2. No creas que eres el primero
7 de junio de 2025, 4:05
Nadie había tocado a Gi-hun de esa manera desde la muerte de Sang-woo. Y mientras una mano con guante negro apretaba un área tan delicada, su mente se fue de viaje justamente a ese recuerdo, les dieron los trajes formales y les indicaron irse a cambiar juntos antes de la final, tuvieron una discusión porque su amigo de la infancia había perdido lo que le quedaba de humanidad al aventar a ese fabricante al vacío.
Los dos estaban tensos, pero a años de distancia, a Gi-hun le parecía que no había sido tan malo. Decidieron recordar viejos tiempos en el baño. En realidad fue Sang-woo quien se lo pidió. Sospecho que tú vas a ganar, concédeme esto al menos le dijo mientras lo volteaba contra la pared, fue así como accedió a tener intimidad en un lugar marcado por la muerte.
A pesar del asco que sentía mientras El Líder retorcía su miembro sin siquiera sacarlo del pantalón, la sangre de Gi-hun corría de pies a cabeza. In-ho estaba agradecido de que el traje le quedara holgado, pues había esperado tanto ese momento, que una desesperada erección ya estaba completa por debajo de su pantalón.
Gi-hun se había mantenido tres años gastando sólo lo mínimo para subsistir por la gran culpa. Se mantenía bañándose con duchas frías y breves, respiraba con culpa, dormía apenas las horas necesarias para sobrevivir, su mente estaba ocupada por Los Juegos y el hombre que ahora estaba obligando su cuerpo a reaccionar. No era placer, era una consecuencia de un manoseo que no podía evitar, pero sí, su miembro se estaba erectando también.
En esos tres años, Gi-hun no se permitió el placer de ningún tipo, aún así había desarrollado el hábito de masturbarse al menos una vez a la semana, pero casi siempre frenaba antes de eyacular. Y las veces que lo hacía, se golpeaba las pantorrillas hasta causarse un calambre, era su forma de castigarse.
Se salió del recuerdo de Sang-woo, el calor invadía sus mejillas, esa masturbación de mano ajena era lo más forzado que se le ocurría, una verdadera tortura, ya que no podía apartar al enmascarado, decidió burlarse de él.
—¿Qué te pasa, enfermo? No me digas que diriges todo esto porque eres un reprimido y ocultas que te gusta la verga
In-Ho no se esperaba esa insolencia. No tan rápido. Había recibido mofas de parte de El Oficial por su obsesión. Dentro de La Organización el acostarse con otros hombres sólo estaba bien visto si era para humillar, nunca por un gusto genuino, mucho menos por amor, aunque él estaba en un punto intermedio, así que soltó el miembro del menor, sacó la Colt M1911 de la gabardina y se empezó a reír justo antes de azotarla en la nariz del menor.
Provocó que le saliera sangre de un solo golpe, con eso bastaba; sin embargo, usó la punta del arma para provocar una hemorragia constante al pegarle en el tabique un par de veces. No le habló, sólo contempló la escena y volvió a reír.
A pesar de que ahora su nariz quemaba y tenía que obligarse a respirar por la boca ante la imposibilidad de limpiarse los hilos de sangre, Gi-Hun no agachó la cabeza, miró directamente a In-ho a los ojos a través de la máscara y volvió a atacar verbalmente, al menos podía hacer eso.
—Al menos me soltaste, enfermo
Lo siguiente que Gi-hun vio ya no fue la mano con el guante negro y tampoco sintió otro golpe, In-ho derribó la silla de una patada y su cara acabó de lado en el piso, la fricción causó que otra vez su frente sangrara, la herida provocada por su primera caída al piso cuando mataron a Jung-bae no había tenido tiempo ni de coagular adecuadamente.
De parte de In-ho sólo hubieron más risas, se puso de cuclillas sobre él y lo colocó boca abajo, aunque se tomó la molestia de jalarle el pelo a Gi-hun para alzar su cara y azotársela contra el piso de la suite, esto hizo que el menor se quejara sin ocultarlo, pero no habló más, había dolor, ardor y miedo de por medio, además de que había quedado aturdido.
