ID de la obra: 243

Paper Rings

Mezcla
PG-13
Finalizada
3
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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46 páginas, 3 capítulos
Descripción:
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The wine

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The wine   —Todo estará bien, Prongs. Ven acá —Remus lo sentó en la parte trasera de la camioneta pickup con la puerta de la batea abierta—. Sostén esto. Busca uno de los sobres azules, voy por agua para hacer la emulsión. James estaba a un segundo de vomitar, y tal vez era por su bien, ¿Qué más dignidad le quedaba por perder? Había dejado que el stripper con máscara y cola de gato se restregara por todo su cuerpo y… ¿lo peor de todo? Lo había disfrutado. Joder , cómo lo había disfrutado.  Era terrible, ni siquiera quería pensar en ello, menos en esas condiciones. James podía ser un borracho llorón cuando lo ameritaba la situación. Revisó con detenimiento el maletín marrón de piel gastada de Remus para distraerse, palpando cada compartimento con dedos ansiosos. En un rincón polvoriento, envueltas en una servilleta arrugada, encontró tres galletas que desprendían un dulce aroma a canela. Era típico de Moony, siempre preparado para cualquier imprevisto, incluso para un ataque de hambre repentino. Se metió una a la boca y esperó a que volviera. —¿Todo bien? —preguntó Peter, corriendo hacia él con la respiración agitada. —Voy a matar a Sirius —dijo frustrado, con la boca llena. —Es solo un poco de diversión sana —le aseguró—, todos saben que solo tienes ojos para Regulus. Además, te prometo que las demás sorpresas no serán tan descabelladas. —Ya no quiero nada —se metió el último pedazo de galleta a la boca y dejó el resto dentro de la servilleta en el maletín. Remus regresó con un objeto cilíndrico en la mano. —¡Ok! Aquí está el agua, mézclala con el contenido de ese sobre y estarás como nuevo en una hora. Realmente no le quedaba otra opción más que confiar en él. ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵  The wine is cold Like the shoulder that I gave you in the street Cat and mouse for a month or two or three     Dos noches después de su llegada, Regulus le confesó a Sirius que no la estaba pasando bien en Londres y que sus padres seguían amenazando con retirarle su apoyo económico.   “Que se jodan, puedes terminar tu doctorado en Nueva York. Te ayudaré a pagarlo” , pero Regulus no quería dejar a sus amigos, ni a su publicista (Pandora) la única que entendía lo que quería creativamente, ni a su futuro, y tampoco podía hacerle eso a Sirius, que apenas comenzaba a estabilizarse después de haber heredado el dinero de Alphard, que no era tanto en comparación con la cantidad de deudas que había adquirido al mudarse a Nueva York. Sirius había dormido en su habitación esa noche y se había sentido como si tuvieran cinco años de nuevo. Ellos contra un mundo que trataba de separarlos. La segunda vez que vio a James Potter fue dos semanas después de su encuentro en el bar. Sirius y él corrían hacia la puerta del departamento en una carrera por ver quién la abría primero. Hacían cosas así ahora, recobrar el tiempo perdido y los recuerdos que no pudieron formar en Grimmauld Place de niños. Al abrirla (Regulus llegó primero), cortos de aire y sonrojados, la persona detrás de la puerta los saludó con una sonrisa incómoda. —Traje la ensalada —dijo James, enseñándoles un contenedor de vidrio. Regulus puso los ojos en blanco con fastidio, mientras que Sirius estallaba de felicidad. —¡Prongs! Que bien que llegaste. Entra, entra… Moony está en la cocina —se marchó a paso apurado hacia el interior de la casa. James se quedó inmóvil en su lugar y Regulus lo miró con dagas en los ojos. Cuando intentó entrar, se paró frente a él, negándole el paso. —Regulus… —James. —Sobre la otra noche… Ni de broma pensaba hablar de eso, no iba a darle el gusto. Que se jodiera James Potter. Se retiró de la puerta, dándole acceso a la casa. —Sirius te espera en la cocina, mejor no lo hagas esperar —respondió tajante.  