QUIÉN TE CAMBIO
30 de junio de 2025, 14:11
Capítulo 8Quién te cambio.
Escuchar el retumbar de sus latidos mientras el calor subía por sus mejillas demostraron a Hermione Granger que estaba completamente loca al haber aceptado ese estúpido juego.
—Podrías mirarme a la cara al menos —soltó Draco en un grueso y jodidamente sensual tono, logrando que la castaña se estremeciera incapaz de mover un solo músculo.
Draco estaba peligrosamente cerca de ella, con ambos brazos a cada lado de su cuerpo mientras la castaña se apoyaba al espaldar del sillón donde se encontraba respirando pesadamente mientras Draco se regocijaba de su semblante con una sonrisa ladeada.
—Yo… solo veo… cosas… interesantes —contestó con dificultad Hermione obligándose a no verlo ni a él, ni a su jodidamente sexy cuerpo.
Porque si, Draco Malfoy estaba semidesnudo frente a ella, sobrepasando completamente los límites.
—Si quieres te dejo tocarlo —propuso el rubio con picardía.
Hermione abrió los ojos escandalizada mientras empujaba lo más lejos que pudo a Draco de ella.
—¡Eres un cerdo! —gritó la castaña furiosa.
—Solo me quité la camisa Granger no seas exagerada —dijo el rubio mientras se acomodaba la misma—. Deberías sentirte agradecida, no permito que nadie toque mis perfectos abdominales.
—¡Pues yo no quiero tocarlos! Y lo que hiciste es injusto, yo no estoy sacándome la ropa frete a ti.
—Por desgracia —susurró Draco, aunque la castaña logro escucharlo ganándose una mirada asesina por su parte—. No lo haces divertido Granger.
—¿Quieres hacerlo divertido? ¡Bien! Pásame mi varita.
—¿Tu qué?
—Mi varita —sentenció la castaña decidida, Draco solo puso los ojos en blanco resignado.
—Bien ¿dónde está?
Hermione sonrió con triunfo antes de levantar su pierna y ponerla sobre la mesa.
—Debajo de mi falda.
Hermione habría deseado tener una cámara para capturar ese momento. Draco se encontraba inmóvil y completamente pálido mirando su pierna elevada.
—¿Qué pasó Malfoy? Es demasiada diversión para ti —se burló Hermione mientras movía su pierna con la intención de bajarla, pero Draco fue más rápido llegando hasta ella tomando entre sus manos la pantorrilla de la castaña dejándola helada. El rubio sonrió ante su esperada reacción provocando la ira recorrer la piel de Hermione, no iba a dejarlo ganar, no esta vez.
—¿Me darás mi varita o no? —cuestionó con decisión fijando su mirada en la marea gris de él.
Draco aceptó el reto subiendo su mano lentamente por la suave piel de la chica. En cuanto sus manos desaparecieron bajo la falda de la castaña, ella tuvo que reprimir un gemido ante las indescriptibles sensaciones que el solo tacto lento de Draco provocaba.
Unos pocos centímetros por encima de la rodilla de Hermione, y Draco pudo sentir la fina correa que envolvía su pierna, la cual formaba una especie de bolsillo secreto que aprisionaba su varita, él la tomó y sin dejar de acariciar los muslos de Hermione se aventuró a seguir subiendo sus manos mientras deslizaba la varita de su prisión deleitándose de su exquisita piel que lo estaba volviendo loco.
Draco contuvo el aliento, el delicado encaje de la ropa interior de Hermione alcanzaron sus dedos y no dudó en deslizar sus manos hacia la parte trasera, pero Hermione atrapó sus manos bajando su cuerpo lo suficiente para que sus frentes queden a centímetros de rozarse. El rubio asumió aquel gesto como signo de alarma en la castaña, esperando encontrar miedo, duda o incluso terror en su mirada, pero lo que vio en ella era solo lujuria.
—Quieres… seguir adelante —susurró ella con excitación hipnotizando a Draco con su llameante mirada.
—Si —atinó a decir el rubio en un jadeo con desesperación.
Hermione se aventuró a acortar más la distancia hasta rozar sus labios mezclando sus aceleradas respiraciones—. Entonces debes suplicar.
Draco salió de su burbuja lujuriosa mientras la llameante mirada de Hermione se encendía más. Ella jamás imagino hacer algo como eso, pero con Draco se sentía liberada, lograr tener el control de esa manera era una nueva y embriagadora sensación de poder que estaba adorando sentir. Había tenido innumerables discusiones a lo largo de los años con aquel rubio frente a ella, pero en ninguna se había sentido tan extasiada, en ninguno había experimentado esa sensación de dominio sobre Draco y demonios que lo estaba disfrutando. Ver aquella mirada enfurecida en su rostro. Draco se estaba derrumbando, quería insultar, golpear, gritar, necesitaba desesperadamente eliminar el espacio entre ambos y devorar esos carnosos labios que lo tentaban, navegar por cada centímetro de piel de la castaña y hacerla gemir su nombre, pero no.
