ID de la obra: 276

SOLO UNA VEZ

Het
PG-13
Finalizada
2
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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95 páginas, 16 capítulos
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TODA LA VERDAD

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Capítulo 12Toda la verdad    Hermione despertó sintiendo el alivio de por fin tener una noche de reconfortante sueño, palmó ligeramente su cama sintiendo decepción pues Draco ya no se encontraba ahí, seguramente debió irse apenas ella se durmió. —No me fui —soltó Draco apoyado en el marco de la puerta del baño, luego recorrió el cuarto sentándose en una de las sillas de la mesa repleta de comida mientras la castaña hacía lo mismo en la otra silla. —Gracias —dijo Hermione cuando Draco le pasó una tostada, no solo por el gesto, más bien porque él se quedara junto a ella la noche anterior. Media hora más tarde, cuando quedaron satisfechos de toda la comida Draco se levantó de su lugar. —Hoy tienes revisión, el médico llegará muy pronto, iré a cambiarme así tú haces lo mismo y regresaré para estar contigo hasta que llegue. La castaña no respondió, no tuvo tiempo de hecho, ya Draco había salido de la habitación dejándola sola, así que se dispuso a hacer lo que él le pidió. Tras un relajante baño y ponerse ropa cómoda, como lo prometió Draco regresó a su habitación cargando una pila de libros. —¿Y eso? —Creí que te gustaría, me di cuenta que ya devoraste la estantería que llené. —No tengo mucho que hacer estando aquí encerrada —manifestó con rencor en su voz aunque permitiéndole a Draco sentarse a su lado. —Estarás lejos de aquí muy pronto te lo prometo —dijo el rubio mirando con súplica esperando que creyera sus palabras. Ella no respondió, se dedicó a contemplar los libros para no tener que mirarlo, no quería creer sus mentiras ni afligirse por la verdad, ella solo quería escapar, alejarse miles de kilómetros de esa mansión, pero no de él. —¡Amo este libro! Lo había buscado por meses —soltó emocionada la castaña delineando con sus dedos la portada—. ¿Cómo lo supiste? —Casualidad —Contestó simplemente acomodándose en el espaldar de la cama y aprovechando que Hermione estaba tan fascinada con el libro la acomodó en su pecho. Un par de horas transcurrió en los que la castaña se sumergió en la lectura encantada con su contenido, descansando cómodamente aún en el pecho del rubio mientras él reposaba ambos manos cálidamente sobre su pancita. Hermione alzó su mirada para descubrir a Draco con los ojos cerrados apoyando su cabeza en una de las almohadas. Escaneó su rostro por completo, su expresión tan relajada, unos pocos mechones de cabello platinado que resbalaban por su frente y sus labios, esos exquisitamente apetecibles labios. —Vas a desgastarme Granger —soltó Draco al tiempo que abría los ojos y los fijaba en la castaña hipnotizándola con la intensidad de su mirada. —Creí que estabas dormido. —Lo estaba —contestó comenzando a acariciar lentamente el vientre de la chica mientras su bebé comenzaba a moverse en su interior—. Un pequeñín me despertó. Ambos chicos se miraron detenidamente por varios segundos sin hablar, sin querer romper aquella burbuja ardiente que se formaba entre los dos, una que quería estallar, envolverlos en la locura y la pasión. Draco tomó su rostro mientras sus respiraciones se aceleraban por la cercanía y su corazón palpitaba frenéticamente por el otro. —¡Amo Malfoy! —gritó Minnie la elfina de Draco que se había encargado de la protección de Hermione. Ambos chicos saltaron ante la chillona y furiosa voz de la criatura separándose lo suficiente para romper el confortable contacto con el otro. Draco se levantó