Lily Evans
28 de junio de 2025, 19:04
Lili Evans
Sirius Black y James Potter siempre habían sido mejores amigos, desde el día en que se vieron por primera vez en la primaria y compartieron su desayuno porque Walburga mandaba a sus hijos a la escuela sin comida, hasta la actualidad. Nunca había sido testigo de una situación en la que esos dos dejaran de hablar por más de 72 horas, pero desde que Regulus y James anunciaron su relación al público, Barty no los había visto juntos ni una sola vez.
—No está muy cómodo con la idea de tener a sus
“dos hermanos”
como cuñados —le dijo Regulus—. En realidad creo que solamente está haciendo un drama porque se siente abandonado —Barty levantó una ceja incrédulo—. Sirius tiene serios problemas de abandono. Se tuvo que ir de casa a los dieciséis años y dejar todo lo que conocía atrás. No le gusta el cambio. No solo no le gusta, haría lo que fuera para que no sucediera.
—Siempre he pensado que es bastante egoísta. Piensa que el mundo gira a su alrededor ¿no? Yo dejé mi casa a los diecisiete y no tengo ese tipo de problemas.
—¿Enserio?
—¿Qué? —reclamó sin entender—¿Tienes algo que decir, Reggie?
Regulus movió la cabeza de un lado a otro, negando, y luego soltó una risa ligera.
—Eres un completo idiota, Crouch.
—Gracias —respondió con sarcasmo—. ¿Y qué piensa Potter de todo eso?
Regulus se encogió de hombros.
—¿Qué va a pensar? Es su mejor amigo, claramente está sufriendo.
El resultado de esta separación dio paso a una serie de eventos que desencadenaron una situación que no pudo haber visto venir jamás.
—Me dijeron que estabas buscando con quién salir, ¿sigue siendo así? —le preguntó Lily Evans desde el otro lado de la mesa que compartía con Regulus y James en el comedor de los Kowalski.
Era de conocimiento público que Lily era una de las chicas más inteligentes de Hogwarts, nadie que pudiera ver dos dedos de frente se atrevía a meterse con ella a menos de que tuviera la intención de tratarla con el más absoluto respeto. Barty no sabía qué responder. Después de su fracaso con Cissa había decidido que tal vez no valía la pena seguir persiguiendo su victoria, después de todo, las cosas comenzaban a fluir mejor ahora que James, Barty y Regulus pasaban más tiempo juntos. No tenía caso decirlo, y tal vez su ego no lo dejaba, pero no pensaba ser el catalizador de su separación; ahora solo tenía en mente el cómo no perder la cantidad ridícula de dinero que había apostado en el calor del momento.
—¿Por qué lo preguntas? —preguntó con sospecha.
—Quiero una cita contigo, Crouch. ¿Qué te parece el miércoles a las siete de la noche?
No entendía qué estaba ocurriendo, y si la expresión de sus amigos era algún indicador de ello, al parecer no era el único. Evans no era el tipo de chicas que salía con personas como Barty. Entonces ¿de qué iba todo eso?
—¿Estás segura de que no te golpeaste la cabeza? ¿Quieres ir a la enfermería?
Regulus a su lado soltó una risita indiscreta y James, que tenía la boca abierta indecorosamente, la miraba con un parpadeo rápido de sus ojos, como si creyera que estaba soñando y que así podría despertar.
—¿Tienes miedo, Crouch? —lo desafió la pelirroja.
Ah,
el truco más viejo del libro
, y Barty caía en él cada vez. Nada mejor para convencerlo que tocarle el ego.
—Pff —se cruzó de brazos—, ¿No?
—Está bien, entonces te veo en las puertas del dormitorio de Gryffindor a las siete de la noche del día miércoles. Lleva flores, me gustan las petunias.
Lily dejó su mesa y se encaminó a la que compartía junto a Sirius y Remus al otro lado de la cafetería, en donde los tres compartieron una sonrisa triunfante y miraron con picardía y curiosidad hacia su mesa.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Barty desubicado.
—Evans te acaba de invitar a una cita —le respondió Regulus.
—Y tú aceptaste —continuó James.
—Sí, eso me quedó claro, pero ¿Por qué?
Regulus bufó por lo bajo y se cruzó de brazos, mirando hacia la mesa unos metros frente a ellos con disgusto enmascarado de indiferencia.
—¿No es obvio? Esto es obra de mi hermano.
—¿Qué ganaría Sirius con organizar una cita entre Lily y Barty? —preguntó James totalmente confundido.
Ambos se quedaron en silencio y Barty entendió rápidamente a qué se refería Regulus. Sirius, de alguna forma, se había enterado de la estúpida apuesta entre ellos y estaba saboteando el juego de su hermano, tratando de hacer que Barty se enamorara de Lily. Era una estrategia estúpida, Barty no tenía tiempo para pensar en nadie cuando su mente solo giraba en torno a cómo arreglar lo que le estaban pasando con Evan sin perder su amistad en el intento.
—Sirius haría lo que fuera para verme perder —resumió Regulus.
James miró hacia la mesa de Sirius con nostalgia y anhelo.
Pobre tipo
, de seguro la estaba pasando muy mal. No se imaginaba lo que haría si fuera Evan al otro lado de la cafetería… Bueno, pensándolo mejor, tal vez sí se lo imaginaba, tal vez por eso podía empatizar con él, porque Evan y él no habían hablado desde aquella noche después de la cena y la posibilidad de haberlo perdido para siempre hervía su sangre desde su interior.
—Solo está teniendo problemas para aceptar la situación. Déjame hablar con él, ¿de acuerdo? —le susurró James.
Regulus negó con la cabeza y estaba a punto de hablar cuando Barty lo interrumpió:
—Puede que no sea una mala idea —sus amigos lo miraron incrédulos—, nunca lo he hecho con una pelirroja.
James tuvo que respirar profundamente en busca de calma.
—Lily no es el tipo de chica que te llevas a la cama —le aseguró ofendido—, es el tipo de chica que le presentas a tus papás, con la que te casas, la que gana premios nobeles y da entrevistas para The Times.
Regulus golpeó a James en la cabeza.
—¿Disculpa? —se aclaró la voz—. ¿Puedes bajar el nivel de afecto con el que dijiste eso? —Barty los miró extrañado y Regulus explicó:— James solía tener la más grande infatuación con Evans hace unos años.
—No. Te juro que no siento nada más por ella, ese tren salió de la estación hace mucho tiempo. Es decir… —James le sonrió—, ahora te tengo a tí y eso es… —Potter era totalmente ridículo—, mucho más de lo que hubiera imaginado, eres todo para mí, no hay comparación —Barty fingió que le daban arcadas y Regulus puso los ojos en blanco—, pero no significa que no vea lo mucho que vale como persona —Regulus entrecerró los ojos con desdén hacia su novio—. Además, hasta donde estaba enterado, preferiría salir contigo un millón de veces más que conmigo.
—¿Qué? —preguntó Barty confundido.
—Mejor no hablemos de eso… —intentó Regulus, pero ninguno de los dos lo iba a dejar ir.
—Lily le pidió una cita a Regulus durante su primer año.
—¿James? ¿Enserio? —se quejó—. Te conté eso en confidencia.
Pudo ver a Regulus sonrojarse por el rabillo del ojo.
—¿A Regulus? —Barty ahogó una risa—. ¿Por qué le pediría una cita a la persona más asexual que conozco?
—¿Disculpa?
—Regulus no tiene un pelo de asexual —le contestó James con picardía—, deberías ver esta cosa que hace con…
Regulus le tapó la boca a James agresivamente y Barty soltó una carcajada. James parecía complacido de todas formas, sonriendo con los ojos y encogiéndose de hombros.
Le gustaba esa repentina comadrería entre él y James, lo hacía sentir como que aún había un lugar para él en el futuro de su mejor amigo.
Al menos
, pensó,
no estaba a punto de perder a uno de ellos.
—Un segundo, volvamos al tema en cuestión: ¿No crees que yo pueda estar también en las ligas mayores, Potter? —lo desafió Barty.
—No quise decir eso…
—No, de hecho, concuerdo con James. Lily está totalmente fuera de tu alcance —concluyó Regulus.
Barty acomodó la férula encima de la mesa para que no colgara en frente de su pecho y se golpeara con la mesa, luego frunció el ceño, no le gustaba que lo subestimaran.
—Como sea, tengo una cita con ella ¿no es así? Eso cuenta para algo, tal vez todo este tiempo he estado comprando en la sección de descuentos cuando podía estar haciéndolo en la preventa exclusiva.
—Sigue hablando, con algo de práctica de seguro dices algo inteligente —se burló Regulus.
—No me provoques —le advirtió Barty—, lo digo en serio.
—Hay algo muy extraño en todo esto —reflexionó James, interrumpiendo sus dimes y diretes—. ¿Soy el único que piensa que esto no tiene sentido en lo absoluto? ¿Qué está pensando Sirius que hace?
