Capítulo 3: Una ultima mision
1 de julio de 2025, 7:31
Una semana había pasado desde que el señor Oscuro y su hijo se habían marchado de la mansión, llevándose con ellos a los prisioneros y a Sirius Black, alegando que habían encontrado un lugar más adecuado para su estancia. Cualquiera en la posición de Draco podría haberse sentido aliviado por la noticia, sus padres lo estaban, sus cuellos habían salido ilesos con la visita de Lord y en el caso de Draco, Potter no había comentado nada a cerca de su mentira o sobre el beso. Pero ese silencio era lo que más le inquietaba.
Besarlo fue la única idea que se le ocurrió para escapar del problema en ese momento y ahora no estaba seguro de que pasaría. Quizás Potter solo lo ignoraría a causa del desagrado que sentía por él.
De todas formas no tenía tiempo para pensar en cosas así, las vacaciones por Yule habían acabado y al día siguiente tendría que tomar el expreso de Hogwarts para asistir a su último año.
– Todo estará bien, todo estará bien – murmuraba una y otra vez intentando menguar la presión que sentía en su pecho.
Cerró el baúl y lo selló con magia para que los elfos lo llevasen a salvo a Hogwarts. Luego se deslizó entre las costosas sabanas de seda y con un movimiento de varita las velas que alumbraban la habitación se apagaron.
– todo estará bien... – volvió a murmurar cuando la marca tenebrosa comenzó a arder ligeramente en su brazo – todo estará bien...
– 0 –
Harry tocó la puerta tres veces con sus nudillos, solo por cortesía, para luego abrirla de forma deliberada, haciendo un estruendo que resonó en las distintas salas de Potter Manor. Un acto que para otros podría resultar en una dolorosa tanda de crucios, pero ser el hijo amado del Lord tenía algunas ventajas.
Su padre se encontraba revisando unos documentos que debía enviar la siguiente semana al ministerio, con solo un vistazo notó que varios eran para el departamento de regulación mágica, lo que quería decir que las negociaciones con los vampiros habían salido exitosamente. Un problema menos a futuro.
Aunque eso no era todo.
Sonrió al ver que el rostro serpentino había desaparecido, dejando en su lugar a un hombre joven de piel pálida, pero no enfermiza; cabello negro y largo hasta los hombros, perfectamente peinado hacia atrás en una coleta baja; con intensos ojos rojos como la sangre, pero que no restaban nada a su atractivo.
– Es bueno verte sano otra vez, padre. Papá no volvera a morir del susto al verte – bromeó con una sonrisa ladina tan típica de James Potter, a opinión de Tom.
– Buenos días a ti también, Harrizon – dejó la pluma en el tintero de cristal – me sorprende que me visites a esta hora.
– No podía dormir – admitió con una sonrisa culpable.
Tom tenía una expresión indiferente, pero Harry podía notar pequeños destellos de preocupación brillando en sus ojos carmín.
– ¿Qué es lo que te quita el sueño, hijo? – un leve brillo surgió desde el cuello del Lord y no fue difícil saber que se trataba del guardapelo.
Aquel pequeño objeto era el único horrocrux que su papá James había creado. Sabía que el plan era que al menos tuviese tres, pero realizar una partición de alma estando embarazado era riesgoso y James se reusó a hacer cualquier cosa que lo pusiera en riesgo. Ahora el único problema era recuperar el resto de su alma. Cuando el cuerpo fue destruido, el alma se perdió y no estaban seguros donde. El Horrocrux podría atraerlo a ellos, sirivendo como un faro. Ahora que los materiales estaban en su poder solo debían esperar a la siguiente luna nueva, cuando Plutón este en el punto más óptimo.
– Supe que Snape ha estado teniendo problemas para mantener Hogwarts en control, que hay un grupo de rebeldes entre los estudiantes.
– Es un problema menor, envié a los hermanos Carrow para resolverlo – Harry frunció el ceño.
– ¿Enviaste a los Carrow? Padre sabes cómo son ellos, en lugar de apaciguar las llamas, las harán crecer.
– Son de mis soldados más leales.
– Por lo mismo no son los indicados, son soldados, no maestros – el de ojos mar suspiró, sentándose en una de las sillas que estaba libre frente al escritorio.
– Comprendo tu punto, ¿Qué es lo que sugieres entonces?
Sonrió, como si hubiese esperado esa pregunta:
– Nadie fuera del círculo interno sabe de mí ¿cierto? Para el mundo mágico sigo siendo Harry Potter, "el niño que vivió para vencerte", tal vez podamos usar esto a nuestro favor y acabar con los rebeldes y la orden al mismo tiempo – un brillo macabro apareció en sus ojos y Tom sintió algo similar al orgullo latiendo en su pecho. Puede que su hijo se pareciera a James en el exterior, pero por dentro era mucho más parecido a él mismo y sus ojos lo demostraban.
