ID de la obra: 313

19 fotografías mágicas

Het
G
En progreso
3
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 0
Tamaño:
planificada Mini, escritos 93 páginas, 11 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 3: Parque de emociones

Ajustes de texto

31 de julio, 1998.

La madriguera.

Harry Potter.

Si me preguntan cómo creía que iba a empezar mi cumpleaños número dieciocho, créanme que jamás se me iba a pasar por la cabeza que sería de esta manera. Ni cerca. ─ Harry, ¿puedes tomar a George de este lado? Necesito sacar mi varita. ¿Cuánto tiempo había desconectado? La escena de George gritando daba vueltas por mi cabeza. Y la sensación de que era mi culpa generaba una extraña aflicción en mi pecho. Estaba tan sometido en mis propios pensamientos que cuando mi amigo soltó a su hermano este perdió el equilibrio y casi cae de culo si no fuera porque lo alcancé a sujetar. ─ Alohomora. ─ Aloh-mora ─ Repitió George en tono divertido. ─ No querrás que mamá te vea así. ─ Susurró molesto ─ Cierra la boca. Nunca había escuchado a Ron usando ese tono.  ─ Ni quirris qui mimi ti via así ─ Balbuceaba ─ Yo me... perfecto. ─ ¡George si no...! ─ ¿Se puede saber qué están haciendo? ─ Se escuchó Gin detrás ─ ¡Entren de una maldita vez! ¡Esa es mi novia! ─ Voy a mi cuarto. Más les vale dejar de hacer ruido. ─ Oye Harry, ¿cuándo te empezó a gustar la mocosa? ─ George, no le digas... ─ Cada que los veo me dan ganar de vom... ¡Oh, no, no! Qué puto asco. Vaya regalo de cumpleaños, campeón. Cuando lo dejamos en su cama se quedó dormido enseguida. Ron lo observaba con los ojos entornados y labios apretados. ─ Ron... ─ Déjalo ya, Harry. ─ Nada de lo que dijo es cierto. ─ Vete a dormir. ─ Dio un suspiro ─ Escucha, solo quiero olvidar esta noche. Voy a la cama. Adiós, Harry. Pasé las manos por mi pelo como si eso fuera a ordenar mis ideas. ─ Perdón, George. ─ Murmuré, aunque fuera incapaz de escucharlo. ─ Vaya día de mierda. Bajé al primer piso y me dirigí al patio trasero para tomar un poco de aire. Frené en seco al darme cuenta que Ginny no estaba en su cuarto como había dicho, sino sentada en el suelo con una taza que seguramente traía café dentro. ─ Si quieres dormir no lo lograrás con una taza de café en la mano, señorita. Dio un respingo al oír mi voz, pero al girar su cabeza hacia mí pude notar como sus hombros se relajaban y me dedicaba una cálida sonrisa. ─ En mi defensa, me hizo ojitos. ─ Creo que tendremos que cambiar esos vicios entonces. ─ Dije dando pasos hacia su lugar ─ ¿Puedo? Asintió con la cabeza. ─ ¿Crees que, algún día...que esto ya no...? ─ ¿Que ya no nos atormentará más? ─ Mh-hum. ─ No... No lo sé. ─ Admití luego de un par de segundos ─ Creo que simplemente... nos acostumbramos a vivir con ello. Aún le temblaban las manos; estaba a punto de rebalsar la taza. ─ Tranquila... ya pasó. ─ Solo quería que saliera de su habitación. ─ Y lo lograste. Esto no debe ser nada fácil para él. Es... su gemelo. ─ Eran tan unidos. Ginny sollozó. Le di un beso en sus manos entrelazadas. ─ Sí que lo eran. ─ Harry, ¿te puedo hacer una pregunta? ─ Claro que puedes. ─ ¿De verdad soy muy cerrada? ─ Ginny... ─ Sé sincero. ─ Todo el mundo necesita su tiempo para dejar entrar a alguien en su vida. Y no hay nada de malo con eso. ─ Olvídalo, quizás estoy muy sensible. Creo que el alcohol hace su efecto. ¿Cuánto tomamos? ¿Tres... cuatro? ─ ¿Cinco, seis? Reímos por lo bajo. ─ Gracias, Harry. ─ No hay de qué, pecas. Dejé caer mi rostro en su cuello haciéndole cosquillas con mi nariz. ─ Me gusta tu perfume. ─ A ver, ¿y qué más cosas te gustan de mí? Digo, si se puede saber. ─ Te pones muy pesada pidiendo halagos. ─ ¡Pero es que cuando estás sobrio te pones nervioso y no sueltas nada! ─ ¿Y dónde quedó nuestra emotiva conversación? ─ Son muy serias y aburridas. Ya tendremos unas cuantas más adelante. ─ Está bien. ─ Dije resignado ─ Pero no dormiremos aquí. Levántate. ─ Y luego yo soy la amargada y poco romántica. ─ ¡Tú arruinaste nuestra conversación! ─ Shh. Ginny fue la primera en caer dormida en la cama. A mí me costaba conciliar el sueño con mis propios pensamientos. Cuando por fin pude cerrar los ojos, sentí que ya era día de nuevo. ─ ¡Ginebra Weasley, te voy a matar! ¿Esa era... la voz de Hermione? La cama se hundió cuando alguien saltó encima. Levanté la cabeza, justo en el momento en que Hermione entraba echa una furia por la puerta. ─ ¿¡Cómo es posible que arruinaras el pastel de tu propio novio!? ¿Y quién era la que estaba encima...? ─ ¿Ups? Cómo no. Ginny. ─ ¿Qué está pasando? ─ "¿Ups?" ¿Es lo único que dirás? ¡Yo te mato! ¿Me habían ignorado? Estiré mi brazo hacia el pequeño velador a mi lado para poder buscar mis lentes. Pero al ir tanteando, se me habían caído al suelo. Me estiré un poco más y los encontré. Me los coloqué justo a tiempo para ver como mi hermosa novia quedaba llena de pastel. No pude evitar soltar una carcajada. ─ ¿Tú también quieres, cumpleañero del año? ─ ¡Ni se te ocurra! Me levanté y casi tropiezo con las sabanas, pero milagrosamente logré salir y correr lo más rápido que pude. ─ ¡Cobarde! ─ Oh, yo necesito ver esto. ─ Escuché que decía Ginny tras mío. Traicionera. Y como si la suerte definitivamente no estuviera de mi lado, me detuve en seco; ─ al ver la amenazadora mirada de la señora Weasley ─ haciendo que Hermione choque con mi espalda, por lo tanto, su pastel también. ─ Eh... Yo...Buenos días, señora Weasley. ─ ¿¡Se puede saber qué es todo esto!? Saqué un poco de crema de mi camiseta y se lo mostré con una sonrisa nerviosa. ─ ¿Feliz cumpleaños para mí? ─ ¿Se puede decir que se traen ustedes desde ayer? No los oí llegar. ¿Saben lo preocupada que me tenían? ─ Decía la señora Weasley en la mesa echándole azúcar a su taza con tanta fuerza como si estuviera peleando con la cuchara. ─ Y por las barbas de merlín, ¿dónde está George? ─ Durmiendo. ─ Susurró Ron. ─ ¿Por qué no me dicen nada? ─ Ayer celebramos el cumpleaños de Harry y Neville, eso es todo mamá. ─ Se excusó Ginny. ─ Y hoy día le habíamos hecho una torta a Harry. Pero Ginny ─ Dijo lanzándole una mirada fulminante para luego toser ─ desarmó el pastel y bueno... lo lamento muchísimo, señora