ID de la obra: 290

END (Drarry's & Tomjam's)

Slash
PG-13
Finalizada
17
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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Promocionada! 15
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31 páginas, 7 capítulos
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Capítulo 5: Palabras muertas

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Entre risas, Harry se dejó caer en su mullida cama, mandando a volar sus zapatos y los lentes falsos a alguna esquina de la habitación, relajándose al fin, sin importarle que su padre le estuviese hablando desde el otro lado de la puerta. Sabía lo que quería hablar, lo notó por la mirada hostil que le había dado a Draco una vez estuvieron a solas los tres en la mansión. Así que lo primero que hizo al llegar fue agarrar a Draco del brazo y llevarlo lo más lejos posible del Lord Oscuro y sus interrogatorios. Giró la cabeza para ver a Draco, que estaba parado en medio de la habitación, mirando la puerta de alerce negro con pánico. – No te preocupes, no va a derribar la puerta, quita esa cara de espanto – comentó burlón. – Puede que sea tu padre pero sigue siendo el señor Oscuro – cuando los golpes se detuvieron, Draco se permitió suspirar ya más tranquilo. – Tiene asuntos más urgentes ahora que tenemos a la Orden – Harry se sentó con las piernas cruzadas entre sí, ladeando ligeramente la cabeza, causando que su revoltosa melena azabache se agitara. Draco recordó los rostros horrorizados de esos hombres y mujeres, al igual que los de sus compañeros al ver como Harry se arrodillaba ante el lord, para luego ser recibido con los brazos abiertos por este. Para mañana muchos de ellos ya no estarían vivos y eso genero una pregunta en Draco. – ¿Qué hay de los Weasley? Ellos también estaban con la orden – había visto que Potter tuvo un trato especial con la comadreja, pero no estaba seguro si aquello se mantendría para toda la familia. – Si no los asesiné antes ¿Por qué tendría que hacerlo ahora? – habló con un tono que decía "es obvio" – además, si quiero que Ron se una a mi definitivamente no debo lastimar a los que ama. – Tienes mucho interés por el Weasley ¿en verdad piensas que se unirá a ti? – Weasley era terco como una mula y dudaba que cualquier cosa que dijera Potter cambiase la forma en que él lo veía. Por eso su voz había sonado tan despectiva que Harry entendió su pregunta de otra forma. – ¿Estas celoso? – Draco lo miró incrédulo. ¿En verdad pensaba que estaba celoso? ¡¿Y de Weasley?! Nada más alejado de la realidad. – Estas delirando, Potter. Harry gateó sobre el colchón hacia el extremo de la cama que era más cercano a Draco para mirarlo más de cerca. Tenían los brazos cruzados y una ceja ligeramente más alzada que la otra en un rictus de desagrado casi idéntico a los que había visto en él los seis años que habían estado juntos en Hogwarts. – Así que ya no me llamas "lord", es más interesante así – sonrió de lado y Draco apartó la mirada. Harry se puso de pie y cortó la distancia entre ambos, sujetando los brazos de Draco sin aplicar mucha fuerza, simplemente lo suficiente para que no se pudiese apartar de él. – Ron es como mi hermano, solo por eso quiero que esté conmigo. – ¡ya te dije que no estoy celoso! ¡Y no tienes que explicarme nada! No somos nada de todas formas. Draco vio como los ojos de Potter se oscurecían y su sonrisa menguaba hasta solo ser una mueca. Esa visión causó que algo dentro de él se retorciera de forma desagradable. Mal. Algo debía estar terriblemente mal con él. Quiso apartarse, pero el agarre de Potter alrededor de sus brazos se volvió más brusco. – ¿crees que besaría a alguien que no es nada para mí? Esa era la primera vez que veía en los ojos de Harry un dolor así y eso solo lo hizo sentirse peor. Fue ese sentimiento el que lo llevó a decir las siguientes palabras: – lo siento, Harry, no quise insinuar eso. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre, notó Harry y su corazón comenzó a latir rápidamente una vez más. Podía sentir como sus orejas ardían al igual que sus mejillas. – Es mi culpa – dijo al fin – nunca te lo pedí formalmente, incluso cuando me dijiste eso en el bosque. Ah cierto. Aquella actuación que había hecho al intentar que Harry pierda el interés sobre él, pero mirando donde estaba había dado un resultado totalmente opuesto. En especial porque en lugar de congelar el corazón de Harry, fue el suyo propio el que se calentó solo con su presencia. Cuando Harry librero sus brazos, Draco en lugar de apartarse, rodeó su cadera atrayéndolo a su propio pecho. La diferencia de estaturas jugó a su favor, permitiéndole hundir su nariz entre los risos de negro azabache. Olía ligeramente a sudor, pero descubrió que no era desagradable, sino que incluso le hacía querer hundirse aún más en él. Sintió como Harry se aferraba la túnica de su uniforme, pudiendo