UN LUGAR DIFERENTE
30 de junio de 2025, 14:11
Capítulo 6Un lugar diferente
Harry abrazaba consolando a su novia cuando esta se derrumbó nuevamente al llegar a Grimmauld Place y ver el lugar lleno de las cosas que había comprado para Hermione y su bebé.
—Mi amor por favor ya cálmate. Hermione estará bien.
—Ella debía estar aquí con nosotros, no al otro lado del mundo con George —soltó la pelirroja aún en los brazos de su novio.
—Es lo mejor para ella, ya lo discutimos.
—¡No! —gritó Ginny mientras se alejaba de Harry—. Ustedes solo lo decidieron, sin importarles lo que ella quería, como todo en su vida.
—Estuviste de acuerdo con nuestras decisiones —atacó Harry empezando a enfadarse por la actitud de su novia.
—¡Por qué tenía culpa!
Harry suspiró controlando su frustración sintiéndose impotente al no poder aliviar el tormento de la pelirroja.
—Ella volverá Ginny, te lo prometo, en cuanto Lucius no sea una amenaza.
La pelirroja no contestó, las lágrimas amenazaban con volver a salir y Harry no era capaz de aliviar su dolor, así que subió las escaleras entrando en el cuarto que el castaño usaba para dormir cerrándola de un portazo.
—Ya le pasará.
Harry dio media vuelta para encontrarse con Ron, quien descansaba en el marco de la entada a la sala con un sobre en la mano que la extendió hacia él.
—Es de Ginny —explicó el pelirrojo mientras Harry leía su contenido —intenta comunicarse con ella.
—Y empezará a sospechar si no recibe respuesta, estuve practicando la letra de Hermione, espero que sirva.
—¿Y si no lo hace?
—Debemos esperar que Draco cumpla su parte del trato.
—¿No confías en él?
—No le habría entregado a Hermione si no lo hiciera, pero lo que hizo…
—No tenía opción y lo sabes.
Harry miró a su amigo incapaz de contradecirlo, viviendo una lucha interna. Queriendo confiar nuevamente en Draco como lo había hecho hace tantos años.
Hogwarts, 1996 Sexto año.
—Vamos Hermione será divertido —habló Ginny mientras terminaba de hacerse una coleta alta en su largo cabello.
Hermione la miró examinando su atrevida ropa, vestido apretado, tacones altos, una perfecta combinación para la belleza de la chica.
—¿Cómo lo sabes? Ni siquiera recuerdas lo que pasa en el lugar —cuestionó la castaña volviendo su atención al libro de runas antiguas en sus manos.
—No, es cierto, pero… algo en mi subconsciente me pide volver, mi cuerpo no me lo pediría si pasaran cosas malas, además el lugar es de mis hermanos. Ellos no hacen cosas malas y lo sabes.
Hermione puso los ojos en blanco, era cierto, no tenía excusas tendría que ir al nuevo centro de negocios de los gemelos. Una especie de bar para los estudiantes de Hogwarts del que todos hablaban y a la vez no decían nada. Los estudiantes del colegio sabían cómo llegar, pero en cuanto salían del mismo olvidaban todo, un increíble hechizo de memoria si se lo preguntaban a ella.
—Está bien iré —accedió Hermione con resignación mientras dejaba su libro en la cómoda de su cama—. Te veré allá, debo terminar unos pendientes y arreglarme.
—¡Perfecto! Te estaré esperando, pero si no apareces te lanzaré un hechizo y te obligaré a ir —amenazó con dureza la pelirroja antes de salir de la habitación de su amiga.
Dos horas después Hermione entro en aquel establecimiento escondido en Hogsmade. El ambiente en el lugar se sentía animado, lleno de estudiantes de Hogwarts, animados disfrutando como si una guerra no se estuviera por producir.
—¡Hermione! —llamó Fred emocionado al verla.
—Por fin decidiste venir —continuó su hermano George con una gran sonrisa al verla.
—Su hermana puede llegar a ser muy persistente. ¿Dónde está?
—Bailando —respondió Fred apuntando hacia el centro del local donde la joven pelirroja se movía sensualmente siendo llevada por un alto rubio.
—¿Ese es? ¡Malfoy!
—Si, jamás me acostumbraré a eso —comentó George a su lado mirando a los dos chicos disfrutar de la pista de baile.