Weasley. Me muero de la vergüenza. La señora Weasley carraspeó. ─ ¿Harry? ─ Lo que dijeron. Patético. ─ ¿Por qué presiento el ambiente tan tenso? ¿Qué diablos les pasa? ─ Dijo Arthur recién sentándose. Recibió un golpecito de su esposa. ─ ¡Digo diantres! ¡Niños por Dios! ─ No me lo vas a creer, cariño. ¡Hicieron una guerra de pastel en la mañana! ─ ¿En serio? ¿Y quién ganó? ─ ¡Arthur! A todos se nos escapó una risa. ─ Feliz cumpleaños, muchacho. ─ Dijo apretándome el brazo ─ ¿Qué piensas hacer hoy? ─ Pues... con Gin pleneábamos salir ─ Apenas dije eso con voz temblorosa, la señora Weasley me miraba molesta ─ Pero nuestro comportamiento no ha sido para nada adecuado. ─ Molly, cariño, déjalos que se diviertan. No todos los días se cumplen 18 años, ¿¡No es así, muchacho!? Ninguno parecía tener ninguna pizca de emoción, incluyéndome. ─ Sí me prometen volver temprano... ─ Ginny me miró, esperanzada ─ ¡Pero nunca más algo así! ¿Me escucharon? ─ Lo prometemos. Ginny jaló de mi brazo y tomó sus cosas. ─ ¿Dónde me llevas? ─ Pues he estado pensando que ya llevamos mucho tiempo en mi mundo, ¿No? El mundo muggle no estaba para nada distinto a como lo visité la última vez. Ginny había pedido entradas a un cine, pero ella no sabía como funcionaba y al final no tenía las entradas. A mí se me ocurrió la grandiosa idea de llevarla a un parque de diversiones. ─ Nunca había visto algo parecido. Hay muchas luces y... cosas que ruedan. ─ No te mareas rápido, ¿o si? ─ ¿Por qué? No debía preguntar. Estábamos en la montaña rusa más grande de todo Inglaterra. Cuando nuestro vagón se comenzó a mover, Ginny me apretó el brazo y cada que llegábamos más alto su agarre se hacía más fuerte. A mí se me hacía divertido. ─ ¡Recuérdame... jamás volver a dejar que organices nuestras citaaaaaaas! Apenas la atracción terminó, Ginny salió corriendo y vomitó en el primer basurero que encontró. Abrí la boca, sorprendido. Pero enseguida me acerqué y le aparté el cabello para que no lo ensuciara. ─ Esto es asqueroso, te odio. ─ Oh, yo te quiero más. Ginny me apartó de un empujón y siguió caminando. ─ ¡Eres imposible! ─ ¡Pero no te enojes! ─ Reí al ver su cara ─ ¡No pensé que te asustarías tanto! ¡Vuelas siempre en escoba! ¿Qué tan distinto es? ─ ¡No jodas, Harry! Parque de emociones se hace llamar, ¡ja! ¡Con razón! Contuve mi risa para no irritarla de nuevo y me llevé una mano a mi boca. ─ Es diversiones, mi amor. ─ ¿Qué? ─ Paró en seco, alzando notablemente las cejas. ─ Que es "parque de diversiones" ─ Repetí ─ No es "emociones". ─ No, me refiero a lo otro. ─ ¿El que? Puf. Enojo de nuevo. Qué difícil es de entender a esta mujer. Pero no podía estar más enamorado de ella. ─ ¿Sabes, qué? Olvídalo. ─ Espera, espera. No has probado la comida. ─ ¡Y desaparece en la boca! ─ Chillaba Ginny con el algodón de azúcar en la mano. ─ Vale, no está tan mal este lugar. Pero es tu cumpleaños, tengo otra idea. ─ Estoy ansioso por saber. Fuimos a distintas locaciones. Nos pintaron en un cuadro, fuimos de compras y nos colamos en un cine después de todo. Vimos scooby Doo y no parábamos de reír.