Regulus lo miró con lo que a Barty le pareció preocupación. Se sintió culpable de haber causado tanta parafernalia para separarlos cuando era claro que Regulus estaba totalmente perdido por él, que movería el cielo y las estrellas si tuviera que hacerlo para recobrar la sonrisa en los ojos de James. La verdad estaba allí, al alcance de su mirada, en la manera en que Regulus tomaba su mano bajo la mesa y dejaba un beso discreto sobre su hombro.
Volvió los ojos a su yogurt, pensando en por qué todo era tan difícil para él, por qué nadie podía mirarlo de la manera en que Regulus miraba a James; pero se olvidó por completo de la situación cuando Evan y Willow cruzaron la cafetería juntos.
Se encontraban sumidos en una intensa conversación que, de no ser porque sabía que era imposible, hubiera asumido que era una discusión. Evan ni siquiera le dirigió la mirada y su indiferencia le quemaba, apretaba ese lugar dentro suyo en donde todo aún dolía. Aún recordaba el fantasma de sus labios sobre los de él.
—No me importa, saldré con Lily Evans —les dijo por lo bajo con resentimiento.
════ ⋆★⋆ ════
Barty estuvo parado en el marco de la puerta de la sala común de Gryffindor a partir de las seis cuarenta de la tarde. Olvidó por completo las petunias. No estaba realmente emocionado por la cita, pero estaba determinado a afrontar la situación y hacer lo mejor de ella. Tal vez aún podía engañar a Regulus para no tener que pagar las mil libras que había apostado.
—¡Crouch! —lo saludó Evans desde la puerta del pasillo que llevaba a los dormitorios de las chicas—, llegaste temprano.
Lily estaba vestida en un pantalón deportivo negro y una sudadera rosa con un enorme gato tigre pintado en el medio de ella. Se veía cómoda, como si estuviera lista para pasar el resto de la noche tirada en el sofá comiendo chucherías y viendo la televisión. Barty llevaba pantalones de tela y una de sus camisetas de color sólido en cuello en V. Se había quitado la férula, estaba harto de lo incómodo que lo hacía sentir y lo mucho que le recordaba a la noche de la cita con Narcissa.
Se miraron extrañados por unos segundos.
—¿Necesitas tiempo para cambiarte? —le preguntó confundido.
Lily se llevó una mano a la boca, ahogando una carcajada y le sonrió de lado a lado.
—No realmente, ¡estoy lista! Tú te ves… despampanante, Barty —se burló entre risas.
Barty estaba confundido.
—El restaurante que elegí queda del lado opuesto del campus —le señaló la puerta con una mano—, si nos vamos en quince minutos aún podemos llegar a la reservación.
—¿Restaurante? —Lily se volvió a reír—. Oh no, ya está todo arreglado. Yo te invité, ¿recuerdas? ¡Es más! ¡Yo voy a pagar esta noche!
—¿Qué? —preguntó aún más confundido.
—Dame cinco minutos, voy por mi cartera.
Lily subió las escaleras de su dormitorio mientras Barty trataba de entender qué demonios esperaba Evans de él.
Al bajar, lo tomó de la mano y salieron de la sala común. Los recibió el fresco de la noche en sus rostros, las hojas subiendo y bajando, siseando en su camino por el viento. Era una noche agradable. Adoptaron un ritmo ameno, caminando por toda la fachada de Hogwarts hacia el centro de la ciudad. Barty se preguntaban hacia dónde lo estaba llevando.
—Así que… —dijo Lily cortando el silencio entre ellos—, ¿Cómo estás hoy, Barty?
—¿Bien?
—Muy bien, me alegro —le dedicó una amplia y ligera sonrisa.
Traía el cabello en dos largas trenzas y tenía ese aspecto juvenil que caracterizaba a los universitarios. Barty se miró a sí mismo, a la formalidad con la que se manejaba, como si no hubiera espacio para ser lo que era: un adolescente.
—¿A dónde vamos? —preguntó de nuevo confundido.
—¡Al IHOP!
—¿Vamos a comer panqueques?
—El desayuno es la mejor cena, todos lo saben —contestó segura. Barty tenía que estar soñando. Eso era demasiado ridículo como para ser real—. ¿Cuándo fue la última vez que lo visitaste?
—Nunca he ido —contestó honestamente.
—Uff —Lily se llevó una mano a la frente y se rió suavemente—, definitivamente tenemos que arreglar eso. IHOP es de mis lugares preferidos.
Se quedaron en silencio durante unos minutos y entonces Lily tomó su mano de nuevo. Barty miró con curiosidad la forma en que sus dedos se entrelazaron con los suyos y se sorprendió al darse cuenta de que no sentía mariposas revolotear en su estómago o la clásica incomodidad de cuando no quieres que alguien te toque; pero se sentía bien. Solo
bien
.
—Lily…
La marcha imperial.
Su teléfono interrumpió lo que había estado a punto de preguntar. Barty vio el nombre de su padre con desagrado en la pantalla de su celular y, avergonzado, le pidió unos minutos de privacidad a Lily. Llevaba días llamando y solo podía costearse ignorarlo una cantidad limitada de veces antes de que se enfureciera.
—Hola.
“Bartemius, ¿todo bien?”
Oh
, ya estaba enfurecido de todas formas. Barty no tenía ganas de lidiar con sus demandas en ese momento.
—Todo bien, ¿qué quieres?
“Podemos empezar por un poco más de respeto y que pierdas ese tono en el que me hablas.”
Barty respiró profundamente, tratando de resguardar su paciencia.
“Te llamo para asegurarme de aún estamos en pie para la cena del viernes”
—Sí, está bien. Como sea, pasaré si tengo tiempo.
“Bartemius, hablo enserio. Te quiero ver aquí a más tardar a las ocho de la noche.”
—¿Por qué tanta insistencia? Creía que mientras más lejos estuviera de Santolan mejor —aquel era el nombre de la zona en la que se encontraba la mansión en la que vivía su padre cuando residía en la ciudad, lo que pasaba una vez cada año solo por necesidad y no indicaba, necesariamente, que Barty tuviera que ir a verlo. Aquel suceso era inédito.
“No utilices ese tono conmigo. Tengo una noticia que darte. Es importante que estés aquí.”
—No hace falta que nos veamos, puedes decírmelo por teléfono. Tengo planes para el viernes por la noche —si las cosas salían bien, pensaba invitar a Lily en una segunda cita.
“No es posible, tendrás que cancelar tus compromisos. Esto es más importante.”
Barty puso los ojos en blanco.
Clásico de él
, querer mantenerlo amarrado a su autoridad a pesar de ser una triste excusa de padre. No podía esperar para graduarse y dejar de ser parte de su vida. Iba a ordeñar al maldito de cada libra hasta que no pudiera hacerlo más y entonces desaparecería.
—De acuerdo, como ordene el
puto
general —respondió sarcásticamente y colgó el teléfono con rabia. Se volteó para mirar a Lily de reojo, quien no había podido evitar escuchar su conversación a la lejanía y traía un brillo de preocupación en los ojos. ¡Genial!— Lo siento.
Lily se colgó de su brazo y se encogió de hombros.
—¿Quién era? —le preguntó sin filtro alguno.
Barty no estaba acostumbrado a que las personas quisieran saber sobre él y, cuando lo hacían, generalmente tenían un motivo superior; era algún tipo de manipulación para conseguir favores o información. Tal vez Lily también lo tenía, tal vez se trataba de la apuesta y Sirius Black.
No confíes en nadie.
—Nadie —respondió seco.
—Lo siento ¿No quieres hablar de ello?
—No, en realidad no.
—De acuerdo —Lily no pareció ofendida y tampoco se apartó de su lado. No soltó su brazo hasta que llegaron al IHOP.
Ocuparon uno de los cubículos, alejados de ojos curiosos, y Lily pidió inmediatamente una torre de panqueques de arándanos y una malteada de Oreo. Barty pidió una hamburguesa clásica con tocino.
—¿Enserio? —Lily le golpeó el hombro y miró a la mesera como si Barty la hubiera avergonzado—Borre eso señorita, el joven va a querer el combo de waffles, los que vienen con crema y fresas, y si podemos agregar a eso un desayuno americano y una coca-cola estaría perfecto.
La mesera se rió discretamente mientras corregía la comanda. Barty suspiró.
—Esto solo se sigue poniendo mejor, ¿no es así? —dijo con sarcasmo.
Lily tronó sus dedos frente a Barty, reclamando su atención, y lo miró decidida.
—Crouch, esta es una cita. ¡Se supone que las citas son divertidas! De los dos, tú eres el que tiene la fama de rebelde, el que piensa fuera de la caja.
—¿Por eso te acercaste a mí? —preguntó serio.
—¡De hecho! Sí, esa fue exactamente la razón por la que te invité a salir.
Barty la miró incrédulo.
—No tiene nada que ver con Sirius Black —dijo con sarcasmo.
—¿Sirius? ¿Qué tiene que ver Sirius en todo esto?