de la cama acercándose a la elfina no sabiendo muy bien si agradecerle su aparición antes de cometer una locura, o ahorcarla por interrumpir aquel momento, pero antes de poder hablar la puerta del cuarto se abrió dando entrada al médico que atendía a la castaña y su madre, quien no pasó por alto que él ya estuviera ahí. —¿Estas lista para otra revisión? —preguntó el médico amablemente mientras todas las máquinas se acomodaban dentro de la habitación. Hermione se acomodó en su cama ya conociendo cuál era la rutina en la que el médico informó una perfecta salud, tanto de ella como del bebé. —¿Quieren saber el sexo del bebé? —preguntó el médico mientras movía el aparato del ultrasonido por el vientre de la castaña—. Está en una buena posición para poder saberlo. —Sí—, contestó Draco acercándose a Hermione quién parecía estar indecisa y con miedo, así que tomó su mano para tranquilizarla, a pesar de la mirada de reproche de su madre. —¡Felicidades! Serán padres de una niña —expresó el médico mirando a ambos chicos ignorando por completo la situación. —¡Mi hijo no es el padre! —soltó con frialdad Narcissa perforando con su mirada a cada uno de los presentes—. La consulta terminó, puede irse —terminó la monarca de la familia al tiempo que un hechizo desaparecían las cosas instaladas en la habitación—. Draco —bramó cuando el médico salió y ella se hallaba ya en el marco de la puerta. —Vete —soltó simplemente el rubio aún de la mano de Hermione. —Te recuerdo que debes ir… —¡Se muy bien lo que tengo que hacer! Tú te encargaste de que no pudiera desobedecer ¡Ahora vete! El recuerdo de aquella noche pareció doblegar a la mujer cambiando su expresión a una de culpa ante su hijo antes de salir de la habitación. —¿Estás bien? —preguntó el rubio acomodándose nuevamente al lado de Hermione. —Tendré una niña. —Y estoy seguro que será igual de perfecta que tú. —¿Te quedarás? —preguntó la castaña tras varios minutos en los que se permitió disfrutar de las caricias del rubio. —De verdad quiero hacerlo, pero… —Debes ir con tu prometida y planear su increíble boda —soltó odiando como eso la molestaba tanto. Draco suspiró derrotado alejándose de la castaña. —Volveré en la noche, quiero mostrarte un lugar, ponte algo abrigado —dijo mirándola con evidente molestia por tener que dejarla, luego, sin esperar una respuesta, salió de la habitación. Resignada, la castaña sacó del cajón de su cómoda la caja metálica que le pertenecía al rubio, la cuál había robado de su habitación, intentando por varias horas abrirla, sin éxito, así que decidió dejar la caja a un lado y cambiarse de ropa, para luego cenar y finalmente devorar los libros que Draco le llevó, hasta que él apareció en la puerta. —¿Estás lista? —preguntó extendiendo su mano para que ella la tomara y en cuanto lo hizo la guio hacia las profundidades de la mansión, donde se alzaban dos enormes torres. Al llegar a la parte más alta de la torre Hermione tuvo que contener abrir la boca ante la sorpresa de aquel hermoso lugar iluminado por pequeños faroles flotantes, almohadones de diferentes tamaños colocados alrededor del suelo junto a varias pilas de libros, en el exterior, en un enorme balcón el cielo estrellado se mostraba majestuoso. —Esto es hermoso —soltó Hermione incapaz de salir de su asombro. —Era para cumplir una promesa —contestó Draco distraídamente, odiando no poder disfrutar de aquel momento con los recuerdos de la castaña intactos. Cuando el rubio salió de su ensoñación, Hermione ya se encontraba acomodada entre los almohadones revisando las portadas de los libros con esa mirada iluminada que mantenía tan enamorado al rubio. Draco se sentó a su lado haciendo aparecer varios dulces y