LA DESPEDIDA
30 de junio de 2025, 14:11
Capítulo 14La despedida
—Vamos Draco, por favor —suplicó Ginny por quinta vez en la semana —las vacaciones están por terminar.
—Es peligroso Ginny —intervino Hermione intentando hacer desistir a su amiga—, aún quedan mortífagos libres y ¿La cabaña de los Malfoy? No creo que sea buena idea.
—¿Por qué? Eres su novia, y tienes todo el derecho de entrar, y es obvio que ellos ya te aceptaron, o algo así.
—Podría ser divertido —soltó rendido el rubio ante las insistencias de su pelirroja amiga—. La propiedad está bien protegida por encantamientos.
Hermione respiró resignada, sabiendo que no podría lograr desistir de ninguna idea cuando ambos chicos se unían, así que un par de días después ella, Harry, Ginny y Draco se encontraban en la cabaña que pertenecía a la familia Malfoy.
Una hermosa casa escondida en las profundidades del bosque con una gran piscina, a la cual Ginny no tardó en ocupar.
—¿Te gusta? —preguntó el rubio cuando se disponía a acompañar a sus amigos.
—Es muy linda, no puedo creer que tus padres me dejaran venir.
—Eres mi novia, lo tienen que aceptar, no hay nada que digan o hagan que me alejen nuevamente de ti.
La castaña sonrió envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Draco para traerlo hacia ella y besarlo con intensidad, por supuesto el rubio no se quedó quieto, la trajo más a su cuerpo apretando sus caderas con necesidad alzándola para que ella enredara sus piernas llevando su creciente pasión a la habitación del rubio.
—Ya era hora —soltó Ginny en cuanto Draco y Hermione aparecieron en la piscina dos horas después.
—Hay cosas que se hacen sin apuro —comentó el rubio con picardía mientras con un hechizo cambiaba el agua de la piscina —no confío en esos dos —se apresuró a decir ante la mirada de su novia.
—Para tu información Malfoy, nos salimos de la piscina —se defendió la pelirroja.
—¡Lo hicieron acá afuera! ¿y si volvíamos? —soltó alarmada la castaña.
—Hubieran aprendido un par de cosas.
Harry se rio del descaro de su novia enamorándose cada vez más de su pelirroja.
—Malditos me ganaron la idea —susurró Draco molesto.
—¡Draco!
—¿Qué? no me digas que no lo pensaste.
Hermione se ruborizó porque sí, lo había pensado, eso y muchas cosas más que planeaba hacer con el rubio.
—Me encanta hacerte sonrojar.
—A mí me gusta verte mojado —soltó la castaña al tiempo que empujaba el rubio al agua provocando la risa de todos.
Y si se necesitara resumir su semana en la casa de verano era ese, risas, sexo, mucho sexo. Ella le prometió pasar todas las navidades a su lado, el que la llevaría a ver una lluvia de estrella. Ella que su primer hijo sería una niña para así romper la tradición Malfoy, él que estaría a su lado el día que naciera.
—Gracias.
—¿Por qué? —preguntó Draco mirando a su pelirroja amiga.
—Esta semana fue perfecta.
—Una vez te prometí que siempre te haría sonreír y pienso cumplir esa y todas las promesas que he hecho.
Ginny lo abrazó y Draco no pudo imaginar otra mejor forma de pasar sus días, rodeado de personas que lograron perdonarlo, que ahora consideraba amigos.
Un quejido salió de los labios de Ginny alarmando al rubio, pero antes de poder reaccionar el dolor se apoderó de su cuerpo como mil cuchillos atravesándolo.
—¡Ginny! —gritó Harry al tiempo que ella y Draco caían al piso formando un gran charco de sangre.
El castaño reconoció al instante el hechizo, pues lo había utilizado una vez contra Draco tratando de recordar las palabras exactas que utilizó Snape aquella vez. Intentó acercarse, pero tres encapuchados aparecieron frente a él apuntándolo con sus varitas.