Harry procedió entonces a explicarle su plan, como atraerían a los rebeldes con una historia falsa a cerca de que el último Horrocrux estaba dentro de Hogwarts. Los rebeldes seguro intentarían ayudarlo y la perspectiva de el fin del Voldemort atraería a la orden como moscas a la miel.
– Sería extraño si apareciera solo en Hogwarts, todos saben que viajo acompañado al menos por Hermione, así que pensé en llevar a alguien conmigo bajo la poción multijugos – sugirió.
– ¿y quién sería esa persona? ¿Confías lo suficiente en alguien para esa última misión? – inquirió, pensando que diría el nombre de Sirius Black.
– Draco Malfoy – el rostro Tom cambió entre la sorpresa y el desagrado al escuchar ese nombre. Aquel muchacho que había marcado como castigo a los Malfoy por sus fallas y deslealtad, ¿en verdad su hijo confiaba en él?
– ¿Por qué él?
– ¿Por qué no? Es inteligente y sus lealtades están con nosotros – frunció el ceño notando que había una segunda intención en sus acciones.
– ¿Qué es lo que tramas, hijo?
– Nada en realidad, solo pienso que Malfoy es un buen aliado y que podría resultar útil a la misión – no le pasó desapercibido como las orejas del adolecente se habían teñido de rojo, aun así prefirió callar, tal vez su hijo los sorprendiera gratamente una vez más, como lo hizo al traer de regreso el guardapelo.
– Si crees que es lo correcto te dejare actuar – una vuela pluma surgió de uno de los cajones de su escritorio, una nota para que los Malfoy no enviaran a Draco a Hogwarts al día siguiente y que en su lugar, esperase instrucciones.
Al ver que su padre estaba de acuerdo, Harry sonrió. Tomó la nota alegando que él iría a entregarla personalmente en ese instante, aprovechando que aún tenía energías.
Una vez que su hijo desapareció tras la puerta Tom suspiró. Su mano inconscientemente fue hacia el guardapelo, sintiendo como este se calentaba gratamente ante su tacto.
– solo espera un poco más, James – el medallón volvió a enfriarse y Tom regresó a sus deberes.
– 0 –
Una hora. Si tan solo se hubiese ido una mísera hora antes no tendría que estar en esa situación, a mitad de la nada con sucia ropa muggle bajo condiciones infernales, tomando una poción multijugos para parecerse a la sangre sucia de Granger y con Harry–idiota–Potter siguiendo todos sus movimientos.
¡¿Qué había hecho para merecer tal castigo?!
– este será un buen lugar para acampar – Draco suspiró, aguantándose todo el veneno que quería soltarle a Potter y solo dejó caer su mochila sobre el montón de hojas que cubría el suelo, por suerte ambos podían usar magia o ese viaje se habría vuelto mucho peor.
Con algunos movimientos de su varita de espino la tienda se levantó por sí sola, aunque esta era muy precaria a comparación de la que tenía su familia, pero era lo suficientemente grande para mantenerse alejado de Potter.
No queriendo tener que hablar con el vástago del lord fue hacia la sección donde estaría su cama (aunque en realidad era solo una hamaca) y se recostó mientras la poción poco a poco perdían efecto, al menos hasta el día siguiente, cuando tendría que tomar otra dosis.
Según las órdenes del Lord debían hacer apariciones al azar en diversas partes de gran Bretaña, para que los rumores llegaran a oídos de los rebeldes en Hogwarts y de la Orden.
Dejó escapar un suspiro de cansancio recordando lo caótica que había sido su mañana. Había estado a punto de entrar a la chimenea para viajar vía flu hacia King Cross cuando las llamas se encendieron por si mismas dejando ver al infame Harry Potter, quien sonreía de forma arrogante hacia ellos. Usaba la ropa muggle que había traído cuando fue llevado a su mansión y en su espalda cargaba una mochila simple.
– ¿ibas a alguna parte, Malfoy? – le preguntó, mirándolo con ojos brillantes de entretención.
– Lord Potter – su padre se adelantó antes de que pudiese contestar – no esperaba su visita.
– ¿en serio? ¿Aun cuando recibiste una carta que especificaba mi llegada no pensaste que vendría? Espero que no hayas planeado alejar a Draco deliberadamente en contra de los deseos de tu señor – vio como apretaba la mandíbula ante el claro sarcasmo de Potter.
– Nunca haría tal cosa... – aunque al inicio no entendió la situación, la presencia de Potter y su intercambio de palabras le dieron las piezas necesarias.
El lord Oscuro quería darle una nueva misión, una que implicaba a Potter y su padre había intentado mantenerlo alejado, a salvo, pero como era Draco Malfoy nada tenía que salir bien.
Un gruñido de desagrado escapó de su garganta.
