ID de la obra: 228

Solo un juego

Gen
G
Finalizada
6
Tamaño:
246 páginas, 111.248 palabras, 67 capítulos
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No me iré

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Capítulo 35 No me iré

                    Hermione entro en la pequeña cabaña, a penas logro dar un par de pasos cuando Narcissa Malfoy apareció tras la puerta de la habitación con la varita en alto.       —¡Quieta! Cómo entraste aquí…       Hermione miro con cautela a la mujer también con su varita en alto apuntándola ante cualquier posible ataque, cuando un quejido llamo su atención.       —Draco —susurro la castaña bajando su varita y corriendo hacia la habitación sin importarle que Narcisa aún la estaba apuntando.       En cuanto entro a la habitación las lágrimas cayeron por su rostro al ver al rubio tumbado en la cama con el torso desnudo lleno de vendajes, corrió hasta él acariciando su rostro.       —Draco…       —¿Hermione?       —Draco, lo siento tanto, esto es mi culpa…       —¡Claro que lo es! —grito Narcissa apuntando a Hermione logrando que está ella quedara atrapada en la pared mientras sentía como su garganta era apretada quitándole la respiración.       La castaña llevo sus manos desesperadamente a su cuello para tratar de liberar la presión en el mismo sin éxito.       —Como te atreves a entrar en mi casa, venir aquí y tocar a mi hijo, ¡Despreciable sangre sucia!       —No… —soltó Draco con dificultad tratando de levantarse—. Basta… no la toques… ¡Suficiente! —grito de manera débil mientras caía justo en los pies de la castaña.       Narcissa horrorizada bajo su varita para correr al rescate de su hijo.       —Como puedes defenderla… —dijo indignada —como puedes humillante así ante está impura.       Draco no contesto, lo único que le importaba en esos momentos era socorrer a Hermione quien tocia con dificultad recuperándose.       —Eres un Malfoy… que no lo entiendes Draco… esto que haces es una vergüenza para la familia…       Narcisa seguía hablando o más bien reprochando a Draco.       —¡Es una sangre sucia!       —¡Dije que suficiente! No te atrevas a llamarla así nuevamente…       Draco se levantó con dificultad para enfrentar a su madre, pero Hermione también lo hizo tratando de detenerlo.       —Draco no lo hagas, por favor…       —No voy a permitir que manches el buen nombre de esta familia por alguien como ella… —soltó la mujer furiosa y luego apunto a la castaña —Y tú… ¡Quita tus manos de mi hijo! —grito tratando de alcanzarla, pero el rubio se interpuso.       —El nombre de nuestra familia ya está bastante manchada con la sangre que tengo en mis manos… tú y mi padre se aseguraron de eso y te lo diré una última vez. No te atrevas a tocarla… —amenazo Draco con decisión.       Al segundo siguiente su cuerpo ya no resistió más y cayó de rodillas al piso.       —¡Draco! —grito Hermione con desesperación llegando hacia él.       —¡No lo toques! —grito Narcissa apuntándola con la varita —Y lárgate si no quieres que lance una maldición sobre ti que hará que supliques morir…       —¡Haga lo que lo dé la gana! —estallo la castaña cansada levantándose para quedar al mismo nivel de la mujer mirándola con altanería—. Tortúreme, máteme si quiere, pero no me iré, no dejaré a Draco y mucho menos así.       Hermione saco su varita para colocar nuevamente a Draco en la cama, miro a un lado donde se encontraba una pequeña cómoda que ahora estaba llena de todo tipo de pociones y hierbas. Las leyó rápidamente para saber que había y luego fue administrándole al rubio. Tras varios minutos cuando logro estabilizarlo este despertó.       —Sigues aquí… —hablo Draco con la voz ronca de manera lenta.       —Y no me pienso ir nunca más —contesto la castaña con lágrimas en el rostro.        —Daria lo que sea por que fuera verdad…       —Lo es… te juro que está vez lo es… Draco quedémonos aquí o huyamos lejos, lo que tú quieras, pero juntos, lejos de la guerra.       —La Hermione que conozco jamás diría eso… que me ocultas…       —Debes descansar si, buscaré algo de comida y…       —¡Hermione! —dijo molesto cuando la castaña evadió la pregunta, pero ella simplemente se levantó saliendo de la habitación.       —Ya despertó —dijo Hermione mirando a Narcisa Malfoy quien se encontraba de pie en frente a la ventana con los puños apretados a sus costados.       —Gilwe llévale comida a Draco —ordeno la mujer a un elfo robusto y con aspecto agresivo que se encontraba a su lado—. Y tú —dijo mirando a Hermione —ya lo viste, lo curaste, ahora vete… no tienes nada que hacer aquí. Tus problemas no me interesan y a mi hijo tampoco.       —Viene por él —soltó Hermione apretando los puños por la impotencia —lo va a matar…       Narcisa la miro sorprendida y horrorizada—. No voy a permitir que el incidente en mi casa lo condene… No permitiré que lo acusen de traición.       —La traición es lo que menos le importa, lo quiere a él y lo quiere muerto.       —¿Por qué? —pregunto Draco parado en el marco de la puerta con los brazos cruzados.       Hermione miro con resignación al rubio sabiendo bien que no podría ocultarle las cosas.       —Sabe que tienes la varita de Dumbledore…       —Snape me dijo que era una varita poderosa y que no debía dejar que nadie supiera que la tengo.       —No es una varita poderosa… es la más poderosa, es la varita de Sauco… Las reliquias de la muerte si existen —agrego al ver las expresiones de ambos Malfoy.       —Déjame adivinar… Potter la necesita…       —Necesita que quien tú sabes no la obtenga…       —Y yo no sé la daré.       —¡Y crees que se quedará tranquilo con eso! Ya estuvo en la tumba de Dumbledore, es cuestión de horas para que se dé cuenta de la verdad…       —El señor tenebroso puede menospreciar a los demás, pero no es idiota, si tiene la más mínima duda de que tengo la varita no me atacará, tú lo dijiste es poderosa… si me enfrenta puedo ganarle.       —No si los horrocrux no son destruidos, aún quedan tres… y…       —¿Y? —pregunto el rubio impaciente.       —Hay uno en la bóveda Lestrange…       —Y quieren que yo les ayude ¿No es así?       —Era la idea, pero no lo haremos, tú y yo escaparemos.       —¿Lo soportaras? Huir conmigo mientras aquí están peleando…       Hermione bajo su mirada incapaz de verlo mientas apretaba los puños cerrados a sus costados—. Yo… dije que iría contigo…       Draco se acercó a la castaña para tomar su rostro y hacer que le mire.       —Es lo que más quiero… pero por una vez en mi vida no seré un maldito egoísta… cumple tu estúpida promesa… yo debo regresar a Hogwarts hay un Horrocrux ahí… lo encontraré para que lo destruyan.       Hermione se acercó más para acortar la distancia entre los dos, pero antes de que sus labios llegasen a tocarse el sonido de un carraspeó de garganta los alejo. Narcissa se encontraba aún cruzada de brazos mirándolos con reprimenda.       —Si ya solucionaron todo dile a esta…       —¡Madre!       —...A esta chica… que se vaya, ya no tiene nada que hacer aquí.       —Dejare a Hermione a salvo con Potter y después regresaré.       —No sabía que eras su niñero.       —De hecho, soy su novio…       Narcissa apretó aún más los puños si eso se podía, temblando por la impotencia.       —Volveré a la mansión para asegurarme que tu tontería no nos afecte con el señor tenebroso…       Draco solo miro a su madre unos instantes antes de tomar la mano de Hermione y acercarse a la puerta.       —Por lo que más quieras hijo mantente vivo…       Fue lo último que dijo Narcissa con tono suplicante antes que el rubio desapareciera de la cabaña.              Draco y Hermione se encontraban en una pacífica playa, segundos más tarde Harry apareció aliviado de ver a la castaña, Ron llegó a continuación cauteloso y manteniéndose en los límites de la propiedad siendo observado con odio por el rubio. Después de una intensa mirada entre ambos Draco les entrego un cabello de su tía para que pudieran entrar a Gringotts con ayuda del duende.       —Lo que te hice en mi mansión Potter es poco, no me provoques… ¡Mantenla a salvó! Y dile al pobretón de Weasley lo que se siente… porque haré algo mucho peor con él…       Dicho esto, Draco desapareció no sin antes besar apasionadamente a Hermione ante la atenta y enloquecida mirada de Ron.
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