ID de la obra: 228

Solo un juego

Gen
G
Finalizada
6
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246 páginas, 111.248 palabras, 67 capítulos
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Conozco al verdadero Draco

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Capítulo 36 Conozco al verdadero Draco

                    —Jure protegerte —dijo Snape mientras se acomodaba en la silla del director mirando a Draco con reprimenda.       —Cuando debía cumplir mi misión...       —¿Crees que necesito de un juramento para preocuparme por la vida de mi ahijado? —preguntó irritado Snape mientras colocaba una taza de té en la mesa de su escritorio para él y Draco.       El rubio tomo un sorbo examinando la oficina del director, la cual no tenía cambios practícateme en nada a comparación de su antiguo dueño.       —A mi padre no le gustará nada cuando se entere —soltó después de unos segundos retomando su antigua conversación sobre estar en contra del señor tenebroso.       —Pues a tu madre no le importo cuando vino a suplicarme que te salvara mientras te desangrabas… sé que le tienes resentimiento, pero por ponerte a salvó a él tampoco le importará… el amor hacia los hijos nos hace cometer locuras… lo entenderás cuando tengas los tuyos.       —Tu nunca tuviste...       —Yo nunca luche lo suficiente por la mujer que amaba.       —La misteriosa mujer por la que tuve que soportar un crucio solo por preguntar quién es... ¿Alguien alguna vez lo supo?       —Dumbledore… Y si prestarás más atención a los detalles ya lo supieras…       —Se quien es… solo quería que me lo dijeras tú… ¿Te dolió? Saber que murió…       —Tanto que una parte de mí murió con ella… —dijo el hombre mirando a la nada perdido en sus pensamientos, pero luego al ver la expresión de Draco agregó—, eso no te pasará a ti…       Draco aparto la vista de su padrino sintiendo un nudo en el pecho por la idea de que ese era realmente su futuro. Quiso decirlo, gritar lo desesperado y aterrado que estaba por todo eso, pero a cambio solo preguntó:       —¿Crees que la acepten, mis padres?       —No —soltó Snape con tono de burla, aunque sin soltar una sonrisa mientras salía de la oficina del director.       Draco termino su té y se dirigió al baño del tercer piso, Myrtle la llorona apareció a solo unos segundos.       —¡Draco! Viniste a verme…       —No creíste que me olvide de ti ¿O sí?       Myrtle suspiro enamorada mientras miraba a Draco con atención.       —¡Dejaste de venir! —reprocho el fantasma.       —Lo siento mucho… estuve muy ocupado, ya sabes la guerra…       —¿Aun tienes miedo? Puedes llorar si quieres… quedarte compartiendo el retrete conmigo…       —Muy tentadora oferta mi lady, pero no creo que eso sea del agrado de mi novia.       Myrtle se alejó furiosa mientras soltaba sus estridentes llantos y Draco solo sonrió.       —No te molestes conmigo Myrtle… tu siempre serás mi preferida… a demás necesito tu ayuda.       La fantasma no respondió, pero los sollozos habían parado así que el rubio continuo.       —La diadema de Ravenclaw… ¿Tú la conoces, has oído hablar de ella?       —La diadema pérdida… he escuchado de ella, pero no soy la persona que puede ayudarte si la estás buscando.       —¿Y entonces quién?       —La que se lo robó claro... ¿Conoces la historia de esa diadema?       —Helena Ravenclaw se la robó y… el barón Sanguinario… el… ¡Ella es la dama gris! El fantasma de Ravenclaw.       Draco se apresuró a salir del baño para ir en busca del fantasma ni sin antes despedirse de su pequeña amiga prometiéndole volver.       Después de buscarla y lograr obtener información de la diadema la encontró en aquel lugar donde paso tanto tiempo en sexto año.       Regreso hacia la oficina del director con la diadema en sus manos para mostrársela a Snape, cuando llegó él aparto de manera apresurada el diario el profeta que se encontraba en su escritorio.       —Lo encontré —dijo Draco sentándose frente a su padrino sacando la diadema de una bolsa negra poniéndola en el escritorio.       —Eso es un alivio… ahora…       Snape no pudo continuar hablando, pues Draco ya se había abalanzado contra el para arrebatarle el diario.       —Draco tranquilízate —soltó el director con cautela al ver cómo el cuerpo del rubio se volvía tenso y su expresión se tornaba en una de odio.       Draco no respondió, lanzó el diario bruscamente y salió huyendo de ahí. Snape miro nuevamente el titular maldiciéndose internamente por no haberle escondido mejor.       

