Sentimientos agradables
2 de julio de 2025, 13:57
Konrad Curze.
Un nombre que con solo ser pronunciado helaba la sangre del hombre más valiente, hacía que los criminales cayeran al suelo arrepentidos de sus pecados y hacía que todos mirarán con miedo sus propias sombras. Era un nombre tan poderoso como el primarca que lo poseía, el hombre maldito de Nostramo, el Acechante Nocturno y el líder de la legión de los amos de la noche. Ciertamente, Konrad tenía razones para ser temido, incluso sus propios hermanos, los poderosos primarcas, no podían estar seguros en su presencia.
Y aún así, Vulkan tuvo el privilegio de poder verlo dormir tan pacíficamente entre sus brazos. Ni siquiera su propia legión lo había visto tomar un descanso alguna vez, ni siquiera luego de purgar un planeta entero con sus propias manos. Tal vez era por eso que ahora estaba tan profundamente dormido contra su pecho.
Vulkan miró con ternura a su amante, ahora mismo él se veía tan vulnerable, su pecho levantándose suavemente con cada respiración y su cabello limpio de toda suciedad. Hacer que se metiera a la ducha fue un reto mayor que tratar de apaciguar a Angron pero el resultado valió la pena.
Suavemente besó sus cabellos negros, disfrutando de su verdadero olor, era agradable y dulce, como el caramelo, tan distinto al olor penetrante de la sangre seca y maloliente que siempre arrastraba con él. El pensamiento hizo que los labios del primarca cayeran por la tristeza, sabía de los crímenes de su hermano y lo miró con recelo a causa de esto. Pero en algún punto, no sabe bien cuando, sus corazones se terminaron entrelazado y pudo ver aún una luz entre toda la oscuridad que lo envolvía junto con el lado más vulnerable y dócil de él. Y ahora su corazón dolía al pensar en lo torturada que estaba el alma de Konrad, negándole el brillante destino que se merecía como cualquiera de sus hermanos más ilustres, como Horus, Sanguinius o Fulgrim.
Sabía que su amor no era una mágica solución a la cruda existencia de su amado, pero si al menos eso podía darle un alivio entre la oscuridad que siempre lo acechaba entonces no dudaría en entregarle todo su corazón.
Una mano acariciando su pecho lo devolvió a su realidad, bajando la cabeza para encontrarse con los ojos negros y cristalinos de Konrad recién levantado. —Estás agitado, tu corazón late demasiado rápido.
—Eso es inevitable, llevamos tiempo sin vernos por nuestras labores en la cruzada, compartir de nuevo mi cama contigo me llena de sentimientos.
Konrad se acomodo para mirarlo cara a cara, sus ojos negro como la obsidiana parecían ver directamente al alma de Vulkan, mandando un leve escalofrío por todo su cuerpo. —¿Son sentimientos agradables? ¿O desagradables?
—¿Por qué deberían ser desagradables los sentimientos de poder tenerte otra vez conmigo?
—Estoy seguro que las noticias de mis acciones llegaron a ti, de lo que hice en los planetas a los que llegué.
—Si, lo hicieron —Vulkan respiró hondo, era muy temprano para tener este tipo de conversación pero no podía dejar que su amante pensara que él le resultaba desagradable. —Pero también sé que esta vez perdonaste a los inocentes, solo perseguiste a los que ya eran criminales desde antes de tu llegada.
—Pero todavía tengo sangre en mis manos.
—Aún así hiciste un cambio de estrategia, se que tu también crees en la justicia, Konrad, y se que tu también quieres hacer lo correcto y yo estaré ahí para ayudarte a tomar el mejor camino.
—¿Esa es una invitación para ir juntos en nuestra siguiente incursión? —la pregunta de Konrad sonó más animada de lo que pretendía y eso le ganó una sonrisa de parte de Vulkan.
—Me encantaría, aunque será complicado hacer que nuestras legiones se comporten al tener que trabajar juntos, tienen bastantes diferencias entre ellos.
El primarca más pequeño volvió a acurrucarse contra su pecho y murmuró despreocúpate. —Tú y yo también, y míranos aquí.
—Ciertamente no puedo discutir con eso —volvió a besar a su pareja con una sonrisa, eran como el día y la noche y aún así no podía pensar en nadie más en el lugar que Konrad Curze ocupaba ahora en su vida.