sentir la frialdad de sus manos aun a través de la tela. Harry ya lo había tocado antes, pero ¿Cómo se sentiría su piel sobre la suya? – Draco – el azabache levantó la cabeza y sus ojos ya no eran un mar tormentoso, tampoco el hielo glaciar. Sino un hermoso y cálido cielo en el que Draco podía perderse si no era cuidadoso. La mano derecha del moreno ascendió hasta alcanzar la mejilla del contrario. – ¿quieres ser mi pareja? – el corazón del joven sangre pura latió velozmente. Ni siquiera necesitó pensarlo, la respuesta ya había salido de sus labios. – si quiero. Harry sonrió aún más abiertamente. Lo siguiente que supo era que había sido arrojado sobre la cama y que ahora Harry estaba sobre él devorando sus labios, pero esta vez él no iba a dejarse comer por el azabache. Elevó su sus manos sosteniendo la cabeza del moreno con la izquierda y su cintura con la derecha, impidiendo que se alejara y por su lado aumento la rudeza del beso ahogando los pequeños gemidos que salían de la boca de Harry. Había tenido parejas antes, pero los labios de Harry eran tan malditamente deliciosos que era imposible conformarse con solo una probada, lo quería todo. El oxígeno era necesario y solo la sensación de sus pulmones quemándose al desearlo impidió que siguieran adelante con el beso. Ver a Draco jadeando de esa forma debajo de él había sido uno de los sueños húmedos más recurrentes para Harry a partir de quinto año y que ese sueño se hiciese realidad lo inundaba de dicha. Sin esperar más, Harry volvió a atacar los labios de Draco, a la par que usaba sus manos para deshacer los nudos de la túnica y luego abrir los botones de la camisa blanca, revelando su piel suave y nívea, con los músculos ligeramente acentuados en la parte del vientre. Esa sola visión era suficiente para darle una dolorosa erección. Draco se dejó hacer y ayudó a Harry a quitarle toda la ropa que cubría la mitad superior de su cuerpo, pero no fue el único así. Harry aun vestía la ropa muggle que había empacado, unos jeans algo ajustados en el área del trasero, zapatillas que ya habían desaparecido, una camiseta y una sudadera desteñida. Ni la camiseta ni la sudadera duraron mucho tiempo sobre la piel del moreno. No solo las manos de Harry eran frías, Draco pronto comprobó que toda su piel lo era y se sintió bien al ver como el moreno se estremecía ante su toque. Hubo un cambio de roles y ahora era el azabache quien estaba contra el colchón, con el de ojos mercurio sentado sobre su vientre. Su erección, aun atrapada entre sus pantalones golpeaba contra las nalgas del rubio con cada movimiento que este hacía al repartir besos sobre su pecho y cuello, entonces, cuando los dientes de Draco atraparon una de sus tetillas no pudo reprimir sus gemidos, así que lo abrazó en busca de placeres aún mayores. – Amo Harry Ambos muchachos gritaron de la impresión de tener unos grandes ojos verdes mirándolos desde la puerta y se separaron rápidamente con los rostros rojos de vergüenza. – ¿Qué ocurre Poppy? – la elfina no se inmutó ante la situación, era la más viejas de las que poseía la mansión, por lo que nada la afectaba ya. – Hay problemas en el ala oeste, los invitados del amo están inquietos y han causado en desastre en el gran salón. – Ugh, carajo – maldijo Harry, poniéndose de pie para buscar su ropa – no salgas de aquí Draco, mi padre podría planear emboscarte en cuanto des un paso fuera de la habitación. – ¿no intentara matarme o sí? – Harry terminó de atarse el último zapato y negó. – No lo dejaré, pero intentará intimidarte – suspiró con resignación – ya lo conoces, él solo respeta a los poderosos y desde el incidente de Dumbledore no te tiene en muy alta estima. Vio la preocupación en los ojos de Draco y se acercó a él para abrazarlo. – No te preocupes por él, solo se preocupa por mí – le susurró al oído – con el tiempo se le pasará, en especial cuando papá este con nosotros. Esa última oración hizo que Draco sintiera curiosidad. No era la primera vez que mencionara a James Potter como si fuese a regresar, pero por lo que sabía, el padre de Harry había muerto en el valle de Godric hace dieciséis años. Y hasta donde sabía no había forma de resucitar a los muertos, pero lo mismo habían pensado del Lord Oscuro y allí estaba, vivito y coleando. – Volveré pronto – Harry besó sus labios con ternura antes de seguir a la elfina fuera del dormitorio. Una vez solo, Draco se dejó caer sobre el colchón con el corazón aun bombeando como loco sobre su pecho e inconsciente llevó su mano a sus labios, los cuales seguían tibios, con la sensación fantasmal de los labios del moreno aun moviéndose sobre ellos. Giró sobre sí mismo notando que las almohadas también olían como Harry. Inconscientemente apegó su rostro más y más a la tela hasta que solo podía oler a Harry, entonces un cosquilleo apareció en su vientre. Jadeó y abrazó la almohada como si del