ID de la obra: 276

SOLO UNA VEZ

Het
PG-13
Finalizada
2
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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Emparejamientos y personajes:
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95 páginas, 16 capítulos
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Descripción:
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RESPUESTAS

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Capítulo 9Respuestas    Mansión Malfoy, 1999 Casi un mes había transcurrido desde la última vez que Draco apareció en su habitación, el rubio había acatado sus órdenes, no volver, así que ahora su única compañía era Minnie, la única que la mantenía cuerda encerrada en esas cuatro paredes. Con desesperación pasaba horas mirando por la ventana añorando sentir la brisa fresca de un atardecer. Aunque la elfina de la familia Malfoy llevaba libros para saciar su aburrimiento y se dedicaba a escucharla, ansiaba una conversación real, incluso deseaba poder mirar la arrogante mirada de Malfoy, aunque sea solo para molerlo a golpes. Eso definitivamente ayudaría a mejorar su estado de ánimo. La puerta de su habitación se abrió lentamente y por primera vez desde que se encontraba ahí sintió un alivio al pensar que podría ver algo más que paredes y la dulce elfina, pero lo que encontró fue una castaña muy hermosa entrando con cuidado. —¿Quién eres? —preguntó al no reconocer a la joven bruja parada en el marco de la puerta. —Astoria Greengrass, estudiaba en Hogwarts —contestó la muchacha logrando que el cerebro de Hermione comenzara a trabajar, ahora que empezaba a acercarse, ahora la recordaba. —¿Vives aquí? —Pronto lo hare. Soy la prometida de Draco. ¿No te lo dijo? —soltó la chica con sarcasmo—. No me sorprende. Hermione observo como Astoria se paseaba por la habitación detallando minuciosamente cada cosa en la misma, mientras un remolino se formaba en su interior por sus palabras. Había visto a la chica en los pasillos de Hogwarts las veces que esperaba a su amiga Ginny saliera de clases y esta compartía con los Slytherin, pero jamás se imaginó que ella fuera amiga de Draco, mucho menos su novia. —Granger —habló Astoria acercándose a la castaña cuando el silencio se volvió demasiado incomodo. Hermione se alejó por instinto abrazando sus piernas como signo de protección logrando que Astoria la mirara con tristeza. —Escapa, a la mínima oportunidad que tengas de huir, solo hazlo. Al menos tú aun puedes. Hermione no contestó, el constante remolino en su estómago la impedía soltar palabras, sintiendo que en cualquier momento podría vomitar o desmayarse ante el miedo y la presión. Observo como Astoria se levantó dirigiéndose hacia la puerta. —Vendrán a buscarme. Cuando se den cuenta, Harry… —¡Él no vendrá! —espetó la chica con la mirada oscurecida y fría—. Fue Harry quien te entregó. No. Harry era su amigo. Él jamás haría eso. Hermione quiso gritar, insultar a la chica por atreverse a decir tal infamia contra su amigo, pero ella ya no estaba en la habitación. La soledad y el silencio que se formó en el lugar la envolvieron destrozando por completo su control. Las lágrimas comenzaron a salir mientras el dolor en su pecho se volvía insoportable. Él no te ayudará. Nadie lo hará. A nadie le importas. Esas palabras hacían eco en su cabeza, habían pasado semanas desde que estaba encerrada en aquel lugar. ¿y si Draco tenía razón, si ya nadie le iba a ayudar? Esa noche lloró, por primera vez desde que estaba en esa horrible habitación, ella lloró hasta quedar seca.   