La ventaja de ser un mentiroso serial, era que podías ver la mentira en el rostro de los demás cuando trataban de usarla en tu contra; y Lily estaba mintiendo. Sirius si tenía algo que ver en todo eso.
—Eres una terrible mentirosa, Evans.
—¡Agh! Está bien —Lily tiró sus brazos al aire—, tienes razón —se inclinó hacia él y bajó el tono de su voz—. Yo, como tú, estoy en esto porque quiero obtener algo de ello,
de tí
, y porque mis amigos me retaron a hacerlo y no pude decir que no. ¿Y qué? No quiere decir que los dos no podamos sacar lo mejor de esta situación. La miseria es una decisión, ¿sabías?
Barty la miró de reojo curioso.
—¿Por qué te retarían tus amigos a salir conmigo?
Lily se cruzó de brazos y suspiró.
—Intentar algo diferente —respondió sencillamente.
No terminaban encajándole del todo sus motivaciones, estaba seguro de que Lily escondía algo. Entonces recordó un pedazo de información que había aprendido durante su cita con Narcissa.
—¿No estabas saliendo con Lovegood y Rosier?
Lily no parecía el tipo de persona que necesitaba novedad en su vida si había salido con ambos, Xenophilius y Pandora, al mismo tiempo.
—No pensé que fueras de los que levantan la oreja al chisme —dijo sorprendida y un poco ofendida por la brutalidad con la que Barty preguntó aquello—. Sí, ¿y qué?
—No tiene sentido —argumentó Barty.
—¿Qué no tiene sentido?
—¿Por qué saldrías conmigo?
—¿Vamos a pasar toda la noche debatiendo los términos de mi invitación? —Lily puso los ojos en blanco, exasperada—. Mis amigos piensan que necesito salir allí afuera de nuevo después de lo de Pandora, ¿de acuerdo? ¡Y tal vez yo también lo pienso! Tal vez me merezco esto. Salir con alguien “
divertido
” y vivir un poco más. Se supone que estos son mis “
mejores años
” y ¿qué he hecho? ¿Qué he hecho además de estudiar las veinticuatro horas e ir tras la misma persona con la que no puedo estar una y otra vez? —Lily se volteó, para que Barty no pudiera verla, y se quedó callada por unos segundos antes de volver a agarrar fuerzas para continuar—. Las cosas con Pandora no terminaron en los mejores términos y me vendría bien intentar un poco de amor hétero por un tiempo.
Barty levantó una ceja igual de confundido.
—¿A diferencia de…?
Lily se tardó unos segundos en entender a qué se refería. Le estaba preguntando por su orientación sexual. Barty no tenía mucha experiencia haciendo la pregunta, la sentía extraña y, hasta cierto punto, ofensiva. Sabía que si la fuera dirigida a él, probablemente lo tomaría así.
Lily suspiró, torció los labios, cerró los ojos, y cuando los abrió de nuevo, algo cambió en ella. Como si de repente hubiera recobrado toda la paciencia que la había hecho perder.
—Ya empiezas a hacer las preguntas correctas —le dijo más tranquila. Se volteó hacia él y extendió su mano entre ellos—. Mucho gusto, soy Lily Evans. Soy bisexual, me gustan ambos los hombres y las mujeres y, podría ser que, todo lo que esté en el medio pero… honestamente no lo he intentado. Así que bisexual por ahora, hasta nuevo aviso. ¿Y tú?
Sintió el peso de esa pregunta al no ser capaz de responderla. Admiraba la ligereza con la que Lily simplemente lo había admitido. Como si no tuviera nada de lo que avergonzarse.
—Yo… —nadie le había preguntado eso durante ninguna de sus citas. ¿Mary lo había hecho? No podía recordarlo. En su momento no hubiera tenido idea de qué responder, en ese momento tampoco la tenía, solo sabía que no sabía nada—. No lo sé.
—Lo estás descubriendo —dijo Lily fácilmente.
—¿Qué?
—Sí, lo estás descubriendo. No tiene nada de malo. Un hétero hubiera dicho de buenas a primeras que lo es, no los ves dudar mucho cuando intentan defender su sexualidad. Tú, querido, estás descubriendo la tuya.
Mierda
.
James tenía razón.
Lily estaba muy fuera de su liga.
Se quedaron en silencio por unos segundos. Era claro que ella esperaba que dijera algo de regreso, pero él no sabía qué decir. No dió el brazo a torcer hasta que el silencio se convirtió en algo tan incómodo que hubiera dicho lo que fuera solo para terminar con él.
—Lo estoy descubriendo, supongo.
—¡Genial! —Lily le sonrió animadamente.
Su comida llegó y la pelirroja no dudó un segundo en tomar lo que quiso de su plato. Compartieron los panqueques con fresas y crema, y a cambio de ello, le dejó uno de sus panqueques de arándano en el plato. Barty tenía que admitir que eran mucho mejores de lo que había esperado, y que de no ser porque Lily lo había llevado hasta allí, hubiera muerto sin haber probado aquella delicia melosa.
—¿Has besado a alguien de tu mismo sexo antes? —preguntó Lily con curiosidad.
El rostro de Barty se descompuso.
Dios
, en verdad no quería hablar de eso con Evans pero se estaba muriendo, al mismo tiempo, por simplemente hablar de ello con alguien que no fuera James; porque a James no podía contarle de quién se trataba, era demasiado cercano a Regulus como para arriesgarlo, pero Lily era una persona totalmente ajena al problema.
No soportaba darle vueltas en su cabeza una y otra vez a la situación, llegando siempre a la misma conclusión, necesitaba una segunda opinión.
Pero, por el otro lado, Lily probablemente era la última persona con la que debería estar hablando de eso. No la conocía, no confiaba en ella y estaba seguro de que había algo que le estaba escondiendo.
Barty nunca fue muy inteligente.
—Una vez —respondió inseguro.
—¿Y qué te pareció? —Lily lo apuntó con el tenedor.
Barty se encogió de hombros. Había sido la mejor noche de su puta vida pero no lo admitiría en voz alta aún.
—¿Así de bien? —se burló.
—Estuvo bien —respondió de mala gana—. ¿Y tú?
—Varias veces —sonrió y se metió un pedazo de panqueque a la boca—, es bastante genial, pero todo depende de la persona ¿sabes? A veces no solamente se trata de su género. Tienes que tener química con la persona.
Barty suponía que tenía razón.
—¿No te causó un poco de conflicto?
Lily se rió.
—Sí, fue terrible —se tapó la boca con una servilleta— ¿El pánico gay? Totalmente real —Barty miró a su alrededor, inspeccionando a las personas a su alrededor y calculando la distancia para averiguar si podían escucharlos—. Es gigante, la primera vez, parece que tu mundo cambia en un cerrar y abrir de ojos, pero es totalmente normal. Todos pasamos por eso, Crouch —Barty asintió levemente con la cabeza y le dio un sorbo a su soda, absorbiendo sus palabras—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Algo me dice que lo harás de todas formas.
—El que estaba hablando por el teléfono ¿Era tu papá? —Barty se movió con incomodidad en su asiento—. Lo siento, lo podía escuchar por el altavoz. No puedo evitar proyectar mi trauma familiar en los demás —se llevó otro pedazo de panqueque a la boca—, sé cómo puede ser todo eso cuando estás descubriendo quien eres. Solo quería decir que —Lily colocó su mano encima de su brazo— no somos nuestras familias, no sientas que estás obligado a ser alguien que no quieres porque eso es lo que esperan.
Barty sintió una ola de calor pasar por su cuerpo ante las palabras de Lily, como si alguien hubiera prendido la calefacción en medio de su peor noche de invierno. No estaba acostumbrado a que la gente lo viera, tal vez a que lo notara de vez en cuando, le gustaba ocupar espacio en una habitación, que todos supieran que estaba allí, pero que no lo vieran, no que pudieran traspasarlo.
Su privacidad era un lugar privilegiado y seguro.
Sentado en el IHOP, mientras desayunaba a las ocho de la noche, se encontró a sí mismo en el ojo del huracán, tal como había dicho Trelawney unos días antes.
Carraspeó y tomó otro sorbo de su bebida.
—Gracias —dijo suavemente.
—No es nada.
—¿Tu familia aún no lo acepta? —le preguntó curioso.
—Mi familia nunca lo aceptará —dijo un poco menos animada que antes, pero su sonrisa no dejó su rostro ni siquiera por un segundo—, están metidos profundamente en la iglesia. Tendrían que dejarla para poder aceptarme y no es algo que estén dispuestos a sacrificar.
—¿Ni siquiera por su hija?
Lily se encogió de hombros, pero pudo ver la tristeza dar un paseo por su rostro.
—Ni siquiera por su hija —admitió con pesar.
Barty había tenido una crianza laica, su padre solo creía en la religión del dinero y el poder. Si lo pensaba bien, suponía que aquello en sí era una ideología que inculcaron en él desde pequeño.