Draco Malfoy no le ruega a nadie.
El rubio apartó sus manos de Hermione aún con su varita apretada entre sus dedos.
—Tendrás que hacer mucho más que eso para tenerme Granger —dijo mientras le entregaba a Hermione su varita, ella la tomó sin borrar su sonrisa.
—Descuida, tengo mucho más —sentenció con picardía.
Las semanas transcurrieron elevando la temperatura de dos declarados enemigos, su juego en cada encuentro superaba al anterior llevando a ambos chicos hasta el borde del abismo sin permitirse dejarse tentar decididos a no perder, pero dentro de ese juego acalorado involuntariamente ambos empezaron a conocerse más de lo que cierta castaña deseaba.
—¿Cómo es que tú y Harry son amigos? —preguntó Hermione mientras ambos se enfrascaban en su habitual y al parecer favorito enfrentamiento.
—Digamos que Harry conoce mis secretos y no son buenos —contestó el rubio con calma —él pudo odiarme, atacarme, matarme si quería y en cambio, intento salvarme, de mi círculo cercano puedo rescatar a muy pocas personas de las cuales considero amigos, e incluso ellos jamás se arriesgarían como lo hizo Harry, supongo que se gano mi respeto y gratitud.
—Pero ¿cuál es ese secreto?
—Esas son dos preguntas —sentenció el rubio.
—Bien haz la tuya —soltó con tono severo demostrando que no se rendiría sobre aquella pregunta.
—No quiero que me odies más de lo que ya lo haces —habló Draco después de un largo e incómodo silencio.
—¿Por qué?
—¡No lo se Granger! —explotó el rubio levantándose del sillón para alejarse de la castaña —creo que tu opinión me importa más de lo que deseo aceptar —dijo sin atreverse a mirarla.
—No veo razón para que te importe la opinión de una despreciable sangre sucia como yo —atacó Hermione, como siempre lo hacía. No era la primera pelea que tenían, cada vez que la castaña lograba bajar las murallas de Draco y encontraba ese lado que todos sus amigos ansiaban que lo hiciera, ella atacaba, se negaba a conocer ese otro Draco, no podía permitirse empezar a sentir empatía o compasión por él, no importaba lo que Harry, Ginny o Ron les dijera, ella no quería dejar de odiarlo.
—Aún me odias.
—¡Por supuesto que sí! —expresó sin duda en su respuesta—. Esto es un juego Malfoy, algo físico no te confundas.
—Dije que no quería que me odiaras más, no que dejaras de hacerlo, recuerda nuestro trato Granger si lo haces te alejas.
Dicho esto, Draco regresó a su asiento calmando su enojo con un buen sorbo de wisky de fuego.
—No hiciste tu pregunta —soltó Hermione sentándose a su lado, pero manteniendo una distancia prudente.
Tras varios segundos de silencio mientras Draco vaciaba su vaso decidió hablar.
—Tú y Krum, lo que dijo esa chica…
—Si, yo estuve en el barco de Viktor esa noche, pero no es lo que creen, después de pelear con Ron tome demasiado, Viktor apareció y yo ni siquiera recordaba la contraseña de mi torre así que me llevó a su habitación, cuando desperté estaba con mi ropa intacta y él durmiendo en una silla, dijo que no paso nada que jamás se aprovecharía de alguien en ese estado.
—¿Y le creíste?
—Sí, siempre fue una persona respetuosa, no tengo porque dudar de él.
—Pues tuviste suerte, no todos reaccionan así, pudo hacerte algo malo, apenas lo conocías.
—A ti tampoco te conozco y estoy en tu VIP.
—Nos conocemos por 6 años Granger, jamás te lastimaría.
—No, solo desearías mi inminente muerte.
—Sabes que eso no es verdad —dijo Draco mirando fijamente a la castaña, logrando que la incomodidad regresara a ellos.
Ahí estaba otra vez esa maldita mirada tan sincera y llena de arrepentimiento en el rubio que provocaba un mar de sensaciones en Hermione, sensaciones que se negaba a dejar entrar.
—Bien, super casanova —dijo apartando la mirada para beber otro vaso a toda prisa como si eso lograra borrar la inminente avalancha que sus paredes de odio trataban de soportar—, dime, tú con cuantas chicas haz estado.
