ID de la obra: 228

Solo un juego

Gen
G
Finalizada
6
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246 páginas, 111.248 palabras, 67 capítulos
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Soltar – parte 2

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Capítulo 64

Soltar – parte 2

                    —Yo ya dejé el pasado atrás —dijo Harry mirando a aquel espectro frente a él.        —Aun tienes miedo, aún te sientes débil y solo, porque jamás te perdonaste por todo lo que provocaste en tu incansable lucha contra Voldemort. Todas las muertes que están en tus manos. Todo el dolor que causaste, tú llevaste a la ruina tu mejor amigo, por tu culpa él se perdió en el camino, por ti, el amor de tu vida tendrá que vivir por la muerte de dos de sus hermanos, gracias a tu destino y a enrollar a todos en tus problemas tu amiga, tu hermana va a sufrir años hasta morir.       Harry no respondió, aunque quisiera las palabras no salían de su boca, solo las lágrimas silenciosas cayendo por su rostro.       —No dejaré de ser quien soy, y no me sentare aquí a sentir más culpa de la que ya tengo, pero no puedo cambiar lo que paso, ni las muertes de los errores. Pero si puedo seguir adelante, Voldemort quedo en el pasado y no dejare que me afecte más.       —Claro que lo harás, porque no crees en ti. No crees que Ginny te ama. No crees que puedes superar a Voldemort, no crees que mereces a tus amigos y es tu falta de fe en vos mismo, tu falta de seguridad. Sigues pensando que mereces toda la miseria que paso en tu vida, todas las pérdidas que tuviste. Sigues creyendo que todos los que se acercan a ti, están destinados a morir. Es hora de perdonarte Harry, porque tú no tienes la culpa de nada de lo que te paso.              —Vamos cariño, no tienes nada de que temer esto es lo tu provocaste.       Draco la miraba con una expresión fría y sin emociones al igual que sus primeros años en Hogwarts.       —Estas molesto, lo entiendo, pero solo hice lo correcto.       —Aun sabiendo lo que pasara, sigues con la estúpida idea de sacrificarte.       —Sigo con la esperanza de que al final estaremos juntos…       —¡Mentira! —grito el rubio perdiendo el control y demostrando por fin sus emociones. El miedo—. Tu no esperas un milagro, ni que te encuentre, quieres que no me vuelva eso que atormenta tus pesadillas cada noche.       —No lo harás, se quién eres Draco, me enamore de ti por eso, tu no…       —¡Lo soy! Siempre he sido un narcisista que no acepta perder, o que le arrebaten lo que es suyo… voy a volverme cruel y despiadado para no perderte y por eso prefieres abandonarme, para no verme convertido en eso.       —Yo creía que sí, pero ver a Scorpius, él…       —Vivió un infierno a mi lado, por eso me odia.       —¡No! Cometiste errores, pero no eres malo y no importa lo que pienses me asegurare de que eso no cambie, no por egoísmo, o por miedo, sino porque se quién eres —Hermione se acercó lo suficiente a Draco para encararlo—. Se que la oscuridad te rodea, pero también sé que no vas a dejarme caer jamás, confío en ti Draco, eres tú quien necesita confiar. Yo sé que esta vez vas a llegar a tiempo.       