Hermione despertó con la hinchazón picando sus ojos y la cabeza taladrando sus pensamientos. Divisó la habitación fijando su mirada donde aún se encontraban los platos del desayuno esperando por ella. Respiró profundamente vislumbrando la intensidad del sol, demostrando que la mañana había terminado. En breve aquellos platillos desaparecerían para dar paso a los de la comida, la cuál por su puesto no pensaba tocar, la única razón para que despertara era tomar sus vitaminas que no dejaban de golpetear su cabeza incansable. Se sentó en el filo de la cama ignorando el rugir de su estómago mientras los platos llenos de wafles, tocino y pan tostado desaparecían y en su lugar la mesa se llenaba de un exquisito menú como solo solía comer en Hogwarts, supo entonces que Minnie no tardaría en llegar, pero el POP de la aparición nunca llegó, al contrario, fue el sonido de la puerta abriéndose lo que sonó en la habitación., dando paso a un impecable y perfecto rubio, quién la escudriñó con la mirada, mostrando esa indescifrable expresión. —Te dije que no te quería aquí —espetó Hermione sin querer mirarlo. —Quiero saber que te dijo Astoria —soltó el mago con tono frio y distante. —Preguntádselo a ella. ¿No me digas que tienen secretos con tu prometida? —No debió decirte eso. —¿Que escapara tampoco? —Tori tiende a ser muy… exagerada. —¡Exagerada! Ella dijo… —¿Enserio crees que Potter dejaría a su adorada amiguita en manos de un ex mortífago? —ÉL no me ha buscado. —Él no te ha encontrado —sentenció el rubio con decisión, aunque sin atreverse a mirarla a los ojos. —¿Por qué haces esto Malfoy? —suplicó Hermione mientras se acercaba a Draco tratando de comprender sus acciones, había algo en la mirada del rubio, aquella que se reusaba a fijar en ella, que le demostraba que había algo más allá de la coraza fría que se enfrascaba en demostrar—. ¿Por qué me tienes aquí? —Intento protegerte. —¿De quién? —De… —Draco, hijo —habló Narcissa Malfoy entrando en la habitación cortando cualquier intento de explicación del rubio—, el médico ya esta aquí —dijo y al instante aquel hombre de la última vez entró al lugar mientras los aparatos muggles aparecían tal y como la última vez. Tras la revisión, el médico dio las indicaciones de que Hermione debía realizar más ejercicio para que el momento del parto no tuviera complicaciones, así que a la mañana siguiente el rubio ya se encontraba muy temprano esperándola. —Ya que el medico sugiere que debes hacer más ejercicio, saldremos, los terrenos de la mansión son bastante amplios como para poder dar largas caminatas que te ayudarán, y antes que siquiera lo pienses, no intentes escapar, no lo lograrás —sentenció. Hermione no respondió, se limitó a seguir a Draco fuera de la habitación, pelear no serviría de nada, debía ser más astuta, más inteligente, por muy difícil que resultara debía encontrar una forma de escapar, o al menos dejar un mensaje. Los primeros días las salidas eran incómodos paseos en un silencio tormentoso, hasta que Draco decidió cortar el hielo, relatándole historias sobre su infancia en cada rincón de ese enorme terreno, historias que muy a su pesar Hermione de verdad disfrutaba, era como si aquellas pláticas fueran normales entre ellos, como si 7 años de enemistad no hubieran existido, esas pocas horas parecía que el mundo se detenía, olvidándose del resto, incluso que ella era una rehén. Pero Hermione no dejaría de luchar, por mucho que disfrutaba aquellos momentos con Draco y todos sus instintos le suplicaban tenerlo cerca, ella debía escapar. Se había asegurado de memorizar cada pasaje, cada posible escondite o salida, esperando la oportunidad justa para atacar. —¿Tienen nombre? —preguntó Hermione deteniendo su andar y obligando a Draco a hacer lo mismo. —¿Quién? —¿Los pavo real? —Son decoración, no necesitan uno. —¡Todos necesitan uno! Hasta tus elfos los tienen. —Vinieron con la compra —se burló ganándose una mirada venenosa por parte de la castaña rodando los ojos por su reacción—. No podía dárselos, los elfos son esclavos, los pavo real decoración y yo un niño que debía obedecer órdenes. —Ya no eres un niño y sigues haciéndolo. —Esta vez lo hago por una razón. —¿Cuál? —Protegerte… —Si piensas que caeré en esa idiotez de te encierro para cuidarte estas muy equivocado, tú me secuestraste y me mientes, ¡eres tú el villano! Hermione no pudo evitar que las lágrimas recorrieran su rostro alejándose de Draco