In-ho se siguió burlando y alzó la cadera del menor, obligándolo a “sostenerse” con sus rodillas mientras que sus hombros y su cuello recibían toda la presión contra el piso. Le bajó el pantalón hasta medio muslo y vio por primera vez la entrada que tanto deseaba, así que presionó el inicio de su intimidad con todo y guante, causando una gran fricción.
—Habla, vamos, jugador 456 ¿Qué tienes que decir ante esto?
El cuero del guante era incómodo para ambos. La última persona en tocar así al menor había sido Sang-woo, así que Gi-Hun cerró los ojos e imaginó que era él, que nada de eso estaba pasando. Pero de alguna forma, su cuerpo estaba pidiendo que continuara, no estaba seguro de si era algún mecanismo de defensa o estaba a punto de enloquecer, pero todavía creía que esa invasión era algún tipo de introducción más que física, que era el principio de un juego, así que trató de ignorar que la boca se le estaba llenando de sangre de la nariz y de la frente, logró hablar o más bien jadear cuando todo le ardía.
—Se supone que si dejo de luchar ¿Me dejarás ir, maldito sádico?
Las palabras del menor hicieron que In-ho se volviera a reír. Qué incrédulo le parecía, qué manipulable, aprovechó para quitarse el guante izquierdo porque era su mano dominante y metió su índice a la intimidad del menor de un solo intento, por supuesto que al no haber ni un solo líquido que lubricara, tuvo que usar demasiada fuerza para ello.
Estando de rodillas, el mayor echó la cabeza para atrás por el placer que le dio imaginar el dolor que estaba provocando y suspiró tan fuerte que el cambiador de voz alcanzó a captarlo, produciendo un sonido robótico que quedó callado cuando volvió a hablarle a Gi-hun.
—Sí, ahora cállate
No razonó lo que dijo, ya no soportaba el calor que estaba produciéndose dentro del traje, el sudor picaba su piel y no le permitía ni excitarse como era debido, así que trató de abrirse la gabardina, pero no se olvidó de su cuerpo, hizo que su dedo iniciara una exploración hasta el fondo. Sostuvo con su otra mano la cadera del menor para evitar forcejeos.
Gi-hun estaba batallando con una verdadera invasión a su cuerpo, a sus ideales, se cuestionó su integridad como humano e incluso se preguntó si es que acaso estaba muerto, sus manos atadas a la espalda no le permitían sostenerse, sólo tenía sus rodillas y un dedo extranjero lastimándolo, pues el mayor empezó a moverlo sin por lo menos escupirle o algo. La tensión en el cuello era demasiada. Sentía placer y se odiaba por ello, pero estaba seguro de que era por el recuerdo de Sang-woo, quien no precisamente lo trataba con cariño, incluso había sido golpeado varias veces por sus manos sólo porque no quería acostarse con él, razón por la que Gi-hun decidió dejar de frecuentarlo, eso pasó justo antes del viaje a América.
De pronto se escuchó la caída de algo plástico. Era la máscara de El Líder, a partir de ahí, In-ho ya no podría hablar si es que quería mantener el anonimato, sólo se la quitó porque la excitación no lo dejaba respirar, usó su otra mano para liberar su erección y de alguna forma, Gi-hun decidió volver a provocarlo para ver si se disuadía, ya se las había ingeniado para hablar con la sangre coagulada en la cara.
—Mira idiota, si estás pensando seguir, no creas que eres el primero y no te hagas el dócil
Gi-hun buscaba herirle el orgullo a El Líder, en su mente eso funcionaría para detenerlo, pero en realidad In-ho, quien tenía el cabello lleno de sudor aglutinado en la frente, sólo lo interpretó como una carta abierta para no tener el mínimo cuidado. Le regaló unos segundos de alivio al menor al sacar su dedo, esa invasión había sido de todo menos una preparación adecuada, pero le arrebató la poca tranquilidad cuando posicionó su miembro palpitante en la intimidad ajena.
