ID de la obra: 228

Solo un juego

Gen
G
Finalizada
6
Tamaño:
246 páginas, 111.248 palabras, 67 capítulos
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No me vuelvas a dejar

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Capítulo 25 No me vuelvas a dejar

      

             Dos días transcurrieron en los que se suspendieron las clases y los exámenes, por lo tanto, Hermione no tuvo la oportunidad de hablar con Theo o incluso con la insoportable de Pansy, quien al final de todo si resultó ser ayuda para descubrir lo de la caja.       Algunos padres se llevaron a sus hijos de Hogwarts; las gemelas Patil se marcharon la mañana después de la muerte de Dumbledore, antes del desayuno, y a Zacharias Smith fue a recogerlo su altanero padre. Varios estudiantes desfilaban por los pasillos para dirigirse al gran comedor, Hermione junto con Ron, Harry y Ginny estaban por cruzar las enormes puertas, cuando Theo apareció tomando el brazo de la castaña.       —Hermione —hablo el chico con tono de alivio en su voz —estás bien, tu…       —Aléjate de ella! —grito Ron empujando a Theo lejos de la castaña.       Theo sonrió arrogantemente por unos segundos antes de encarar a Ron con una mirada despectiva y llena de furia.       —No estoy hablando contigo… ahora apártate antes de que me olvide que estamos en el castillo y te lance una maldición…       —Como la que tú asqueroso amigo hizo! —contrataco Ron refiriéndose a Draco—. Ustedes no son más que unas viles y patéticas serpientes       —Ron ya basta —intervino Hermione interponiéndose entre ambos, lo menos que necesitaba ahora era provocar un escándalo.       —Hermione por favor, necesitamos hablar.       La castaña miro unos segundos a Ron antes de suspirar.       —Los alcanzo en unos minutos…       —¡Estas, loca que te pasa! Después de todo lo que ha pasado te irás con ese imbécil.       —¡Solo voy a hablar Ron!       —¡No! —grito el pelirrojo tomando del brazo a la castaña con fuerza.       —¡Suéltame!       —¡Ron ya basta! —intervino Harry apartándolo de su amiga.       —Tienes que venir conmigo —soltó Theo llegando hasta Hermione —debemos irnos.       —¡No! Tú no te la llevarás a ningún lado.       Harry se olvidó de Ron para enfrentar a Theo decidido.       —Debo mantenerte a salvo —Theo ignoro al castaño tomando del rostro a Hermione mirándola con suplica—. Bonita… por favor…       —¡Theo!       Una gruesa e imponente voz resonó en el pasillo logrando que el cuerpo de Theo se pusiera rígido y su rostro se tornará blanco, el chico soltó a la castaña y giro lentamente para mirar a su padre quien avanzaba decidido hasta él.       Cuando estuvo a unos pasos de distancia el chico intento hablar, pero antes de lograr articular una palabra un golpe seco cayó en su rostro llenando de sonidos de sorpresa por parte de los alumnos.       Hermione quiso correr a su lado, gritar e insultar a aquel hombre por algo tan bárbaro como lo que acabó de ver, pero Harry la tomó de la cintura para impedirlo.       —Eres una deshonra para la familia Theodore! Toma tus cosas nos vamos y por tu bien espero, no escuchar ningún reclamo de tu parte—, luego miro a su lado donde Blaise y Pansy los miraban con cautela—. Ustedes dos también —sentencio el hombre con dureza antes de alejarse del pasillo.       En cuanto se perdió de vista Theo se irguió levantando la mirada que hora era dura y sin emociones.       —Theo —soltó la castaña intentando acercarse, pero el brazo de Pansy se lo pidió       —¡No te parece que ya causaste suficiente! —gritó molesta, pero luego se acercó con la intención que las próximas palabras solo las escuchará ella—. Tú y yo sabemos que todo esto es tu culpa —soltó con malicia para luego tomar a sus dos amigos de los hombros y alejarse.              Después del funeral y tal como lo habían acordado los alumnos fueron enviados a sus casas. Hermione le prometió a Ron que iría a la madriguera en cuanto resolviera las cosas en su casa, tenía que asegurarse de mantenerlos a salvó así que al día siguiente de su llegada ya tenía una pequeña bolsa con un encantamiento de expansión y todas sus cosas guardadas.       —Ya está la cena cariño! —grito su madre desde la cocina.       —Voy mamá —contesto la castaña tratando de que su voz no se quebrara mientras tomaba su pequeño bolso.       Estaba llegando al final de las escaleras para entrar al vestíbulo principal cuando el timbre de su casa sonó.       —¿Querida esperas a alguien? —pregunto su padre al tiempo que se acercaba a la puerta.       —¡No! —grito Hermione mientras sacaba su varita de entre su chaqueta y corría hacia la puerta, pero era demasiado tarde, su padre ya la había abierto y una fuerza invisible la tumbó con tanta fuerza que cayó varios metros golpeándose con una de las columnas.       Hermione colocó una de sus manos en las costillas del lado derecho de su cuerpo mientras se levantaba lentamente producto del dolor. El aire se sentía espeso y la oscuridad la envolvió por completo.       —Pa…pa —intento soltar, pero el dolor era tan intenso que apenas salió como un susurro.       Cuando finalmente logro incorporarse un brazo rodeo su cuerpo, mientras una mano atrapó su boca para evitar que gritara.       