—Solo no los veas, es lo que hago yo —soltó Fred mirando a cualquier otro lado, menos a su pequeña hermana.
Hermione miraba tanto a los gemelos como a los dos chicos en la pista de baile completamente desconcertada.
—¡Ey! Si vomitas en el piso te haré limpiarlo con la lengua —amenazó George a uno de los adolescentes que parecía había bebido demasiado, ambos hermanos se encaminaron hacia el joven dejando a una desconcertada castaña. Avanzó lentamente hacia su amiga mirando como se comía la pista de baile junto a Draco. Quién no apartaba su mirada de la pelirroja. Cuando la canción acabó ambos chicos se miraban con la respiración acelerada y una gran sonrisa. Hermione estaba por interrumpir tan surreal escena, cuando Harry apareció frente a ellos.
—Por mucho que adore verte bailar, me has dejado solo demasiado tiempo —dijo Harry atrapando con sus brazos la cintura de la chica y posando sus labios en los de ella.
—¡Ustedes! —soltó incrédula Hermione al ver a sus dos amigos tan acaramelados.
—¡Hermione! —gritó Ginny mientras corría a los brazos de su amiga —si viniste.
—Si ¡Me puedes explicar que está pasando! —soltó alterada la castaña mirando a Malfoy y Harry, esperando una explicación.
—Estamos juntos —explicó Harry abrazando a Ginny por detrás y una enorme sonrisa en su rostro.
—Si ya me di cuenta —dijo mientras se acercaba a la pelirroja —¿qué hacías bailando con Malfoy? —susurró lo último con indignación logrando que el rubio pusiera los ojos en ella.
—Soy mucho mejor bailarín que Harry —dijo Draco con una sonrisa de burla.
—No me gusta bailar —se excusó el castaño.
—No puedes —cortó Draco ganándose una mirada asesina de Harry.
—¿Y si nos sentamos? —propuso Harry extendiendo un vaso de cerveza de mantequilla hacia el rubio—. Draco.
El aludido lo tomó con una genuina sonrisa, la cual se borró en el momento que Hermione soltó un sonido de protesta.
—Mejor me voy —dijo Draco dejando el vaso en la mesa donde los chicos pretendían sentarse.
—Eso fue grosero —acusó Ginny en cuanto Draco estuvo lo suficiente lejos de ellos, sentándose en uno de los sillones.
—¡Yo! Es Malfoy de quien estamos hablando —se defendió Hermione.
—Aquí las cosas son diferentes —explicó Harry mientras se sentaba al lado de su novia y tomaba el vaso que Draco había dejado devorando su interior—. Llevamos viniendo aquí por dos meses y… nos hicimos amigos.
—¿No lo entiendo? ¡Es Malfoy!
—Ya te lo dije, todo aquí es diferente, pero si te parece tan raro, ve con Draco y descúbrelo por ti misma.
—¡Qué! ¿quieres que me acerque a Malfoy? ¡Sola!
—No te hará daño —respondió el chico con una sonrisa.
—¿De verdad confías en él?
—Dentro de estas cuatro paredes, si, le confiara mi vida —sentenció Harry ofreciéndole otro de los vasos depositados en la mesa.
Hermione se alejó furiosa, dejando a la pareja, avanzó por entre la multitud hasta encontrar a sus objetivos.
—¿Qué le hicieron a Harry! ¿Tiene un hechizo o algo así?
—Si, se llama olvida que eres el elegido por un segundo y se un adolescente normal —contestó Fred con tranquilidad.
—¿No te alegra ver a Harry feliz sin toda esa presión sobre sus hombros? —preguntó George al lado de su hermano.
—Si, por supuesto que sí... pero todo esto, es tan raro.
—Son por las reglas —dijo Fred apuntando hacia la entrada del local, donde relucía un gran letrero.
Reglas del establecimiento
No existen casa.
Los prejuicios se quedan afuera, donde todo se olvida.
Lo que se hace afuera, se queda afuera.
Cualquier infracción a las reglas dará como resultado su veto.
—Cuando dejas de llevar la presión de ser el elegido, o el hijo de un mortífago, logras ser alguien diferente —comentó George intentando aclarar las dudas de la castaña—. Solo debes darle la oportunidad —dijo mirando al grupo de Slytherin que reían animadamente en el fondo del lugar.