—Los héroes de la guerra —habló uno de los encapuchados refiriéndose tanto a él como a Hermione quien ya se encontraba a su lado —ahora van a saber lo que es perderlo todo.
—Deben ser muy idiotas para entrar a mi propiedad y atacar a mi hijo.
—Todos miraron a un costado donde Lucius se encontraba mirando a los encapuchados despreocupado y con una simple mirada al elfo que lo acompañaba, este arrebató las varitas de sus manos y al segundo cayeron muertos, después de eso el hombre corrió hacia su hijo para curarlo.
—Primero ella —soltó el rubio sin fuerzas y muy a su pesar el patriarca de los Malfoy aceptó ayudando a Harry a curarla.
Llévala a que la atiendan —soltó el hombre poniendo su atención ahora en su hijo, quien estaba haciendo curado por la castaña mientras Harry desaparecía junto a su novia.
—Hay que llevarlo adentro —ordenó Lucius en cuanto lograron regresar la sangre al cuerpo del rubio.
—Gracias, por salvarnos.
—Siempre voy a proteger a mi hijo, lo salvaría de todo, incluso de ti —dijo Lucius al tiempo que introducía una daga en el pecho de la castaña.
Draco con la poca fuerza que había recuperado corrió hacia ella intentando sacar la daga sin éxito, pues ni siquiera podía tocarla.
—Es una daga especial, yo la puse, solo yo puedo sacarla —explicó Lucius con calma y satisfacción provocando más la ira de su hijo.
—Sácala o te mato ¡sácala!
—Lo haré, cuando accedas a ciertas condiciones.
—Tú lo planeaste todo —soltó Draco con odio.
—¿Y qué esperabas? ¿que aceptara tu estúpido romance con esa sangre sucia?
—¿Qué quieres?
—Tu lealtad, un juramento.
—Draco no —susurró la castaña volviendo su tono cada vez más débil mientras la daga se hundía lentamente.
—Cuando la daga se entierre completamente morirá ¿eso es lo que quieres?
—Bien lo haré, pero sálvala.
—Cariño —dijo Lucius y segundos después Narcissa apareció en la sala con su varita en alto, lista para lanzar el hechizo.
—Jamás te voy a perdonar por esto —escupió con odio a su madre.
—Draco Malfoy juras entregarle tu lealtad a tu padre y obedecer en todo lo que él te diga.
—Siempre y cuando no sea lastimar a Hermione —sentenció.
—Juras obedecer a tu padre en cualquier cosa que no sea lastimar físicamente a Hermione Granger.
—Lo juro.
—Y juras no lastimar jamás a tu padre.
—Si él la salva —bramó.
—Lo juro —soltó Lucius.
—Lo juro.
El hilo dorado que lo envolvía resplandeció por última vez cuando el hechizo se completó.
Draco corrió hacia la castaña en cuanto su padre retiró la daga.
—Borra tu recuerdo de ella —ordenó su padre.
—¿Enserio crees que eso hará que me aleje de ella? No impedirá que vuelva a sus brazos suplicando su amor.
Draco no pudo continuar, Lucius lanzó un golpe directo a su rostro haciéndolo tambalear.
—¡Suplicar! —gritó furioso pese a las protestas de su esposa por golpearlo—. Eres patético.
—No me importa.
—Aléjate de ella —ordenó nuevamente mirando con desprecio a su hijo.
—Dame un día —suplicó el rubio rendido —solo un día y después de eso no significará nada para mí.
—Lucius por favor —pidió Narcissa tratando de aliviar la culpa por arrebatarle la felicidad a su hijo.
—Un día —sentenció Lucius desapareciendo con su esposa.
—Hermione háblame, amor ¿estás bien?
—Estoy bien.
—Deberíamos irnos, tienen que revisarte.
—No me iré.
—Hermione.
—Tenemos un día Draco, no la pasaré en la sala de un hospital.