La castaña se removió tratando de soltarse aferrada a su varita lista para lanzar un hechizo cuando un simple ¡Sh! Susurro en su cuello sintiendo ese aliento tan conocido para ella. De pronto todos sus sentidos se agudizaron, el calor que emanaban esos brazos, la piel contra su boca y ese único y conocido olor, la dejaron petrificada. Segundos más tarde sintió el tirón de la aparición.       Cuando Hermione sintió nuevamente el suelo bajo sus pies, abrió los ojos recuperando la visión. Estaba a unos cuantos metros de su casa en una pequeña elevación que permitía ver los techos de todo el barrio donde vivía.       Sintió como aquellos brazos aflojaban su agarre y sin desaprovechar los segundos se apartó corriendo cuesta abajo para ir por sus padres, pero a tan solo dar un par de pasos un fuerte estallido y el humo saliendo por las ventanas la hizo detenerse sintiendo su corazón apretarse. Intento gritar, pero su voz se cerró por completo, cayó abruptamente al suelo con lágrimas resbalando por su rostro, sintió un cuerpo a su lado, unas manos tomando sus hombros, ¿le decía algo? No estaba segura, ni siquiera le importaba, todo a su alrededor dejo de importarle, su vista estaba fija en la llameante casa que había sido suya por tantos años. Cuánto tiempo había pasado, horas, días, parecía eterno, pero cuando una oscura figura apareció frente a ella, se levantó inmediatamente apartándola tratando de correr cuesta abajo, pero una vez más fue atrapada.       —¡¡No!! —grito la castaña tan desgarradoramente que hasta aquel cuerpo a su lado de estremeció apretando su agarre aún más fuerte.       —Ya vienen —escucho en un susurro al tiempo de sentir nuevamente ese tirón de la desaparición—. Lo siento… bonita.              —Bombarda máxima! —grito la castaña hacia la puerta de una pequeña habitación y al igual que la primera vez, nada sucedió.       Hermione miro a su alrededor con la respiración acelerada, restos de destrucción yacían regadas por toda la habitación, lo había intentado todo, desaparecer, salir, quemar, explotar y absolutamente nada funcionó. La frustración y el dolor de recordar la explosión de su hogar y sus padres dentro lo descargo destrozando cada cosa que encontró en el lugar.       Ya no tenía lágrimas que derramar, ni fuerza para seguir intentando inútilmente salir. Se tumbo en el frio piso con la varita aferrada a su mano y su vista fija en la puerta, hasta que el cansancio se hizo presente sintiendo los parpados pesados y sucumbiendo al sueño.              Cielo oscuro y calles desoladas, el frío viento atravesando la tela de su capa como cuchillos afilados, el ruido de ventanas y puertas cerrándose a su paso. El miedo sintiéndose en el aire y todo por su presencia, porque ahora era poderoso y cruel, todo lo que siempre debió ser. Y sin embargo se sentía vacío, rodeado de mortífagos que lo obedecían sin protestar él se sentía solo.       Llegó a una pequeña cabaña a las afueras de un pequeño pueblo fuera de Londres. Encontró el lugar completamente destrozado por dentro, la castaña arrimada a la pared frente a la puerta con los ojos cerrados, pero con su varita apretada en su mano.       Draco limpio el lugar, saco de entre su capa unos cuantos libros y los colocó en una mesa en el centro de la habitación. Luego se acercó lentamente para quedar arrodillado frente a la castaña quien dormía seguramente producto del cansancio, pues se notaba en su expresión que no estaba nada relajada.       Examino cada uno de sus rasgos y sin poder resistirlo llevo su mano al rostro de la castaña siendo esa paz que hace mucho no sentía y tan solo con el simple contacto de su piel.       Estaba a punto de alejarse cuando Hermione abrió los ojos arrastrándose hacia la pared.       —Theo… eres tú…       Draco se apartó de la castaña alegrándose de traer una máscara para que ella no logrará ver la molestia en su mirada.       —Y mis padres…       —Muertos —soltó el rubio. Hermione volvió a sucumbir en el llanto.       Draco apretó los puños sintiéndose como una mierda por quedarse ahí parado incapaz de ir a consolarla.       —Me quiero ir…       Draco no respondió simplemente caminó hacia la puerta de salida.       —¡Necesito irme por favor!       —¡Están muertos no lo entiendes!       —No regresare a casa… yo…       —No iras con ellos —sentencio el rubio de manera demandante.       —Draco…       El rubio se apresuró a tomar el picaporte de la puerta para irse.       —¡No espera! Draco por favor no te vayas, no me dejes otra vez…       El tono de súplica y la voz rota de la castaña hizo que Draco bajara por completo la guardia, apresuro el paso hacia Hermione quien ya se encontraba a unos escasos metros de distancia de él.       Draco tomó su rostro entre sus manos controlando sus emociones, esas intensas ganas por besarla.       —Si te quedas, no me iré.       —Sabes que no puedo…       —Entonces olvídalo.       —¡No me puedes dejar aquí! —grito la castaña al verlo alejarse —¡Draco! —, pero fue inútil el rubio había desaparecido dejándola sola nuevamente.
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