James se retrajo en sí mismo, hombros caídos y mirada insegura, pero no dijo nada más. Pasó a su lado, casi rozando su pecho mientras lo hacía, y se dirigió a la cocina. Sirius comenzó a sospechar que algo pasaba durante la cena.  La chica de las fotos de James, la madre de su hijo, también estaba allí, junto a tres más de sus amigos. Había llegado con una botella de vino barata y todos la recibieron con un abrazo y sonrisas en el rostro.  Regulus consideró seriamente fingir un ataque de pánico solo para ahorrarse la tortura de verlos juntos a todos. Se pasó la cena evaluando si debía contarle a Lily lo que había pasado entre ellos dos. Le estaría haciendo un favor, no merecía ser engañada por un cretino como Potter. La peor parte de ver a James con su esposa, era que no podías desearles nada menos que felicidad. Eran perfectos el uno para el otro. Se preguntaba ¿Qué clase de persona le sería infiel a alguien como Lily? James tenía que ser el mejor actor que había conocido.  Incluso mejor que Lucius, su ex novio, que estuvo engañándolo por meses con quien se pusiera en su camino antes de darse cuenta de que solo lo utilizaba para escalar en la empresa de su padre. Meses después hizo lo mismo con su prima Narcissa, solo que ella, en vez de dejarlo, sorprendentemente se casó con él.  Si el amor existía, lo hacía solamente para atormentar a las personas. —Reggie, no dijiste nada en toda la noche —se quejó Sirius cuando volvieron a estar solos. —No tenía nada que decir. —Ajá… Vamos a fingir que te creí. ¿Cuánto tiempo podía pasar antes de que lo descubriera?   Al parecer, las cenas en Washington Mews, la calle en donde se encontraba el apartamento de Sirius, eran una ocurrencia semanal. Su grupo de amigos estaba tan entrelazado, era tan parecido a una familia, que a Regulus le había tocado cuidar a Harry en uno de los días en que nadie más podía hacerlo.  Si había desarrollado un afecto extraño hacia el niño, si le había dado de comer helado sin que nadie se diera cuenta, si se habían quedado dormidos juntos viendo la película de Hércules… bueno, nadie tenía que saberlo. El hijo de James no tenía la culpa de que su padre fuera un idiota. —Regulus publicó un poemario, ¿no es así, Reggie? —Sirius lo miró con orgullo. —Sí —respondió de mala gana. No le gustaba hablar de ello. —¡Oh! Cierto. James tiene una copia en el apartamento —acotó Lily con emoción. —Aww, Prongs —se burló Sirius—, que amable. No sabía que te gustara la poesía, pensaba que solo leías la parte de atrás de los cereales. James le dió un golpe en las costillas entre risas y bajó la mirada a su plato. —Es muy bueno —dijo sin titubear—, verdaderamente bueno. Remus soltó una carcajada. —James, ¿en verdad lo leíste? Sonrió y se encogió de hombros. Las risas se apagaron, dejando lugar a un silencio reflexivo. No podía creer que James estuviera diciendo eso frente a su esposa. Odiaba la manera en que esas palabras lo hacían sentir. —¿Podemos no hablar de mi libro? ¿Por favor? No todos tenemos un ego tan grande como el de Potter —James levantó la mirada herido—. No todos estamos dispuestos a lo que sea con tal de ser el centro de atención. En todo el estilo de un Black, se levantó de la mesa y se fue a su habitación escupiendo fuego por la boca y humo por las orejas. La mesa se quedó en silencio súbito y Sirius lo miró alejarse con desaprobación. Todo se fue cuesta abajo después de eso, porque James había estado soportando los comentarios pasivo-agresivos de Regulus por semanas, pero todos tenían