té, disfrutando una agradable noche junto a ella. —Gracias —dijo Hermione tras una hora disfrutando de tan espectacular lugar. —Aun falta la mejor parte —comentó en rubio levantándose para ayudarla a hacer lo mismo y llevarla al exterior. Una vez allí, se recostaron en los almohadones que volaron junto a ellos. Hermione estaba por preguntar porqué estaban ahí, cuando una luz atravesó el cielo —¡Lluvia de estrellas! —gritó emocionada buscando en el cielo oscuro otra más, sentándose para poder mirar al rubio —hay que pedir un deseo. —Esas son tonterías muggles. —¡Oh vamos! No puedes ver una lluvia de estrellas y no pedir un deseo. Draco soltó un suspiro de resignación incapaz de decirle que no, haciendo que Hermione se recueste nuevamente para cumplir sus ridículos rituales. —¿Qué pediste?  —preguntó la castaña al cabo de unos minutos observando aquel majestuoso espectáculo. —Los deseos no se dicen Granger. —¡Oh vamos! Tú no crees en esas cosas muggles, solo dime. Draco respiró resignado antes de mirarla—. Una sola vez. Hermione frunció el ceño sin comprender. —Eso, solo quiero una oportunidad, aunque sea una sola vez. —¿Oportunidad de qué? —Ya es tarde —sentenció Draco levantándose del suelo y extendiendo su mano para ayudar a Hermione a levantarse, pero al notar que ella no obedecería tomo sus brazos para alzarla a pesar de las quejas de la castaña. En cuanto llegaron a su habitación, la tención que Draco sostenía era una fiel respuesta al hecho de que ese día el no se quedaría. Hermione al parecer accedió demasiado profundo entre las paredes que Draco había construido, y verlo alejarse estando dispuesta a derribar las todas definitivamente tomó la decisión de arriesgarse por completo en algo que deseaba hacer desde ya hace mucho tiempo. —Draco. ¿Puedo pedirte un último favor? Draco regresó sobre sus pasos para instalarse nuevamente en el marco de la puerta—. Que sea rápido. —Lo será te lo prometo —soltó la chica suspirando para tomar valor. —¿Estas bien…? Draco no pudo continuar, los labios de Hermione se posaron sobre los suyos formando un suave y lento, tortuosamente lento beso. A penas pasaron unos segundos cuando el rubio reaccionó tomando el rostro de Hermione para apartarla mirándola incrédulo, la castaña balbuceó algunas disculpas sintiéndose tremendamente estúpida por el arrebato, pero antes de poder mirarlo a los ojos este volvió a unir sus labios y colocando una de sus manos en su cintura atrayendo más su cuerpo al suyo. —Dime que paré y lo haré —soltó Draco en un suspiro cuando la falta de aire los obligó a separarse, pero reanudando rápidamente un beso más intenso que el anterior sin dejarla responder—. ¡Joder Granger! Dime qué me detenga. Hermione quiso decirlo, pero el hecho de que Draco no dejaba de besarla no ayudaba, su cuerpo no obedecía a la razón y el primer gemido de placer se escapó de sus labios cuando Draco comenzó a devorar su cuello otorgándole descargas eléctricas mientras recorría con sus manos la espalda de la chica por debajo de la ropa. Hermione no pudo resistir más el mantener las manos quietas, llevándolas al cabello del rubio para enredarlas por sus finos mechones obligándolo a profundizar el nuevo beso que acababan de formar, haciendo que Draco la guiase hasta la cama donde la dejó para despojarse rápidamente de su capa y camisa haciendo la misma acción con las prendas de la castaña, tomándose un momento para admirar su figura ahora solo cubierta por un encaje que mostraba una espectacular vista de sus pechos que subían y bajaban producto de la excitación. Descendió nuevamente para unir sus labios reanudando su recorrido, bajando lentamente por un camino de besos saboreando sus pechos mientras