Pensó en ello por un rato, cómo hubiera sido si su madre hubiera estado más involucrada en su vida, sabía que su familia era cristiana. Creían en el bautismo, confirmación y toda esa parafernalia. ¿Lo habrían obligado a visitar la iglesia los fines de semana? ¿A creer en Dios? ¿Hubiera podido creer? ¿Y qué hubiera dicho de la persona en la que se había convertido? Estaba seguro de que solo hubiera decepcionado a su madre. Tal vez había una ventaja en el hecho de que lo hubiera dejado, en su muerte. Al menos no estaba allí para presenciar lo mal que había hecho las cosas.
—Mi padre tampoco lo aceptaría —admitió de repente.
Lily levantó la cabeza y lo miró de reojo con curiosidad.
—Es muy jodido cargar con el peso de lo que nos han hecho creer durante toda nuestra vida.
Barty frunció el ceño con la mirada puesta en las manos que apretaban su bebida.
—¿Qué te han hecho creer? —preguntó con curiosidad, tratando de no demostrarle lo mucho que le interesaba escuchar su historia.
Lily se metió uno de los arándanos en la boca y lo tragó antes de volver a hablar.
—¿A mi? Muchas cosas. La iglesia de mis padres es terriblemente conservadora, son del tipo de comunidad que piensa que el sexo es el pecado más grande que puedes cometer y que la mujer solo es pura si llega virgen al matrimonio —Lily se rió por lo bajo—. Cuando era pequeña, solían decirnos que cuando tenías sexo con alguien, dejabas una parte de tu alma en ellos, y que por eso solo debías hacerlo con una persona en toda tu vida. Tu gran y único amor. Encontrarlo era el objetivo de tu vida. Te imaginarás lo que pensaban de las personas que tenían múltiples parejas. Básicamente no tenían alma.
Además, del otro lado tenías a un montón de adolescentes calientes sin ningún tipo de educación sexual, tratando de lidiar con el hecho de que sus padres los vigilaban 24/7 para evitar que se masturbaran. Dios, las cosas que llegan a hacer las personas por sobrepasar la
“palabra de dios”
son ridículas. Es un puto chiste.
Barty estaba sorprendido, no solo por lo loco que sonaba aquello, sino por la manera en que Lily era capaz de contarlo con tanta tranquilidad.
Ella era, sin lugar a dudas, la persona más valiente que conocía.
—Lo que más me duele es haber perdido el contacto con mi hermana. Solíamos ser las mejores amigas, pero hace dos años, cuando comencé a salir con Pandora, decidió que no podíamos serlo más. Pintó su raya. Supongo que todos tienen un límite en cuanto a lo que pueden tolerar. Está casada ahora, esperando un hijo de su esposo. Una de mis tías me envía mails para actualizarme sobre su vida.
Había algo en la manera en que Lily podía ser vulnerable que te dejaba saber que, a pesar de toda la mierda retorcida que había pasado en su vida, haber superado todo aquello la había convertido en una persona maravillosa. Había convertido el dolor en belleza y fuerza. Cuando conoces a personas así, inconscientemente, quieras o no, te inspiran a pensar que puedes hacerlo también.
—¿Qué hay de tí? —le preguntó.
—¿Qué hay de mí?
—Sí, ¿qué es lo que tus padres te hicieron creer?
Barty bajó los ojos a su comida.
—No sé si me siento cómodo hablando de esto, apenas nos conocemos.
Lily levantó la cabeza y frunció los labios, dándose cuenta de la incomodidad que Barty estaba tratando de ocultar. Porque allí estaba él, junto a una de las personas más valientes que había conocido, y no podía reciprocar cuando siempre se había considerado el más audaz de su grupo de amigos.
—Lo siento, no era mi intención presionarte —le dijo honestamente—, solo quería ayudar.
—Está bien.
Lily le ofreció otro de sus panqueques de arándano como ofrenda y Barty lo pasó a su plato con una sonrisa de lado.
—Esa es la razón por la que entré a la carrera de derecho —le confesó—, quiero ayudar a resolver el problema.
Barty jugó con la comida de su plato y levantó la mano para llamar a la mesera. La chica lo miró y le pidió unos minutos.
—¿No hubiera sido mejor que estudiaras algo como psicología en ese caso?
—Mi objetivo es realizar un cambio estructural. Esos son más permanentes. Pienso entrar en la política después de terminar mi carrera en Hogwarts. Quiero asegurarme de que las próximas generaciones crezcan en un mundo en el que no tengan que luchar por demostrar que merecen un lugar en el mundo, que no tengan que luchar por algo que debería ser tan básico y fundamental como el respeto y la tolerancia, o la educación sexual. Yo voy a hacer que eso suceda, no solo para unos cuántos, sino para todos los que vengan después de nosotros.
Barty sonrió. Una sonrisa honesta.
Ahora entendía por qué Lily se llevaba tan bien con Pandora, ambas tenían el mismo tipo de ambición idealista basada en hechos. No el tipo de ambición que tenían Sirius o James, quienes pensaban que cambiarían el mundo simplemente siendo buenas personas, sino el tipo de ambición metódica que lograba cosas. Que, en realidad, si cambiaba al mundo.
—Suena terriblemente idealista —se burló Barty en juego.
—¿Qué puedo decir? Soy una soñadora —Lily se rió.
Se quedaron en silencio, disfrutando de la comida sumidos en sus propios pensamientos, lo que le dio tiempo a Barty de buscar una respuesta para la pregunta que le había hecho hace rato:
¿Qué era lo que su familia le había hecho creer?
—Mi madre murió cuando tenía doce años —comenzó a decir con dificultad, Lily levantó la mirada de sus panqueues—, después de haber vivido sus últimos dos años totalmente desconectada de la realidad. Sufría de demencia —Lily dejó el tenedor sobre su plato y lo miró fijamente a los ojos, asegurandole que lo estaba escuchando. Barty se sentía intimidado, pero a pesar de los nervios, continuó—. Es una enfermedad hereditaria. Mi padre pagó una cantidad absurda de dinero en doctores para saber si era algo de lo que yo sufriría en el futuro. Para él era muy importante que su único heredero fuera capaz de hacerse cargo de su legado.
—¿La llevas contigo? ¿La enfermedad? —preguntó Lily preocupada.
—No, al menos no por ahora —admitió tranquilo—, pero ningún doctor es capaz de saber si no se desarrollará en el futuro.
—Lo siento.
Barty se encogió de hombros.
—No es culpa de nadie. Mi papá intentó mantenerme en el camino de la “
normalidad
”, con la idea de que eso evitaría que pudiera desencadenar algún episodio, pero supongo que nunca he sido muy apegado a lo convencional.
—Tenía miedo de perderte como lo hizo con ella —concluyó Lily. Barty asintió suavemente con la cabeza. Lo había pensado antes. Era una posibilidad. A veces no sabía si podía creerlo, que su padre hubiera hecho todo aquello por “
amor
”, y si era así como se suponía que se veía el amor, tal vez no quisiera tener nada que ver con él—. A veces las personas tienen formas muy retorcidas de demostrar sus sentimientos—suspiró.
La mesera llegó a su mesa y Barty le pidió un vaso de agua para cada uno.
—¡Claro! En un momento vuelvo con ustedes —Barty asintió con la cabeza.
—¿Extrañas a tu madre? —preguntó Lily una vez que se fue.
Barty se rió por lo bajo.
—¿Por qué estamos hablando de esto?
Lily se encogió de hombros y le sonrió de lado.
—¿Por qué no?
El aroma a panqueques y jarabe de arce impregnaba el aire del IHOP. Barty, con el ceño fruncido y la mirada clavada en el menú, intentaba contener las lágrimas que amenazaban con romper su coraza de estoicismo. Nunca hablaba de su madre. La impotencia, la tristeza y la rabia acumuladas durante años no se lo permitía.
Pero quería decir aquello, quería que alguien lo supiera, que no siguiera creciendo en su interior como plantas venenosas que subían por cada uno de sus órganos, subían a su mente e infectaban cada uno de sus pensamientos.
Ya no quería ser el único guardando el secreto.
—Tal vez solo extraño sentir que alguien cuidaba de mí —admitió suavemente.
Lily esperó unos segundos y se movió en el asiento hasta pegar su cuerpo con el suyo y tomarlo del brazo, apoyando su cabeza en su hombro sin decir nada.
—Podemos ser mejores que ellos —le aseguró—, no dejes que las limitaciones de tu padre te persigan por el resto de tu vida. No es fácil, pero tampoco es imposible.
Barty suspiró pesadamente, orgulloso de no haber soltado ni una lágrima, pero sintiendo una presión debastante instalarse en su pecho mientras luchaba contra ello.
Decidió cambiar el tema para distraerse.
—¿Puedo preguntarte algo? ¿De qué se trata todo eso de Xenophilius y Pandora?
Lily levantó la mirada y le sonrió levemente, se rió por lo bajo, entendiendo que Barty prefería cambiar el tema, y respetó que no quisiera seguir hablando de ello.
—En realidad solo estaba ahí por Pandora. Ella estaba intentando algo nuevo y yo tengo problemas para decirle que no a las personas.
