Capítulo 2
10 de julio de 2025, 21:08
Skipper intentó dar un largo salto desde la isla en su hábitat hasta la valla, tal y como veía a los lémures hacer una y otra vez, pero perdió el equilibrio y por poco cae al agua.
No era muy complicado mover sus piernas y brazos, de hecho sus dedos y uñas parecían ser muy útiles, pero la cola jugaba un papel muy importante en su equilibrio y aún no sabía cómo moverla correctamente.
Ayudándose de las sombras para no ser visto llegó hasta una banca y se escondió debajo de ella. Desde ahí podía ver su hábitat, el hábitat de sus vecinos y a Julien gesticular molesto a Mort mientras Maurice intentaba calmarlo.
Skipper sacudió la cabeza y por instinto se tiró al suelo para deslizarse sobre su estómago hacia la puerta del zoológico, pero solo logró darse un golpe.
Maldijo entre dientes y, con dificultad para respirar, no tuvo otra opción más que seguir caminando ayudándose de las sombras para no ser visto. Afortunadamente el sistema de seguridad no estaba activado, así que salió por el agujero detrás del póster de la entrada al zoológico sin problemas.
–Es hora de poner este cuerpo a prueba –dijo mientras se tronaba los dedos y miraba uno de los árboles más altos del parque. Imaginó que si el incompetente de Ring-tail era capaz de trepar un árbol en cinco segundos, él lo haría en menos tiempo.
Para su desgracia, en el primer intento lo único que logró fue darse en la cara y rasparse la palma de las manos. En el segundo subió un metro antes de resbalar y lacerarse la panza. Y en el tercero cayó de espaldas llevándose un pedazo de corteza entre los dedos.
–Esto no puede estar pa-san-do –Skipper hizo una pequeña pausa entre cada palabra y las últimas sílabas para golpear el árbol como si éste tuviera la culpa de su incapacidad para trepar. –No puedo creer que esta forma sea tan inútil. Sabía que… –miró su cuerpo, apretó los dientes y jaló los pelos de su brazo con enfado hasta arrancarse un par de cabellos. –¡Esto no va a funcionar! ¡No puedo permanecer así dos semanas!
Estaba teniendo otro ataque de paranoia y necesitaba a Kowalski ahí para gritarle. Tal vez también necesitaba a Private para que lo ayudara a calmarse.
¿Qué iba a hacer ahora?, ¿qué pasaría si los extraterrestres invadían la tierra? o ¿qué haría si los habitantes de la Atlántida se cansaban de vivir bajo el agua y reclamaban su derecho para vivir en la superficie? Sin su cuerpo real, sería un estorbo para la misión. Ahora no podía hacer nada. ¡Si hasta trepar un árbol parecía una tarea imposible!
–Piensa –se dijo mientras analizaba el tronco e intentaba controlar su respiración.
Los lémures utilizaban tanto las piernas como los brazos para trepar, tal y como él lo estaba haciendo. Pero, tal vez,
¿debía balancearla cola de un lado a otro?, ¿aplicar un poco más de fuerza en las patas traseras?, ¿zigzaguear mientras subía?
Estaba tan concentrado y frustrado por lo que no era capaz de hacer, que no se dio cuenta de que alguien se acercó a él, hasta que tuvo al recién llegado a diez centímetros a su derecha.
–¿Quién eres?
Skipper dio un salto y se puso a la defensiva. Pegó la espalda al tronco y alzó los brazos, dispuesto a dar un golpe si era necesario, antes de enfocar la vista y darse cuenta de que Mort era quien trató de llamar su atención y que, detrás del lemur, Julien y su consejero real lo miraban con curiosidad absoluta.
–Ah… –se quedó sin palabras. Tal vez debía huir.
–¿Quién eres? – repitió el pequeño Mort y dio dos pasos hacia él.
–Aléjate –advirtió Skipper. Asustado y buscando una forma de huir.
Sabía que los tres lémures no representaban un peligro, pero aún así estaba en alerta. Su mente paranoica comenzó a crear escenarios en los que todos los animales del zoológico se reían de él y desestimaban sus capacidades ahora que era un lémur. Después, imaginó a Hans aprovechando su debilidad para capturar a sus soldados y terminar con él de una vez por todas.
–Su majestad... no –escuchó la voz de Maurice a lo lejos. Cuando volvió a la realidad, se dio cuenta de que ahora era el rey de los lémures quien estaba a centímetros de él.
–¡Hola! ¿Hay alguien ahí? –Julien le dio un par de golpecitos en la cabeza y Skipper respondió con un manotazo. –¡Hey! No toques ¿cómo te atreves a darle un golpe a la mano real? –el rey estaba airado.
–¡Rey Julien! –Mort exclamó preocupado antes de mirar a Skipper como si fuera la peor amenaza de la tierra. –¡Nadie lastima a mi Rey Julien! –y sin previo aviso se lanzó sobre Skipper.