Hermione se retorcía por las sensaciones recorriendo con sus manos la espalda y abdomen del rubio hasta llegar a su objetivo final. Luchó por unos segundos hasta que Draco le ayudó a desabrochar sus pantalones, y así, ella pudo sentir su duro miembro apretado en su bóxer. —¿Aún quieres qué te detenga? —preguntó la castaña con la respiración acelerada fijando su mirada en la del rubio quien no resistió cerrarlos cuando ella envolvió su mano alrededor de su pene. —Lo único que quiero es hacerte mía de todas las formas posibles —soltó Draco mirándola nuevamente y desasiéndose de sus pantalones para poder llevar sus dedos dentro de la intimidad de la chica. La sensación de placer que Hermione sintió cuando el primer dedo del chico se introdujo dentro de ella, provocaron un nuevo gemido mientras arqueaba su espalda, sabiendo que no soportaría aquella tortura por más tiempo. —Draco —suplicó la castaña al sentir como reemplazaba sus dedos por su lengua volviéndola completamente loca. —Dilo —exigió el rubio con la mirada oscurecida por la pasión. —Hazme tuya —suplicó nuevamente y Draco esbozó una sonrisa ladeada, esa con la que Hermione había soñado tantas veces, logrando finalmente traspasar ese momento, sintiéndose completa cuando Draco se introdujo en su interior, al principio de manera lenta, hasta que se acostumbrara a su tamaño, pero acelerando sus movimientos en cuanto la escuchó volver a gemir, callándolos con sus besos, que Hermione sintió cargado de mucho más que simple atracción sexual, logrando que ambos llegaran finalmente a tan deseado orgasmo. Cuando ambos chicos lograron recuperarse, Draco se acomodó a su lado para abrazarla quedando ella arrimada a su pecho, tal y como la noche anterior, dándole al rubio unos minutos para estrecharla entre sus brazos, aspirar su aroma, disfrutar de su calor. —¿Draco estás bien? —preguntó la castaña al sentirse incómoda con el silencio. —Quiero disfrutar de esto un poco más, antes de que te arrepientas. —No me arrepiento de lo que hicimos —aseguró Hermione incorporándose para enfrentar al rubio. —Lo harás. —¿Por qué estás tan seguro? ¿Qué es lo que no me estás diciendo? ¿Tú te arrepientes? —No, pero es una mierda tener algo que has deseado por tanto tiempo y saber que vas a perderlo. —No vas a perderme. —Me voy a casar pronto Hermione, ¿Cuándo eso pase y Tori viva aquí, esto se repetirá? —No —respondió la castaña apartando la mirada del rubio empezando a sentir justamente lo que él dijo. Draco se acercó a ella para tomar su rostro acariciando dulcemente su piel. —Eres todo en mi vida, todo lo que he hecho es por ti, porque tú sacas lo mejor de mí, soy todo lo que soy, porque tú eres todo lo que quiero. —Lo quieres todo, y lo que tienes no quieres perderlo. Draco soltó una media risa cargada de recuerdos—. No importa lo que haga, tú seguirás enamorada de mí y sin importar cuanto me esfuerce yo siempre voy a caer rendido a tus pies. —Y aún así no es suficiente. —Mereces algo mejor que yo, ambas lo merecen. Dicho esto, Draco con un hechizo se vistió rápidamente y salió de la habitación dejando a una Hermione sola y destrozada por lo que hizo y lo que perdió.   