─ ¿Se puede saber ustedes dónde estaban? ─ ¡Bill! ─ Gritó Ginny saltando en sus brazos ─ ¿Cuándo llegaste? ─ Respondan. ─ Cagiño, acaban de llegag, déjalos respigar. ─ Primera vez que estoy de acuerdo contigo. ─ Ginny... ─ La regañé en voz baja. ─ ¡Fegíz cumpeagnos, Haggy! ─ Gracias, Fleur. ─ Sí, feliz cumpleaños. ¿Me van a responder? ─ ¡Espega! Te tenemos un regalo, Haggy. Fleur rebuscaba entre sus cosas con una sonrisa.  ─ ¡Aquí está! ─ Dijo mostrándome una bolsita de color celeste con una cinta rosa ─ Espego que te guste. ─ Muchas gracias. A ambos. ─ ¿Me dejan ir a mi habitación ahora? ─ Pidió Ginny. ─ ¿Con... él? ─ No, con el vecino. La miré mal. ─ Toca cenag. Bill pareció contento. ─ Ven, Haggy, acompágñame. Nos dirigimos hacia la cocina. Fleur les cerró la puerta. ─ Ayúdagme con estas cosas. Fui ordenando los cubiertos y los vasos en el orden que Fleur me indicaba. ─ Se ve que te estás adaptando a la familia Weasley, Fleur. ─ Oui. Me ha costado. Tenemos costumbres muy diferentes. Pero a Bill lo amo con mi vida. Bueno... tú también eres parte de la familia, Haggy. Suspiré. ─ Me acogieron desde un principio. Ahora que sea novio de Ginny no les gusta tanto. ─ Oh, Bill se pone muy intimidante cuando se tagta de Gigny. ─ Todos los hermanos... creo. ─ Es la menog. De hecho, a la que más me ha costado convenceg. ─ Es terca. Pero confío en que serán grandes amigas. ─ Eso espego. ─ Dijo sirviendo la comida. ─ Oye, Fleur... ─ Cuéntame. ¿Cómo sabrá que le quiero contar algo? Más bien, pedir. ─ ¿Yo... podría pedirte un consejo? ─ Oh, Oui. ¿Qué sucegde? ─ Yo... no sé realmente cómo empezar. ─ ¿De qué trata? ¿Es sobre Gigny? ─ Eh, no... O bueno, algo así. ─ ¿¡Egstá embarazada!? ─ Preguntó en un chillido agudo, cubriendo su boca con sus manos. Abrí enormemente los ojos. ─ ¿Qué? ¡no! ¡claro que no! Baja la voz, Fleur. Los hermanos me van a fusilar. ─ Oh mon Dieu! Me había asustado. Digo.. No es que ustedes no pudieran... ─ ¡El punto es...! Hay un sentimiento que me ha invadido durante mucho tiempo. ¿Nunca ha sentido como si... no mereciera ser querida? ─ ¿Qué quieges decir? ¡Togo el mundo megece seg quegido! ─ ¿No... se ha sentido así? ─ Bueno... mi esposo creía eso. Y yo no lo entendía. Hasta que me sentía fuega de lugag con sus costumbges. Supongo que es nogmal, pero no por eso hay que acostumbgase a lo nogmal. ─ Hablo de que... La guerra. Sufrió mucha gente. Entre ellos uno de los hermanos de esta familia. Y todo fue mi culpa. ¿Cómo se sentiría usted? ─ Oh, no, no. Estoy seguga de que no pretendiste que todo lo que pasó sucediega. Y eso no quiere decir que no mereces estar con Gigny. ¿Al menos se lo peguntaste? ─ Sí, pero... ─ ¿Pego? Estoy segugísima que ella lo entiende. No hace falta migaglos paga sabeg que están enamogados. Bill me hizo ver que nadie es pegfecto, pero la imperfección hace que uno lo sea. ─ Lo entiendo, pero... ─ Creo que te cuestionas mucho, Haggy. Y no degas mandag al cogazón. Todos nos equivocamos y eso no significa que hay que limitagnos a vivir. Apreté los labios, pensativo. ─ Muchas pegsonas cuestionagon mi relación con Bill, que si él no ega el indicado para mí, si yo no lo ega paga él, pego no hagas caso ni siquiega a ti mismo. Sólo tú y Ginny saben lo que tienen y si es suficiente paga ti, mantente centrado en eso.
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)