Hermione observó a cada alumno en el local, todos despreocupados, todos alegres, todos olvidando por un instante el odio que se tenían.
—¿Por qué no recorres el lugar? —planteó Fred ante la aún desconfiada mirada de Hermione—. El segundo piso es nuestro lugar más visitado —dijo con una sonrisa que la castaña no supo descifrar, así que, pese a las alarmas en su cabeza, decidió subir las gradas que eran separadas por una cinta de seguridad.
La bulla de la música poco a poco se iba apagando, a medida que ascendía por aquellas escaleras, sintiendo una extraña sensación de tranquilidad. Al llegar a lo más alto la recibió un corredor amplio y muy luminoso, con una pequeña sala privada en una esquina, al fondo, una gran cortina de tela roja dividía el entorno. Con curiosidad se acercó a la misma para descubrir que ocultaba al otro lado.
—Yo no hiciera eso si fuera tú.
Hermione dio media vuelta para encontrarse con la inexpresiva mirada de Draco que aparentemente habría salido del VIP. Estaba por responder, pero tan solo ese gesto era darle demasiada importancia al petulante rubio, así que apresuró sus pasos para adentrarse a la misteriosa estancia oculta tras la cortina.
Draco puso los ojos en blanco concentrando su vista en la pista de baile que se podía apreciar claramente desde su lugar, hasta que los gritos de la castaña sacaron una socarrona sonrisa en su rostro.
—Te lo dije —manifestó con suficiencia al escuchar el sonido de las cortinas abrirse sabiendo muy bien que se trataba de ella.
—¡Eso era!
—Cuartos privados —aseguró el rubio manteniendo su miranda hacia una persona en particular entre la multitud—. Muchos de aquí la usamos frecuentemente.
La castaña contuvo las ganas de insultar y prefirió acercarse a la baranda donde Draco se encontraba arrimado para examinar que lo tenía tan concentrado en el primer piso.
—¿Te gusta? —preguntó la castaña mirando a su pelirroja amiga que sonreía junto a Harry.
—¿Quién?
—Ginny.
—Y asumes eso ¿por qué?
—No paras de mirarla y los vi bailar —contestó mientras alzaba su mirada para mirar al rubio.
—Solo estoy cuidándola —habló Draco posando su vista nuevamente en la pelirroja—. No la veo como una mujer, no me malinterpretes, es hermosa y muy sensual, además de tener grandes cualidades que la hacen fascinante, pero le falta algo importante.
—¿Y eso es?
—Ser tú —soltó posando su mirada fija en la castaña.
Hermione abrió los ojos sorprendida por tan repentina confesión sin dar crédito a sus palabras. Draco soltó una risa corta antes de hablar.
—Harry es un héroe, siempre buscando el bien común por encima de su propia felicidad. Si él le pide a Ginny que se mantenga alejada de la guerra ella acedera porque es lo correcto. Tú por otro lado, jamás lo aceptarías, eres tan caprichosa y obstinada que irías de todos modos.
—¿Así que quieres alguien que te contradiga?
—Yo no soy un héroe Granger, no me importa el bien común, soy egoísta, quiero todo y lo que tengo no quiero perderlo. Si le pidiera a Ginny que se alejara, lo haría, pero tú…
—Entonces quieres alguien que luche esta guerra a tu lado.
—Quiero alguien que me vuelva tan loco que me obligue a dejar esta guerra por ella.
—No tienes que estar en esta guerra si no quieres.
—Me lo dice la chica que encabezará la lista de los más buscados cuando esto explote.
—Es diferente —aseguró Hermione volteando completamente su cuerpo para encarar a Draco.
—¿Por qué? ¡Porque tu estas del lado de los buenos y yo no!
—¡Porque yo no juzgo a la gente por su sangre! —escupió con evidente odio frenando cualquier intención del rubio por hablar.
Hermione se apartó de Draco con la intención de irse de aquel lugar, cuando él volvió a hablar.
—No te ilusiones con lo que te dije hace rato Granger, para que me fije en ti te hace falta mucho, no me gustan las mojigatas.
—¿Disculpa? ¡Yo no soy mojigata! —aseguró deteniendo su camino para responderle.
—Claro que lo eres, apuesto que puedo hacerte sonrojar con unas simples palabras.