—¿Y por qué ya no están juntos? ¿No querías estar con Xenophilius?
Podía ver la tristeza en los ojos de la pelirroja, su mirada enfocada en sus manos.
—Xeno era agradable, y hacía feliz a Pandora, algo con lo que yo tenía problemas últimamente —Lily sonrió de lado—. A veces tienes que tomar decisiones difíciles para no herir a las personas que quieres. Aún tengo mucho que entender sobre mí misma, años de trauma religioso y familiar que superar —Lily se rió y su voz se entrecortó en el camino—, y no me parece justo forzar a alguien más a tener que lidiar con ello. En especial a alguien a quien quiero tanto como lo hago con Panda.
Barty no sabía cómo reconfortarla, así que tomó una página de su propio libro y la apretó contra él en un abrazo. Aquello la hizo sonreír. El mundo se iluminaba cuando Lily Evans sonreía.
—Ahora… quiero que me cuentes un poco más sobre ese chico que te tiene las hormonas revolucionadas. ¿Cómo empezó todo?
Barty no quería hablar de ello, en verdad no quería, pero tal vez sí quería, porque terminó haciéndolo.
════ ⋆★⋆ ════
—¿Y qué hizo después de eso?
—No ha regresado al dormitorio, está ignorándome.
Lily se empezó a comer la uña del dedo gordo mientras reflexionaba sobre lo que le había contado Barty, la reacción de Evan en el baño después de haberlo besado y su comportamiento durante su cita.
—¿Ya le pediste disculpas?
Barty bufó.
—¿Disculpas? ¿Por qué?
Lily lo miró muy mal, así fue como supo que se había equivocado.
—Actuaste como un idiota cuando te confesó, de una manera muy impactante debo admitir, que le gustaban los hombres, empezando por ahí, luego lo besaste sin su consentimiento, y suena como que arruinaste su cita con el chico que le gustaba.
Barty se quedó en silencio durante unos segundos, sopesando sus palabras.
—¿Crees que eso fue lo que le molestó?
Lily se encogió de hombros.
—Probablemente —le dio un gran sorbo a su malteada, haciendo ruido cuando su popote no pudo aspirar más helado del vaso—, o puede que esté tan apenado que no pueda darte la cara.
—Que frustrante es todo esto —se quejó Barty—, todo era más sencillo cuando solo me gustaban las chicas —Lily se rió—. No entiendo por qué no solo podemos fingir que no sucedió nada y dejarlo así.
Lily sonrió de lado, divertida con la frustración de Barty, encontrándolo adorable.
—Tal vez porque es algo importante. Deberías estar feliz por él, parece que encontró a alguien que lo pueda querer. ¿No es eso lo que hacen los mejores amigos? Se alegran de tus victorias y todo eso…
Barty suspiró. No podía estar feliz con ello, por qué aún se sentía traicionado cuando pensaba en cómo se pasearon juntos por la cafetería. En cómo Evan lo había empujado en el baño, alejándose con indiferencia, sin entender que él también estaba pasando por cosas que no entendía. Pero en el fondo, había un pensamiento que sonaba racional, uno que le decía que solo quería lo mejor para Evan, que lo único que deseaba era verlo feliz, así no fuera con él.
—Debería estarlo, ¿No es así? —Lily enarcó una ceja y lo miró con curiosidad.
—Deberías.
Barty se mordió el labio, recordando otra cosa por la que debería haber celebrado. El momento en que Regulus soltó la noticia de su relación con James.
—¿Te cuento algo estúpido?
—Soy toda oídos.
—Ahora que dijiste que debía alegrarme de las victorias de mis amigos pensé en la apuesta —se metió el último bocado de panqueques a la boca. Se habían acabado de comer casi todo—. La razón por la que estamos saliendo hoy ¿ya sabes? Regulus me dijo que rompería con James si lograba ganarla, parece bastante estúpido en retrospectiva. Probablemente nunca lo hubiera hecho, ¿cierto? Nunca hubiera dejado a James por algo tan estúpido. Y yo… tal vez debí
“celebrar su victoria”
—hizo comillas en el aire.
Lily se rió de nuevo y le dió un golpe en el hombro.
—¿Celoso, Crouch?
—Jódete —bromeó.
—Es dulce.
—Tal vez tienes razón —se encogió de hombros—. Evan no me pertenece y si está feliz… —pero el solo pensamiento de perderlo, de no poder tomarlo de la mano o descubrir a qué sabían sus labios cuando no había bebido, hacía que quisiera volver el tiempo atrás y hacer todo diferente—. En fin —Barty fue a buscar su billetera de su bolsillo trasero— ¿Estás lista para regresar?
—Sí, ya se hizo tarde —el reloj marcaba las dos de la mañana. Habían estado hablando por horas.
La mesera llegó con la terminal y Barty le tendió la tarjeta de crédito de inmediato a pesar de las quejas de Lily a sus espaldas.
“Puedo comprar mi propia comida, Crouch”
.
—Lo siento, dice que su tarjeta se encuentra inactiva.
Barty miró la tarjeta extrañado y la cambió por otra.
—Intenta con esta.
Miró con nerviosismo la terminal hasta que, con dos pitidos, la chica cortó la factura y negó con la cabeza.
Tampoco había pasado.
Lily puso una mano encima de la suya y lo miró exasperada.
—Dije que yo pagaría la cena, déjame hacerlo.
A Barty no le quedó otra opción más que acceder a que pagara.
Regresaron caminando hacia la sala común de Gryffindor bajo una suave llovizna, compartiendo sus mejores historias de la universidad hasta ese momento. Barty y Lily no podían dejar de reír. Las cosas que había hecho Lily en el hombre de lo que pensaba que era amor eran totalmente disparatadas.
Le contó sobre su pequeña fijación por Regulus durante su primer año. Ambos estudiaban la misma carrera, así fue como lo conoció. La había dejado sin palabras durante su primer debate, la había desafiado de una manera en que ninguna otra persona lo había hecho antes, y desde ese día se había prometido a sí misma alguna vez invitarlo a salir.
—James iba detrás de mí y yo detrás de Regulus, ahora que lo pienso es totalmente ridículo —dijo entre risas.
Al llegar a la sala común, la calidez y familiaridad que se había instalado en su pecho amenazaba con desaparecer, y se encontró deseando que su cita durara un poco más.
—Evans, ¿te gustaría vernos de nuevo? —le preguntó seguro.
Lily sonrió ampliamente y asintió con la cabeza.
—De hecho… Tengo algo en mente.
—¿Ah sí? —Barty se rió.
—Las malas lenguas dicen que tu eres la persona perfecta para salir de fiesta. ¿Qué te parece si me llevas a una?
Podía hacer eso, las malas lenguas no estaban en lo incorrecto, nadie salía de fiesta como Barty Crouch.
—Suena bien.
—¿Viernes?
—Te vengo a buscar aquí de nuevo.
—¡Buenas noches, Barty! ¡Que se jodan nuestros padres! —le gritó mientras cerraba la puerta.
Barty no pudo evitar volver a sonreír.
════ ⋆★⋆ ════
Un día antes de San Valentín, estaba seguro de que no ganaría la apuesta con Regulus, pero esperaba al menos poder rescatar su amistad con Evan.
Había llegado a la conclusión de que si lo que hacía falta para no perderlo para siempre era aceptar que solo sería su amigo, entonces lo haría. Dejaría de lado sus propios intereses para proteger su amistad.
Realmente no sabía qué era lo que quería aún, y tal como había dicho Lily, no era justo que lo hiciera pasar por su caos emocional cuando ya había estado a su lado durante muchos otros momentos difíciles en su vida. Era momento de hacerse responsable de su propia vida. Evan y Regulus ya lo habían ayudado lo suficiente en el camino.
Sin embargo, incluso habiendo llegado a esa conclusión, no podía evitar sentir algo rompiéndose en su interior. Si lo hubiera sabido antes, tal vez hubieran tenido una oportunidad. Ahora podía admitirlo, ahora que estaba seguro de que Evan no estaba interesado en él de esa manera, podía admitir que lo que sentía por él iba más allá de una simple atracción.
No solo lo había imaginado con su peso contra la cama, con sus labios en su cuello y sus manos subiendo por su pecho. También los había visto juntos saliendo de la universidad, rentando un apartamento, cenando por primera vez en él, coronando cada una de las habitaciones con el fantasma de sus gemidos, comprando su primer carro con su mísero salario de aprendices y comiendo de contenedores de comida rápida porque ninguno de los dos sabía cocinar.
Era difícil desprenderse de todo aquello cuando ni siquiera había tenido tiempo de apreciarlo lo suficiente durante el tiempo en el que sí estuvieron juntos.
Decidió que se disculparía la próxima vez que lo viera, pero no fue hasta la noche del viernes, antes de su segunda cita con Lily, que lo atrapó llegando al dormitorio en busca de un par de camisetas.
Evan solo había estado pasando por el dormitorio para llevarse su ropa. Barty lo había notado por la extraña manera en que su parte del closet, lentamente, iba desapareciendo. Era algo que lo angustiaba, se sentía como si, poco a poco, estuviera marchandose de su vida.
