ID de la obra: 313

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G
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3
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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planificada Mini, escritos 93 páginas, 11 capítulos
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Capítulo 1: Reencuentro

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2 de mayo de 1998,

Hogwarts.

Harry Potter.

Terminó. La guerra terminó. Habíamos ganado. Voldemort está muerto. Sería el primer, de muchos años en adelante, sin tener la preocupación encima de qué pasaría en el año siguiente. No más Tom Riddle. No más profecías. Y ya nadie perdería a gente por mi culpa. Es todo. Se acabó. ─ ¡Harry, estás acá! No podía ser otra persona chillando que Hermione. Se lanzó a abrazarme, mientras lloraba desconsoladamente. Era primera vez que no me apartaba incómodo, sino que le devolví el abrazo con la misma energía y sonrisa que ella me lo había dado. ─ ¿En qué estabas pensando? ─ Obviamente no podía ser ella sino me regañaba por algo ─ ¿Sabes lo preocupada que me tenías? ¡Este no es momento para desaparecer así como así! ¡Mira tus lentes! ─ Hermione, estoy seguro de tener más de un hueso quebrado, creo que los lentes son lo de menos. Me soltó tan bruscamente para examinarme que solté un quejido. ─ ¡Lo siento! ─ Está bie... ─ ¡Debemos ir a la enfermería ahora mismo! Me tomó de uno de mis brazos para que dejara caer mi cuerpo sobre el suyo. ─ ¡Hermione, te digo que estoy bien! Si me dejas sentar, mañana hago unos giros en mi escoba. ─ ¡Tú estás demente! A mi lado no te dejaré moverte a ningún lado. Más te vale hacerle caso a Pomfrey en cada cosa que te diga, Harry James Potter. Imité su voz entre carcajadas. Siguió regañándome, pero yo había desconectado desde la primera frase que me soltó. Sólo podía tener una cosa en mente. Quiero decir, alguien. ─ Está en la sala común. Mi cara se iluminó. ─ ¡A mira, ahora sí me escuchas! ─ ¿Qué? ─ De Pomfrey no te me salvas. Ella puede esperar. ─ ¿Quién? Me miró con incredulidad, como si me dijera que le dejara de mentir. ─ Te he dicho que estoy bien. ─ ¡No tienes pinta de estar nada bien! ─ Exagerada. ─ Le di unas palmadas en el hombro ─ Si me permites... No pude dar ni dos pasos sin que me tirara del brazo de vuelta a su lado. ─ ¡Pues no, no te lo permito! Iremos donde Pomfrey y te quedarás en la camilla hasta nuevo aviso. Me quejé con cada escalera que subimos. Pero mi cuerpo me delataba por sí sólo. Las piernas me temblaban y a veces era inevitable hacer una mueca de dolor. De seguro la caída con Tom me había quebrado las costillas y por la adrenalina todavía no gritaba. ─ ¿Aún tienes sentimientos por ella? ─ ¿Eh? ─ Ginny. Apreté mis labios, resignado. ─ Ha pasado un año, Hermione. ─ Y tu mirada sigue siendo la misma que cuando ganamos la copa de quidditch. ─ No sé de qué hablas. ─ Qué va, Harry. Acabamos de sobrevivir a una guerra y te conozco desde primer año. No me dirás que te avergüenza hablar sobre tus sentimientos conmigo, ¿o si? ─ Ha pasado un tiempo prudente como para que Ginny conozca a alguien más. No la culparía. De seguro sería un idiota lo suficientemente valiente como para sí poder estar con ella. No como yo. La dejé ir. Era lo que correspondía. ─ ¡Ay, Harry, tú sí que eres idiota! Parpadeé, ofendido. ─ ¿Qué? ─ Le has gustado desde que te conoció, ¿por qué cambiaría ahora? ─ Lo he visto en el mapa. No ha dejado de salir con Dean Thomas. ─ ¿La