocupada.
Al llegar, Skye tocó la puerta.
"Chase, soy yo".
Hubo un momento de silencio antes de que Chase abriera la puerta. Su rostro reflejaba su tristeza, pero esbozó una pequeña sonrisa al ver a sus amigas.
"Skye… Everest…", murmuró.
Everest se acercó con una sonrisa cálida.
"¿Cómo estás, Chase?"
"He estado mejor", respondió con honestidad. "Me siento… triste".
Skye, intuyendo que necesitaban privacidad, se despidió con una sonrisa.
"Bueno, los dejo para que hablen. Cuídense".
Everest entró y se sentó junto a Chase, mirándolo con una mezcla de compasión y preocupación.
"Chase, ¿quieres decirme qué te pasa? Sé que no es solo una enfermedad".
Chase suspiró profundamente, finalmente dejando salir las palabras que había estado guardando.
"Es… es por Skye. Me declaré, pero me rechazó".
Everest se quedó en silencio un momento, asimilando la noticia.
"¿Te rechazó? Pero… pensé que sentía algo por ti".
Chase bajó la mirada, triste.
"No… parece que no".
Everest lo miró con ternura, y sin decir más, se acercó y lo abrazó con calidez.
"Lo siento, Chase. Sé que duele, pero estoy aquí contigo".
Chase suspiró, apoyando la cabeza en su hombro, y por un momento, dejó que sus emociones fluyeran. Lloró suavemente, encontrando consuelo en la cercanía de Everest.
Ambos se quedaron abrazados hasta que, agotados, terminaron quedándose dormidos, reconfortados en la compañía del otro.
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Un par de horas después, Marshall, que no había visto a Everest salir en horas, se inquietó. Buscó a Skye, y juntos decidieron ir a ver a sus amigos.
"Skye, ¿dónde está Everest?", preguntó Marshall, mirando alrededor.
"Fue a hablar con Chase", respondió Skye.
Marshall frunció el ceño, sorprendido.
"¿Por dos horas? Mejor voy a ver cómo están". Sin esperar respuesta, se dirigió a la casita de Chase.
Al entrar, lo que vio lo dejó sin palabras: Chase y Everest dormían juntos, abrazados. La escena lo sorprendió profundamente, despertando una mezcla de confusión y celos.
(¿Qué…? ¡Pero Chase está enamorado de Skye! ¿Qué hace durmiendo con Everest?) pensó, incrédulo.
"¡Chase!", dijo, alzando la voz para despertarlo.
Chase abrió un ojo, molesto por la interrupción.
"Marshall… déjame dormir, ¿no ves que estoy cómodo?", murmuró, aún medio dormido.
Marshall, sin poder contener su frustración, alzó la voz. "¡Chase!"