—Lamento decepcionarte, pero solo he estado con una persona —soltó el rubio ignorando la punzada ante la evasiva de la castaña.
—¡Qué! Pero tu dijiste que eras experto…
—No necesito acostarme con medio Hogwarts para serlo Granger…
—Creí…
—¿Qué? Que era un jodido imbécil que jugaba con las mujeres. Ya hice eso una vez y no lo pienso repetir —dijo y ante la mirada atenta de Hermione supo que si no contaba toda la historia ella no lo dejaría en paz—. Pansy y yo siempre fuimos grandes amigos, un día ella quiso experimentar, dijo que prefería hacerlo conmigo que con un idiota que la dejara de hablar al siguiente día y yo por supuesto no iba a desaprovechar la oferta.
Nuestros experimentos cada vez eran más frecuentes, pero Pansy quería más y yo no podía dárselo, no me di cuenta de lo mucho que la estaba lastimando, ni que el relacionarme tanto físicamente con ella estaba haciendo que empezara a involucrar los sentimientos, yo me asuste y lo arruiné.
—Espera, pero tu dijiste que usabas los cuartos detrás de la cortina.
—No es necesario llegar al acto para encontrar placer Granger y admito que aún tengo uno que otro encuentro con Pansy. Aunque la oportunidad de algo romántico murió hace mucho.
—¿Por qué?
—Porque intento cambiar —dijo mirando hacia la pista de baile, Hermione decidió desviar su atención para no entender sus motivaciones, pero ahí estaba sonriendo radiante la razón para que Draco decidiera ser diferente. Astoria, él quería cambiar por ella, quería ser digno de su amor.
—¿Así que solo vas con chicas y no haces nada?
—Hago mucho… cosas que te volverían loca… podría enseñarte si quieres —dijo Draco acercándose lo suficiente a Hermione para iniciar nuevamente con su juego—. Solo tienes que rogar.
Hermione soltó un gemido ahogado al sentir la mano del rubio acariciar su cuello mientras el embriagador aroma de su piel se impregnaba en su cuerpo que gritaba desesperado por rendirse ante él.
—¡Hermione!
El grito de Ron los hizo alejarse al instante, justo cuando las cortinas del VIP se abrieron para dar paso al pelirrojo.
—Los estaba buscando, todos estamos abajo y creí que querrían venir —dijo mientras examinaba la actitud sospechosa de ambos chicos, acentuando la palabra todos para que Draco entendiera que Astoria también estaría.
El rubio por supuesto entendió a la perfección y no dudó en bajar, ignorando la decepción de ser interrumpido.
Mientras todos disfrutaban de la noche, Hermione solo quería escapar de aquel lugar, ver a todos tan felices, tan cercanos, seguía siendo demasiado bizarro para ella. Y las sonrisas y miradas descaradas de Pansy hacia Draco empeoraban más sus nervios, ¿ellos seguían viéndose? No, él no sería capaz de romper su parte del trato, o eso esperaba ella. Aunque, ahora que lo veía, Draco estaba demasiado concentrado en Astoria Greengrass como para poner atención a la pelinegra. Un extraño calor comenzó a recorrer su cuerpo, ¿por qué se molestaba tanto al verlo con ella? No respondió, la voz de Ron la sacó de sus pensamientos, por suerte para ella, y regresó su atención a su pelirrojo amigo, era él en quien debía centrar sus emociones, no en el insufrible y mentiroso de Malfoy.
Si Hermione no se concentraba tanto en desviar sus sentimientos, hubiera podido notar que el rubio había estado observándola desde hace bastante tiempo. Mirando sus sonrisas dirigidas a Ron y como él acariciaba su espalda tan íntimamente, logrando enfurecer a Draco. Un gruñido salió de sus labios desviando su mirada, Astoria estaba a su lado, sonriéndole, a él, después de tanto tiempo por fin había logrado obtener un acercamiento con la dulce bruja y no podía dejar que nada se interpusiera en sus planes, ni siquiera ella.
Y así las siguientes semanas transcurrieron con un abrupto alejamiento entre ambos, como si eso lograra apagar la llama que se había formado ente ellos, pero la necesidad de estar juntos podía más, teniendo encuentros a lo que ellos atribuían al deseo de ganar el juego. Así que Hermione no se sorprendió que su cuerpo la llevara nuevamente a aquel local después de pasar todo el día con Ron en la enfermería. Lo único que deseaba en esos momentos era estar cerca de Draco, olvidarse del dolor, del mundo, sumergirse en la pasión, pero en cuanto lo vio y él la envolvió en sus brazos ya nada más importó, no necesitaba más que su cercanía y eso la aterraba.