—Te estaba buscando —Evan lo ignoró por completo y metió un par de boxers en su mochila—. ¿Podemos hablar? —Estaba actuando como si no existiera y no había tiempo para preámbulos. Decidió solo soltar la bomba en medio de ellos—. Quería decirte que lo siento —aquello llamó su atención, se detuvo y volteó para mirarlo directamente a los ojos—, me porté como un imbécil.
—¿Estás disculpándote? —preguntó sorprendido, una chispa de esperanza y escepticismo en sus ojos. Barty lo tomó como su señal para continuar.
—Lamento haber hecho lo que hice sin tomarte en cuenta y lamento haber arruinado tu cita. Willow parece un buen chico —lo dijo lo menos forzado que pudo y luego suspiró—Lily me ayudó a ver lo mal que estaba, dijo que…
—¿Lily? —preguntó confundido.
—Es una larga historia. No tiene importancia.
—Me voy un par de días y ya hay una “Lily” en tu vida —de no ser porque Barty sabía que solo se trataba de la furia que no había logrado descargar en el restaurante, hubiera pensado que estaba molesto porque había salido con Lily. Pero no pensaba distraerse, tenía una misión.
—El caso es que lo siento. No quiero poner en riesgo nuestra amistad, ¿podemos volver a la normalidad? ¿Por favor?
—¿Qué normalidad, Barty? —le preguntó serio y mirándolo a los ojos— ¿Qué clase de normalidad hay después de algo como esto?
Barty quería demostrarle lo mucho que lo sentía, pero no sabía cómo hacerlo, porque parte de él no lo sentía en realidad; parte de él recordaba lo que se sentía ser besado por Evan y solo quería despellejarse vivo ante la idea de no volver a hacerlo nunca.
Así que hizo lo único que sabía hacer.
—Fue un error —dijo arrepentido. De inmediato supo que había empeorado las cosas, porque la esperanza que había danzado por sus ojos solo unos minutos antes, había desaparecido—. En verdad espero que seas feliz con él, es lo que hacen los mejores amigos, ¿no es así? ¿se alegran de tus victorias?
—¿Lo dices enserio? —preguntó Evan confundido.
—Lo más serio que he sido en mi vida.
Evan miró a su alrededor, su mirada se posó en la mochila en la que había guardado un par de camisetas y ropa interior, y luego suspiró.
—De acuerdo, Barty. Te perdono.
Lo malo de ser un mentiroso seria, era que podías identificar cuando alguien más estaba mintiendo. Evan no lo podía perdonar aún, solo estaba tratando de hacer que lo dejara en paz.
Sin embargo, se rió y le golpeó el hombro, porque si no le creía entonces tendría que demostrárselo y estaba dispuesto a esperar. Las cosas no se arreglaran del día a la mañana, pero aquello ya era un gran avance. Día tras día, el incidente del restaurante quedaría un poco más en el pasado, hasta que ninguno de los dos pudiera recordarlo.
Hasta que no pudiera recordar el sabor en los labios de Evan.
—¿Vas a algún lado? —le preguntó con sospecha.
—Voy a la fiesta de los Malfoy. Es mi segunda cita con Lily.
—¿Segunda cita? ¿Enserio?
—¡Yep! —sonrió y se colocó la chaqueta de cuero encima de los hombros.
Tenía que demostrarle que podían seguir siendo amigos después del beso, que cada uno podía volver a tener su propia vida y que podían seguir siendo ellos cuando no estuvieran viviendola.
—Entonces… ¿Es algo serio?
—Tal vez, ya lo veremos —No tenía ningún tipo de expectativa, solo le gustaba pasar tiempo con Lily, pero la llamarada de la ilusión se prendió en su interior. ¿Y si en verdad había algo allí? Era muy pronto como para saberlo—. ¿Tu vas a algún lado? —miró inseguro la mochila llena de ropa.
—Voy a ver a Lilo esta noche —respondió serio.
Barty volvió a sentir esa punzada de fuego en el centro de su pecho, la punzada de celos y posesividad, pero la aceptó con amargura como parte de él. Tenía dos opciones, dejar que sus sentimientos arruinarán la amistad con Evan o tratar de cambiarlos.
No estaba dispuesto a perderlo.
Sacó de su bolsillo el condón de emergencia que había guardado por si las cosas subían de tono esa noche, asumiendo que de todas formas no lo usaría, se sentía bastante bien simplemente pasando tiempo con Lily y ni siquiera se le había ocurrido llevarsela a la cama.
—Para la suerte —extendió una mano y se lo pasó, como si fuera una ofrenda de paz. Le guiñó un ojo y le dedicó la mejor de sus sonrisas. Barty nunca se había esforzado tanto por fingir que estaba bien.
—Gracias —respondió Evan, aún serio, y después de meter el resto de su ropa en la mochila, cruzaron el marco de la puerta juntos y se despidieron en la puerta—. Ten una buena noche.
Se miraron a los ojos por un largo rato.
Barty aún tendría un hogar al que llegar si se aseguraba de mantener a Evan a su lado -tal vez no en la manera en que lo necesitaba pero en la que era aceptable para ambos- siempre que hiciera aquello, sus ojos siempre serían su lugar seguro.
Nunca había peleado tanto en contra de sus propios instintos.
—Ten una buena noche —intentó decir con ánimo.
Unos segundos después, ambos caminaron en sentidos opuestos de la calle.
Después de unos minutos se echó a correr, intentando hacer que sus grandes y abrumantes sentimientos desaparecieran con cada paso, pero su mente volvía una y otra vez a aquella noche en el restaurante.
A su alrededor, la ciudad se movía en cámara lenta. Los coches parecían estatuas inmóviles, los peatones figuras borrosas que se fundían con el paisaje. El único sonido que rompía el silencio era el de su propio jadeo, cada vez más entrecortado. Llegó hecho un mar de sudor. Se apoyó contra la pared con el cuerpo temblando, no solo por el esfuerzo físico, sino también por la angustia que lo quemaba por dentro.
Lily lo juzgó con toda la fuerza de su mirada al verlo llegar.
—Se lo dije —explicó, aún hiperventilando.
La pelirroja suspiró y lo encerró en sus brazos con simpatía.
—Hoy vamos a tomar hasta olvidar nuestras penas, ¿de acuerdo?
Barty asintió con la cabeza.
Tomaron un taxi a la casa de los Malfoy, en donde se estaba celebrando lo que tenía el potencial de ser la mejor fiesta del cuatrimestre. Todo eran luces, inflables, música, alcohol duro y cuerpos pintados en neón bailando tentadoramente cerca los unos de los otros.
Lily y Barty no perdieron ni un segundo. Después de cuatro shots de tequila se unieron a la masa de cuerpos y acabaron pintados de pies a cabeza. Cuatro shots más y Lily tenía marcada la mano neón de una de las chicas sobre su pecho y los dedos de Barty sobre sus caderas. Cuatro más y a Barty le habían pintado un pene en el pecho y su cabello lucía los colores del arcoíris en sus puntas.
Dejó que Lily se divirtiera cuanto quisiera, y cuando fue suficiente para él, salió y se tiró en el pasto del inmenso jardín de los Malfoy esperando a que se le bajara un poco la borrachera.
—Esta es de las mejores noches de mi vida —anunció Lily, radiante de emoción a su lado después de unos minutos.
—¿Ya besaste a alguien? —le preguntó entre risas.
—Esa chica de ahí —apuntó con un dedo a, nada más y nada menos, que Mary Mcdonald. Barty soltó una carcajada.
Las vueltas que daba la vida.
—Bien —asintió feliz.
—¿Y tú?
¿Él?
Por primera vez en mucho tiempo, Barty no tenía ganas de acostarse con nadie, de besar a nadie, siquiera de tocar a nadie con intenciones de hacer algo más. La única persona con la que quería algo era exactamente la única con la que no podía estar. Podía imaginarse a Evan junto a Greengrass, atrapándolo con su cuerpo y haciéndolo gritar su nombre hasta que olvidara el suyo.
Maldita sea.
Lily lo devolvió a la realidad
—¿Quieres follar? —le preguntó divertida.
—¡Evans! —Barty se rió por lo bajo sorprendido—. ¡Por dios! ¿Cuánto tomaste?
—Puede que alguien me haya dado una de esas pastillas coloridas —dijo divertida—. Además, siento que no es la mejor fiesta del año si no arruinamos la amistad.
Barty soltó otra carcajada y recordó a donde había ido a parar su condón de emergencia. Al bolsillo de Evan. No que hubiera considerado honestamente acostarse con Lily, o tal vez sí, solo para
“arruinar la amistad”
, pero aquello parecía otra de las señales del destino.
—Tal vez en otra ocasión.
Lily se encogió de hombros.
—Tú te lo pierdes.
Barty la miró con afecto.
—Gracias por esto, lo necesitaba.
Lily se rió.
—Pensaba que asistías a estos eventos más de lo que lo hacías a tus clases —bromeó.