A la mañana siguiente Draco no volvió y Hermione tampoco tenía la intención de querer verlo, por eso se rehusó a salir de su habitación ese día, necesitaba la soledad para organizar sus ideas y sentimientos, entender cómo había llegado a la situación, en que todo lo que Draco le decía parecía tan real, pero a su alrededor las cosas solo eran mentiras y secretos, y aunque ella lo deseara, él no le permitiría entrar, por mucho que rompiera esa pared de frialdad, Draco la volvía a levantar, negándole a Hermione la verdad, esa razón por la que ella se encontraba en la mansión, por la que Draco se derrumbaba en su presencia y no se iría de aquel lugar hasta descubrirlo. El resto del día lo pasó intentando abrir la caja metálica, hasta que Astoria entro en la habitación mirando fijamente a la castaña, y cuando estuvo lo suficiente cerca, estampó su mano en el rostro de la chica. —Te acostaste con Draco —acusó Astoria furiosa—. ¡Con mi prometido! Hermione no contestó, las lágrimas caían por su rostro incapaz de hablar por la humillación y culpa. —Tienes suerte de tener esa niña en tu vientre, de lo contrario te lanzaría una imperdonable sin dudarlo. Astoria tomo el rostro de Hermione apretando con fuerza su mentón para obligarla a mirarla. —Te voy a advertir una cosa Granger… Si te vuelves a acercar a mi prometido otra vez, hare que la vida de tu hija sea un infierno… Hermione apartó la mano de Astoria de su rostro mientras un brillo distinto iluminaba sus ojos y como un impulso, le propino una cachetada que logró virar la cara de la rubia. —¡No te atrevas siquiera a pensar en tocar a mi hija o acabare contigo Astoria! —¿De verdad piensas que puedes protegerla? —dijo tocándose la mejilla que ahora se encontraba roja e irguiéndose para enfrentar nuevamente a Hermione—. La única razón por la que estas aquí, es por esa niña y Draco te la va a quitar en cuanto nazca. Hermione soltó todo el aire que le quedaba mientras su corazón se comprimía negándose a creer lo que escuchaba. —¿Enserio creíste que le importabas? ¡Que patética! —se burló la rubia mientras levantaba nuevamente su mano con la intención de abofetearla hasta que una mano la frenó. —Dra… Draco… Hermione abrió los ojos y frente a ella apretando la mano con la que Astoria pretendía golpearla se encontraba el rubio y aunque estaba de espalda por su postura rígida sabía que estaba molesto. —¡Qué! —gritó la rubia enfrentando a Draco con altivez—. ¿Me vas a matar? ¡Oh! Por Merlín hazlo de una vez. Draco con su otra mano atrapó el rostro de Astoria apretando sus mejillas y acercándola a su rostro. —Si la vuelves a tocar te juro que cumpliré tu sueño. No me tientes Astoria. —Me harías un gran favor. Estoy aquí por tu culpa. Tú y tu maldito capricho me tiene atada a este infierno. ¡Te odio! Draco soltó a la chica suspirando profundamente y cambiando su postura. —Solo vete —dijo tratando de sonar calmado y mirando a la chica con desesperación —por favor. Astoria miró a Hermione con odio y dolor antes de salir resignada de la habitación. Draco pasó las manos por su cabello alborotándolo ante la frustración acercándose al rostro de la castaña quien tenía una visible marca roja en su mejilla. —Lo siento, esto es mi culpa —habló el rubio con la voz completamente rota tomando el rostro de Hermione entre sus dedos —yo no creí que Tori reaccionaría así, perdón… ¡Hermione dime algo por favor! —suplicó ante el silencio. —¿Es verdad? —preguntó Hermione mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, porque no quería escuchar la respuesta, no quería que sea verdad las acusaciones de la rubia—. ¿Quieres quitarme a mi hija? La expresión desconcertada y la falta de palabras le dieron a Hermione la respuesta que terminó por romper en mil pedazos su corazón. —Lo siento… Draco no pudo continuar, la mano de Hermione se estampó en su rostro frenando cualquier intento de disculpa o explicación. —No te atrevas a hablar, no quiero escuchar más tus mentiras, ¡Jamás debí confiar en ti! —gritó la castaña descontrolada por el dolor y la ira. —Tiene una explicación… —¡La única explicación es que no tienes corazón! Que eres un maldito mortífago que no vale nada. Dios y lo de ayer... ¡Tú me usaste! —¡No alto! Yo jamás te haría eso. —¡Deja