– ¿tienes hambre? – miró al otro varón, volviendo a usar su máscara neutra. Ya se había quitado las ropas de Granger, poniéndose un conjunto muggle de su talla que era igual de simple, así que fácilmente pudo sentarse sobre la hamaca.
Potter le llevó un plato con algunas papas cocidas con un par de huevos que seguramente había cocinado en la fogata que había en el exterior porque él en definitiva no era apto para ese trabajo y el idiota no había mordido la lengua a la hora de reírse de sus nulas habilidades gastronómicas, contrastándolas con su "perfección" en pociones. Lo peor era que no podía mandarle sus burlas de regreso, por más que su orgullo estuviese herido, el destino de Bellatrix aún estaba fresco en su memoria.
Con el tenedor jugó con una de las papas, haciéndola rodar por el plato mirando por rabillo de su ojo a Potter, quien por quien sabe que motivo se había sentado a comer justo frente a él. ¡¿Por qué no se iba?!
– come, se enfriara.
Entonces vete, me incomodas. Eso le habría gustado decir, pero solo cortó un pequeño pedazo de la papa y la metió en su boca.
– no es divertido ser el único que habla, ni siquiera respondiste a mis burlas como solías hacer – siguió Potter – ¿Por qué tan callado, Malfoy?
Porque valoro mi vida, maldito bastardo.
– No tengo nada que decir – corrigió su boca a su cerebro.
Vio como Potter fruncía el ceño, pero el solo siguió comiendo, de igual forma no estaba mal y por el sabor tampoco parecía tener algún tipo de veneno, así que al menos podía suponer que Potter no lo había llevado a ese lugar a matarlo por su atrevimiento pasado.
Ambos terminaron de comer en silencio y luego Potter se llevó los platos y los cubiertos al exterior para lavarlos a mano en una jarra de agua.
Era extraño como el hijo de Lord Voldemort – defensor de la pureza de la sangre y asesino de muggles – prefería hacer todas las actividades domésticas sin uso de magia.
Sin otra cosa que hacer, Draco prefirió sacar uno de los libros que había traído con el objetivo de no aburrirse y avanzar en cuanto a magia. Era un tomo a acerca de la magia sin varita, uno de sus últimos intereses y ambiciones. Aquel año tendría que dar sus EXTASIS y planeaba hacer una demostración. Pero sus planes se vieron frustrados cuando la sombra de Potter lo cubrió.
Allí estaba él, parado junto a su hamaca con una expresión de frustración que a parecer de Draco, no auguraba nada bueno.
Potter se inclinó hacia adelante en su dirección, apoyando una mano en cada extremo de la hamaca, atrapándolo debajo de él.
– ¿a qué crees que estás jugando? – preguntó increíblemente incomodo por la posición en la que había quedado.
– curioso, iba a hacerte la misma pregunta.
– Yo no soy quien está actuando extraño – Potter estaba demasiado cerca.
– para una persona que dice estar enamorada de mi actúas demasiado rígido cuando estoy cerca – maldita sea, así que era por eso.
– Nunca dije que estaba enamorado de ti – un brillo peligroso surcó los ojos de Potter y Draco sintió que caminaba sobre hielo delgado.
– ¿No? – Había molestia en su voz – ¿Qué fue ese beso entonces? ¿Acaso esa fue una treta para que no descubriera que planeabas traicionarnos?
Su corazón latía a gran velocidad, porque si, justamente eso era lo que había pensado. Solo su fuerza de voluntad le permitió mantener su rostro libre de cualquier reacción culpable.
– No es así.
– Entonces no te importará que haga esto... – inclinándose aún más, Potter capturó sus labios con una furia animal tal que parecía que intentaba devorarle el aliento. Draco permaneció en shock unos instantes, sin saber qué hacer.
Por un lado sus manos continuaban libres por lo que podría aprovechar la diferencia de tamaño y empujar a Potter lejos, arriesgándose a que descubriese su treta. Por el otro podía intentar corresponder y esperar a que todo terminara, porque seguro solo estaba probándole y se detendría.
Una voz en su cabeza le decía que sin importar que decisión tomase, estaría jodido.
Maldito e impredecible, Potter.
Al final optó por la acción que parecía menos arriesgada y pasando un brazo por la cintura de Potter lo atrajo hacia él profundizando aún más el beso. Potter era algo torpe debido a su inexperiencia y eso le favoreció, permitiéndole tomar el control del beso. Si tenía que ser así, al menos se iba asegurar de disfrutarlo.
Cuando se separaron Potter jadeaba en busca de aire, con sus los labios ligeramente hinchados que se unían un sonrojo semi–oculto a causa de sus mechones de cabello rebeldes, sin mencionar el brillo de éxtasis que había surgido en sus orbes azules. Draco ignoró el ligero tirón que sintió en su parte baja al ver al ex niño dorado con una expresión tan lasciva.
Una vez recuperado el aliento, Potter le sonrió.
Ese viaje iba a ser más largo de lo que pensaba.