–¡Wow! ¡aahh! ¿Qué haces? –sorpresivamente, a Skipper le costó un poco controlar a la pequeña bola de pelo, pero terminó por tomarlo de la base de la cola y suspenderlo en el aire, lo más lejos que pudo de su cuerpo.
–¡Vamos Mort! Dale su merecido –Julien, oculto detrás de Maurice, apoyó el ataque de su subordinado.
Mort lanzó puñetazos al aire y se zarandeó con la esperanza de liberarse del agarre, pero no logró su cometido hasta que mordió la mano de Skipper.
–¡Auch! –Skipper se quejó al tiempo que soltaba al lemur. Esos mamíferos lo estaban sacando de sus casillas.
Mort cayó de cabeza al suelo haciendo un ruido hueco y trastabilló hasta que regresó con sus compañeros.
Maurice le dedicó una mala mirada a Julien con la intención de hacerlo callar y obligarlo a que dejara de esconderse detrás de él.
–Lo sentimos –el aye aye se dirigió a Skipper con las dos manos al aire para dar a entender que se acercaba en son de paz. –Es obvio que no fuimos muy sutiles y te asustamos.
Skipper frunció el entrecejo y se cruzó de brazos –sólo me sorprendieron. Yo no me asusto.
Maurice ladeó ligeramente la cabeza –sí, bueno, nos disculpamos.
–¡Claro que no! –interrumpió Julien dando un paso frente a Maurice. –Exijo una compensación –miró a Skipper de arriba a abajo como si éste pudiera sacar algo de sus inexistentes bolsillos para resarcir la ofensa.
–Ni lo sueñes –Skipper contestó sin mirarlo. Encontraba más interesante analizar la herida que le infligió Mort.
–¿No sabes quién soy yo? –Julien intentó llamar su atención, airado.
Skipper rodó los ojos y sacudió la mano como si el dolor fuera una sustancia pegajosa que pudiera desprender de sus dedos. Después miró a Julien y se dio unos segundos para analizarlo de cerca desde su nuevo punto de vista. Ahora podía ver al rey directamente a los ojos. Esas enormes y curiosas pupilas marrón que delataban que Ring-tail esperaba algo de él.
–No, y no me interesa –no pensaba decirle a los lémures quién era y que los conocía. Ni aunque fuera una situación de vida o muerte. Además, no existía una pregunta más burguesa y engreída que la que Julien le había hecho.
El monarca se puso lívido y miró a Maurice para que hiciera algo al respecto. Jamás. Nadie. Ningún lémur le debía faltar al respeto de esa manera.
–¡YO-oo!… Soy Maurice –volvió a interrumpir el aye aye. Julien se aclaró la garganta. – Y él es nuestro ilustre Rey Julien XIII, Rey de los lémures, Rey de Madagascar y del Zoológico de Nueva York.
–…y todos sus alrededores. – agregó Mort para darle a entender que estaban en los alrededores.
–Tu Rey – acotó Julien, por si aún no quedaba claro.
–Claro que no. Si no recibiste el memo, vivimos en una democracia y yo no respondo a ningún Rey.
Mort lanzó un quejido de indignación.
Por su parte, Julien abrió los ojos lo más grande que podía. Después caminó lento hacia él, pero no se acercó como si intentara amenazarlo, más bien, como si fuera la cosa más curiosa del planeta y debiera acercarse con cuidado. Lo escaneó y al final entrecerró los ojos. –Tú…e...
Skipper sintió que comenzaría a sudar frío. Ring-tail no lo intimidaba, lo que le aterraba era la idea de que pudiera reconocerlo. Y aunque era imposible que lo hiciera no podría arriesgarse, tendría que matarlo.
–Vamos, vamos, calma. ¿Cuál es tu nombre?– Maurice se interpuso entre ellos y le extendió la mano a Skipper.
El ex pingüino lo miró como si al estrechar su mano, fuera a sellar un contrato con el demonio. No sabía qué debía contestar. No pensó en crear una identidad secreta.
Puso a trabajar su cerebro lo más rápido que pudo. Repasó todos sus alias y al final contestó –S-steven.
–Mucho gusto Steven. –Maurice sonrió –¿Qué haces?, ¿estás perdido?, jamás te habíamos visto por aquí. Es un poco peligroso estar solo en el parque a estas horas.
–Me puedo cuidar solo –Skipper elevó ligeramente el rostro y se volvió a cruzar de brazos. –Sólo quería… trepar un poco –miró el árbol de reojo.
Julien se rió. –¿Llamas a eso trepar?
–¡Rey Julien! –Maurice lo amonestó. Mort acompañó la risa del rey con la suya.
Skipper se sonrojó y apretó los puños. –Sí, bueno, nunca había trepado un árbol.
