ID de la obra: 228

Solo un juego

Gen
G
Finalizada
6
Tamaño:
246 páginas, 111.248 palabras, 67 capítulos
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Tú me abandonaste

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Capítulo 53

Tú me abandonaste

                    A la mañana siguiente Hermione despertó en los brazos de Draco, la noche anterior el rubio había mandado sacando a sus compañeros Slytherin de la habitación para compensar todas las noches que no estuvieron juntos y a pesar de su vergüenza por haberlo dicho de manera tan textual, se sentía maravillada de que lo haya cumplido.       Se levanto con cuidado de no despertarlo y se dirigió hacia su habitación con la intención de cambiarse esperando que Ginny y Pansy sigan dormidas para evitar sus preguntas, pero antes entrar en su habitación vio a Theo atravesar la sala de estar que conectaba las habitaciones y sin pensarlo se acercó hasta él.       —Theo.       El chico la miro inspeccionando todo su cuerpo sin el más mínimo disimulo. Hermione recordó que solo llevaba puesta la camisa de Draco que cubría la mitad de sus muslos y el rubor en sus mejillas se hizo presente.       —Supongo que ya puedo volver a mi habitación —soltó con tono frio, pero sin poder apartar la vista del cuerpo de la castaña.       —Perdón por haberme quedado en tú habitación.       —Esta sala puede crear tantas habitaciones como deseemos, simplemente conseguí otra. Además, hablare con McGonagall y le pediré que me deje quedarme en las mazmorras.       —¡Te iras!       Theo sonrió sarcásticamente mientras se acercaba más a Hermione, quedando a unos pocos pasos de distancia.       —Pretendes que me quede aquí a verte cada día sonriéndole a Draco.       —Creí que éramos amigos.       —Pues lamento destruir tus sueños, pero no puedo verte así, y fingir que no me provocas nada. No puedo verte cerca de Draco pretendiendo que no me duele.       —Se que esto no ha sido fácil para ti, pero…       —No, ¡no lo es! Tengo la forma de ser feliz y salvar a la mujer que amo, pero si lo hago voy a destruir a mi mejor amigo.       —Por eso te ofreció ese trato Theo, ella quiere separarnos. Causar el caos entre nosotros, no podemos dejar que ella gane. No te pido que finjas nada… solo… no quiero perderte.       —No me perderás, te lo dije ayer, yo voy a estar cuando Draco te decepcione otra vez.       —¿Por qué estas tan seguro que lo hará?       —Porque yo haría lo mismo con tal de mantenerte a salvo. A Draco no le va a importar poner en riesgo todo el mundo mágico si eso significa mantenerte viva. Y tú sigues aferrándote a que no lo haga.       Hermione vio a Theo alejarse, empezó a escuchar los ruidos provenientes de las habitaciones, aviso de que ya todos estaban empezando a despertar así que corrió a su habitación evitando por completo a Ginny que a penas la vio entrar empezó con su interrogatorio. Se metió a la ducha para no responder y cuando estuvo arreglada salió de la habitación.       —¡Ey!       Hermione salto al sentir unos brazos rodear su cintura, pero al segundo se relajó al oler el aroma inconfundible de Draco.       —¿Te escabulliste en la noche?       —No. me levanté y como te vi tan lindo dormido decidí dejarte descansar y alistarme para las clases.       —Bien. Entonces vamos…       —¿Juntos?       —Estamos en el futuro Hermione. Nadie sabe quiénes somos, ni les importa, no existe Voldemort, ni mis padres amenazándome. Somos libres. Así que tendrás el placer de saber lo que se siente ser la novia de Draco Malfoy.       —El sueño de mi vida —soltó Hermione con sarcasmo, logrando que Draco la obligue a girar para quedar frente a ella.       —De hecho, es el mío. Desde que me enamore de ti, esto es lo que he deseado hacer, llevarte de la mano a mi lado y gritarle al mundo cuanto te amo.       Hermione acerco su mano al rostro del rubio para trazar con sus dedos cada fracción de él.       —Te amo Hermione.       —Y yo a ti Draco.       El rubio no alargo más el momento y tomo el rostro de la castaña para acercarla a él y besarla. Su romántico y pasional momento fue interrumpido por los chicos quienes empezaron a salir de sus habitaciones. Draco tomo la mano de la castaña para enlazarla con la suya listos para salir cuando James y los mellizos aparecieron para reunir a todos y segundos más tarde Albus y Scorpius entraron.       —¿Por qué están ellos aquí? —pregunto el rubio con desconfianza.       —¿Quieres saber la verdad? Bueno ellos son parte de eso, ahora habla, cuando viajaste te encontraré con tu madre, luego que hiciste.       —¿Cómo sabes eso? —pregunto nuevamente sorprendido, pero ante la severa mirada de James sabiendo que él no respondería volvió a hablar—. No era mi intención toparme con ella, ni mucho menos cambiar las cosas, eso fue culpa de Eros, él apareció ante mí.       —¡Eros! —exclamo Pansy —¿Hablaste con un dios?       —Dijo que me ayudaría.       —¿A cambio de qué? —preguntó Draco preocupado.       —Me dijo que tenía una deuda pendiente con su madre y por eso quería arruinar los planes de otra diosa. ¿Mi padre hizo un trato con una diosa?        —Eris —fue lo único que dijo James.       —Esperen—hablo Pansy —Afrodita es la madre de Eros, pero ellas nunca tuvieron un enfrentamiento o enemistad. Eros te mintió.       —No, no lo hizo —refutó Hermione —Eris enfrentó a Afrodita con Hera y Atenea. Y aunque al final Afrodita fue la ganadora gracias a Eris se ganó a dos enemigas mortales.       —¿Qué trato hizo mi padre con Eris? —pregunto nueve te Scorpius mirando a James.       —Eso… es algo que no me corresponde contarlo.       —¡Prometiste que me contarías todo!       James miro al rubio con culpa, pero antes de decir algo de algo hablo:       —Yo se lo diré.       Scorpius miro al chico de mala gana analizándolo de pies a cabeza.       —¿Y tú porque sabrías? ¿los mortífagos tuvieron algo que ver? ¡tu padre le hizo algo al mío!       —No. Esto tiene que ver conmigo, con lo que yo hice —soltó Draco mientras se levantaba de su asiento y se dirigía a la sala de menesteres.       —Ve con él —dijo James mirando al rubio—, te contara todo confía en mí.       Dudo unos segundos, pero James jamás lo pondría en peligro, así que salió de la salsa siguiendo al muchacho.       —¿Conoces a mi padre? —preguntó Scorpius cuando llegaron al lago negro.       —Creo que él me conoce más a mí que yo a él.       —¿Entonces cómo sabes sobre su trato?       —Porque fui yo quién lo hizo, cuando tenía 16 años y estaba desesperado por salvar a mi familia. Cuando tenía que matar a Dumbledore. Ella apareció.       —Es imposible, eso pasó hace muchos años y fue a mi padre a quién le encargaron esa misión.       —Eros dijo que te ayudaría ¿no? bueno lo hizo, él nos trajo. El día que fuiste al pasado nosotros llegamos aquí.       —¿Nosotros?       —Blaise, Pansy, tus padrinos, Weasley y tu madre.       Scorpius abrió la boca, pero no pudo emitir ninguna palabra el aspecto del chico frente a él comenzó a cambiar. Su padre estaba ahí, mucho más joven, pero en su mente solo había un rostro que lo envolvía mientras los latidos de su corazón se aceleraban. Su madre.        Hermione observaba a ambos rubios a lo lejos apretando con fuerza el anillo de Draco en su cuello preguntándose si debería acercarse.       —Están mejor sin ti.        —Sabes perfectamente que odio que leas mi mente —respondió Hermione mirando a su lado para encontrarse con el rostro de Draco (adulto).       —Y tú sabes muy bien que yo no te hago caso.       —¿Qué haces aquí?       —James me llamo, vine para impedir que le den falsas esperanzas a mi hijo.       —¡Qué tú te hayas rendido, no significa que él lo haga!       —¿Rendirme? ¡Yo no me rendí! ¡Yo no fui quién nos abandonó a ambos!       —¿Por qué estás tan molesto conmigo?       —Ven conmigo —dijo mientras se alejaba del lugar.       Hermione dio un último vistazo a ambos rubios a lo lejos y soltando un suspiro siguió a Draco.       —¿Qué hacemos aquí? —preguntó la castaña cuando entraron a la oficina de McGonagall.       —¿Querías saber porque estoy tan molesto? Pues mira —bramo Draco mientras sacaba un collar en el que colgaba un pequeño frasco con un hilo resplandeciente en su interior.       —Un recuerdo —soltó Hermione mientras el pensadero se acercaba a ellos—. No puedo saber del futuro… es peligroso.       —Te conozco mejor que nadie Hermione. Veas o no lo que hay aquí. Eso no cambiará lo vas a hacer. No importa cuántas esperanza le des a mi yo del pasado o a mi hijo, esto se hará realidad.       Con lo último dicho el filo de su recuerdo cayó en el pensadero formando una iluminada escena en un jardín.       Hermione miro la escena que cada vez se hacía más clara dudando, así que Draco la tomo del brazo para que entrara en el recuerdo.       Un hermoso jardín se extendía por varios kilómetros. En el centro un pequeño rubio volaba sobre una escoba tratando de anotar la Quaflle por el gran aro que se encontraba frente a él resguardado por su padre que reía victorioso ante los intentos de su hijo.       —¡No te rías! —gritaba frustrado el niño.       —Si fueras más rápido no lo hiciera —se burló Draco —eres un Malfoy no lo olvides, puedes hacer todo lo que te propongas si jamás dejas de intentarlo.       Scorpius tomo la Quaflle en su poder soltando un suspiro para concentrarse y volvió a acercarse a su padre a toda velocidad.       Hermione quién se encontraba a unos cuántos metros de distancia escucho su voz y al mirar a un costado ahí estaba ella con un hermoso y elegante vestido.       —Confundus —había dicho ella y Draco quien protegía la portería perdió el equilibrio de la escoba logrando que Scorpius anotara.       —¡Lo hice! —gritó Scorpius muy emocionado alzando sus manos en el aire y haciendo un par de maniobras con su escoba—. Lo logré, ¡soy el mejor! ¿Me viste? ¡Le gane a papá! —gritaba emociona nado el pequeño rubio mientras corría hacia su madre.       —Lo vi amor —contestó Hermione mientras abrazaba a su hijo—. Ahora ve a cambiarte, que tu abuela te espera para comer.       Después de varios negativas y berrinches por parte de Scorpius, Draco y Hermione lograron convencerlo y el rubio corrió hacia la mansión.       —Me recordara está victoria toda su vida —soltó Draco molesto.       Hermione sonrió satisfecha aun mirando a su hijo que ya estaba en los brazos de Narcisa Malfoy—. No debiste descuidarte.       —Eres tramposa y manipuladora. Tal como me gusta —dijo Draco mientras tomaba de la cintura a Hermione acercándola hacia su cuerpo.       —Y tú un excelente y amoroso padre. Scorpius será muy feliz a tu lado.       —Claro que será feliz. Los tres lo seremos. ¿Estás bien? —preguntó Draco al notar como los ojos de la castaña se volvían vidriosos por la necesidad de las lágrimas que deseaban salir.       —Si. Solo pienso el maravilloso futuro que ustedes dos tendrán y…       —¡Por qué sigues hablando como si tú no fueras parte de nosotros! —interrumpió Draco molesto, sabía a donde iba esa conversación y estaba cansado de tenerla.       —No podemos seguir fingiendo que ese día nunca llegará…       —¡Dijiste que no íbamos a rendirnos!       —No me estoy rindiendo. Yo voy a seguir luchando por esto, pero no lo haré a tu lado, porque necesito que cuides a Scorpius, necesito que te quedes con él…       —¡No! —Draco saco su varita haciendo un movimiento logrando que una nube de energía atrapará toda la mansión—. ¡Tú no te irás… no permitiré que te alejes!       —Cuídalo Draco —continuó hablando la castaña sin importarle lo dicho por el rubio —Te juro que no dejaré de luchar.       Entre las manos de Hermione apareció esa dichosa caja causante de tanto dolor entre la pareja y el rostro de Draco palideció por completo.       —No lo hagas. Hermione por favor no me dejes.       La voz de Draco se rompió y las lágrimas empezaron a salir mientras apretaba los puños a su costado con impotencia.       —Te amo Draco, siempre lo haré.       —¡No! —gritó con impotencia y dolor —No te atrevas a dejarme. Te necesito mi amor, te lo suplico no me dejes, te juro que te voy a salvar, pero no me dejes. ¡No puedes abandonarnos a Scorpius y a mí!       —Intento salvarlos.       —¡Aceptando el castigo de Eris! Esa no es opción.       —¿Y dejar morir a tu mejor amigo si lo era? Ya no quiero más muertes Draco, no por mi culpa.       —Jamás me voy a perdonar lo que le pasó a Theo, pero debes entender que lo hizo porque te amaba, pensábamos que esto terminaría…       —¡Y no lo hizo! ¡No sirvió de nada!       —¿Y que tú te sacrifiques sí?       —Draco, no me quiero irme así, no quiero que nuestro último recuerdo sea esto.       Hermione soltó la caja para acercarse al rubio y tomar su rostro delicadamente.       —Podemos con esto. Como hemos hecho con todo…       —Esto es diferente. Me estás pidiendo que siga sin ti, que luche sin tenerte a mi lado, no puedo, ¡no lo haré!       Draco aparto las manos Hermione de su rostro.       —Draco…       —No te irás —sentencio el rubio mientras apuntaba a Hermione con su varita., pero esta cayó al piso al tiempo que su cuerpo de volvía rígido.       —Perdóname.       Hermione volvió a acercarse al cuerpo petrificado de Draco, trazando con sus dedos cada fracción de su rostro.       —Te amo, a ti y a Scorpius más que nada en este mundo y por eso necesito hacer esto. Seguiré luchando, tú se feliz mi amor. Se feliz sin mí.       Junto sus labios por un largo tiempo derramando lágrimas que quedaban manchadas en el frío y duro rostro de Draco, cuando la castaña tomo valor se alejó y tomo la caja. En cuanto la abrió todo el lugar se iluminó por una luz cegadora.       Hermione del pasado salto mientras su piel se erizaba cuando un grito de horror y desesperación resonó en el lugar, cuando la luz se apagó vio a Draco tumbado en el suelo derramando lágrimas y golpeando el suelo una y otra vez impregnándose su sangre en el pasto. Cambio la dirección de su mirada incapaz de seguir viendo y el Draco que la metió en ese recuerdo miraba la escena con la respiración acelerada y varias lágrimas cayendo por su rostro. La castaña quiso acercarse a él, pero un remolino se apodero de ella sacándola del recuerdo.       Cayó de manera dolorosa en el frío piso de la oficina de la directora de Hogwarts.       —Tú me abandonaste. Después de todas las promesas que nos hicimos. ¡Fuiste tú la que se rindió!       Hermione no se atrevió a mirar al rostro del hombre que le hablaba, en su voz se podía sentir el odio, el rencor, el dolor en cada palabra. Y se sintió diminuta, culpable. Hace solo unas horas había hecho la promesa con Draco que luchar por su amor y ver cómo esa promesa se desvanecía, provocaron un remolino en su interior. Las náuseas amenazaban con querer salir y fue incapaz de levantarse, varios minutos después cuando logró hacerlo, se encontraba sola.
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