ID de la obra: 313

19 fotografías mágicas

Het
G
En progreso
3
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 0
Tamaño:
planificada Mini, escritos 93 páginas, 11 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 6: testarudez

Ajustes de texto

Harry.

20 de agosto, 1998.

Grimmauld Place.

─ ¡No puedo creerlo! ¡Pensé que le había dejado muy en claro que dejara de meter sus narices en donde no le incumbe, pero no parece entender! Eran las seis de la mañana cuando Hermione se encontraba parada en la entrada de mi casa─ antiguamente, el cuartel de la orden del fénix─con el ceño fruncido, un gesto distintivo que indicaba estar muy enojada. Tenía un periódico consigo, el cual tenía tan fuerte agarrado como si su vida dependiese de ello. ─ ¿Te molestarías en decirme de qué hablas? Acabo de despertar y no creo... ─ Sin acabar la oración, me estampó el periódico y me empujó hacia atrás para dejarla entrar ─. Oh, claro, adelan... ─ ¡Estoy harta de esa rubia oxigenada! ─ ¿Oxigenada? ─ Por un momento olvidé mi enojoy sonreí de lado ─ ¿De quién...? ─ ¡Rita Skeeter! Señaló con su dedo índice la portada del periódico con dicha mujer en el centro. Parpadeé varias veces antes de notar que el titular era sobre mí. ─ ¿Qué es esto? ─ Lee la página con el número siete. No hice más preguntas e hice caso a lo que me decía; pasé las hojas, confundido. Esta vez era una imagen de Dumbledore quien se encontraba en el centro de la página junto a mí. No solo eso, sino que cada vez que avanzaba se ponía cada vez peor. El titular en letra clara y grande decía "la fascinación de Dumbledore con el pequeño Potter". ─ ¿Qué mier...? ─ Y no es sólo eso. Inventó una supuesta infidelidad de Ginny hacia ti. ¡Me metió a mí! ¿Puedes creerlo? Rápidamente, busqué la página a la que se refería. Esto era absurdo.