un límite. Tal vez Regulus quería saber hasta dónde llegaba el suyo. Antes de que comenzara la cena de la siguiente semana, lo acorraló en su propia habitación, cerrando la puerta detrás de él. —De acuerdo, vamos a hablarlo —dijo decidido y un poco enojado. Regulus odiaba el goce de verlo molesto por su culpa. —No hay nada de qué hablar. Abre la puerta o voy a comenzar a gritar hasta que mi hermano me saque de aquí. James le tapó la boca con una mano y lo empujó hacia la pared. Regulus forcejeó contra él. —¿Cuál es el problema que tienes conmigo? ¿Es porque no quise besarte… porque… Regulus le golpeó la mano y se lo sacó de encima en un solo movimiento. —Que pequeño tiene que ser ese cerebro tuyo para pensar que todos necesitan tu aprobación. —Eso no es lo que quise decir —estaba titubeando, inseguro, aterrado de poner el pie en la mina y que todo explotara, pero dispuesto a saber por qué la había armado en primer lugar. —Definitivamente es lo que tratabas de hacer, buscando la aprobación en donde pudieras encontrarla. ¿Es por eso que no le has dicho nada a Sirius? Regulus quería ver el mundo arder. —¿Qué? ¡No! —¿No? Ah… me pareció que eso era lo que tratabas de hacer cuando dejaste que me subiera encima de tí teniendo una esposa e hijo esperandote en casa —James se detuvo de golpe y se alejó unos pasos de él—. Debería contárselo a Lily y terminar con esto. Si no lo haces tú, lo haré yo. James sonrió. El cinismo de ese hombre…. De su pecho brotó una risa infantil. No, estaba envuelto en un ataque de risas. —¿Qué carajos? —le preguntó enojado— ¿Qué carajos en toda esta situación te parece gracioso? —No… es que… —apenas podía respirar—, ¿en serio? —¿Sabes qué? ¿Por qué mejor no te ríes hasta ahogarte? ¿Qué tal te parece eso? —No… —respiró profundamente, conteniéndose—, no es lo que piensas. —Dios, esto solo se pone mejor —volteó los ojos y se dirigió hacia la puerta haciendo el mayor ruido posible, dispuesto a terminar esa conversación allí mismo y contarle todo a Sirius. Era increíble. James lo detuvo a medio camino con una mano sobre su pecho. —No estoy casado, Regulus. Nunca lo he estado. —¿Qué? —Lily y yo estamos separados desde hace dos años —se apresuró a decir—, es cierto que tengo un hijo con ella. Harry, ya lo conoces, pero… Lily y yo solo somos amigos. Es la madre de mi hijo, por lo que siempre seremos amigos ¿Lo entiendes? De hecho, bueno, si me hubieras dejado explicarlo sabrías que esa es la razón por la que estoy trabajando en el taller de Sirius. Es el único lugar en el que puedo permitirme tomarme el tiempo para cuidarlo. Oh . —Oh. —Tienes razón, debí habértelo dicho antes… solo que no es exactamente el mejor tema de conversación para una primera cita, ¿no? —¿Primera cita? —preguntó Regulus escandalizado— ¿Tu crees que eso fue una cita? —Sabes a qué me refiero. Esto era una locura. —Entonces no estás casado, solo eres un idiota. James soltó otra risa, pero asintió con la cabeza. —Es correcto. Entrecerró los ojos en su dirección, indeciso.  No tenía sentido que James estuviera engañandolo pudiendo comprobar la veracidad de sus palabras tan fácilmente. Solo tenía que preguntarle a Sirius. ¿Por qué no lo había descubierto antes? Ah… sí. Tal vez había evitado hablar con Sirius sobre sus amigos. Tal vez lo había callado cada vez que mencionaba el nombre de James. Tal vez lo había bloqueado de todas sus redes sociales, a él y a todos sus amigos. Tal vez había saltado a conclusiones demasiado rápido. —¿Por qué demonios no me buscaste después? —preguntó indignado— ¿Por qué no dijiste nada después de esa noche? James se volvió a reír, llevándose otro vuelco de su corazón con su sonrisa, y luego se encogió de hombros. —¿Honestamente? Me sentía algo avergonzado por haber corrompido al hermano menor de mi mejor amigo en la