Pudo haber entrado de un solo empujón, pero decidió torturarlo, el mayor rodeó la cadera de Gi-hun con una mano a cada lado y fue entrando despacio, tenía la dureza suficiente para ello, sintió que la punta de su miembro estaba desgarrando algo, probablemente lo hizo, los gritos del menor confirmaron que así había sido, pero no le importó.
A medio camino decidió usar toda su fuerza para hundirse hasta el fondo y dejó escapar un sonido irreconocible entre gemido y grito animal. Gi-hun se mordió el labio para no seguir gritando, su mente veía el piso y luego negro. El piso y luego negro. Estaba a punto de irse. No había comido bien, tenía dos heridas de importancia en la cabeza, un brazo sangrante y además tenía la longitud del mayor en su interior, se limitó a apretar los puños, pero no pudo decir más. Qué caro le había costado intentar burlarse.
La cadera de In-ho adoptó una velocidad que castigaba, que rompía, realmente deseaba hacerle daño al ir tan profundo, casi sentía odio. Tenía prisa, sólo se escuchaban quejidos y gruñidos, así como pieles golpeándose. Más que embestidas, parecía maltrato. En algún punto intentó golpetear ese punto de placer que los hombres tenían guardado en la próstata, era un “regalo” que le estaba haciendo al menor, por un segundo estaba buscando gemidos en el interior y los consiguió, Gi-hun no pudo contener eso, al final su cuerpo estaba reaccionando.
Pero en cuanto los escuchó, In-ho usó su fuerza para seguir en lo que parecía ser su objetivo principal: quebrar al menor. Ya que no había podido hacerlo mentalmente, buscaba hacerlo físicamente, aunque fuera más o menos imposible.
Gi-Hun pasó de sentir un poco de placer a sentirse lastimado. Su cara estaba contra el piso friccionándose por los movimientos y su interior ardía.
Si podía quebrar un cuello en segundos con los brazos, las piernas de In-ho eran capaces de golpear una y otra vez las del menor, lo estaba básicamente usando para intentar darse placer a él mismo y ni siquiera lo estaba consiguiendo, que era lo peor.
El mayor bajó su mano hasta el cuello contrario y apretó para forzar el desmayo. Se había aburrido. No había nada que hablar, no podía negociar y quería ver si por lo menos sentía algo al dormirlo. Gi-Hun protestó con el poco oxígeno que le quedaba dentro de los pulmones hasta que finalmente se dio cuenta de que perdería el conocimiento.
—Suéltam…
Estuvo todo el tiempo anhelando a Sang-woo hasta el último momento, aunque más bien era un consuelo para no terminar de procesar que todo eso estaba pasando, pensó en los juegos y en terminarlos, se repitió a sí mismo que todo valdría la pena, que su verdugo se detendría pocos segundos después. Incluso pensó que todo era una pesadilla, pero no, no lo era.
In-Ho no paró. Lo único que había ocurrido era que ahora pudo usar más fuerza y gemir libremente sin miedo a que su voz se reconociera, sus erecciones duraban mucho, así que tomó la cadera del menor y la azotó contra su propio cuerpo para llegar más al fondo. El aburrimiento había quedado atrás, no tenía forma de medir las embestidas que le estaba dando al menor, sólo procuraba que la cabeza de Gi-hun no rebotara tanto en el piso porque tampoco quería causarle un derrame, cerró los ojos y siguió penetrándolo hasta que se cansó de no escuchar forcejeos.
En algún punto entreabrió los ojos y decidió dar una última embestida hasta el fondo, se descargó dentro de Gi-hun y volvió a gritar de placer, básicamente había estado profanando un cuerpo inerte, cansado y muy herido. El arrepentimiento llegó rápido, así que le desató las manos y le tomó el pulso.
In-ho tuvo la suerte de que el corazón del menor aún latía, notó que al salirse, además de aquel líquido blanco, bastante sangre había corrido desde el interior ajeno hasta los muslos del menor. Para él era un triunfo, incluso se burló de ello y lo miró con desdén una vez que se puso de pie y guardó su miembro.
—Perdedor.