Ante su declaración tanto Julien como Mort se callaron y Maurice lo miró con cierta preocupación. –¡Oh! –dijo levemente.
–Eso es muy triste –comentó Mort entre dientes.
–¿Dónde vives? –el aye aye intentó cambiar de tema.
Afortunadamente Skipper era un experto en ir de encubierto, así que no tardó en crear un perfil que cubriera su escaso conocimiento sobre cómo debía actuar un lémur.
Supuso que si alegaba ser una especie criada en cautiverio como Marlene, un lémur de ciudad, que jamás había convivido con otros de su especie; entonces los lémures del zoológico justificarían su incapacidad para comportarse como un lémur normal.
–Vivo en los edificios de ahí – señaló a un punto no específico. –Los humanos y yo nos acabamos de mudar, nunca había visto un árbol tan alto así que bajé para mirarlo de cerca.
–¿De verdad? –Mort ya no parecía creer que era un peligro y lo miraba con entusiasmo –¿dónde naciste?, ¿de dónde vienes?
Skipper se rascó la nuca –pues, no lo sé. No suelo salir al exterior, esta fue una situación especial y… creo que lo mejor es que vuelva a casa –mientras más pronto se retirara de la escena, mucho mejor.
–¡Espera! ¡Espera! ¡Un momento! –Julien apartó a Maurice y se colocó frente a Skipper –¿Estás diciendo que nunca habías visto un árbol así de alto? ¡Este ni siquiera es alto! –Le pasó un brazo detrás de la espalda –y ahora que por fin estás afuera ¡quieres volver! ¡ESTAS LOCO! –lo apretó con más fuerza, tanta que sus mejillas se tocaron.
El capitán alcanzó a percibir el olor del acondicionador de coco que Julien utilizaba. –Tienes tantas cosas que ver, tanto por hacer y tan poco tiempo. ¡Ven! Hay que comenzar el tour –lo jaló de la mano.
Skipper intentó liberarse del agarre del rey, pero Julien estaba tan entusiasmado que lo ignoró. Maurice sí notó su disgusto, pero como respuesta a su mirada de pánico se encogió de hombros. –Deja que te mostremos un poco de la hospitalidad de los lémures.
Mort aplaudió y dando saltitos fue detrás de ellos.
A Skipper no le sorprendió que Julien creyera que el primer y más importante lugar que debía conocer era su hábitat. Aunque una vez ahí el rey no le mostró qué era toda la basura que tenían ahí, parecía creer que todo se explicaba por sí mismo, en su lugar alzó los brazos al aire mientras hablaba. –¡Bienvenido S-teve a nuestra gran fiesta de los domingos! ¡Mort!
–¡A la orden Rey Julien! –Mort corrió hasta el estéreo al tiempo que de entre sus dedos sacaba una pequeña pieza de madera. Después abrió la sección de casetes y prácticamente se metió en ella. Segundos después la música volvió a escucharse en todo el hábitat de los lémures.
–Perfecto –Julien se paró en la improvisada pista de baile en la pequeña roca dentro de su hábitat. –Tres, dos, uno – contó y comenzó a bailar. Le hizo una señal a Skipper para que se le uniera.
Skipper se quedó estático unos segundos, después dio un paso hacia el rey, pero justo después negó con la cabeza y caminó hacia atrás. Como si Julien, en vez de invitarlo, lo hubiera amenazado con alguna pistola.
Mort, por su parte, sí tomó la invitación de Julien. Claro, estaba a escasos centímetros del rey cuando éste lo pateó para que no se atreviera a invadir su espacio personal.
–¡Fuera Mort!
–¿Un batido de lichi? –Skipper no se dio cuenta de que llegó a la barra del bar en el hábitat hasta que vio a Maurice detrás de ella, llenando la licuadora de fruta y haciendo sus famosos batidos.
–Claro, gracias –contestó aún confundido. Después se llevó el vaso a la boca y dio un gran trago.
La bebida estaba deliciosa, pero no debía sorprenderle. Kowalski le dijo que ahora estaba genéticamente predispuesto a amar los sabores dulces de la fruta, aun así, se asombró con la deliciosa explosión de sabores en su lengua.
El líquido estaba endulzado de manera natural, era espeso y olía muy bien. Ahora entendía porque Julien hacía un drama descomunal cada vez que la licuadora se descomponía o Maurice se negaba a prepararle una de esas delicias. La sensación era muy similar a cuando comía arenque fresco.
Se tomó su tiempo para tomar el siguiente trago y mientras lo hacía vagó su mirada por todo el hábitat hasta que el rey estuvo en su campo de visión.
Julien seguía peleando con Mort para que no se le acercara, pero cuando se dio cuenta de que Skipper lo miraba le dio una patada al pequeño lémur, lo suficientemente fuerte para sacarlo volando del hábitat, y comenzó a bailar. Feliz por tener a alguien nuevo a quien presumirle sus movimientos.