—Perdón, yo tenía que salvarte.
—Y ahora me dejarás para siempre.
—Hoy no… hoy seremos solo nosotros.
—Consumiendo nuestro amor hasta que no quede nada.
—Volviendo lo eterno amor —aseguró mientras tomaba su rostro para besarla, devorar sus labios por última vez, saborear su cuerpo una última vez y hacerle el amor hasta que su tiempo se agote.
Hermione despertó a la mañana siguiente sintiendo el vacío del abandono. Draco no estaba y la cama se sentía más vacía, más fría ¿así sería su vida ahora? soledad constante y un nudo en el estómago que no la dejaría respirar. Su día había terminado y debía afrontar la realidad, superar el dolor y seguir adelante, ser fuerte por ella y sobre todo por él, por lo que Draco estaba condenado a hacer, perder por completo el control de su vida, para que ella tuviera una vida.
Bajó a la cocina dejándose llenar por el olor a café y wafles.
—Pudiste hacerlo con magia —dijo la castaña al ver que Draco estaba preparando.
—Necesitaba una distracción —contestó simplemente el rubio sin mirar aumentando el dolor en su pecho.
Hermione se sentó en la pequeña mesa de la cocina tomando una taza de café mientras Draco colocaba los wafles.
—Estás muy linda —dijo el rubio acariciando su mejilla y dándole un tierno beso, uno que tuvo que terminar al sentir las primeras lágrimas recorrer el rostro de la castaña.
—Debería irme, será más fácil si —dijo la castaña, pero sin lograr terminar la frase cuando su voz se rompió.
—Será fácil Hermione te lo prometo.
—Después de todo lo que vivimos ¿en serio piensas que lo será?
—Cuando no recuerdes nada —sentenció Draco mirando con severidad a la castaña.
—¿Qué?
—Necesito que me olvides amor, que sigas con tu vida y que el dolor no te persiga —intentó explicar logrando que Hermione se alejara de él furiosa.
—¿Y quieres borrar todo nuestro amor?
—El tuyo, debo estar consciente de todo para no caer en la tentación de buscarte.
—No puedes hacerme olvidar lo nuestro ¡no es justo!
—Intento hacer lo mejor para ti. intento que seas feliz, que sigas con tu vida, que te enamores de alguien más ¡porque yo no puedo! —soltó frustrado con la situación.
—¡Yo no quiero eso Draco! —gritó ella controlando las lágrimas que amenazaban con volver a salir.
—¡Yo tampoco joder! Intento hacer lo correcto para ti.
Draco respiro con la esperanza de calmarse, lo que menos quería era que sus últimos momentos con Hermione sean peleas, la miró por unos segundos antes de volver a acercarse a pesar de la resistencia de la castaña.
—Te amo princesa y eso jamás va a cambiar, pero quiero que seas feliz, si hay algo que me mata más que no tenerte a mi lado es verte sufrir, por favor entiéndeme.
Ella no contestó, las lágrimas hablaron en su lugar derramándose incontrolables por su rostro mientras Draco la abrazaba ganando valor para perderla una vez más.
—Fred y George alteraron el hechizo de su local, utilizaré eso y así cuando logre librarme del juramento te traeré de vuelta, recuperaré tus recuerdos amor. Te lo prometo.
Tras varios segundos en silencio Hermione se separó de Draco sacando de su cuello el anillo de la familia Malfoy.
—Hazlo —dijo simplemente entre lágrimas.
—No voy a permitir que nadie te lastime, te lo prometo —soltó Draco sacando su varita para realizar el hechizo—. Te amo —dijo mientras una luz plateada iluminaba a la castaña dando por terminado el hechizo—, los recuerdos se irán de a poco hasta que ya no quede nada —explicó mientras se alejaba incapaz de mantenerse por más tiempo fuerte.