estuviste espiando? ─ ¡No la espiaba! ¡Me ocupaba de su seguridad! ─ Eres increíble. ─ Déjame entrar para poder terminar con todo esto. Tan solo recordarlo le había dejado un sabor agrio en la garganta. Todo su buen humor había desaparecido tan solo con la mínima posibilidad. Las puertas de la enfermería se abrieron. Pomfrey corrió hacia nosotros con la boca abierta y los ojos desorbitados. ─ ¡Por las barbas de merlín, alguien ayúdeme a subir a Potter a la camilla! Tan solo mencionar mi apellido y ya había sentido la mirada de los pacientes y los murmullos entre la gente. ─ Hermione, ¿no crees que necesitas más asistencia que yo? ─ Ni lo creas ni por un segundo. ─ Una cicatriz más, una cicatriz menos... ─ No soy prioridad ni de cerca. Todos mis huesos están intactos. ─ ¿Segura? ─ Asintió. No le creía, pero era verdad que sus heridas no eran del todo profundas y se podía mantener en pie. Cuando me dejaron recostado en una camilla, retomé la conversación. ─ ¿Y Ron? Apartó la mirada, apenada. ─ Me pidió que lo deje solo. ¿Crees que debería buscarlo? No quiero incomodarlo, pero no quiero que crea que no me importa. Tampoco quiero que piense que soy intensa. Aunque debe pensar que soy la peor por hacerle caso. ─ Hermione hablaba tan rápido que cada idea nueva que se le venía a la cabeza parecía más angustiada que la anterior. ─ ¿Por qué le hice caso, Harry? ─ Calma, Mione. Creo que cuando él lo necesite nos buscará. Ahora debemos darle su espacio. ─ Sí, tienes razón. ¿Cierto? Sí. Es que, nunca lo había visto así. Tan distante... Tan perdido. Tragué saliva, mirando al techo. ─ Pasaron muchas cosas en un mismo día. ─ Ni me digas. ─ Igual pasaron cosas buenas. ¿Ya hablaron de su amor incondicional? ─ Intenté retomar el humor con una sonrisa traviesa. ─ ¡Oh, cállate! Me reí a medias porque cada vez que lo hacía me dolían las costillas. Hermione me dedicó el dedo de al medio justo cuando Pomfrey volvió a entrar lo que la hizo sonrojar. ─ Señor Potter, tiene visita. Mi corazón dio un respingo al ver una cabellera pelirroja detrás de ella. ─ Quiero que mantenga esto en su frente porque se me hace que tiene la temperatura muy alta. ─ Informó dejándome paños fríos justo como mencionó. ─ Nada de levantarse, comer y beber sin mi permiso, ¿está claro? Asentí con la cabeza sin disimular mi emoción. ¿Cuánto rato más seguiría diciendo lo mismo hasta que la deje pasar? ─ Máximo tres visitas. Pasado de las ocho se cierran las puertas. No me hagas perder la cabeza, Potter. ¿Entendiste? Asentí reiteradas veces de nuevo. ¿Mi cabello se vería tan desastroso como siempre o aún peor? ¿Qué estoy diciendo? Tengo huesos rotos, un moretón en un ojo y apenas puedo mover mis extremidades, por supuesto que estoy horrible. Gran manera de volver a ver a mi ex luego de un año. Que la suerte siempre esté de mi lado. Hermione la recibió con un abrazo. ─ Me alegra tanto verte. Ginny le sobó la espalda. ─ También me alegra verte, Herms. Te extrañé. Se limpió las lágrimas y me señaló. ─ Los dejo. Ya escuchaste a Pomfrey. Cuando vuelva te quiero en la misma posición. Te lo dejo a cargo. Encárgate de mí toda la vida, Ginny Weasley. ─ Hey. ─ Hey. ¿Por qué no me salían más palabras? Hermione tiene razón, soy un idiota. Se sentó en el espacio libre de la camilla y acarició mi mano distraídamente. No me había dado cuenta de cuánto extrañaba su tacto. Me distraje observándola. Se apartó un mechón de cabello detrás de su oreja, dejándome ver los aros que tenía pegados al lóbulo. Contemplé