tanto como sus pies lo permitieron, respirando pesadamente, producto del esfuerzo. —Granger… —¡No! ¡cállate! No te atrevas a hablar, ya no quiero escucharte… ¡Te odio! Nunca debí confiar en ti. —Puedo soportar tu odio, tu desprecio e indiferencia, pero… no dudes de mi… —¿Qué no dude? Me tienes encerrada. ¡Y no te atrevas a decir que es por mi bien! —Tienes razón no es por tu bien, es por el mío… —¿Qué? —Soy yo el que te necesita aquí. Soy tan malditamente egoísta que te traje porque no soportaba la idea de no volver a verte, de no lograr… Draco soltó un grito de frustración conteniendo sus palabras, callando aquella verdad que tanto lo atormentaba. —¿Por qué haces esto? —habló Hermione cuando las lágrimas cesaron —¿Qué es lo que te esfuerzas tanto por ocultarme? —Nada —soltó el rubio irritado apartando su mirada a la de Hermione cerrando sus ojos como si eso lograra apagar sus tormentos. El silencio envolvió el lugar por varios minutos hasta que el suave tacto de las manos de Hermione en el rostro de Draco logró estremecer su cuerpo. —Draco, por favor —suplicó ella haciendo que el rubio abriera sus ojos, momento en el que pudo observar el tormento en ellos. —La verdad… —habló el rubio mientras pasaba sus manos delicadamente por el rostro de la chica. —¡Draco! La voz de Lucius Malfoy retumbó en el exterior obligando a ambos chicos a alejarse. —¿No has visto la hora? Deberías estar en la casa de los Greengrass, con tu prometida. —No iré —sentenció el rubio sin dejar de mirar a Hermione. —Parece que no entendiste, no te lo estoy pidiendo Draco, ¡Es una orden! El rubio apartó la mirada de la castaña para fijarla en su padre con profundo odio apretando los puños a sus costados. —Regresa a tu habitación —ordenó finalmente Draco a Hermione tras unos segundos de una guerra de miradas con su padre antes de resignarse a cumplir sus órdenes y avanzar por los jardines. Hermione caminó apresuradamente para regresar, a la mansión, sin Draco no tenía la más mínima intención de estar cerca del patriarca de los Malfoy, pero en cuanto llegó a la puerta donde el hombre se encontraba, este se interpuso en su camino. —He sido demasiado hospitalario con usted Granger —soltó Lucios con desprecio —y muy paciente con mi hijo, le sugiero que tenga cuidado con lo que hace, si no quiere que vuelva su estadía un infierno. —¿Si le preocupa tanto mi cercanía con su hijo, por qué no me deja libre? —Siempre he cumplido los caprichos de mi hijo… —¿Y yo soy un capricho? —En estos momentos está en la casa de su prometida ¿usted qué cree? —Lo que ella crea o no, no es de tu incumbencia, padre. Draco se encontraba de pie a unos pocos metros de distancia con Astoria su lado, mirando desafiante a Lucius, como si lo retara a contestar, lo cual no hizo, no con palabras al menos, pues se abalanzó a tomar el rostro de Hermione apretándolo hasta soltar un grito de dolor en ella. —¡Suéltala! —gritó Draco intentando llegar hasta ellos, pero resistiéndose ante la expresión de triunfo de su padre y el cuerpo de Astoria que se interponía en el camino. —Recuerdas esto —dijo Lucius sacando una pequeña daga mientras sonreía triunfante. Hermione en respuesta apretó su brazo donde la marca de sangre sucia relucía recordando los tormentos que sufrió cuando Bellatrix Lestrange se la hizo. —La próxima vez la usaré para recordarte lo que eres y lo poco que vales. —¡Te lo advierto Lucius suéltala! —gritó nuevamente Draco ganándose la mirada de su padre. —Y qué harás ¿atacarme? —respondió el patriarca de la familia mientras soltaba a Hermione para acercarse lo suficiente a su hijo provocándolo a que cumpliera sus amenazas y al notar que eso no pasaría regresó su atención en la castaña, pero antes de lograr dar un paso hacia ella el golpe de un puño cayó en su rostro. —¡Draco! —gritó Astoria el ver como el rubio caía de rodillas al piso tras lanzar el primer golpe a su padre, la sangre caía al piso cada que Draco tosía como si el aire abandonara sus pulmones. —¡De verdad eres