A Skipper siempre le había parecido que Ring-tail se movía con gracia y que era bastante consciente de sí mismo, lo que implicaba que siempre era capaz de encontrar el lugar donde la luz iluminara mejor sus poses. Aunque no era algo que fuera a admitir en voz alta.
Como pingüino, claro que era capaz de apreciar todo lo anterior, pero ahora, de cierta forma, los movimientos de Julien parecían mucho más estudiados, llamativos y perfectos.
El lémur estaba aprovechando las sombras para hacer la ilusión de que sus extremidades eran mucho más largas y su figura más esbelta. Estaba girando como una bailarina rusa.
–… ¿Steve?
Skipper estaba tan concentrado mirando a Julien que no alcanzó a escuchar todo lo que decía Maurice. –¿Qué? –preguntó confundido.
–¿Que si te gustó?
–Eh –apretó el vaso –yo no... ¿a qué te refieres? –se sonrojó.
–El batido –Maurice señaló su vaso. –Estoy probando con lichis de diferente madurez, ¿qué opinas?
–Bueno, que-quedó bastante bien. –Le dio otro gran trago a su bebida para ahogar sus ideas.
Maurice sirvió otros tres vasos mientras tarareaba y se meneaba al ritmo de la música. –Entonces… –dijo a Skipper, quien había fallado en su intento de no volver a mirar a Julien. –¿Cómo son los humanos con los que viajas?
–Científicos – contestó encogiéndose de hombros, estaba usando toda su fuerza de voluntad para concentrarse en su conversación con Maurice.
–Y ¿solo eres tú? El único lémur, me refiero.
–Hmm – Skipper saboreó la bebida –sí… viajando solo, con los humanos… de un lugar a otro.
–Ya veo –Maurice levantó la vista, curioso por saber qué tenía a Skipper tan distraído y descubrió al rey. No tardó ni dos segundos mirándolo cuando frunció el entrecejo y salió de detrás de la barra para unirse a Julien.
–¿Qué haces? -preguntó al rey con el entrecejo fruncido.
–Dah ¡bailar Maurice! –le dio un golpe de cadera que lo hizo perder el equilibrio.
Maurice cayó al suelo y murmuró entre dientes, molesto. –Sabes que no debes… –pero cortó su discurso con un suspiro y al levantarse pareció ya no querer hablar al respecto.
Poco después Mort regresó de cualquiera que fuera el lugar donde había volado.
Los tres lémures bailaban, y Skipper se encontró bastante a gusto bebiendo su tercer vaso de batido como para notar que ya era hora de volver al cuartel.
Entre la explosión de sabores en su boca y la música que lo tenía moviendo el pie de forma inconsciente, lo estaba pasando muy bien.
–Entonces S-teeeve –Julien llegó a su lado y le arrebató el vaso del cual estaba tomando para olisquearlo antes de lanzarlo a un lado.
–¿Qu-qué haces?
–¿Qué te parece mi reino hasta ahora?
Skipper se llevó una mano al puente de la nariz e inhaló hondo. Ese era su castigo por no retirarse antes. Ahora tendría que lidiar con Julien. –Está bien.
–Lo sé, ¡es perfecto! – el lémur de cola anillada omitió el tono cansino de su interlocutor. En lugar de sentirse ofendido tomó a Skipper de las manos y con un jalón lo hizo dar vueltas sobre su propio eje.
–¡Hey, hey… espera! –Skipper intentó separarse del rey, pero terminó entre sus brazos.
–¿Quieres bailar? –Julien se inclinó sobre él y Skipper se alejó lo más que pudo.
–N-no –no lo pudo evitar, se sonrojó. Otra vez olía el acondicionador de su acompañante, pero ahora estaba mezclado con su aroma natural y era bastante atrayente. Como la jungla.
Además, teniendo su rostro de frente podía notar la simetría en sus facciones, sus largas pestañas y lo perfectamente proporcionadas que resultaban ser sus orejas.
Abrió la boca para respirar por ella, pues parecía que el aire que jalaba por su nariz no era suficiente. Su corazón bombeaba con rapidez, así que, en un intento por acabar con ese bochorno, hizo un amago por empujar al lémur.
Lamentablemente no tuvo éxito separándose, lo único que logró fue estremecerse porque la palma de sus manos hizo contacto con el sedoso pelaje del rey. Abrió la boca pero no salió ni una palabra de ella –ar..e…
–¿Qué ocurre? ¿Mh? –Julien le sonrió y eso fue más de lo que Skipper resistió. Utilizó su entrenamiento para dejar a Julien sentado en el suelo y corrió fuera del hábitat como si de una vacuna se tratase.
–¡Adiooos! – escuchó decir a Mort.