azabache se tratase. Su cuerpo comenzó a sentirse pesado, al igual que sus parpados. Había sido un día muy agotador, con la toma de Hogwarts, el multijugos, la captura de la orden y el espectáculo del Lord. Solo pensar en ello lo hacía bostezar. La habitación era cálida, así que solo se cubrió con su capa escolar y cerró los ojos, dejando que Morfeo lo reclamase. – 0 – Acomodó su cabello hacia atrás mientras atravesaba pasillo tras pasillo, sintiendo el movimiento de su varita entre los pliegues de su manga. Al abrirse la última puerta, que había sido sellada desde el exterior se topó con una escena peculiar, por decirlo de alguna forma. Los Weasley y los Tonks siendo suprimidos por los diez elfos domésticos que, aparte de Poppy, trabajaban en la mansión. Todos flotaban a causa de la magia de los elfos, sin poder tocarse unos a otros y sin poder realizar encantamientos sin varita. En cualquier otro momento habría sido una situación un tanto cómica pero le habían interrumpido a mitad de algo bueno con Draco, por lo que estaba bastante enojado para ese punto. – ¿me pueden decir que está sucediendo aquí? – preguntó mirando a los distintos personajes. – Lord Harry, estos hombres estaban actuando de manera grosera en cuanto despertaron, dañaron valiosos tapices de la familia por lo que tuvimos que detenerlos. – está bien Scar, me encargare. – ¡Harry! – Ah, hola profesor Lupin – saludó desganado – lamento no haber asistido a su boda, pero me han dicho que Teddy es todo un encanto. – ¡¿Dónde está mi nieto/hijo?! – gritaron Andromeda y Nimphadora a la vez. – un gusto conocerla Sra Tonks, Dora, es bueno verte también, no los vi en Hogwarts así que supongo que fueron Barty y Narcissa quienes los trajeron. – ¡responde la pregunta! – Ted Tonks lucía muy enojado, como buen Hufflepuff su lealtad y amor a su familia superaba al temor de la muerte. – ya decía yo que... – detrás del pequeño... – Harry... – había algo... –...muy oscuro. Fred y George eran los únicos que no luchaban y de hecho parecían bastante entretenidos al flotar de un lado a otro. – También me da gusto verlos a ustedes – sonrió Harry levemente – y en cuanto al pequeño, está a salvo en manos de Narcissa Malfoy. – ¡¿Qué?! – no pongan esa cara, ella cuidara bien de su sobrino, no es inexperta en el tema – sacó su varita y se acercó a Remus. Los elfos lo bajaron del techo para que Harry pudiese examinarlo de mejor forma. El azabache dio un par de vueltas alrededor del licántropo, antes de volver a pararse en frente de este. Remus tenía el ceño fruncido por la furia, pero eso no sería por mucho tiempo. Apuntó la varita a la cien del hombre murmurando en una lengua extraña. Cuando Remus quedó inconsciente la habitación volvió a estallar en gritos que solo aumentaron el mal humor del joven mago. Con Sirius habían tenido que pasar horas luego el efecto del lavado de cerebro desapareciera para que despertara, pero ese día no tenía ni la paciencia ni el tiempo para eso. Así que ordenó a uno de los elfos traer una poción pimentónica que vertió en la garganta del licántropo. Remus despertó abriendo los ojos como platos y haciendo un gesto de nauseas. – No vayas a vomitarlo o volverás a quedar inconsciente – el hombre alzó la cabeza y tosió, pero no vomitó. – Eso se sintió fatal... – gruñó Remus por lo bajo. Si no fuera por la magia del elfo que lo sostenía, Harry estaba seguro que el hombre ni siquiera podría estar en pie. – Sirius estuvo con vómitos durante dos semanas, así que podrías estar peor – guardo su varita entre sus ropas. – Eso hubiera sido interesante de ver, el bastardo era el único de los cuatro que nunca se enfermó – Remus sonrió sin furia en sus ojos. – Qué bueno es tenerte de vuelta – dijo Harry con sinceridad. – A mí también me agrada volver a ser yo mismo – Remus lo miró a él y luego a los otros que flotaban a su alrededor, hasta que sus ojos se toparon con los de Dora y sus mejillas se colorearon ligeramente de rojo. – creo que tendrás mucho que explicar. – ¿eh? Espera, no pensaras dejarme solo con ellos. – Tu eres el adulto y seguro les explicaras mejor que yo, además tengo algunos asuntos que atender, los elfos te ayudaran con lo que necesites – se excusó, pero dos personas no pasaron por alto su apuro. – ¡Saluda de nuestra parte a Malfoy! – gritaron los gemelos con sonrisas maliciosas cuando Harry estuvo en el umbral de la puerta. – ¿espera como que Malfoy? – Preguntó Remus mirándolo – ¡Harry! El azabache cerró la puerta y comenzó a correr para ir directamente a su habitación cuando una figura atravesó su camino. – tú y yo tenemos todavía una charla pendiente, Harrizon. Con su camino siendo obstaculizado por el Lord oscuro no había manera de escapar. Harry tuvo que resignarse y seguir a su padre hacia su oficina para la que seguramente sería la charla más incómoda de su vida.
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