Capítulo 6
Recuerdos felices
A la mañana siguiente Hermione no vio a Draco en el desayuno, ni tampoco en el resto del día, ya que no compartían clases y para el fin de semana ya era imposible tener algún encuentro con él, aunque ella estaba segura de que si lo hacían la iba a ignorar por completo. Que equivocada estaba pues el domingo en la noche cuando se disponía a regresar a su torre después de salir de la biblioteca alguien la arrastró a un aula vacía. —Eres una pésima maestra Granger—, hablo Draco frente a Hermione arrinconándola contra la pared con una mano en la pared arriba de su cabeza y la otra a un costado cerca de su brazo. —Que pasa una clase y ya te rendiste… —No… yo… bueno… te fuiste… y… Draco arqueo una ceja al tiempo que una media sonrisa se dibujaba en su rostro, Hermione imagino que era su típica postura de chico rompecorazones que cree que todo lo consigue con su cara bonita. —Debiste buscarme… no muerdo Granger… no tienes que tenerme miedo—. La castaña iba a protestar cuando el volvió a hablar —torre de Astronomía… mañana, a las 8. Luego abrió la puerta y sin darle tiempo a responder nada la dejo sola. Y como él lo había dicho ahí estaba al día siguiente en la torre de Astronomía esperándola. Hermione se acercó hasta el sin saber que decir o hacer, Draco era tan impredecible, tan difícil de leer y entender, eso a la castaña la volvía loca no poder descifrarlo. —Te piensas quedar toda la noche mirándome —cuando la castaña regresó de sus pensamientos Draco estaba a escasos centímetros de su rostro, odiaba que hiciera eso. —¡Que! No, claro que no —contestó alejándose tropezando con sus propios pies. Hubiera caído al piso si los reflejos de Draco no la hubieran salvado y ahora ella estaba en sus brazos. —¿Te pongo nerviosa Granger? —N-Nooo. Sonrió de lado con esa expresión de autosuficiencia y galanteo descarado, definitivamente Hermione estaba empezando a odia ese gesto. Se zafo de su agarre de mala gana demostrando su molestia. —Hay que seguir practicando —sentencio ella recobrando la compostura. Draco saco su varita y empezó a decir el hechizo tal y como la primera vez, y de la misma forma nada paso. —Tu recuerdo no es lo suficiente fuerte —dijo la castaña sin mirarlo. —¡Y porque demonios le hago caso a una patética bruja que estoy seguro tampoco lo puede hacer! Hermione alzó su mirada fijándola en la de Draco quien la miraba de manera retadora así que ella sonrió con altanería, nada propio de si pensó Draco, pero antes que pudiera decir algo Hermione saco su varita pronunciando el hechizo. De su varita salió una nutria que recorrió la torre iluminándola. Draco puso los ojos en blanco y estaba por lanzar una ofensa cuando un ruido en la parte baja del lugar los interrumpió. —¿Quién está ahí? Era la voz de Anthony Goldstein el prefecto de Hufflepuff, Draco y Hermione se miraron al tiempo que el patronus de la castaña se desvanecía. La castaña se acercó a la puerta de la escalera para decir algo y esperar que su compañero no le restará puntos, pero Draco la tomo de la cintura tapándole la boca con su otra mano y arrinconándola entre una columna quedando ambos ocultos cuando el prefecto apareció. El chico recorrió el lugar alumbrando con su varita, cuando está llegó a la columna dónde ambos chicos se encontraban, la castaña no pudo evitar soltar un gritó ahogado por la mano del rubio que reposaba en su boca, así que como reflejo Draco se acercó más a ella pegando sus cuerpos. Hermione abrió los ojos topándose con la fría mirada de Draco, no supo en qué momento Anthony Goldstein se había ido, se había perdido en esos grises ojos con la respiración acelerada por la adrenalina de casi ser atrapada, quiso incorporarse, pero parecía que Draco estaba en el mismo transe que ella hace un momento. La miraba fijamente, su mirada era tan… atrayente… Hermione soltó un ruido con su garganta y Draco reaccionó alejándose de inmediato de ella. —Vez lo que logras por tu estúpido hechizo… —¡No es mi culpa! Y… creo que deberíamos encontrar otro lugar donde practicar… nosotros lo hacíamos en la sala de menesteres… ¿La conoces? —pregunto inocentemente esperando una reacción sospechosa. —Su patético escondite del ED… ayude a desmantelarlo lo recuerdas. —A si… —Pero tienes razón es menos peligroso ahí… no quiero que me vean aquí con una sangre sucia. La castaña puso los ojos en blanco cruzando los brazos en su pecho, iba a responder a su tonto insulto cuando él se acercó tomando sus brazos y acercando su cara a la suya. —Lo que paso ahí —dijo señalando con su cabeza la columna dónde ellos estuvieron hace un momento—. No te vayas a enamorar Granger. Hermione lo empujó indignada de que se atreviera a sugerir tal estupidez. —¡Ni en tus mejores sueños Malfoy! Llego hasta la puerta de la escalera con la intención de bajar peor el brazo de Draco se interpuso. —Los sangre pura salimos primero —hablo con una sonrisa malévola —a las ocho no lo olvides.***