tan estúpido! —reclamó Lucius iracundo mientras Draco se recuperaba lentamente. —Si… la vuelves a tocar… te mato —sentenció Draco mirando con odio a su padre y antes de que alguno de los dos lograra replicar algo, Narcissa apareció luciendo alarmada ante la escena. La mujer intentó socorrer a su hijo, pero este se levantó rechazando de mala manera su ayuda. —Granger no necesita tu ayuda Draco, así que mantente alejado —advirtió Lucius al notar las intenciones de su hijo de regresar hacia ella—. Es una orden, si alguien la llevará a su habitación… —Seré yo —sentenció con decisión Astoria corriendo hacia la castaña y mirando con desafío a su futuro suegro, mientras se alejaba con ella perdiéndose en lo alto de las escaleras. —¿Qué fue todo eso? —preguntó Hermione en cuanto ambas chicas regresaron a la habitación de la castaña. —Nada, solo olvídalo. —¿Qué? Pero Draco, él… —¡Por Merlín Granger déjalo así! Ya le has hecho el suficiente daño… —¿Te recuerdo que soy yo la que está encerrada? —Recuerdos. Qué gracioso que lo digas, me encantaría recordarte como arruinaste su vida, pero como siempre, la princesita no puede ser tocada. Dicho esto, Astoria salió de la habitación con una última mirada de frustración y profundo reproche hacia la castaña y antes de poder procesar lo sucedido la puerta se abrió nuevamente. Hermione miró a Draco mientras un movimiento brusco de su hijo provocase una mueca en su rostro. —Voy a llamar al médico. Si Lucius te provocó algo, ¡voy a matarlo! —No, Draco, está bien, solo está inquieto —dijo mientras sobaba su pancita tratando de calmar los movimientos. Draco entró en la habitación con la culpa reflejada en su rostro. —No debí dejarte sola. —Tenías asuntos importantes —contestó la castaña sentándose en el filo de la cama para así no tener que mantener contacto visual con el rubio, pero fue inútil cuando Draco se arrodilló frente a ella. —Nada es más importante que ustedes —soltó el rubio, aunque no parecía responderle a Hermione precisamente. Tras unos segundos de duda Draco posó sus manos en el vientre de la castaña mirando fijamente donde estas reposaban—. Mientras yo esté aquí, te juro, nadie va a lastimarte. Hermione limpió una lágrima que rodaba por su rostro, odiando la sensación de alivio y protección ante las palabras de Draco, como su simple tacto la estremecían y llenaban de calma a niveles inimaginables. —No tienes que cuidarnos. —dijo fríamente, pero sin poder terminar el contacto de las manos de Draco de su vientre, pues la calma que provocó en ella, parecía transmitirlo a su bebé. Fue Draco quien terminó por romper esa tranquilidad apartando sus manos y centrándose ahora en ella. —Cuidarte es lo único que me queda… Hermione apartó la mirada negándose a escuchar, negándose a creer en sus palabras, pero lo ocurrido hace solo unos minutos removían sus sentimientos. —Lo que pasó abajo, cuando golpeaste a tu padre… —Es lo que me gané por confiar en las personas equivocadas. —No pudiste golpearlo sin sufrir, así que asumo que tampoco puedes desobedecer sus órdenes, ¿por qué? ¿Qué hiciste? —Darle mi lealtad a la persona correcta —contestó mientras alzaba su mano para acariciar dulcemente el rostro de Hermione haciéndola cerrar los ojos ante el contacto. —¿Por qué lo haces? —preguntó con frustración. —¿Qué? —Esto, estar aquí, tranquilizarme de la forma en que lo haces con vagas respuestas. —Porque —contestó mientras apartaba un mechón de cabello de la castaña para colocarlo tras su oreja—. Por mucho que te esfuerces hay algo dentro de ti, que sabe, puedes confiar en mí, que sabe que jamás te lastimaría. —¿Cómo? —Porque eso fue lo que te prometí… antes de borrarte la memoria. Hermione soltó un grito ahogado por aquella respuesta, sabía que algo le ocultaba, que algo dentro de ella se sentía vacío, incompleto, como si le hubieran arrebatado algo importante, miró fijamente a Draco y lo supo, le habían arrebatado a alguien importante.
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