ID de la obra: 256

Min Affect

Slash
NC-17
En progreso
4
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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Promocionada! 0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Midi, escritos 10 páginas, 3 capítulos
Descripción:
Notas:
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3. Imposible resistirse

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Taehyung flotaba sobre Jimin como una especie de halcón maternal, mirándolo con ansiedad mientras él intentaba abrir al menos un ojo. — ¡Estás despierto! Me tuviste al borde de un ataque. ¿Qué te pasó? —Sí, la sobreprotección de Kim podía ser adorable, pero también irritante. Especialmente a primera hora. Y más aún si se colaba sin permiso. — Tengo hambre — murmuró el auror con voz rasposa, ignorando todas las preguntas—. ¿Tú me trajiste aquí? — Sí. Te encontré en el pasillo, cerca del baño, y te traje directo a tu apartamento. ¡Pensé que estabas en coma! ¿Cómo te sientes? — Increíble, en realidad. Jodidamente bien — dijo Jimin, sorprendiéndose a sí mismo, porque era la pura verdad. Energía, calor, vida: todo corría por sus venas como una maldita fiesta. — ¿Pero cómo? ¿Por qué...? — TaeTae, creo que lo encontré. Y con esa frase, su buen humor se fue directo al carajo al recordar quién, exactamente, era su alma gemela. — Es Min Yoongi, ¿verdad? — dijo Taehyung, con cuidado. Jimin lo miró con ojos de plato, esperando una explicación. ¿Ahora también leía la mente? ¿O fue solo una suposición afortunada? — Min presentó una denuncia por acoso. Toda una lista de cargos: agresión, conducta indecente, insultos, atentado contra el honor, contacto no consentido con el cuerpecito aristocrático del mismísimo Min Yoongi, y más. Como todas esas mierdas pasan por mí, estuve lidiando con eso los últimos dos días, mientras tú dormías como un tronco. — ¿Dormí dos días? — Sí. Pero espera... ¿lo tocaste, y...? — Me choqué con él. Literalmente. Supongo que fue “suerte”, porque si hubiéramos tenido que tocarnos por voluntad propia, habría sido con un puñetazo en la cara. — ¿Entonces la denuncia no es del todo falsa? — Solo págale. Tienes acceso a mi cuenta en Gringotts. — ¡Pero puedes defenderte! ¡Tienes una excusa real! ¡No lo controlas! — ¡NO QUIERO, TAEHYUNG! ¡Págale y ya! No quiero escándalos, no quiero otra ronda de burlas públicas, ni volver a convertirme en “esa historia rara del Ministerio”. Que Min pida lo que quiera. Yo solo quiero volver al trabajo, ahora que por fin me siento funcional. La expresión de Taehyung era la viva imagen de la indignación, pero a Jimin le importaba poco. — ¿Y cómo piensas resolver tu problema de “necesito tocarlo o me muero”? — Provocarlo para que me pegue. Al fin y al cabo, sus golpes también cuentan. — Vas a acabar con una orden judicial de alejamiento, y entonces sí te mueres. ¿No quieres hablar con él? ¿Explicarle? — Gracias por ser el mejor amigo del universo, TaeTae. Pero déjame enfrentar esta mierda como pueda. Si uno de los ancestros de mi padre no supo mantener la bragueta cerrada cerca de una veela, no es tu culpa. Y entonces apareció la gran pregunta existencial: ¿cuánto tiempo duraría el subidón de energía post-Minion? Lamentablemente, la respuesta fue: “Menos de dos semanas”. Los sueños volvieron. Pesados. Repetitivos. Y protagonizados por cierto exSlytherin. El subconsciente le servía recuerdos reciclados versión X: Yoongi semidesnudo en el campo de Quidditch, Yoongi apuntándolo con la varita y esa maldita sonrisa ladina… y lo peor: Yoongi pegado a su espalda mientras huían de la Sala de los Menesteres en