—Lo siento —dijo Draco aferrándose a Hermione mientras la culpa por lo que había hecho lo inundaba, él no la merecía ni a ella, ni a Astoria, ni a nadie, era un ser despreciable y sin importar los esfuerzos de Harry él no se salvaría, el se convertiría en un asesino.
Hermione no necesito más que eso para exigirle a Harry la verdad, entendió que Draco sentía culpa y necesitaba entender todo, por mucho que eso cambiara las cosas. Y lo hizo, Draco si quería cambiar, había pedido ayuda a Harry para evitar cumplir su misión por mucho que temía por su vida o la de su familia, quería un escape y Hermione ya no podía seguir ocultando lo que sentía cada vez que lo veía, cada vez que lograba romper su barrera. Había roto su parte del trato y no quería alejarse.
—¿Aún me odias? —preguntó Draco abrazado a Hermione en el sillón de su VIP. Algo que se volvió habitual después de su quiebre por lo sucedido con Ron.
—Si —mintió aferrándose aún más a sus brazos.
—¿Interrumpo?
Hermione se separó de Draco apenas escuchó la voz de Ron.
—No —sentenció Draco levantándose para encarar a su amigo, Ron simplemente salió del VIP, seguido del rubio.
—Ron yo…
—Astoria te está esperando abajo, querías que ella te dé una oportunidad, lo logré, si vas la tendrás. A menos que tus sentimientos hayan cambiado.
Draco sin poder evitarlo regresó su vista hacia la cortina de su VIP.
—No —contestó el rubio encaminándose al encuentro con Astoria, mientras Ron negaba por lo idiota que era su amigo.
—¿Y Draco? —preguntó Hermione unos minutos más tarde saliendo del privado.
—Fue a resolver un asunto.
Hermione se propuso regresar al primer piso, para no tener que sostener una discusión con Ron, pero este la detuvo.
—¿Cuánto tiempo más seguirás mintiendo? —soltó mientras Hermione lo miraba con duda—. No me mires así, no soy tan tonto e insensible como crees, jamás me viste como lo ves a él. Harry te contó la verdad y aun así estas aquí con él.
—Tu…
—¿Qué si estoy molesto? Al principio sí, pero supongo que fue mi culpa por pedirle este trato en primer lugar.
—Trato… ¿Qué trato?
—Yo…
—¡Ron qué trato!
—Quería que estés lejos de McLaggen, él me ayudo… perdón Hermione…
—¡A cambio de qué!
—Que lo ayudara con Astoria.
Hermione alejó a Ron para ir en busca de Draco, cuando llegó al primer piso lo encontró sentado en la barra con Astoria acercándose a él, acortando la distancia entre ambos para formar un lento beso.
En cuanto el beso se rompió Draco logró ver a Hermione a pocos pasos de ellos, con la mirada entristecida, haciendo que su corazón se estrujara, lo había vuelto hacer, lastimar a quien no se lo merecía. Astoria dio media vuelta al darse cuenta de la mirada de Draco encontrándose con Hermione.
—¿Qué pasa?
—Nada —contestó Draco rápidamente —me dejas hablar con ella un rato.
Astoria con extrañeza asintió alejándose de ambos.
—Rompiste el trato —habló Hermione tratando de contener su enojo.
—Yo no planee esto…
—¿Enserio? Porque parece que es justo lo que planeaste con Ron.
—Yo… Granger…
—¡Me usaste para acercarte a Astoria!
—Lo siento, yo…
—¿Qué? ¿No querías lastimarme? Pero si eso es lo que mejor sabes hacer, al final Draco Malfoy consigue lo que quiere, cumpliste tu trato con Ron, felicidades, acabas de romper el nuestro, así que ya no seré un problema para ti y Astoria.
—Tú rompiste el trato primero, te pedí que no dejaras de odiarme.
—Si ahora veo porque, descuida no volveré aquí nunca más, lo que pasó aquí, ni siquiera lo recordare.
Dicho esto, Hermione salió del local antes de que alguna lágrima se escapara de sus ojos, mientras Draco estático miraba como ella se alejaba.
—Te dije que no bajaras —habló Blaise confrontando a su amigo.
—Cierra la boca Blaise.
—Hasta Weasley se dio cuenta que sientes algo por ella, no puedes ser tan tonto.
—¡Hice lo que tenía que hacer! Estoy con la persona que debo, por la que quería cambiar.
—Si, querías cambiar por ella, pero no te engañes Draco, no fue Astoria quien te hizo cambiar.