—Sé que tienes que irte —dijo Hermione para impedir su partida—, pero quédate un poco más, deja que nuestra despedida dure un poco más y bésame —suplicó logrando desarmar a Draco por completo y sin dudarlo la aprisionó en sus brazos para besarla una última vez.
Mansión Malfoy, 1999
El portazo de la puerta la hizo reaccionar, caminando en automático hacia la cama aún en shock, ¿su hija? Él no podía ser el padre, era imposible. Lo primero que Hermione observó de las cosas regadas por el colchón fueron unas cuantas fotografías en movimiento de ella y Draco, sonriendo, abrazándose, besándose. ¡Eso era una locura! ¿Estuvieron juntos?
Un gran paquete de cartas sin enviar se encontraba envuelta, la castaña abrió la primera descubriendo la pulcra letra del rubio.
“Una semana ha pasado desde que te perdí, y no sé cómo continuar, me aferro a la esperanza de un día recuperarte, pero me destroza verte sonreír por otros, mirar como te sonrojas con frases que no son las mías, saber que tu odio hacia mi ha vuelto. Me estoy desmoronando sin ti amor.”
Un nudo en la garganta de Hermione le avisaron que las lágrimas estaban por salir, mientras comenzó a leer cada una de las cartas.
“Se que debo estar alejado de ti, pero no soporto verte tan feliz, si no soy yo el que provoca esa sonrisa. ¡Dios esto es tan difícil! Creí que podía superar esto, pero nada vale ya sin ti.”
“Debo dejarte ir, nunca estuve destinado a estar a tu lado, nunca fui suficiente para merecer tu amor. Estas mejor sin mi princesa, no tienes idea lo mucho que me duele estar lejos de ti, pero tomé mi decisión, verte a salvo es mi prioridad, Nunca olvides que mi lealtad te pertenece a ti. Nuestro amor será eterno, aunque solo uno de los dos pueda recordarlo.”
“Estaba avanzando, se que no merezco la felicidad y lo estaba aceptando, ¿y ahora debo pretender que no me afecta tu cercanía? ¿Cómo sigo con esta mentira si debo luchar por no sorprenderte en alguno de tus escondites y decirte que sigues siendo mía? Ya no sé como controlar caminar por los pasillos, si cuando reconozco tu olor solo quiero correr a tus brazos y desbloquear tus recuerdos. Me estas matando amor, y aunque debería odiarte por eso, la falsa esperanza de un futuro juntos no me dejará que tu obsesión se acabe, no aún, no estoy listo para decirte adiós.”
Hermione derramaba lágrimas sin control, incapaz de comprender como algo que no lograba recordar podía doler tanto. Estaba tan sumida en su dolor que no notó la presencia de alguien más en la habitación.
—Draco nunca se lo quitaba.
Hermione alzó su mirada y frente a ella sosteniendo una cadena se encontraba Astoria, la ira llenó su cuerpo, pero esta se disipó en cuanto reconoció el colgante, era suyo.
—Ni siquiera cuando estaba conmigo —continuó la chica ignorando la mirada de Hermione—. ¿Sabes porque soy su prometida? —preguntó, aunque sin esperar una respuesta —era a mi a quien solía llamar cada vez que su tía o Voldemort lo torturaban. En sus momentos más oscuros, fui yo quien estuvo a su lado, no tú. Lo único que necesitaba para poder continuar era a mí, a mí y a este estúpido collar. Dijo que aún sin saber de quien era, lo necesitaba, y aún así, yo me quede a su lado, estuve en la batalla de Hogwarts por él para cuidarlo y cuando hizo todo ese show por ti, no le importó que yo estuviera ahí, ni que eso me rompiera el corazón. Por segunda vez me lo quitaste.
—Yo, ni siquiera lo recuerdo.
—Y no lo harás nunca, así que, por favor, Hermione, no vuelvas a quitármelo —soltó Astoria con varias lágrimas resbalando por su rostro—, ustedes no serán felices juntos, déjame serlo a mí, al menos una vez.