      —Veo que no te afecto, nada de esto.       —¿Afectarme? Porque lo haría, no soy como tú…       —¿Y por qué sigues teniendo miedo?       —No tengo miedo. Yo ya te perdoné, yo ya dejé esta mierda atrás. ¡Por qué sigues aquí!       —Así son los traumas Blaise, un día están al otro no. Un día creces, tienes una familia y piensas no voy a poder, porque soy igual que siempre, porque así me criaron y vuelve el rencor y el odio, porque es la verdad, te arruine la vida con mis ideologías y mis decisiones.       —Yo voy a salir adelante.       —No puedes hijo, eres una serpiente, un heredero, un Zabini.       —¡No! tú crees que mi lealtad está contigo y no es cierto. Mi lealtad esta con Draco y Theo, ellos son mi familia, siempre lo fueron. Eso no me perdonaría, seguir tus pasos, ser igual a ti.              —Creí que serían mis padres.       —¡Ay no! Y que nos arruinen la diversión.       —¿Diversión? Te parece divertido este futuro de mierda, que tengo por culpa de ellos.       —¿Su culpa? Nos dieron todo Pansy, dinero, poder, amor. ¿Qué más quieres?       —¡Quiero ser libre! Tomar mis propias decisiones, equivocarme, levantarme y encontrar mí camino.       —¿Y crees que lo vas a lograr sin ellos? Sin sus influencias y poder.       —Ellos no son los más poderosos del mundo mágico, no tienen influencias suficientes…       —La tienen sobre ti, sobre tus pensamientos. De eso no vas a escapar.       —Tienes razón, sola no lo haré, pero no estoy sola.       —¿Draco? Él vive por y para la sangre sucia. ¿Theo? Me parece que está muy ocupado, siendo el ancla al otro lado, todo por su sangre sucia. ¿Blaise? Él no va a abandonar a Draco, no lo dejara a un lado en su misión para lidiar con tus traumas. Acéptalo Pansy estas sola.       Las lágrimas de la pelinegra se acumulaban en sus ojos, pero ella luchaba negándose rotundamente a derramarlas. No quería caer, ni desplomarse.       —Tú estás sola, ¡tú con tu superficialidad y tus ideologías estúpidas! Y yo ya no soy tú.              —¿No dirás nada? —preguntó el chico tras varios minutos de incomodo silencio.       —Debería decir algo…       —No lo sé, que tal, odio esta mierda de futuro y quiero cambiarlo, que tal te odio Draco por encadenarme a esta maldición, ¡Algo! Me vuelve loco tu silencio, tu maldita pasividad a todo esto, te estas rindiendo y no soy idiota, tú quieres que esto pase, quieres dejarme solo y no es justo, no puedes abandonarme y arriesgar todo tú cuando esto es mi culpa.       —Y así es más fácil para ti. Enojarte y alejarte, prefieres eso a lidiar con la verdad. Se que no quieres sufrir, pero hay veces que no queda de otra. Se que quieres salvarme Draco, pero este es nuestro destino y voy a asumirlo porque te amo, porque amare a Scorpius cuando llegue a nuestras vidas, y te amare a ti por toda la eternidad. Draco por favor, debes soltarme.              —¿Y entonces porque estoy aquí?       —Porque eras mi hermano. Eras la persona en la que más confiaba y vi lo que harías, tú me traicionaste, me destruiste.       —Entonces perdonarme, para aliviar tu dolor.       —Yo no tengo la obligación de perdonarte.       —No, pero tienes el derecho de hacerlo, de olvidarme y no sentir remordimiento.       Ron acarició el rostro de su hermana igual que aquellas veces que la consolaba haciéndola sentir a salvo—. Te aseguraste de que tu futuro sea diferente, me salvaste de convertirme en un monstruo. Tienes todo el derecho de dejar el dolor atrás, seguir adelante.              Los chicos regresaron a la sala de menesteres soltando todo aquello que los retenía de avanzar, dejando sus miedos, sus dudas, sus demonios y su dolor fuera. Liberándose para crear un nuevo camino, una nueva identidad.       —¿Están listos? —pregunto Eros y cuando todos asintieron James, Eva, Luke, Rose, Scorpius y Albus entraron para mirar por última vez a los chicos y despedirse.       —Lo voy a arreglar… te juro que voy a cambiar todo esto —dijo Pansy mirando a su hija.       —Lo vamos a cambiar —hablo Blaise abrazando a la pelinegra y Eva por primera vez sonrió.       —Ya cambiaron —respondió la chica mientras James tomaba su mano y Luke se colocaba a su lado.       Rose se acercó a Draco con algo de temor—. ¿Me prometes cuidarla? A mi verdadera madre…       —Si, yo te lo prometo y por lo de tu padre…       —Hicieron lo que yo jamás me atreví, así que gracias.       Scorpius y Albus se acercaron a ellos tomados de las manos y cuando llegaron cerca de la chica el rubio abrazo fraternalmente a Rose.       —Así que Malfoy Potter… —dijo Draco mirando a ambos adolescentes.       —Potter Malfoy suena mejor —interrumpió Harry acercándose junto a Ginny—. Siempre la familia más poderosa va primero.       —Y por eso ira Malfoy primero —contesto Hermione llegando al lado de su novio burlándose de sus mejores amigos.       Y así entre las risas de todos los chicos la sala de menesteres se ilumino haciendo que los chicos del pasado desaparecieran del lugar.              Mansión Malfoy, 2013       Un hermoso jardín se extendía por varios kilómetros. En el centro un pequeño rubio volaba sobre una escoba tratando de anotar la Quaflle por el gran aro que se encontraba frente a él resguardado por su padre que reía victorioso ante los intentos de su hijo.       —¡No te rías! —gritaba frustrado el niño.       —Si fueras más rápido no lo hiciera —se burló Draco —eres un Malfoy no lo olvides, puedes hacer todo lo que te propongas si jamás dejas de intentarlo.       Scorpius tomo la Quaflle en su poder soltando un suspiro para concentrarse y volvió a acercarse a su padre a toda velocidad.       Hermione quién se encontraba a unos cuántos metros de distancia escucho su voz y al mirar a un costado ahí estaba ella con un hermoso y elegante vestido.       —Confundus —había dicho ella y Draco quien protegía la portería perdió el equilibrio de la escoba logrando que Scorpius anotara.       —¡Lo hice! —grito Scorpius muy emocionado alzando sus manos en el aire y haciendo un par de maniobras con su escoba—. Lo logré, ¡soy el mejor! ¿Me viste? ¡Le gane a papá! —gritaba emociona nado el pequeño rubio mientras corría hacia su madre.       —Lo vi amor —contesto Hermione mientras abrazaba a su hijo—. Ahora ve a cambiarte, que tu abuela te espera para comer.       Después de varios negativas y berrinches por parte de Scorpius, Draco y Hermione lograron convencerlo y el rubio corrió hacia la mansión.       —Me recordara está victoria toda su vida —soltó Draco molesto.       Hermione sonrió satisfecha aun mirando a su hijo que ya estaba en los brazos de Narcisa Malfoy—. No debiste descuidarte.       —Eres tramposa y manipuladora. Tal como me gusta —dijo Draco mientras tomaba de la cintura a Hermione acercándola hacia su cuerpo.       —Y tú un excelente y amoroso padre. Scorpius será muy feliz a tu lado.       —Claro que será feliz. Los tres lo seremos. ¿Estás bien? —pregunto Draco al notar como los ojos de la castaña se volvían vidriosos por la necesidad de las lágrimas que deseaban salir.       —Si. Solo pienso el maravilloso futuro que ustedes dos tendrán y…       —¡Por qué sigues hablando como si tú no fueras parte de nosotros! —interrumpió Draco molesto, sabía a donde iba esa conversación y estaba cansado de tenerla.       —No podemos seguir fingiendo que ese día nunca llegará…       Entre las manos de Hermione apareció esa dichosa caja causante de tanto dolor entre la pareja y el rostro de Draco palideció por completo.       —No lo hagas. Hermione por favor no me dejes.       La voz de Draco se rompió y las lágrimas empezaron a salir mientras pateaba los puños a su costado con impotencia.       —Te amo Draco, siempre lo haré.       —¡No! —grito con impotencia y dolor —Te necesito mi amor, te lo suplico no me dejes. ¡No puedes abandonarnos a Scorpius y a mí!       —Draco, no me quiero irme así, no quiero que nuestro último recuerdo sea esto.       Hermione soltó la caja para acercarse al rubio y tomar su rostro delicadamente.       —Podemos con esto. Como hemos hecho con todo… Draco tienes que soltarme.       Draco suspiro derrotado aflojando los puños y llevando las manos al rostro de su esposa.       —Te juro que esta vez te voy a encontrar, te juro que llegare a tiempo…       Draco rompió la distancia que los separaba devorando con desesperación los labios de Hermione quien no dudo en corresponder tan intenso beso.       —Te dejare ir con una condición —dijo Draco entre besos —Yo te daré la caja, pero antes quiero una noche, solo una.       Hermione sonrió con aquellas escurridizas lagrimas que escaparon, pero que fueron secadas delicadamente por los labios de Draco.       Y lo cumplió después de esa noche, esa intensa y pasional noche, Draco completo su trato y le entrego la caja de Eris a Hermione, quien desapareció frente a sus ojos destrozándolo, pero jurándose a sí mismo que esta vez su amor no sería un juego perdido. Que ellos iban a ganar y que la iba a encontrar.
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