Robó en Gringotts

      

Harry Potter: la destrucción a su paso.

      Hace unas horas Harry Potter acompañado de sus dos amigos Ron Weasley quien había asegurado estar en casa con spattergroit y la señorita Hermione Granger buscada por el ministerio al ser considerada de muy alto peligro para el mundo mágico.       

      Draco llegó a la torre de Astronomía dónde un grupo de estudiantes se encontraba admirando el paisaje. El rubio sin importarle ya nada saco su varita apuntando a uno lanzo el primer crucio. Los otros dos estudiantes miraron con horror la escena, pero antes de que pudieran reaccionar Draco ya estaba apuntando al segundo chico haciéndolo gritar de dolor en el suelo.       —¡Llevarlos antes que los mate a todos! —gritó Draco al tercer estudiante quien estaba por escapar.       Con cautela y miedo sin apartar la mirada el rubio el chico saco su varita para elevar el cuerpo de sus dos compañeros y luego bajar de la torre desesperadamente.       —Debo admitir que eso fue excitante.       Eris apareció a unos cuantos pasos de distancia del rubio con su habitual semblante despreocupado y poderoso.       —No planeo divertirte… así que vete…       —No dejaré que nada malo le pase si eso te hace sentir bien… no voy a permitir que mi fuente de poder muera… no aún claro.       —Dijiste que solo querías su magia…       —Dije muchas cosas… y ya que tú no cumples ninguna debo tomar medidas… A menos que ya decidas entregarle la caja. —Eris avanzó hacia Draco para quedar lo suficiente cerca y sentir su aliento—. Por qué intentas retrasar lo inevitable, no lograrás cambiar tu futuro.        Draco se apartó de la diosa recordando lo que vio el día que destruyó el guardapelo.       —Te gusto mi visión —soltó la diosa con burla sabiendo los pensamientos del rubio.       Draco por su lado fulminó con la mirada a Eris respirando pesadamente.       —Quiero un nuevo trato.       —No aceptaré que mueras, es demasiado aburrido.       —Me alejaré de ella para siempre…       —No, no lo harás, conozco al verdadero Draco y no tienes la fuerza ni la bondad para hacerlo. —Eris avanzó nuevamente hacia Draco—. No eres buena persona mi dragoncito, no intentes serlo. —La diosa tomo el rostro del rubio acercándose lo suficiente para sentir su aliento—. Con todo el poder que tienes… con esa varita… y prefieres la muerte solo por… ¿Cómo la llamas tu? Sangre sucia.       El cuerpo de Draco se tensó por completo apretando la mano de Eris que yacía en su rostro.       —¿Ahora te molesta? Eres patético… y podrás ser muy guapo, pero ya me cansé de soportar tu altanería—. Eris con gran facilidad movió la mano que Draco mantenía apretada llevándola hasta el pecho del rubio, atravesándolo hasta tocar su latiente corazón—. Esto es poco a lo que puedo hacerte si me haces enojar nuevamente. Eres lindo Draco, pero no tanto… te acabaría en un segundo… te di la oportunidad de entregarle la caja cuando tú quieras, pero si esperas demasiado la verás morir en tus brazos.       Eris desapareció frente la vista del rubio mientras el llevaba la mano a su pecho conmocionado por lo sucedido.       Horas más tarde Draco se encontraba nuevamente en la oficina de Snape.       —Lo sabe —soltó Draco sentado frente al director.       —Cree que estás aquí aún herido, vivo, pero débil.       —¿Y eso en que me ayudara?       —Vendrá a atacarte… creyendo que así te vencerá…       —Entonces debo esperar a que me encuentre y matarlo…       —Intentarlo… Dumbledore también tenía la varita y jamás lo logro, perdóname muchacho, pero no estás a la altura de ninguno…       —¿Entonces qué haré?       Antes de que Draco pudiera contestar la puerta de su oficina de abrió dando paso a los Carros, Draco se apresuró a esconderse entre los libros.       —Potter fue visto en Hogsmade       —Aseguren el castillo —ordeno el director —quiero a todos los estudiantes en el gran comedor.       Una vez que los hermanos se fueron Snape miro a Draco quien salía de su escondite.       —Parece que ya no tienes que hacer nada… dejaré Hogwarts y después de eso estarás solo… recuerda nadie te puede ver, el señor tenebroso aún no puede saber que estás con Potter porque tus padres siguen con él.
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