❝La lamentosa ruptura del famoso Harry Potter y la Chica Weasley❞

Harry Potter, niño de dieciséis años... ─ ¿Es en serio? ─ Dejé de leer, indignado. ─ ¿Siempre tiene que cambiarme la edad? ─ ¡Céntrate! Apreté los labios, cada vez más molesto. Carraspeé mi garganta y volví a leer. "Harry Potter, niño de dieciséis años, salvador del mundo mágico, "el elegido", es destrozado cruelmente por la niña Weasley quien parece tener una seria tendencia a estar con hombres. Todo parece indicar que el famoso Harry Potter aún no ha tenido suerte el amor. Hermione Granger, Cho Chang y Ginny Weasley han sido una de las tantas que le han destrozado el pobre corazón de este vulnerable ser. ¿Cómo se tomará Harry Potter está devastadora noticia?" ─ Esto es completamente ridículo. ¿Y cómo es que sabe lo de Cho? ¿Por qué tanta fascinación conmigo? De seguro hay otro idiota que se deje utilizar para este tipo de tonterías. ─ Entonces, no crees que lo que dice esa cosa es real, ¿verdad? ─ Ninguna pelea con Gin podría hacerme creer tal cosa. No necesito que una estúpida revista de Rita Skeeter me haga dudar de lo mejor que tengo en mi vida. ─ Bufé tirando la revista encima de un cajón y salté en el sillón. Hermione apretó los labios, dubitativa. ─ ¿Qué? ─ Desde ese día tampoco he visto a Ginny. ─ ¿Qué? ¿Por qué? ─ Es una tontería. Nada demasiado importante. ─ Cuando estuvo apunto de decir algo más, se retractó. Luego de unos segundos volvió a abrir la boca. ─ Aunque, Ron me ha dicho que ella prefiere darte tu espacio. Que por eso no te ha hablado. Curveé mis labios asintiendo con la cabeza. ─ ¿Algo más? ─ ¡Oh, vamos, Harry! ¡Somos amigos! ¡Puedes contarme cómo te sientes! ─ ¿Quieres algo para beber? ─ Son las seis de la mañana. ─ Lo he notado porque me has despertado. Hasta Kreacher debe estar durmiendo. ─ Y tú pensando en beber alcohol. ─ ¿Qué? ¡Malpensada! Me refería a beber agua. O un té. O un café... ─ Qué ofendido amaneciste. ─ Y tú maleducada. Déjame volver a dormir entonces. Me tiró el primer cojín que encontró como respuesta. Adiós sueño. ─ ¡Hey! ─ ¡Soy la invitada! ─ Te has invitado sola. ─ Pero debería venir más seguido. Tu desorden es asqueroso. ─ ¿Y qué? Es mi desorden. ─ ¡Si Kreacher ve este desastre de seguro te mata! ─ Son demasiadas veces las que lo han intentado. Y aquí sigo ─ Dije poniendo mi cabeza en el sillón nuevamente, recibiendo otro cojín de su parte. ─ Eres una agresiva, Hermione. ¿Te lo han dicho? ─ A veces. ─ ¿No piensas cambiarlo? ─ No. Ahora, volviendo al tema... ─ Solté otro quejido más estruendoso ─ ¡Te tiraré otro cojín si no me escuchas! No hice ningún movimiento así que prosiguió. ─ Deben hablar con Ginny. ─ ¿A eso viniste? Ahora que lo pienso, ¿Qué es lo que tanto te molesta de Rita? ¿O viniste a recomendarme terapia de pareja? Hermione no me encontraba gracioso. Yo pensaba que me estaba volviendo experto en esa área. ─ No seas idiota, Harry. Pero tienes razón. No es la razón principal por la que te traje la revista. ─ ¿Entonces? ─ No es solo ella, hay más autores que dejan sus "noticias del momento". Ahora son una comunidad. Ve, hay una parte donde hablan sobre mortífagos. Me estremecí al escuchar eso. Busqué nuevamente la revista y me acomodé las gafas. ─ ¿Qué tan creíble es todo esto viniendo de una revista de chismes? ─ Pues no estoy muy segura. Pero está confirmado que hay mortífagos con vida rondando por ahí. Se les ha visto. Y hay algunos que se les sigue buscando. ─ Como la familia Malfoy, por ejemplo. ─ ¡Exacto! Pero ellos ya están retirados de las artes oscuras por lo que veo. O es lo que dicen... ─ Ni me lo recuerdes. ¿Qué estaba pensando Ginny invitando al idiota ese? ─ Te recuerdo que fuiste tú quién le salvó la vida. ─ No me enorgullezco. ─ Harry... ─ Bueno, sí. Puede ser un insoportable, pero no dejaría a nadie morir. Igual no me confío. Ginny podrá hacerlo por Astoria, pero yo no. ─ Lo importante es que ya están descartados como mortífagos. Al menos para el ojo público. No sé quiénes otros estén, pero los del ministerio se están haciendo cargo. Han mandado patrullas de aurores por todo Inglaterra. ─ Ni me los menciones. Comienzo a perder las esperanzas. ─ No creo que te rechacen con la reputación que tienes. De todos modos, ¿Crees que estés listo para afrontarlo? ─ ¿Qué quieres decir? ─ A los mortífagos. Ser auror... ¿después de todo lo que hemos vivido? ¿No crees que mereces un descanso de todo este mundo de mortífagos? Me lo planteé un momento. ¿Querría realmente eso? No miento que por un momento pensé en que si me aceptaban podría ser mi oportunidad para vengarme. ¿Pero