su perfil; su nariz un tanto respingada, la concentración de pecas en esta, sus labios rosados algo deshidratados, sus pestañas largas, su cabello amarrado en una coleta que dejaba sueltos dos mechones delanteros, sus mejillas llenas de polvo y un ligero corte en una de ellas. Intenté poner una de mis manos en su rostro, pero no me podía el movimiento de mi cuerpo. Cuando vi su hombro izquierdo me estremecí. ─ ¿Qué...? ─ No es nada. Se acomodó la camisa para no dejarme ver, pero había sido el tiempo suficiente para darme cuenta de la profundidad de sus rasguños. ─ ¿Quién te lo hizo? ─ Déjalo, Harry. Mírate a ti. ─ Te dije que te quedaras en la sala de menesteres. ¿Por qué mierda no me hiciste caso? ─ ¿Y quedarme de brazos cruzados mientras todos ponían en riesgo sus vidas? ─ Sí eso te hubiese mantenido a salvo, pues sí. ─ ¡Y una mierda! ¿Cómo crees que me iba a sentir encerrada mientras los demás hacían el trabajo por mí? ─ ¡No estaban haciendo algo de admirar, Ginny! ¡Podrías haber muerto! ─ ¡Pues no fue así! En cambio tú.... ¡Yo sí creí que te habías muerto! ¿pensaste en eso? ─ ¡Claro que lo pensé! Pensé en ti hasta el último momento. Por la misma razón te dije que te quedaras en esa maldita sala. ─ ¡No eras quién para decirme lo que debo o no hacer! ─ Y mira cómo terminaste. ─ ¡Aprende a recibir ayuda y dejar de creerte el héroe de todo el mundo! ─ ¡Y tú aprende a obedecer una orden y no a jugar a ser rebelde de una vez! Silencio. Ginny me miraba con rabia. Eché mi cabeza hacia atrás y me tapé la cara con las manos. No suponía que nuestro encuentro sería así. ─ ¿Quién te hizo eso? ─ ¿Qué impo...? ─ ¿Quién? ─ Bellatrix. ─ Gritó ─ ¿Feliz? Solté una palabrota en voz baja. ─ No me duele. ─ ¿Puedes no mentirme? Se levantó y me dio la espalda. ─ Perdón. No... no debí gritarte. ─ Yo también lo hice. ─ Farfulló ─ Lo lamento. ─ ¿Quieres...? ¿Puedes seguir haciéndome compañía? Por favor. No quiero discutir. Te he extrañado bastante. No... no soporto esto. Ginny suavizó su mirada y asintió. Se recostó procurando no tocarme. Y sonará masoquista querer que lo hiciera. Es que lo necesitaba. Extrañaba sus caricias, sus besos, sus abrazos, su voz. Todo de ella. ─ Pensé que te había perdido. ─ Ginny yo jamás quise dejarte. Si las circunstancias hubiesen sido distintas, ni en mil años te alejaría. Lo lamento. No quería asustarte. A nadie. Tuve que hacerlo, pero... ─ Ya te dije que la mayoría de tus acciones tienen una razón noble y absurda, Harry. No hace falta más explicaciones. ─ Y Fre... ─ No hace falta. ─ Pero... ─ Te conozco lo suficiente como para saber que te culpas por cada mínima cosa. Y soy yo quien te dice que pares. ─ ¿Por qué sigues aquí sin mandarme a la mierda? ─ Porque me importas. Tres palabras hicieron que mi corazón salte de la emoción. ─ Hay muchas cosas que necesito decirte... ─ Ya habrá tiempo. Intenta descansar ahora. ─ Tú también debes hacerlo. Debes estar agotada. ─ Sí, pero esperaré hasta que te quedes dormido. Debo asegurarme que no hagas alguna tontería... ─ Qué sería yo sin alguna de ellas. Ginny sonrió y, tras dudar unos segundos, se inclinó y me besó. Lamentablemente, no duró más de dos segundos. Pero fueron los mejores dos segundos de felicidad que en mucho tiempo no había sentido. Me hacía sentir, de alguna manera, aliviado. Me hacía creer que lo nuestro aún no tenía fin. Que aún quedaba mucho por hablar, pensar y decidir. Aún está a mi lado. Aún hay un nosotros.
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