Gabriel y Miguel
2 de julio de 2025, 22:33
Notas:
Me hize bien wey con este drabble y eso que ya tenía la idea bien establecida AJAJAJAJA, pero mejor tarde que nunca.
Miguel había sido creado con un propósito simple. Ser un defensor.
Él era quien defendía al cielo de la influencia del mal, él era el que protegía a los hijos de Dios y él era quien procuraba la seguridad de sus hermanos y hermanas en el cielo.
Y ahora también protegía a su mayor tesoro.
Se encontraba en una habitación bellamente adornada, con estantes llenos de muñecos de ángeles y humanos hechos de tela. Las luz del exterior entraba por la ventana iluminando el cuarto y el rostro pacífico de Miguel, mientras veía dentro de una cuna dorada.
Extendió la mano para rozar con la punta de los dedos el tesoro que había en su interior. Un huevo de cascarón transparente, qué brillaba levemente de un tono azul pálido en su interior. Su huevo, su pequeño milagro.
—Brillas más que ayer, pequeño, serás un ángel muy vivaz cuando eclosiones.
Tres golpes sonaron en la puerta antes de que está se abriera, dejando ver a Gabriel que traía un ramo de flores de azafrán con él.
—¿Todo está en orden? ¿No tiene ninguna grieta?
Miguel se volteó con una sonrisa ligera en su rostro. —No, Gabriel, a penas a pasado una semana desde la puesta, aún le faltan cuatro meses para eclosionar.
—El tiempo pasa distinto para nosotros, Miguel, un instante fácilmente podría ser una década.
Gabriel se acercó a su marido y le extendió el ramo de azafrán.
—Las acabo de cortar del jardín, se acaban de abrir esta mañana y eran tan lindas que tuve que traértelas.
Él príncipe aceptó encantado el regalo. —Son muy hermosas. Gracias, Gabriel, tus detalles siempre me hacen sentir el ángel más bendecido del cielo.
—Esa debería ser mi frase. Después de todo, fuiste tú quién llevó a nuestro pequeño en tu vientre durante cinco meses —el ángel beso las mejillas pecosa de su pareja con dulzura—. Aún me cuesta un poco creer que tendremos un hijo.
—O una hija. Es difícil saberlo ahora que su espíritu a penas esta tomando fuerzas dentro del cascarón.
—No importa que sea. Mientras sea nuestro nunca le faltará amor en su vida.
—Más con todos los regalos que ya le han traído. A este paso vamos a llenar el palacio con regalos.
Gabriel se burlo un poco. —¿Puedes culpar a nuestros hermanos? La noticia de que tú, nuestro príncipe, estaba esperando un angelito fue todo un acontecimiento. Hasta María y José bajaron del palacio del Padre para entregar su obsequio.
Miguel se apartó un Momento para poner las flores encima de uno de los estantes. —Uno muy encantador. Seguro que el pequeño va a amar el caballito que José le hizo con cariño.
—Tendremos que ser muy firmes con las enseñanzas sobre la humildad para que no sea excesivamente mimado.
—Será más fácil decirlo qué hacerlo. Ya tiene a todo el cielo en su palma sin siquiera haber nacido todavía —Miguel se quedó en silencio un momento, antes de preguntar en voz baja—. ¿Crees que lo haremos bien?
El mensajero notó el dejo de preocupación en la voz del pelirrojo y se apresuró a tomar sus manos con firmeza. —Miguel, no puedo afirmar que seremos los padres perfectos. Pero se que trabajaremos juntos para darle una vida eterna llena de amor y estabilidad a nuestro pequeño, de eso no hay duda.
Miguel lo miró mientras hablaba. La seguridad qué se reflejaba en esos ojos avellana con cada palabra logró aplacar las dudas que surgían en él.
Se acercó a su marido y puso su rostro contra su pecho y sintió como las alas de Gabriel lo rodeaban. Era el gesto qué Gabriel siempre hacía cuando necesitaba su apoyo y consuelo.
—Siempre sabes que decir...
—Por algo soy el mensajero predilecto del Padre ¿no?
Una pequeña risita escapó de los labios de Miguel. —Bueno, dicho así tiene mucho sentido.
Los dos ángeles volvieron a acercarse a la cuna, viendo al huevo brillar entre las mantas qué lo rodeaban. Todo estaba colocado para que tuviera una llegada segura y cómoda al mundo.
—Sabes, me gustaría que nuestro pequeño se pareciera a ti.
—¿A mi? Me siento honrado, aunque honestamente si fuera tu copia exacta no habría nadie más feliz que yo. ¿Ya has pensado en un nombre también?
—Mmmh... Había pensado en Ithiel.
—Oh, un nombre muy simbólico. Seguro será un pequeño cuyo espíritu obrará según las señales de nuestro Padre.
—Me alegra que te guste. Honestamente no puedo esperar para tenerlo en mis brazos.
—Yo también estoy ansioso por eso. Pero supongo que hasta entonces tendremos que con formarnos con tener que abrazarnos el uno al otro hasta su nacimiento.
—Oh, vaya, si lo pones así la espera se vuelve más tolerable.
La devota pareja se quedó un poco más así, dentro de la habitación donde no respondían al título de príncipe o mensajero, y se permitían ser una pareja que se emocionaba ante la idea de ver crecer a su pequeña pero amorosa familia.
Notas:
Bueno, con esto concluimos el pequeño arco de ángeles (y un demonio) con chamacos, la neta si me divertí con esto.
¡Si les gustó les agradecería que dejasen su voto y su comentario! Bye bye 💖