era realmente lo que quería? ¿Hacer justicia de esa manera? ─ Prométeme algo, Harry. ─ ¿Qué? ─ No hagas nada por venganza. ─ ¿No crees que se lo merecen? ─ Creo, Harry, que en este momento todos estamos muy heridos y solo por eso somos capaces de hacer todo por honor. Y ambición. Y venganza. Y rencor. Pero tú no eres eso y no eres una mala persona como otros allá afuera. Y no tienes la culpa de nada de las cosas que crees tener cargo. ─ Gracias, Mione. ─ Deberías escuchar más mis consejos que tu propia cabeza. ─ Puede que tengas razón. ─ Siempre la tengo. ¿Qué serían sin mí? ─ ¿Desde cuándo tan egocéntrica? ─ Como sea, tengo que irme. Piensa en todo lo que hablamos, incluyendo lo de Ginny. Te quiere, Harry. Nos vemos. ─ Nos vemos, Mione. ─ Ah, y quiero que ordenes todo este desastre. ─ Volvió a la seriedad de siempre dirigiéndose a la salida. ─ No quiero que le dejes todo el trabajo al pobre Kreacher. ─ Sí, señora. Hermione volvió a mirarme mal ─como siempre─ y salió por el pasillo. Me llevé mis manos a la cara. Sin Ginny mi semana había sido mucho más agotadora. Era bastante silencioso aquí. A no ser por Kreacher que farfullaba de vez en cuando. ¿Una persona podía hacerte tanta falta? Las palabras de Hermione me daban vueltas. Pero ahora no podía parar de pensar en Gin. Trataba de mantenerme ocupado, de evitar a toda costa nuestro encuentro, pero no podía seguir así. Necesitaba hablar con Ginny. Estar con ella. Abrazarla y que el mundo se sienta menos jodido. Ginny no solo me distraía de mis problemas, sino que también me hacía ver con claridad cada uno de ellos. Era una persona que me gustaba en todos sus aspectos. Tanto su sonrisa de suficiencia cuando me ganaba en algo como la manera en la que arruga su nariz cuando le toco las pecas de sus mejillas. Me traía paz, tranquilidad, comodidad... Y temía perder todo eso con ella. No podía dejarlo. Finalmente, me levanté y corrí hacia el baño. Lavé mi cara, traté de cepillar mi cabello (claramente imposible), me vestí con una camisa de líneas de color negro, un abrigo café y unos pantalones azul oscuro. ─ ¡Kreacher, saldré de casa! No me esperes temprano. Aparecí fuera y... ¿Tía Petunia? ─ ¿Harry? ─ ¿Tía Petunia? ─ Pregunté esta vez en voz alta. Me miraba con confusión. Como si no creyera a quién estaba viendo. ─ ¿Qué haces aquí? ─ Yo...Yo vivo aquí. Tía Petunia estaba cada vez más confundida. Se veía... diferente. Sus años se le notaban, su cabello ahora estaba blanco y la cara un poco más arrugada que la última vez. Por el contrario, sus collares de perla y abrigos elegantes los seguía conservando. ─ ¿Aquí? ¿En doce de Grimmauld Place? ─ Sí. Era casa de mi padrino, el mejor amigo de mi padre. Me dejó su casa cuando falleció. ─ Ya veo. Creo que no valdría la pena seguir conversando. Tía Petunia jamás había demostrado ningún afecto por mí, no sé por qué pensé que sería diferente. ─ He notado que tu tipo de gente ya no viene a hacer destrucciones por aquí. ─ Comentó con desdén. ─ ¿Mi...tipo de gente? ─ Replico lentamente. ─ Los mortífagos no son "mi gente". ─ Oh. No... No lo quise decir de esa forma. Solo que... ─ No se preocupe, ahora estaba por irme. Adiós, tía Petunia. ─ ¡Harry, espera! Tía Petunia abrió la boca y la volvió a cerrar. Abrió la boca y la volvió a cerrar. ─ ¿Sí? ─ Eh... Creo que no hemos partido bien nuestro encuentro. Lo lamento. No creerás que es fácil para mí verte. ¿Por qué lo creería? ─ Quiero decir, ─ Continuó ─ Vernon no está en casa. Me... me gustaría. Digo, si quisieras, no digo que fuera necesario, pero quizás podrías...quedarte a desayunar. ¿Había escuchado bien? ¿Quedarme a desayunar? ¿Estaba soñando? Alguien despiérteme. ─ No vivimos muy lejos de Grimmauld Place, pero si estás muy ocupado... ─ De hecho, tenía que... ─ Dame solo este día. Por favor. ─ Está bien. ¿Que dije qué? Y, sorprendiéndome a mí mismo, me encontraba sentado en la mesa de los Dursley. Su casa no era muy diferente a la que tenían en Privet Drive, seguía teniendo el estilo de tía Petunia tan característico como los estampados de flores en las paredes y colores opacos. Los muebles tenían las típicas decoraciones con vasos, platos, copas refinadas, jarrones con flores y sobretodo con cuadros de fotos de Dudley. No podía faltar el antiguo sillón de tío Vernon frente al televisor en el cual siempre se quedaba dormido, por supuesto. No era mucho cambio después de todo. ─ ¿Azúcar? ─ Por favor. Esto era demasiado extraño. Se sentía como una muy mala película de comedia-suspenso que no se ve dos veces. Pero aquí estaba. ─ ¿Y Dudley? ─ Me atreví a preguntar. ─ Trabajando. Mi pequeño ya es todo un profesional. Asentí revolviendo mi té, haciendo resonar la taza. ─ ¿Tú trabajas? ─ Estoy en ello. He enviado mi currículum para ser auror ─ Me dedicó una mirada confundida, pero sin atreverse a preguntar ─. Los aurores son como policías, pero del mundo mágico. ─ Oh, eso es... ¿peligroso? ─ Algo así... ─ Respondí sin dar una gran explicación. ─ ¿En qué trabaja Dudley? No me interesaba en lo absoluto. Pero con algo había que sostener esta conversación. ─ Es chef. De hecho, con su novia están planeando abrir su propio negocio. ─ ¿Dudley tiene novia? ¿Con novia y haciendo algo por él mismo? Quién lo diría. ¿Y qué clase de persona quisiera estar con él? ─ Tampoco me encanta la idea. Oh, pero Dinky siempre ha sido tan apresurado a la hora de tomar decisiones. ¡Pronto le pedirá matrimonio y nos dejará para siempre! No se imagina como ha dolido la llegada de esa muchacha. ─ Vaya. ¿Casarse? ¿Dudley? ¿El grandulón? Estaba soñando. ─ ¿Tú...? ─ Preguntó instintivamente, retractándose al instante. ─ Perdóname. No quiero ser entrometida. ─ Sí, sí tengo. Se llama Ginny. Y es una de las personas más increíbles que conozco. Jamás podría sentirme incómodo cuando el tema de conversación es Ginny. Sin excepciones. ─ La describes muy feliz. ─ Es preciosa. ─ Me encantaría conocerla. De pronto mi sonrisa se desvaneció. ¿Conocerla? ¿A Ginny? Mi tía, quien me crio ─si es que vivir con su familia se pudiera llamar así─, la persona más cruel y egoísta durante toda mi infancia, me estaba pidiendo mostrarle una parte de mi vida. ─ Yo... sé que no fui una buena persona contigo, Harry. Ni con nadie de manera honesta. No te pido que seamos cercanos, tú ya tienes tu propia vida por lo que veo, tu propio camino, pero sí te pido que puedas perdonarme. No sé si del todo, pero algún día me iré de esta vida y no quiero morir sabiendo que fui horrible con alguien que no lo merecía. 《Tu madre...ella tampoco lo merecía. Y me odiaría aún más sabiendo como me comporté todos esos años contigo. Pero ella murió sin haber sentido que su hermana la amaba. Pensando que tú no tendrías un lugar seguro ni podrías recurrir a mí y así fue. Mis celos y envidia siempre estuvieron presentes. Entonces...》 ─ Y entonces tuviste que esperar a que ella muriera para que te dieras cuenta. Hermione me volvería a pegar con esos cojines por impulsivo. Cuando hablaban de mi madre era un tema que me seguía provocando enojo. Además de no estar aquí para defenderse, tía Petunia siempre la despreció. Ella bajó la mirada, avergonzada. Simplemente no podía. ¿Perdonar y olvidar todo? Cada vez que me dejó encerrado en ese sótano sin comer, todas las cosas hirientes, las veces que me pegó, jamás decirle "no" a mi tío. Ya me encontraba allí y era mucho decir. ─ Lo lamento tanto─ Continuó con lágrimas ─, tanto, pero tanto. Tienes razón, a tu madre no pude admitirle cuánto la quería porque la ambición de querer ser ella me cegó. Ahora comprendí lo mal que estuve, sólo pido que me perdones. Por favor. ─ No puedo hacerlo. Me levanté de la mesa, tratando de tragarme todas esas palabras que sabía que las necesitaba soltar. ─ No tengo que estar aquí. Salí sin volver a mirarle a los ojos. A pesar de sus sollozos, no volví atrás. Lo que me hacía recordar... ¡Ginny! Tenía que ir a verla antes de que fuera demasiado tarde. Ya no perdí el tiempo en correr y me aparecí directamente afuera de la casa de los Weasley. Golpeé unas cuantas veces para esperar que alguien me abriera. ¿Me veía bien? Arreglé mi camisa mientras escuchaba pasos desde dentro. Tenía que disculparme con su madre y estar arreglado si quería volver a ver a Ginny. Pero se demoraban en venir abajo y abrir. Cada vez estaba más nervioso. ¿Será que ya no me quería ver? No, nosotros nunca peleábamos por tanto tiempo. Siempre hablábamos y se solucionaba todo. Esta vez no tenía porque ser diferente. Se abrió la puerta de golpe, dejando ver a la madre de Ginny con un delantal de cocina y el cabello despeinado con restos de harina por todas partes. ─ Harry. ─ Señora Weasley. ─ Me removí incómodo al recordar nuestro último encuentro. ─ ¿Cómo está? Yo...lamento muchísimo lo de la otra vez. No sé... ─ Está bien. ─ Me cortó. ─ ¿Qué te trae por aquí? Fruncí el entrecejo confundido por la pregunta. ¿No era obvio? ─ ¿Se encuentra Gin? ─ ¿Cómo? ¿no te dijo? Decidió irse hace un rato para llegar a tiempo al andén. ─ ¿Qué? Pero si las clases comienzan dentro de unos días. ─ Harry, no lo sé, ha tomado sus cosas y se ha ido. Mierda, mierda, mierda.
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)