primera noche. Pensaba que tal vez te incomodé demasiado. No era la manera en que quería que comenzara todo, y no sabía qué pensaría Sirius al respecto. Sirius es como mi hermano, es realmente importante para mí. Y… eso tenía sentido. Mucho sentido. Había perdido dos semanas sufriendo por los rincones, de malhumor, preguntándose una y otra vez por qué no lo había besado, cuando podían haber estado… —Aún podemos serlo —dijo James seguro—, aún podemos empezar de nuevo ¿Sin asumir nada del otro? Regulus no sabía cuánto había esperado que eso pasara, no hasta que sucedió. Cuánto esperaba que hubiera una razón lógica para todo aquello. —¿Amigos? —preguntó con sospecha. —Solo amigos. Suponía que “amigos” funcionaba por ahora.   ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵    Se encontraban frente a la universidad de Hogwarts. —De vuelta a los años de oro —exclamó Remus orgulloso—. El viaje continúa. Después de que Sirius nos llevara a… la luna —Sirius sonrió de lado a lado, complacido de que le hubiera seguido el juego—, Lupin los va a llevar en un viaje por el tiempo. —Cuéntale sobre las travesuras —dijo Sirius emocionado. —Cierto. Las travesuras —se aclaró la garganta y sacó un pequeño post it de sus pantalones, el cual comenzó a leer como si fuera un documento oficial y él, un dirigente del gobierno —. En esta, la última noche de nuestras vidas como solteros… Peter se rió sarcásticamente. —Oh, por favor. Tú y Sirius ya se comportan como una pareja casada desde hace años. El hecho de que a tu novio no le hayan crecido los huevos suficientes para preguntarte si quieres ser su esposo no va a cambiar nada. Sirius le tapó la boca. —No hablemos de eso ahora. No es nuestro momento, Wormy, es el de James —le dedicó un movimiento con la cabeza a su novio—. Moony, continúa. —Como decía… —miró con reprobación a Peter, quien ahora forcejeaba con Sirius—. Es la última noche de los merodeadores antes de partir al mundo de la adultez, y por lo tanto, parece sabio que tachemos algunas cosas de nuestra lista de travesuras. Aquí va:—se aclaró la garganta—. Número uno: Liberar a Fawkes. —¿Qué? —preguntó James entre risas—. ¿Hablas enserio? ¿Vamos a soltar a la mascota del director? —Solo le estamos haciendo un favor, Prongs —acotó Peter, que ahora se acomodaba la ropa después de haberse escapado de Sirius—. Ningún animal debería ser enjaulado de esa forma. Dumbledore es una terrible persona, todos estamos de acuerdo, ¿cierto? Hubo una ronda de “Sí” , “Ujum” y “No puedo decir lo contrario” . —Número dos: Dejar nuestra huella. Vamos a robar un libro de la sección prohibida, el más escandaloso que podamos encontrar, y colocaremos nuestros nombres en la primera página para la posteridad. —¡Geniaaaal! —exclamó James con emoción. Los demás asintieron con la cabeza. —Número tres: Poner el nombre de los leones en alto una última vez. ¿Recuerdan la broma de graduación? ¿La que nunca pudimos hacer? —¿La de la piscina? —preguntó Sirius con emoción. —Exacto. —Dios, fue hace tanto tiempo que ni siquiera la recuerdo bien —James se rascó la cabeza y se rió con nostalgia—. ¿No se suponía que pintaríamos la piscina de rojo y brillantina dorada?—¡Si lo recuerdas! —exclamó Sirius extasiado—. Además de eso, vamos a sumergir todas las toallas del gimnasio para que se pinten del color de Gryffindor. Todos se rieron al unísono. Preocupados, como se sentían siempre antes de realizar una travesura, a punto de saltar en el bungy de la incertidumbre, pero extasiados. Era su último ¡Hurra! Se sentía como justicia, como retribución. Porque la razón por la que nunca habían llevado a cabo su gran y última travesura durante su último año, era que meses antes de graduarse, Lily sostuvo una prueba positiva de embarazo frente a él y su mundo cambió por completo.     ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵    In the winter, in the icy outdoor pool When you jumped in first, I went in too I'm with you even if it makes me blue     James amaba a su hijo. Muchas personas podrían decir que lo había privado de cumplir sus sueños, pero era lo contrario. Harry se había convertido en su sueño. Verlo sonreír se había convertido en su felicidad. Verlo crecer, en su logro más grande. —Entonces… ¿Esa es la razón por la que no te convertiste en un astronauta? —bromeó Regulus, quien estaba acostado en el techo de cemento del edificio en el que vivían los hermanos Black. Ahora hacían eso en las noches en que Lily cuidaba a Harry. A veces lo incluían en sus planes, otras quedaban para salir solo ellos. Como amigos. Nada más que eso.  Regulus era amable con los niños en las maneras en que no lo era con los adultos, en especial con Harry, quien lo había adoptado y corría por todas partes exclamando su nombre: “Weggie, película”, “Weggie, comer”, “Weggie, cargar”. Era adorable. —No me arrepiento de haber tomado la decisión de dejar la escuela para cuidar a Harry. —No pienso eso… es… —se encogió de hombros—. Estoy seguro de que Sirius te ha contado de nuestros padres. —Oh —alzó su mirada al cielo—, sí. Se quedaron en silencio por unos minutos. Fue su idea llevar las cosas lento, pero después de tres semanas se moría por robar cualquier migaja de contacto físico con el pelinegro. No estaba seguro de poder seguir controlando sus ganas de atraparlo bajo su cuerpo y conocer, de una vez por todas, a qué sabían sus labios. —Es admirable —le aseguró Regulus—, te lo dice alguien que hubiera deseado que las cosas fueran diferentes para él. El corazón de James se contrajo en su pecho. Los días pasaron, luego las semanas, y para el momento en que Regulus tenía que regresar a Londres no habían compartido más que miradas sugestivas y palabras que escondían lo mucho que querían estar juntos. Pero era justo, porque James tenía un hijo, y era su prioridad. Era un padre antes que una persona. ¿Quién querría adoptar una responsabilidad así?  Definitivamente no alguien con un futuro tan emocionante como el de Regulus.     ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵    Liberaron a Fawkes. El ave dejó la oficina del director con un vuelo elegante y agradecido. Sus alas eran hermosas, era un ave hermosa ¿por qué nunca lo había notado? Tenía colores vibrantes que parecían iluminar su vuelo. Luego escribieron su nombre en el libro más escandaloso que encontraron: Howl de Allen Ginsberg (una de las primeras ediciones).  “Los merodeadores hicieron historia aquí” , en su primera página, y sus nombres en la subsecuente.  James estaba explotando de felicidad. No aguantó las risas que salieron de su pecho cuando Sirius comenzó a leer los versos más descarados en voz alta mientras intentaba besarlo. Se escabulló para escribir el nombre suyo y de Regulus en su libro de poesía favorito. Se imaginó por segundo a Harry, encontrándolo años después en ese mismo lugar, cuando asistiera a Hogwarts como su padre. Era la persona más suertuda del mundo. Antes de que pudieran dejar la biblioteca, uno de los guardias entró buscando a los intrusos con una lámpara en alto y los merodeadores tuvieron que separarse. Corriendo todos en direcciones diferentes. James se dirigió al primer lugar que le pasó por la mente: el centro acuático. Esperó frente a la piscina convertido en una bola de nervios hasta que alguien llegara. Preocupado, ansioso y repentinamente triste. ¿Se meterían en problema? ¿Tendrían que pagar por los daños? Apenas le alcanzaba para pagar la renta y pronto Harry tendría que empezar a ir a la escuela. Tal vez seguía siendo solo un niño inmaduro. ¿Cómo es que le dejaban cuidar a Harry? ¿Qué pensaría Lily? ¿Qué pensaría Regulus? ¿Qué pensaría Regulus de los strippers del club? Sí, James seguía preocupado por eso. Era una terrible persona. Sentía que el tiempo pasaba muy rápido, y al mismo tiempo muy lento. Sentía que podía probar el sabor del viento. ¿Eso era normal? Algo estaba mal. Sus ojos estaban secos. Comenzaba a marearse y tenía sed, mucha sed. Se levantó en busca de una botella de agua y sucedió en un segundo: se tropezó con sus propios pies y cayó al agua.   ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵    La segunda vez que Regulus visitó Nueva York fue un año después de haber conocido a James. No habían hablado en un año, pero no podía contener la emoción de verlo de nuevo. Esa vez, él y su hermano lo esperaron en la salida de los vuelos internacionales. —¡Reggie! —exclamó Sirius, contento mientras lo abrazaba estrechamente. —Reggie —saludó James, con una sonrisa amplia en el rostro. Todo estaba cubierto de nieve, pero James brillaba tanto como el sol. No había cambiado en lo absoluto. Tomó su maleta servicialmente y dijo:—, te ayudo con esto. La camioneta de Sirius está en el estacionamiento. La segunda noche después de su llegada alguien lo despertó a media noche tirando rocas en su ventana y Regulus encontró a James Potter esperándolo en el porche, cubierto en un largo abrigo y temblando de frío. —¿A dónde vamos? —preguntó Regulus emocionado. —Te voy a llevar a conocer Hogwarts. Caminaron solo unas cuadras hasta llegar al campus en el que los tres amigos de su hermano se habían conocido. James y Remus conocían al encargado de las llaves y a veces hacían intercambios con él para que los dejara visitar el lugar de noche. Después de darle un pequeño tour de sus lugares favoritos, el último destino fue el centro acuático. De todos los lugares en los que pudieron haber acabado, la piscina fue el que James escogió. —¿Es muy tarde para decirte que no me gusta nadar?Vio a James quitarse la ropa y quedarse solamente en boxers. Regulus no había superado su pequeña obsesión, no que lo hubiera intentado, pero ver a James medio desnudo frente a él estaba haciendo cosas en su cuerpo. Cosas que no sabía cómo esconder. —¿Qué? ¡No puede ser, Reg! Vamos, será divertido. James lo intentó, pero Regulus se conformó con verlo nadar desde la orilla con los pies metidos en el agua, y vaya que lo había disfrutado. Había estado enviando miradas lujuriosas hacia él todo ese tiempo. —¿A qué otras cosas no te atreves por miedo a lo que sucederá? —le preguntó cuando se sentó escurriendo agua a su lado. Regulus bufó por lo bajo, pero sonrió, y después de unos segundos dijo: —A amar. James levantó una ceja con sorpresa. —¿Ah sí? Interesante… —He sido herido antes —explicó. —¿Eso fue lo que te inspiró a escribir tu libro? Regulus bajó la mirada a su regazo, en donde jugaba con sus dedos con nerviosismo. No le gustaba hablar de ello. —Tendrías que leerlo —replicó con gracia. —Oh, ya lo hice —le regresó James con audacia, divertido. Regulus entrecerró los ojos. —¿Enserio? —¿Sabes, Reggie? No necesitas ser un poeta para ver la magia que existe en el mundo —le sonrió honestamente—. Puedo verte. Merde. Merde. Merde. Merde. Sí. No. Tal vez… Estaba bien. Regulus decidió en ese momento que estaba bien, que solo por esa vez, se atrevería a descubrir qué podía pasar aunque tuviera miedo, y se acercó lentamente. Por primera vez. Muerto de miedo. Sus labios, suaves y húmedos, se rozaron con delicadeza, como dos pétalos de rosa acariciándose. Un suspiro escapó de los labios de James mientras se entregaba, sintiendo una corriente eléctrica recorrer su cuerpo. El beso era un lenguaje silencioso, una danza de almas que se comunicaban sin palabras. En él se condensaban meses de miradas furtivas, sonrisas cómplices y palabras susurradas entre líneas. Era la culminación de una historia que había estado esperando para comenzar a escribirse. Al separarse, sus ojos brillaban con una intensidad que rivalizaba solo a las estrellas del cielo.     ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵    Ninguno de ellos, Barty, Evan o Regulus, conocía Hogwarts, y el único lugar en el que recordaba haber estado antes era la piscina, porque ahí había tenido su primer beso con James. Así que siguieron a los merodeadores por su recorrido del campus, viéndolos hacer el ridículo una y otra vez de diferentes maneras.  Fueron ellos quienes le avisaron al guardia que habían visto alguien dentro de la biblioteca para que los fuera a sacar y así arruinar los planes de su hermano. Nadie tenía que enterarse. Cuando se separaron, Evan y Barty fueron detrás de los demás y Regulus siguió a James. No fue hasta que lo vio caer a la piscina que se atrevió a salir de detrás de las gradas. —¡James! —gritó hacia el agua. Al ver que no salía, comenzó a preocuparse. James había tomado bastante en el bar. Tal vez le había pasado algo—¡James! —volvió a gritar. Regulus casi se ahoga a los dieciséis años. Fue la razón por la que desheredaron a Sirius. Fue él quien lo salvó, quien presentó una denuncia formal contra sus padres por negligencia, y desde ese entonces le tiene pavor a las largas concentraciones de agua, pero no se lo había contado a nadie más que a James después de su primer beso. —James, por favor, sal de ahí —le pidió—. No me hagas hacer esto… Pero James no salía a la superficie y aquello era injusto, porque si su novio moría en ese momento ni siquiera iba a poder decir que era viudo, porque la boda todavía no había ocurrido. Así que no podía morir. Respiró profundamente una vez, dos veces, y luego se tiró de clavado en la piscina.     ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵    Now I've read all of the books beside your bed Now I wake up in the night and watch you breathe   —¿Puedo llevarme alguno de tus libros? Regulus tenía dos o tres en la mesa al lado de su cama. —Si quieres —susurró con gracia. —¿Los estás leyendo? —Solo en mi tiempo libre, pero ahora mismo prefiero hacer —se deslizó por la cama y se entrelazó con el cuerpo desnudo de James—, otras cosas. James lo besó dulcemente en los labios, lo que escaló, hasta que los dos estuvieron respirando entrecortadamente en la boca del otro y luchando por ver quién quedaba encima. —Sirius está en el cuarto de al lado —le recordó James—, en cualquier momento va a despertarse. Regulus los cubrió con la manta de su cama. —Olvídate de Sirius —atrapó su boca con la suya y mordió su labio inferior. James soltó un sonido celestial, pero recobró la razón rápidamente, siempre había tenido más autocontrol que Regulus. —Tal vez deberíamos decirle. Regulus lo miró como si le hubiera crecido una tercera cabeza. —¿Para qué? No es de su incumbencia —comenzó a trazar un camino de besos hasta su oreja, en donde mordió su lóbulo. James tragó grueso. —Bueno… ¿Por qué no? Se detuvo y profirió un suspiro cansado, miró seriamente a James. —¿Qué caso tiene? Voy a regresar a Londres en una semana. Es más esfuerzo del que vale la pena. Un segundo. No debió haber dicho eso. —Sí —se apresuró a decir James, tratando de sonar desinteresado, aunque el dolor se leía claramente en sus ojos—. No, tienes razón —soltó una risa nerviosa—. ¿Qué caso tiene? —James…  —Sería mejor que regresara entonces —se levantó, volviendo a ponerse los pantalones y en busca de su camiseta—, no queremos que se entere. —¿Estás bien? —preguntó Regulus preocupado. James le sonrió, una sonrisa forzada, y luego dejó un corto beso sobre sus labios. —¡Sí! Estoy bien, todo está bien —intentó sonar convincente—, ¿nos vemos mañana? —se llevó una mano a la frente—. No… olvida eso. Mañana tengo que cuidar a Harry. —Puedo pasar por tu apartamento cuando termines en el taller. —No, está bien —se rió de nuevo—, hace tiempo que no paso tiempo a solas con Harry. Te veré en un par de días, ¿de acuerdo? Cuando pueda desocuparme. James lo besó de nuevo, pero cuando salió de la habitación, Regulus sabía que algo había salido mal.     ‿︵‿︵‿︵୨୧ · · ♡ · · ୨୧‿︵‿︵‿︵        Bajo el agua sus pensamientos se acallaron. Bajo el agua todo era mejor. James podía vivir para siempre bajo el agua. ¿Cuánto tiempo podría quedarse allí hasta tener que regresar por aire? ¿Por qué era importante el aire? No podía recordarlo, honestamente. Los ángeles no nadaban, si Dios hubiera querido que nadaran no les hubiera dado alas. Regulus era un ángel, y los ángeles también merecían ser cuidados. Regulus no sabía nadar, ¿entonces qué hacía allí? Estúpido Regulus. Acortó la distancia hacia él, dispuesto a sacarlo de allí, y lo tomó del torso, impulsándolo hacia arriba, hacia donde pudiera respirar. El pelinegro tomó una larga bocanada de aire cuando llegó a la superficie y movió con desesperación sus extremidades, haciendo el trabajo de salvarlo el doble de difícil. Típico de Regulus. —¡James! —gritó desesperadamente—. ¡Todo está bien! Te voy a sacar de aquí… —pero James estaba haciendo todo el trabajo y aquello era extremadamente gracioso. Nadó llevándolo con él hacia la salida de la piscina y lo dejó sobre los escalones. —¿Qué haces aquí, Reggie? —preguntó confundido. Regulus aún trataba de recobrar el aire que había perdido. —Estoy salvándote, ¿Qué crees que hago? James soltó una carcajada espontánea y no pudo detenerse hasta que Regulus lo calló con un beso que detuvo su corazón. La felicidad que sentía al pensar que iba a poder hacer eso por el resto de su vida. Los ángeles besaban celestialmente.  —No le digas a mi hermano que estuve aquí —lo amenazó seriamente. —¿Estoy imaginando todo esto? —le preguntó mientras tocaba su piel y parecía que dejaba rastros de energía allí donde sus dedos pasaban. —¿Qué? —Regulus acercó su rostro al de él—. James… ¿Estás drogado? —¡AH! —exclamó con emoción—. Claro, eso tiene tanto sentido. Mierda Reggie, que inteligente eres. ¿Cómo es que logré que dijeras que sí? —Casi no lo haces —se llevó una mano a la frente—, por dios, voy a matar a mi hermano. Caminaron hacia las gradas, en donde James siguió manoseando y preguntando cómo era que le habían dado permiso de bajar del cielo. En otra situación, Regulus hubiera encontrado la situación halagadora. Escuchó el ruido de la puerta del recinto abrirse y se levantó de inmediato. Tiró la toalla con la que se estuvo secando encima de la cabeza de James. —Sirius no puede saber que estuve aquí —le susurró antes de correr hacia los vestidores. —¿James? —preguntó Remus con preocupación al entrar a la estancia—. ¡Chicos! ¡Lo encontré! ¡Está aquí! —se hincó frente a él y le sacó la toalla de encima de la cabeza— ¿Por qué estás mojado? —Tenía calor —contestó estúpidamente y luego se soltó en una histeria de carcajadas de nuevo. —¿Estás bien? —¡James! —Sirius se acercó a él entre risas. Peter iba tras de él trotando. —Creo que no, Moony —le confesó—, creo que las galletas que estaban en tu maletín estaban malas, deberías tener cuidado. —Las… —lo miró con los ojos como pelotas de tenis—, dime que no te comiste las galletas. James Potter, dime que no te las comiste —comenzó a rebuscar en su maletín con desesperación. —Solo fueron dos —se quejó James. —¿Eran las galletas para Pandora? —preguntó Sirius preocupado mientras Remus caminaba de un lado al otro con desesperación. —Está bien. Está bien. James va a estar bien. Es solo un viaje, ¿cierto? —buscó refugio en la mirada de su novio—. Un poco de LSD no le hace mal a nadie un día antes de su boda.
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