Al día siguiente Hermione corría hacia el séptimo piso a la gran pared que abría la sala de menesteres. Eran cinco minutos tarde y está segura que Draco armaría todo un drama, pero cuando llegó no había nadie supuso que la dejo plantada o simplemente no quiso esperarla, estaba por irse cuando una puerta apareció y seguido Draco. —Llegas tarde —dijo él y acto seguido volvió a entrar, la castaña vio como la puerta iba desapareciendo así que se apresuró a entrar. Cuando lo hizo se encontró con una enorme sala, rodeada de altísimos muros formados por toda clase de objetos. Camino uno de los pasillos donde había miles de libros, seguramente censurados, la castaña se acercó a ellos con ese particular brillo en sus ojos cada vez que veía uno. —Eres tan predecible —dijo Draco mientras la arrastraba dentro de la sala. Llegaron a el armario evanescente en que Montague se perdió el año anterior, pero la vista de la castaña se concentró en lo que había detrás de este. Una enorme librería apegado a un lado de un ventanal que permitía que la luz de la luna entrara directamente a una especie de sala improvisada por varios cojines. Draco con su varita despejó el suelo de los cojines dejándolo libre para practicar. —¿Empezamos? —Pero, sin varita… tus movimientos son buenos, lo que está fallando es el recuerdo. Draco guardó su varita de nuevo en su capa con el gesto enojado. —Haber experta en recuerdos felices, porque no me dices el tuyo. Hermione elevó los cojines hasta el filo del ventanal y luego se sentó. —He usado algunos, el primero fue… cuando recibí mi carta… —Ese no sirve —interrumpió Draco cruzado de brazos en el centro de la sala improvisada —es el que use y ya viste que no funcionó. —¿Cuándo la recibiste lo fue todo para ti? Recuerdo que una vez dijiste que iba a ir a Durmstrang… porque… te daba igual sabías que ibas a ir a una escuela mágica, pero yo… cuando la recibí… cuando supe que era una bruja… por fin iba a ir aún lugar donde pertenecía, dónde no iba a ser la rara que todos molestaban—. Sintió a Draco sentarse a su lado, pero no lo miro —Hogwarts era la oportunidad de ser algo más, ser yo misma… ser aceptada… —Respiro profundo y alzó la mirada para encontrarse con la de Draco —claro que no todos lo hicieron. —Incluyendo a la comadreja… recuerdo como todos hablaban de lo patética que eras llorando porque le te dijo que no tenías amigos. —Ron a veces es un idiota… pero es una gran persona y jamás le importo… —Que eres una sangre sucia. —¡Puedes dejar de usar esa maldita palabra! —¿Aun te afecta? Creí que lo superaste en tercer año. —No, ya no me afecta solo… sabes es gracioso que te burles de mi origen por no ser sangre pura como tú cuando tu familia sirve a un mestizo resentido. —Tienes que ser muy valiente para decirme eso… o muy estúpida. —Solo digo la verdad… y Soy Gryffindor lo olvidas… Draco no contestó solo esbozo una pequeña sonrisa de lado, si ese gesto tan típico de él. —Cuando monte mi primera escoba, tenía 8 años, sabía la teoría, la historia, todo y luego cuando la monte todo fue… perfecto, no porque tuviera la mejor y más cara escoba, me había robado del despacho de mi padre, me eleve hasta los más alto que pude y me fui, mi madre estaba histérica… y mi padre no podía hacer nada… por primera vez hice lo que se me dio la gana, por primera vez no seguí las reglas… cuando baje, los mire, sonreí y dije: soy Slytherin y una serpiente siempre hace lo que quiere… me gane la paliza de mi vida—, conto riendo —pero valió la pena. —¿Lo volviste a hacer? Desobedecer. —Ya no era un Slytherin, era un Malfoy… no tenía que obedecer porque era yo quien hacia las reglas… —¿Hacías? ¿Ya no las haces? —Tú que crees —contestó Draco mirando fijamente a la castaña, de esa forma que la hacía sentir un escalofrío, con solo mirar esos ojos fríos. —Me escape de casa a los 8 —dijo Hermione apartando la mirada —quería ir a nunca jamás… —¿A dónde? —Nunca jamás. Ahí vive Peter Pan —¿Y eso con que se come? —Es un cuento muggle… —Peter Pan, nunca jamás… ¡claro! Déjame adivinar… era otro mundo y tu querías ir ¿Qué caminado? —Se llega siguiendo una estrella… así que me subí a un árbol, pero… luego me dio miedo y… me quedé ahí por horas hasta que mis padres me encontraron. Draco la miro unos segundos antes de estallar en carcajadas. —¡No te rías era una niña! —Una muy estúpida… —contestó cuando pudo volver a hablar —¿te castigaron? —Una semana sin libros. —¡Y sobreviviste…! —Tenía escondidos varios debajo del colchón. Ambos rieron por un largo tiempo, hasta que Hermione volvió a hablar. —¿Cómo encontraste este lugar? —Draco la miro, pero no respondió —¿pasas mucho aquí? ¿Por eso no fuiste hoy a cenar? —Haces muchas preguntas —contestó Draco levantándose. —Y tú nunca contestas ninguna… —Es tarde… deberíamos irnos. Hermione se levantó resignada. —Pero no practicaste. —Lo haremos mañana aún tenemos una larga semana… además pensar en ti llorando en un árbol… eso definitivamente me hace feliz. La castaña puso los ojos en blanco cuando Draco empezó a reír descaradamente. —Descansa pequeña llorona —dijo el rubio cuando llegaron a la pared y esta formaba una puerta. Cuando salieron de la sala de menesteres la sonrisa de Draco se había borrado, simplemente se alejó como si todo lo que hablaron, o ese momento de risas, no hubiera pasado. Hermione suspiro, definitivamente lograr que él confiara en ella sería mucho más complicado de lo que pensó, pero haber pasado esas horas ahí sin importar quien eran ellos, como si sus años de enemistad no existieran, eso simplemente la motiva más. Porque estaba decidida a conocer ese Draco que se escondía debajo de esa capa dura de niño mimado.