ID de la obra: 219

Paleta de emociones

Mezcla
R
En progreso
4
Tamaño:
planificada Mini, escritos 9 páginas, 2.578 palabras, 5 capítulos
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Capítulo 3: Revelación matutina

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Una mañana clara bañaba de luz dorada la residencia del primer príncipe de Tanbarun. En su despacho, tras un imponente escritorio de roble, se sentaba Raji Shenazard. Su cabello castaño estaba perfectamente peinado, su chaleco marrón sobre una camisa blanca impecable destacaba su estatus, pero su rostro reflejaba una tensión inusual. Frente a él, un folio de papel amarillento; en su mano, una pluma que temblaba ligeramente. Elegía cada palabra con un cuidado que nunca había mostrado, como si cada una pudiera revelar su alma. Raji respiró hondo y comenzó a escribir.

***

Estimada señorita Shirayuki, Por fin he reunido el coraje para escribirle, tras su rechazo a ser mi concubina y su partida de Tanbarun. Confieso que entonces me cegó la ira. ¿Cómo osó rechazar mi oferta? Le ofrecía lujo, reconocimiento, una vida en la corte. Pero ahora… ahora entiendo que fui yo quien estaba equivocado. Quise encadenarla a mi lado sin haber aprendido siquiera a caminar por mí mismo. Quise poseerla, deslumbrado por su belleza y su inteligencia, como si fuera un tesoro raro. Quise atrapar esa luz, pero sólo conseguí apagarla con mi torpeza. Estaba ciego, sin entender que su libertad es su esencia. Usted me enseñó que el respeto se gana no con un título, sino con hechos.Y si algo aprendí de usted… es que siempre se puede cambiar, si uno de verdad lo desea. Gracias a usted, aspiro a convertirme en un mejor príncipe para Tanbarun. Con sincero respeto, Raji Shenazard

***

Raji levantó la vista. La tinta aún estaba fresca y brillaba bajo los rayos del sol que se colaban por la ventana. El silencio del despacho, roto solo por el canto lejano de un pájaro, lo envolvía. — “Ay… sigo sin poder quitarme de la cabeza esos cabellos rojos…”, — murmuró Raji, pero se detuvo, temiendo perturbar la fragilidad del momento. Dobló el papel con cuidado, lo guardó en una caja de madera con llave y la colocó en un cajón del escritorio, cerrándolo con un leve chasquido. Una carta escrita bajo la luz del amanecer, pero jamás enviada: un secreto que solo le pertenecía a él.
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