escobas. Yoongi sobre una escoba era básicamente un dios. El cabello platinado al viento, los ojos grises centelleando, la piel blanca como la nieve contrastando con el uniforme negro y verde. (Y no. Jimin no quería admitir cuánto deseaba arrancarle ese uniforme a mordiscos.) — ¿¡Estoy pensando en Yoongi de forma sexual!? ¡NO! ¡NO PUEDE SER! —gritó al aire. Pero su erección matutina no estaba muy de acuerdo con esa negación. Ahora hasta masturbarse era un drama. No importaba a quién intentara imaginar: el rostro que aparecía era siempre el mismo, con esa sonrisa maliciosa y esos malditos labios que... — Ah, claro, Jimin, y además de necesitar contacto físico, también vas a sentir un deseo incontrolable de follarte a tu elegido hasta el desmayo. Gracias por el aviso, Dumbledore. ¿No podías haberlo mencionado, aunque sea de pasada? El mañana nunca llega. Solo existe el hoy… Varias veces en esas dos semanas, Jimin quiso escribirle a Min. O aparecer en persona. Pero siempre se echaba atrás. El sentido común y el orgullo ganaban. Cada vez. Mañana. Mañana. Y el “mañana” nunca llegaba. Se sentía lo bastante bien como para retomar el trabajo. Y Namjoon lo autorizó. Cuatro casos resueltos en una semana. Pero el bienestar no duró. Los síntomas regresaron. De golpe. Ese día, después del trabajo, fue al Callejón Diagon a reabastecerse de pociones, víveres, libros… incluso algo de ropa. Todo directo a casa con un encantamiento. Y antes de volver, pasó por Gringotts a sacar algo de efectivo. Y ahí lo vio. Imposible no reconocerlo: ese cabello platino, el porte elegante, el traje negro hecho a medida. Min Yoongi, de espaldas, hablando con un duende. Jimin, sin pensar, lo rodeó por la cintura y lo jaló fuera del banco. El toque era demasiado tentador. El cuerpo de Yoongi estaba demasiado cerca. Demasiado perfecto. Fuera del radio mágico de Gringotts, Jimin los hizo desaparecer y los llevó a su apartamento. Solo entonces se atrevió a mirarlo directo a los ojos. — Qué raro que no se resistiera — pensó… y dejó de pensar. Ese aroma. La mezcla del perfume caro y su olor natural. Jimin perdió el control. Lo empujó contra la pared y lo besó. Sin pedir permiso. Con todas las ganas reprimidas. Y entonces fue fuego. Cielo. Dulzura. Todo a la vez. Sus labios eran la cosa más deliciosa que había probado jamás. Sus manos se deslizaron por el cuello pálido, delinearon su mandíbula, se aferraron al momento como si de ello dependiera su existencia. Y cuando Yoongi soltó un gemido leve, Jimin supo que era el momento. Que abriría los labios, que lo besaría de vuelta... Pero no. La respuesta fue un puño en el estómago. Literalmente. Yoongi lo agarró del cabello y lo alejó de sí con fuerza. Luego le dio un golpe directo al plexo solar, dejándolo doblado, tosiendo, sin aire. — ¡Estoy hasta la mierda de ti, Park Jimin! ¿Crees que por pagar puedes hacer lo que quieras? ¿Ahora me secuestras para violarme en tu cuchitril? Nos vemos en los tribunales. Y ni te molestes en aparecer: ni tú ni ese sangre-sucia de Taehyung van a poder salvarte esta vez. Y crack — desaparición. Jimin se quedó solo. Otra vez. Por un lado, el beso lo había revitalizado. Le devolvió el alma. Por el otro, la vergüenza era insoportable. El dolor en la cabeza y el estómago eran recordatorios físicos de lo mucho que la había cagado. Besarse con un hombre ya era bastante. Besarse con Min Yoongi… eso era el jodido País de las Maravillas. Terrible. Maravilloso. Esa noche, Jimin tomó una decisión: ya no iba a resistirse a sus sueños eróticos. No tenía caso. Ya estaba perdido.
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