de mentir! La única razón por la que estoy aquí es para robarme a mi hija, yo no te importo, jamás lo hice. —No es cierto. —¡Si lo es! ¿Por qué más estaría aquí? Si no es para tus retorcidos planes, para matarnos a ambas o utilizar a mi hija para alguna abominación. ¡Por qué más estaría aquí! —¡Porque es mi hija! —gritó Draco perdiendo completamente el control mientras Hermione lo miraba atónita por las palabras que salieron de su boca. No pudo moverse ni articular otra palabra cuando el rubio avanzó hacia su cama tomando entre sus manos la caja metálica que aún reposaba en el colchón —Es tu nombre —dijo Draco mientras con su dedo escribía precisamente eso, logrando abrirla, para luego desparramar sobre las cobijas una gran cantidad de cosas—. ¿Querías la verdad? Esta es, pero que lo sepas no cambiará nada. En cuanto terminó de hablar Draco salió de la habitación dejando sola a Hermione, avanzando por los pasillos de la mansión con la intención de irse lo más lejos posible sin poder apartar de su mente aquel recuerdo.   —¿Creíste que no me enteraría? —bramó Lucius encarando a su hijo con evidente molestia—. ¿Qué no te tenía vigilado? —¡Yo no planee esto! —gritó Draco encarando a su padre. —Pues entonces encárgate de deshacerte de ese engendro —atacó Lucius no dejándose intimidar por su hijo —Es mi hijo —habló el rubio tratando de sonar calmado. —¡No! Es un bastardo mestizo que no manchará el apellido Malfoy. —Pero si nadie lo supiera —soltó Narcisa pensativa —podemos buscar una digna sangre pura y traer al niño. —No voy a permitir que mi hijo crie a un asqueroso mestizo —sentenció Lucius. —Eso solo lo sabríamos nosotros —habló nuevamente Narcissa tratando de razonar con su marido —por favor, Lucius no te alarmes por algo que tu familia hacía hace siglos. Tú y yo sabemos que tu linaje no es tan puro como aparenta, no como el mío al menos. —No, alto, alto. ¿Quitarle el niño a Hermione? ¡Están locos! No haré eso. —Y qué pretendes entonces. ¿Qué dejemos a esa criatura rondar por ahí para que nos delate? —bramó molesto nuevamente Lucius. —Hermione no recuerda nuestra relación, no dirá nada. —Ella tal vez no, pero nuestros genes lo harán. Si ese bebé saca tus ojos o cabello ¿crees que eso no alarmará a la comunidad mágica? Las especulaciones que harán, te recuerdo que fuiste tú con tu estúpido show en la batalla de Hogwarts los que nos pusieron en la mira la primera vez. ¡Es un riesgo que no pienso correr! Así que escoge Draco o te casas con una digna sangre pura y te quedas con el bastardo o él y Granger mueren. Tú decides. Antes de que Draco lograra contestar Narcissa corrió hacia él con desesperación. —Hijo por favor —suplicó la mujer sabiendo cuál sería la respuesta de Draco—. Muerto o no Lucius los va a cazar, solo acepta. Draco miró a su madre incapaz de contener su frustración apretando los puños tan fuertes que hilos de sangre resbalaban por sus nudillos. Bajó su cabeza cuando sintió una lágrima resbalar por su mejilla, todo lo que había hecho para mantener a salvo a la mujer que amaba ahora eran en vano, ahora ella y su futuro hijo corrían más peligro que antes y esta vez no permitiría que Lucius decidiera el destino de su vida, mucho menos del de Hermione y su bebé. Ellos serían libres de la maldición de los Malfoy y él se encargaría de ello, aunque eso le cueste la vida. —Lo haré —sentenció Draco alzando la mirada sin importarle que su padre lo viera débil y destrozado—. Le quitaré mi hijo a Hermione. Narcissa respiró aliviada mientras Lucius mostraba una mueca de desprecio, pero aceptando que al final ese niño resultaría muy poderoso y ya maquinaba grandes planes para él.
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