ID de la obra: 228

Solo un juego

Gen
G
Finalizada
6
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246 páginas, 111.248 palabras, 67 capítulos
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Capítulo 55

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                    A la mañana siguiente se podía sentir la tensión entre los chicos mientras bajaban a desayunar. Ginny había estado evitando a Harry lo que más podía, mientras que él se debatía entre matar a Ron o degollarlo mientras duerme. Si lo desaparecía ahora a lo mejor se ahorraba tanto en el futuro. Pero no. Que el engañara a Ginny con Cho Chang no podía ser culpa del pelirrojo.       Engañar a Ginny con Cho Chang.       ¡No! Él sería incapaz de hacer algo así. Por Merlín él amaba a Ginny. ¿Cómo en el futuro podría ser capaz de… esa estupidez?       Sus pensamientos se vieron interrumpidos por los gritos que se escucharon a lo lejos. Todos se acercaron al reconocer una de las voces.       —¡Y por qué lo trajiste! —gritó Scorpius encarando a Rose quien miraba al rubio con tristeza—. ¡Nadie quiere ver a tu maldito padre y tú lo trajiste!       Ron fue el primero en reaccionar al reconocer a su hija y corrió para enfrentar a Scorpius.       —¡No le grites así a mi hija! —bramo apuntando al rubio con su varita.       Draco tomo del cuello de la camisa a Ron mientras enterraba su varita en el cuello del pelirrojo mirándolo con profundo odio.       —Un movimiento más Weasley y te juro que no me voy a contener.       Ginny corrió hacia su hermano, pues al parecer era la única persona que le interesaba ayudarlo. Alzo su varita lanzando unos metros lejos Draco provocando la inmediata reacción de Theo y Blaise apuntándola con sus varitas. Harry no se quedó atrás, él no dudo ni un segundo en colocarse frente a la pelirroja, acción que causo una sonrisa socarrona en el rostro de Ron. Harry volteó los ojos conteniendo el impulso por golpearlo, odiaba siempre terminar defendiendo al idiota de Ron por proteger la integridad de Ginny.       Albus y Scorpius no se quedaron atrás y cada uno se colocó en el bando que le correspondía con sus varitas en alto.       —¡Suficiente! —gritó Hermione colocándose en medio del enfrentamiento.       Rose quien se encontraba al lado de Ron bajo su varita avanzando hacia la castaña y abrazarla.       —Yo no quise molestar a todos —soltó en medio de un sollozo—. Mamá lo siento…       Hermione abrió los ojos impresionada por las palabras de la chica mientras ella se aferraba con más fuerza a su cuerpo, instintivamente miro a Scorpius quien apretaba su mano libre en un puño y la incomodidad por la cercanía de la chica la bombardeo. Se reto mentalmente por querer alejarla. Era su hija, ¿cómo podía sentir… nada?       —Debemos calmarnos —expuso Hermione alejando a Rose delicadamente de ella—. Si queremos resolver las cosas no podemos pelear, debemos estar juntos…       —¡Ella no es parte de esto! —reclamó Scorpius ya bajando su varita al igual que todos.       —Van a buscar a mi madre… ¡Claro que soy parte!       —¡No es cierto! ¡Deja de mentir maldita sea! ¡ella no es tu madre!       Scorpius se alejó empujado a todos a su alrededor tratando de controlar la respiración acelerada causada por la furia en su interior.       —Scorpius —susurro Draco tocando el hombro del chico cuando logró alcanzarlo.       El chico estaba alterado y Draco sintió tristeza por él. Se notaba la impotencia por la situación.       —Ella no es mi hermana.       —Entiendo que pueda ser difícil para ti…       —¡No! ¡Ella de verdad no es mi hermana! Fue un hechizo —soltó Scorpius con frustración—. Astoria Greengrass era la esposa de Ron. Cuando quedó embarazada… bueno es que ella no debía hacerlo, ella…       —Se porqué —concluyo Draco.       —Por esa razón mis padres para salvar su vida realizaron un hechizo antiguo y complicado, uno oscuro, transfirieron el bebé hacia mi madre, ella fue quien dio a luz a Rose. Eso debía salvarla, pero… no saben que salió mal. Nadie sabe eso a excepción de mi padrino Harry y cuando paso lo de mi madre el bastardo volvió de Estados Unidos y amenazó a mi padre. En el cuerpo de Astoria hay restos de la magia creada y la varita de mi padre fue con la que se hizo el hechizo. Si el ministerio se entera lo llevarán a Azkaban y ni siquiera mi padrino podrá salvarlo, incluso él está en el mismo peligro de ser condenado.       —¿Por qué no lo delató?       —Mi madre es un Malfoy así que cualquier heredero tiene derecho a nuestra fortuna. Mi padre accedió que Rose gozará con los derechos como su hija. Por eso ahora Rose dice que es hija de ella, así tiene control sobre la fortuna Malfoy, es lo único que le interesa a Ron Weasley, el dinero.       —¡Bastardo! —escupió Draco molesto, pero tras unos segundos, cambio su expresión al notar lo tenso que estaba su hijo—. ¿Cómo lo supiste?       —Me lo contó mi padre, él no quería que tuviera una impresión errónea de mi madre. Al parecer esa fue la única cosa real que me dijo de ella.       —Lo siento —dijo Draco tragando seco por la culpa, pero su hijo lo miro con una tímida sonrisa.       —Aun no haces nada, así que, supongo que no debes disculparte.       —No cometeré los mismos errores, te prometo que seré un mejor padre y no permitiré que a tu madre le pase algo malo.       —Los humanos siempre haciendo promesas vacías.       Draco y Scorpius voltearon sus miradas en dirección a aquella tan fría y tenebrosa voz.       —Eros, debo asumir —dijo Draco con firmeza y un poco de molestia en su voz.       —¿Están listos para un trato? —pregunto con aquella siniestra y atrayente voz.              La habitación se llenó de una corriente helada cuando Eros desapareció. Harry y Draco se miraron incapaces de hablar. Lo sabían, por fin sabían cómo salvar a Hermione y el shock de la verdad cayó en ellos.       Las instrucciones eran claras “No importa cuántos entren, ni que tan buenos y poderosos lleguen a ser. Uno no volverá. Es el sacrificio que deben pagar.”       Ninguno pudo reaccionar cuando la chimenea en el despacho de la directora McGonagall de iluminó.       El cabello rojo tan intenso como las llamas se hicieron presentes y a los pocos segundos Ginny Weasley ya estaba frente a ellos.       —Es cierto —dijo la pelirroja con la voz rota mientras salía de la chimenea —esta… ella… yo quiero ir… debo ir a rescatarla…       —¿Qué haces aquí? —pregunto Harry —¿Cómo te enteraste?       —Ginny olvidaste tú… —Blaise Zabini apareció entre las llamas de la chimenea con un bolso en sus manos. Al mirar quienes se encontraban en el lugar su voz se apagó nervioso.       Ginny contuvo el aliento mientras tomaba su bolso sin apartar la mirada del piso.       Harry en cambio miraba con profundo odio a Blaise y antes de esperar respuesta de Ginny avanzo hasta el moreno para encajarle un puño en el rostro.       —¡Harry! —gritó la pelirroja molesta y sorprendida al mismo tiempo, pero el castaño simplemente salió de la oficina de McGonagall completamente furioso.       Draco no se inmutó, observó a una Ginny preocupada acariciando el rostro del moreno.       —Gracias por tu ayuda hermano —gruño Blaise sobándose la mandíbula.       —No debiste traerla —contestó el rubio con frialdad.       —¡Tengo todo el derecho de estar aquí!       —No te involucraste antes, no necesito que lo hagas ahora.       —¡Draco! —intervino Blaise al notar la expresión de culpa de la pelirroja.       —Voy a ver a mis hijos —soltó Ginny sin ver a ninguno antes de salir.       En cuanto llegó hacia ellos Lily fue la primera me correr hacia ella.       —¡Mamá! —gritó la niña completamente feliz abrazando a su madre—. Te extrañe.       —Yo también mi amor.       —¿Vienes a llevarnos a algún lado?       —¡No! —interrumpió Cho molesta —Debemos ir a Gringotts para sacar galones.       —Tus necesidades me tienen sin cuidado —atacó Lily molesta —que mi padre no te permita sacar dinero de nuestra bóveda sin alguno de nosotros no es mi problema.       —¡Vamos a ir y es una orden!       —Que te hace pensar que tú puedes darle órdenes a ¡Mis hijos! Ellos se van conmigo —contestó Ginny.       —¡Harry! —chillo furiosa la pelinegra.       —Y a donde quieres llevártelos, a que conozcan a tu nuevo amante —bramo con odio Harry.       —Porque no te preocupas por tu boda Harry.       El castaño apretó los puños, aún más molesto.       —¡Eso es lo que hacíamos hasta que llegaste a interrumpir como siempre! —gruño Cho —¡Vamos amor tenemos mucho que hacer!       Harry desordeno su cabello frustrado, para luego sacar una bolsa llena de galeones.       —Toma —soltó con frialdad acercando la bolsa a Cho —Yo no iré a ningún lado —dijo sin apartar la mirada de Ginny.       —¡Harry!       —Vete Cho.       —¡No! Estoy harta de esto.       —¡Qué más quieres! —gritó Harry cansado.       —Quiero que te intereses. ¡Me acuesto con tu mejor amigo y tu solo lo ignoras! El viene desde New York a hacer alarde ¡y eso no te quita el sueño! ¿Qué tengo que hacer? ¡Ah! Ya se talvez debería salir con Blaise Zabini porque parece que eso es algo que si te hace rabiar. ¡Ah! Pero espera eso tampoco funcionaria ¡Por qué yo no soy Ginny Weasley!       —¡Quieres que haga algo! —gritó molesto encarando a Cho —¡Bien! Te daré todo lo que necesites y arma la boda, nos casaremos en dos semanas.       —¡Papá! —gritaron Albus y Lily al mismo tiempo frustrados.       —¿Papá qué haces? —intervino también James incrédulo de la decisión de su padre.       —¡Se callan los tres!       Cho sonrió ampliamente ante la situación, así que Harry se acercó a ella.       —No tan rápido cariño. Primero tendrás que firmar un contrato, uno en el que especifico que tú no podrás tocar ni un solo galeón de mi fortuna. Y con respecto a mis hijos, olvídate de la idea de creer que puedes mandar sobre ellos, ese derecho lo tiene únicamente ¡su madre! Y mejor disfruta de estas dos semanas, porque en cuanto seas mi esposa no pondrás un pie fuera de la mansión en lo que queda de tu miserable vida. Porque créeme, ¡hare que lo sea!       Cho miraba incrédula y furiosa a Harry frente a ella y su molestia incremento al notar las sonrisas de satisfacción de los tres hijos de Harry. Incluso Ginny no era capaz de esconder su sonrisa.       —Tienes dos días —sentencio Harry con dureza antes de tomar del brazo a Ginny para sacarla de ahí.       Cho solo miro el acto con incredulidad metiendo su mano en el bolsillo de su capa donde se escondía su varita.       —Oye Cho —hablo Albus al notar las intenciones de la pelinegra—. Bienvenida a la familia —dijo al tiempo que lanzaba una pequeña pelota brillante justo encima de ella.       James saco su varita y con una chispa morada la pelota estallo, regando un líquido espeso y meloso en todo el cuerpo de Cho, quien solo logro gritar asqueada mientras los tres Potter soltaban carcajadas.
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