—Me refiero a tu amistad.
Lily se congeló en su mirada y sonrió, podía ver sus ojos tornándose cristalinos frente a él. Notó con orgullo que, por primera vez, había dicho algo que la pelirroja no había visto venir. Lily se tiró encima de él, haciéndolos caer a ambos sobre el pasto entre risas. Un abrazo honesto y cálido. Podía contar esos con los dedos de una mano.
—¿Lily? —de todas las personas que pudieron haber interrumpido el momento, fue Pandora, la hermana de Evan, quien lo hizo. En un vestido de lentejuelas plateadas que no dejaba mucho a la imaginación, los miraba como si vinieran de otro planeta. Lily se alejó de Barty, incómoda, y miró de reojo a Pandora, casi con culpa—. ¿Qué haces aquí con Barty?
—Es mi cita —presumió orgullosamente.
—No, no lo es —tomó la mano de Lily y la levantó del pasto—Dios ¿Cuánto bebieron?
—Bastante —respondió Lily entre risas, perdiendo la seriedad con la que había tratado de manejarse.
Pandora suspiró y tomó de igual forma a Barty, impulsándolo para que se levantara del pasto.
—Vamos de regreso, antes de que hagan algo de lo que se puedan arrepentir.
Lily y Barty se miraron cómplices y se soltaron a carcajadas, pero la siguieron.
════ ⋆★⋆ ════
Cuando Barty regresó a su cuarto sin haber pasado la prueba de los skittles, lo primero que notó fue la presencia de Evan, quien se encontraba sentado en su cama, lanzando pluma tras pluma hacia uno de sus portalapices sin éxito alguno.
—¿Qué tal estuvo la fiesta? —le preguntó inmediatamente.
—Casi follo con Evans —respondió triunfante. Aún seguía borracho.
Estaba a mitad de camino hacia su cama cuando levantó una ceja y miró a Evan completamente confundido.
—Un momento, ¿no se supone que estabas con Greengrass?
Evan bajó la mirada a sus manos y se encogió de hombros.
—¿Por qué no lo hiciste? —le preguntó Evan serio.
—¿Por qué no hice qué? —Barty tenía problemas para seguir esa conversación.
—¿Por qué no te acostaste con Evans?
Barty no sabía qué responder así que solo dijo la verdad:
—No quería.
Evan se quedó callado y sacó de su bolsillo el condón que le había dado Barty antes de irse a la fiesta. La ironía de la situación hizo que soltara una risa y se regodeara en su felicidad un poco más de lo que se sentía permitido. No lo diría jamás en voz alta, pero era un alivio saber que Evan no había estado acostándose con Greengrass mientras él sufría miserablemente a manos de su propia confusión.
Se sentó a su lado en su cama y tomó uno de los lápices entre sus manos, tirándolo hacia el portalápices.
—Si lo meto, limpias mi ropa por un mes.
El lápiz terminó golpeando la pared y cayendo hacia el suelo. La puntería de Barty mientras estaba borracho era una mierda.
Evan se rió suavemente y se quedó mirando el lapicero por un largo rato antes de hablar de nuevo.
—Si lo meto, respondes mi pregunta.
Milagrosamente, Evan metió uno de los colores directo en el portalapicero. Barty lo miró sorprendido y se rió de lo ridículo que era todo aquello.
—¿Cómo te sientes verdaderamente con la apuesta?
Barty lo pensó por unos segundos. Habían sucedido tantas cosas en el transcurso de aquellas casi cuatro semanas que no había tenido tiempo de detenerse y pensar en ello.
—¿Mal? —se rió—. Pensé que sería más fácil —admitió—, no me imaginé que algo tan estúpido desencaderara tantas cosas —jugó con la pluma entre sus dedos mientras pensaba—. Siento que soy el final de un chiste que no conozco, me siento como si estuviera viendo el mundo desde el exterior. James pasó casi cuatro semanas tratando de explicarme cómo debía sentirme y, hasta ahora, no estoy ni cerca de entender a qué se refería.
—¿Crees que no estás interesado en el amor?
Barty bufó por lo bajo.
—Estoy interesado, pero creo que el amor no está interesado en mí —se rió de lo ridículo y cursi que sonó aquello —levantó la pluma y la apuntó hacia el portalápices—. ¡Já! —celebró cuando cayó directamente en el centro, dando vueltas en su descenso—. Te toca responder mi pregunta —le dio un vistazo a la mochila vacía en el rincón de la habitación, preguntándose a donde había ido su ropa—, ¿Estás enamorado de Greengrass?
Evan se tomó su tiempo en responder. Barty observó la manera en que movía otra de las plumas en el aire con facilidad, pasándola entre sus dedos rítmicamente mientras pensaba. ¿Qué tanto tenía que pensar? Le dio el tiempo suficiente para imaginarse cómo se sentíría que sus dedos recorrieran de igual forma la curva de su espalda, su cuello y su rostro.
—No —confesó Evan—, me gusta alguien más. Esta noche solamente fui a visitar a Lilo para despedirme de él.
—¿Enserio? —preguntó Barty sorprendido. Evan asintió con la cabeza— ¿No te habías estado quedando con él todo estos días?
—No…
Evan no quiso darle más detalles y Barty no presionó por más. Levantó otra de las plumas y la llevó de nuevo al centro del portalápices con una puntería perfecta.
—¿En verdad te arrepientes de haberme besado? —preguntó.
Barty tragó grueso.
Era la primera vez que admitían en voz alta lo que había pasado entre ellos.
Un beso. Algo más que una amistad. De repente todo parecía extremadamente real. El alcohol en los labios de Evan, la manera en que su cuerpo encajaba con el suyo contra la pared, el hecho de que a Barty le gustaban los hombres, o tal vez solo le gustaba Evan. Aún lo estaba descubriendo.
Pero entonces ¿qué le preocupaba tanto? ¿por qué no podía decirle que no se arrepentía de ello?
“¿Qué es lo que tus padres te hicieron creer?”
—Odio pensar en lo que mi padre hubiera dicho de haberse enterado —le confesó—, así que tal vez, en ese sentido… sí, me arrepiento de haberlo hecho.
Evan volvió a tirar una de las plumas hacia la lapicera, atinándole justo al centro.
—¿Cómo demonios haces eso? —preguntó Barty sorprendido.
—¿Lo harías de nuevo? —le preguntó rápidamente, interrumpiendolo.
Barty tragó grueso de nuevo. La tensión en el aire revelando cada uno de los ruidos a su alrededor: el rechinar de la cama cuando se movían, la respiración intranquila de Evan, las gotas de lluvia que golpeaban contra la ventana.
—Evan…
—¿Lo harías? —presionó.
Su mirada voló hacia sus labios, semi abiertos, como si esperara que simplemente se acercara y los tomara. Evan le estaba haciendo todo ese trabajo de descubrir su sexualidad y mantener su amistad a salvo mucho más complicado de lo que tenía que serlo.
—Sí, lo haría de nuevo —admitió nervioso. Evan se volteó, se subió de arcadas encima de él en la cama y atrapó su rostro entre sus manos, quedando peligrosamente cerca de él—. No hagas eso —le pidió instintivamente, sintiendo como las restricciones que se había puesto a sí mismo se esfumaban y eran reemplazadas por el magnetismo sobrenatural que lo animaba a cortar la distancia entre ellos.
—Déjame hacerlo —le pidió Evan, igual de atrapado en el momento.
—No puedo.
Evan levantó su rostro para que lo viera a los ojos.
Dios, ¿por qué le estaba haciendo las cosas tan difíciles?
—¿Por qué no? —Barty negó con la cabeza y desvió su mirada. Evan lo tomó del mentón y lo obligó a mirarlo de nuevo—. ¿Por qué no?
Respiró profundo y hundió sus dedos en las caderas de Evan, sosteniéndolo en su lugar, asegurándose de que seguía allí y no era un invento de su imaginación.
—Soy un puto desastre —le confesó con la voz entrecortada—, no tengo absolutamente nada que ofrecerte que sea lo suficientemente valioso para que te quedes una vez que lo hagamos y no puedo perderte —llevó sus manos a su rostro, sintiendo la textura de su piel, marcando las cuencas de sus ojos, su nariz y luego sus labios. Adoraba esos labios.
—No importa —le dijo seguro.
Barty se rió amargamente.
—Claro que importa.
Evan se comenzó a mover, sus labios subieron por su cuello, dejando un camino de humedad que llegó hasta su lóbulo, en donde lo mordió solo con la punta de sus dientes como si estuviera tocandolo con una pluma.
—Hagámoslo de todas formas —le susurró al oído.
Barty no podía más. Si el infierno estaba hecho de momentos como ese, lo mejor era que se preparara para vivir en él.
Su cuerpo vibraba con ganas de hacer algo, de moverse, de tomar, de besar. Sus pantalones hacían un pobre trabajo de ocultar su emoción y estaba seguro de que Evan ya lo había notado. ¿Había realmente algo que ocultar? Todo parecía estar flotando entre ellos. Ambos podían verlo claramente, pero
¿Por qué ahora? ¿Por qué Evan?