Hermione lo miró desafiante mientras él se acercaba lentamente.
—Debo confesarte algo, los muggles no son tan inútiles como creí, ese invento suyo que llevas puesto hace que tu trasero se vea tan… —soltó con la voz ronca y sensual mientras se lamía los labios observando descaradamente el cuerpo de la castaña, logrando que Hermione tragara aire al tiempo que sus mejillas se tornaban rojas—. Ni siquiera soportaste que terminara la frase —completó con burla y una sonrisa ladeada alejándose mientras Hermione enfurecía.
Mansión Malfoy, 1999
La oscuridad en aquella lúgubre habitación alteraba los sentidos de Hermione al no poder escuchar ningún sonido en su exterior. Cerró nuevamente sus ojos controlando sus impulsos para no romper en llanto. Frustrada se tapó con la almohada para ahogar un grito, pero este fue interrumpido por el sonido de la aparición y al segundo siguiente la luz iluminó el lugar.
—La señorita Granger debe comer —dijo Minnie, una pequeña elfina con una bandeja de comida en sus manos —el amo Draco dispuso que Minnie esté para sus cuidados.
—Pues dile a tu estúpido amo que no lo hare.
—Necesita alimentarse para darle fuerzas al bebé.
—¡No comeré hasta que Malfoy me dé una explicación de que hago aquí!
—¡Elfina mala y torpe! —gritó Minnie al tiempo que se golpeaba con el filo de la cómoda.
Hermione miró la escena con horror corriendo hasta la elfina para detenerla, pero fue inútil, cualquier cosa en la habitación la utilizaba como arma para autolesionarse.
—¡Está bien comeré! —gritó impotente al ver un hilo de sangre en el rostro de Minnie—. Pero por favor no te lastimes más.
La elfina dejó la lámpara que estaba usando en ese momento como arma para mirar a Hermione.
—¿Me veras comer?
—Minnie no puede irse hasta que la señorita Granger termine su plato. Minnie debe lastimarse si no lo hace.
—Comeré —contestó rápidamente la castaña antes que a Minnie se le ocurra volver a lastimarse sentándose resignada en la mesa empezando a comer muy a su pesar y aunque esto no se le hizo nada difícil pues realmente estaba muriendo de hambre.
En cuanto Hermione terminó su plato la elfina desapareció y a los pocos minutos Draco entró en la habitación mirando a la castaña con seriedad.
—¡Obligaste a Minnie a golpearse si no comía! —gritó Hermione indignada en cuanto lo vio.
—De otro modo no lo hubieras hecho —contestó Draco sereno y mirando fijamente a la chica.
—¡Eres despreciable!
—Y tu predecible.
Hermione ahogó un grito de frustración y decidió que lo más sensato para salir de aquel lugar era evitar una discusión con aquel petulante chico.
—¿Qué hago aquí? —preguntó con fuerza demostrándole que no aceptaría más que la verdad.
—Weasley te atacó, yo te salvé ¿lo olvidaste?
—Se lo qué pasó, pero porque me retienes encerrada, qué fue todo eso con tu padre.
—Será solo hasta que nazca tú bebé.
—¿Por qué? —preguntó con miedo mientras cubría protectoramente su vientre.
—Te cuidaré, de que nadie te lastime. Estas sola, no tienes a nadie.
—Tengo a Harry, quiero ir con él.
—Él no te ayudará. Nadie lo hará. A nadie le importas Granger y si quieres que tu hijo y tú vivan, soy tú única esperanza.
—¿Y por qué lo harías? ¿Qué ganas ayudándome?
—Eso no te importa —dijo Draco mientras se encaminaba a la salida, pero Hermione se interpuso en su camino decidida.
—¡No! Tú no te iras hasta que seas honesto conmigo y me digas porqué me tienen encerrada.
—Porque no quiero verte morir —soltó Draco con impotencia.
—¿Qué?
—Te prometo que aquí nadie te va a lastimar—, agregó el rubio mientras acortaba la distancia entre ambos chicos acariciando el rostro de Hermione, logrando que ella cerrara los ojos ante el cálido contacto—. Solo confía en mí. Sin importar lo que escuches o veas, por favor confía en mí.
Hermione quiso responder, pero Draco la apartó del camino saliendo de la habitación dejándola sola y sin poder salir.