Tal vez…
Tal vez necesitaba que alguien lo consolara después de haber terminado con Willow.
Quédate conmigo, yo cuidaré de tí. Podemos cuidar el uno del otro.
—Por favor, Barty —le volvió a susurrar, el vaivén de sus caderas presionando en los lugares correctos—. Ambos lo queremos.
Él lo quería.
Lo quería.
Lo quería como nunca había querido ninguna otra cosa en su vida.
Hizo suyos los labios de Evan.
El beso fue suave, casi tímido, muy diferente a su primer beso, como si ambos exploraran un territorio desconocido. Sus manos se buscaron, entrelazándose con dedos ansiosos. Barty se aferró a la camisa de Evan, acercándose aún más.
Evan se apartó un poco, mirándolo a los ojos. Sus ojos grises brillaban con una intensidad que Barty nunca había visto antes.
—¿Estás seguro? —susurró Barty.
Evan asintió, sin palabras. La certeza ardía en su pecho como una llama incandescente.
Barty volvió a besarlo, esta vez más imponente, más demandante. Sus lenguas se enredaron en un baile íntimo, explorando cada rincón de la boca del otro. Gimió sobre sus labios, un sonido que vibró en el cuerpo de Evan. Sus manos recorrieron su cuerpo, acariciando su espalda, deslizándose por sus musculosos brazos. Respondió con igual fervor, sus dedos recorriendo la suave piel de Evan, deteniéndose en la curva de su cadera, apretando, empujándolo hacia él.
Se separaron por un momento, jadeando en busca de aire. Sus frentes se apoyadas la una contra la otra, sus corazones latiendo al mismo tiempo.
—No quiero que tengamos sexo —dijo Barty seguro.
—No importa —contestó Evan rápidamente.
Entonces perdieron el control por completo.
Inmediatamente rodaron por la cama y Barty lo atrapó bajo su cuerpo. Lo besó y mientras lo hacía, recordó lo que James le había hecho memorizar durante esas cuatro semanas, la lista de señales a las que estar atento. ¿Cómo reconocer el amor cuando estuviera frente a él?
“No puedes imaginar un futuro sin él.”
“Te importa su bienestar y felicidad por encima de la tuya.”
“Sientes que puedes depositar total confianza en él.”
“Tienes miedo de que la relación pueda terminar en algún momento porque es un acto de fé”
, eso era lo que había dicho Potter:
“Amar es un acto de fé”
.
Se arrodillaría y rezaría cada uno de sus días frente al altar de Evan Rosier.
Besó a Evan hasta que sus labios se hincharon, y luego pasó a su cuello, y bajó por su torso, pero esa noche solo se besaron; como si el tiempo estuviera contado, porque todo ese tiempo Barty había tenido la razón: Evan besaba como si estuviera tocando tu alma con sus labios.
Así que dejó que los suyos besaran lo que no se atrevía a decir y Barty tenía miedo de que nunca fuera suficiente para expresar lo mucho que significaba para él.
════ ⋆★⋆ ════
Barty fue el primero en caer dormido, entrelazado de pies a cabeza a Evan, pero fue el segundo en despertar, y cuando lo hizo, se encontró con que el rubio estaba sacando ropa de su armario y metiéndola de nuevo en la mochila que llevaba consigo.
—Buenos días —dijo aún soñoliento y confundido— ¿Qué haces?
—Barty, tenemos que hablar.
No le agradaba el tono que estaba usando. Era el tono que usaba cuando tenía que darle malas noticias. Era el tono que habían usado cuando le dijeron:
“Tu madre está enferma”
.
El sonido de la marcha imperial interrumpió la tensión que se respiraba en el cuarto.
—Mierda —El mundo iba demasiado rápido para ser apenas sus primeros minutos de vuelta a la realidad. Puso los ojos en blanco y tomó el celular de la mesa de noche. Era su padre. Se peinó el cabello con una mano y atendió la llamada— ¿Qué quieres?
“Te lo advertí, Barty”
, le dijo con tono amenazador,
“las cosas entre nosotros solo funcionan si son recíprocas.”
—La cena —recordó con amargura—, se me olvidó por completo.
“Estoy harto de intentar poner un poco de razón en esa cabeza tuya. Ya que decidiste no venir a la casa tendré que darte la noticia ahora. Me voy a casar.”
Barty bufó por lo bajo con sarcasmo. Se levantó y dejó el dormitorio en sus boxers y una camiseta de manga corta, no quería que Evan tuviera que escuchar lo que iba a decir
—¿Tú? ¿Con quién?
“Lo sabrías si hubieras asistido a la cena de ayer.”
—¿Cómo es que es la primera vez que escucho de esto?
“Dorothea esperaba conocerte, es la única razón por la que vinimos a Oxford, pero no esperaba más de tí. Tu madre estaría completamente decepcionada si siguiera viva.”
Barty estaba anonadado.
—¿Estás hablando de mi madre en este momento? ¿En verdad crees que es el momento para hablar de ella? ¿Cuando me acabas de decir que te vas a casar con alguien que ni siquiera conozco?
“Contigo nunca hay un buen momento.”
—La única razón por la que estás interesado en verme es porque tu novia del momento te pidió conocer a su futuro hijo. Bien, pues, puedes decirle que no tengo ninguna intención de jugar a la casita feliz, ni de conocerla.
“Dios, eres idéntico a ella.”
—¿Sabes qué? No tienes el derecho de decir eso como si fuera algo malo. Sí, lo soy, porque era mi madre, y al menos ella estuvo allí cuando la necesité, al menos ella tuvo la decencia de criarme mientras estuvo viva, lo que es mucho más de lo que tu hiciste por mí en veinticuatro años.
“Esta conversación es inutil. Tus tarjetas están canceladas, olvídate de los pagos de tu universidad, si quieres que las cosas vuelvan a la normalidad vas a tener que rogarme de rodillas. De otra forma, es mejor que vayas buscando un trabajo y un lugar donde vivir. Seguramente es algo nuevo para tí, tener que valerte por tí mismo. A ver si entonces entiendes qué es lo que he hecho para criarte estos veinticuatro años.”
—Jódete.
Barty colgó el teléfono y se quedó mirando al espacio vacío frente a él por unos minutos, mientras las consecuencias de lo que acababa de hacer caían alrededor de él como las paredes de una vieja edificación que ya no tenía forma de mantenerse en pie.
Siempre supo que así sería como terminarían las cosas, pero pensó que tendría más tiempo.
¿De dónde sacaría el dinero para pagar la universidad? ¿En donde viviría? ¿Cómo conseguiría un trabajo sin un diploma? ¿Qué tanto tendría que cambiar su vida? Y ¿valdría la pena después de todo?
Evan carraspeó a sus espaldas, interrumpiendo sus pensamientos.
—¿Estás bien? —Barty se secó las lágrimas que no se había dado cuenta que había derramado—. Creo que tenemos que hablar sobre lo de ayer —comenzó suavemente, colocando una mano sobre su hombro. Barty no podía hablar de eso, no quería hacerlo, no en ese momento—, solo quiero saber qué significa todo esto para tí.
—No lo sé —respondió rápidamente, cortante.
Evan se sorprendió al notar la agresividad en su tono de voz.
—¿Necesitas tiempo para pensarlo?
—No lo sé, Evan. No lo sé, ¿de acuerdo? Somos mejores amigos, eso es lo que somos.
—¿Mejores amigos que follan?
—Nosotros no follamos —lo corrigió cruelmente.
—Ayer parecía que eso era lo único que querías hacer —le reclamó molesto—. Te conozco, te gusta que los demás piensen que no sabes a donde van los tiros, pero la verdad es que solo tienes miedo de enfrentar la realidad.
Barty soltó una risa ahogada.
—¿Quién eres tú para decirme que tengo miedo? ¡Tú! El que no me había dicho que le gustaban los chicos hasta hace una semana. ¡Hemos sido amigos por más de diez años! Al menos yo ni siquiera sabía lo que sentía pero ¿tú? Tu decidiste esconderlo. Así que perdóname si ignoro por completo lo que acabas de decir porque el único cobarde aquí, eres tú.
El veneno de sus palabras borró cualquier rastro de felicidad en el rostro de Evan.
—Tienes razón —se miraron por unos segundos con el fuego quemándose entre sus miradas—, decidí esconderlo y ese fue mi error, pero ahora necesito que dejes eso de lado y me respondas con la verdad. ¿Qué somos, Barty? ¿Qué es esto? —preguntó de nuevo—. Es una pregunta sencilla. Solo necesito que lo digas. Solo necesito saber qué significa esto para nosotros.
—No quiero hablar de eso ahora.
Se metió al cuarto, se subió los pantalones tan rápido como pudo por las piernas, se cambió a una camiseta a cuadros, una que no oliera a tequila y humo de cigarro, y salió por la puerta tan rápido como pudo.
Esa fue la última vez que vio a Evan.