ID de la obra: 313

19 fotografías mágicas

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G
En progreso
3
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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planificada Mini, escritos 93 páginas, 11 capítulos
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Capítulo 8: Reconciliación

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Harry.

Ministerio británico

de magia.

─ Vaya, vaya ─ Dijo Kingsley de brazos abiertos ─ ¿Sabías que tu nombre está en la boca de todos últimamente? ─ No es tan diferente que como de costumbre. No le sorprendió mi respuesta, sino que se limitó a reír mientras daba vueltas en su silla como un niño pequeño. Para ser el ministro de magia, era bastante alegre. Incluso su oficina era más resplandeciente que las demás. Las paredes eran de color dorado y en cada una de ellas colgaban cuadros de ex ministros. Había una gran chimenea, una amplia ventana que dejaba ver las puertas del resto de oficinas y encima de su escritorio se encontraba un desorden de papeles amontonados. Pero lo que más llamó mi atención fue que conservaba un cuadro de la orden del fénix de 1970. Asociación en la que participaban mis padres. ─ ¿Puedo? Pareció estremecerse, pero asintió. Siempre que veía una foto de mis padres me generaba un nudo en la garganta. Lo que esta vez llamó mi atención era que, por alguna razón, todos sonreían, a pesar de que no eran tiempos para hacerlo. ─ Estarían orgullosos de ti. Levanté la mirada, un tanto sorprendido. ─ ¿Por qué... por qué conserva esta foto? ─ Todos tenían algo en común. Valentía. Carraspeó mientras rebuscaba en sus cajones. ─ Eres portada en todos los periódicos, ¿lo has visto? ─ Umh... algo. Muchas no dicen la verdad. ─ ¿Ah, sí? ─ Se detuvo para mirarme con incredulidad ─ ¿y cuál es la verdad? ─ No soy un héroe. Hice lo que debía hacer. Y otras inventan romances que jamás he tenido. ─ Solté con el entrecejo fruncido, provocando que se riera. ─ Muy bien porque no necesito mujeriegos ni complejos de héroes. ─ ¿A qué quiere llegar, Kingsley? ─ Oh, me tuteas. Pues bien, necesito a la persona que enfrentó al señor tenebroso y lo derrotó en el intento. ¿Eso no es de elogiar? ─ Debo aclarar que no fui el único que participó. Fueron muchos. Cientos. ─ He visto que has entregado tus datos para que te consideremos en alguno de nuestros cargos como auror. ¿Es correcto? ─ Sí, pero... ─ Tu astucia y determinación te puede llevar a grandes logros, Potter. Me había quedado sin palabras. Había soñado mucho tiempo con este momento. ─ Estamos retomando nuestros cargos en el ministerio, necesitamos personas nuevas. Tienes que pasar un par de pruebas, nada difíciles. Una vez las pases serás bienvenido al departamento de aurores. ─ Yo... Quiero decir, ¿cuándo empiezo? ─ Eso me gusta. Primero tienes que partir por entrenamiento de carácter y aptitud. Tres veces a la semana, sin faltas. Lo que vendrían siendo; sigilio y seguimiento, instinto de batalla, ocultación y disfraz. ─ Entendido. ─ Partes esta semana. ─ ¿Eh? ¿de inmediato? ─ Claro. ¿Qué esperabas? ¿Una invitación? Sentí como mi cara ardía, negué con la cabeza rápidamente, avergonzado. ─ Tendrás una compañera con la cuál tendrás que enfrentarte a duelo mientras estés entrenando. Ella se encargará de que pases tus pruebas y enseñarte tácticas nuevas. ¿Una compañera? ¿Por qué la necesitaría? He podido solo todo el tiempo. ¿Que no quedó claro con todo lo que dijo antes? ─ Llama a Acalia Skelton, le tengo a su nuevo aprendiz. ─ Le informó a su lechuza la cual salió volando apenas le dio la instrucción. ¿Aprendiz? ¡Era absurdo! ¡Una vergüenza! No pasaron ni cinco minutos y la chica había aparecido desde el humo verde de la chimenea. ─ ¡Fantástico! ─ Celebró Kingsley con aplausos ─ Eres la indicada. ─ ¿Para qué requiere mis servicios, señor Kingsley? Se levantó de su asiento y me dio un empujón para que me acercara a ella. ─ Te tengo a este chico de acá para que le enseñes todo lo que sabes. ─ ¿Así que este... ─ Me analizó de arriba a abajo con desaprobación ─ chico de acá será mi compañero? ─ Así es. ─ Respondió sonriente ─ Es Harry Potter. Harry, ella es Acalia. ─ No lo conozco. ─ ¿Eh? ─ Kingsley habló de ti durante días y sigue sin sonarme tu nombre. ─ ¿Es en serio? Ella se encogió de hombros. Kingsley soltó una risa y nos dio una palmada a ambos en la espalda. ─ Bueno, bueno. Ahora que se conocen, ¿Qué te parece si le muestras como funciona todo, eh? ─ Lo que usted diga. No se veía muy animada. Tuve que seguirle el paso lo más rápido que pude porque ni siquiera se molestaba en esperarme. Mantenía una compostura rígida, no bajaba la mirada, la mantenía al frente en todo momento. ¡No presentaba ningún movimiento más que el de sus piernas al caminar! A pesar que de altura le ganaba por una cabeza, intimidaba bastante. No sabía si era por el color de sus ojos tan negros o si era su intención lanzarme una mirada asesina. Llegamos al cuartel. Para entrar ella introdujo su varita en una especie de cerradura y de inmediato se nos abrieron las puertas. Las paredes eran de hierro, dentro habían pruebas de todo tipo. Desde cajones que había que saltar, cuerdas donde mantener el equilibrio o no tocar hasta trampas más difíciles como paredes que expulsan fuego o flechas. Vaya. ─ Recuerda mantener tus manos de esta forma. Esto era ridículo. ¡Sabía perfectamente cómo manejar mi varita! Fingí estar prestándole atención mientras ella seguía dándome órdenes. ¿Y dice no conocerme? ¡Por favor! Tengo experiencia suficiente como para que... ─ ¡Stupefy! Mi cuerpo salió volando, estrellándome contra la pared. ¡Estaba despistado! ¡A cualquiera puede pasarle! Solté un quejido sobándome el cuello. ─ ¡Petrificus totalus! No lo logré, si quiera hizo un gran esfuerzo en bloquearlo. Volví a lanzarle otro y sucedió lo mismo. A la docena vez, me cansé. ─ ¿Y es que no parpadeas? ─ ¡Desmaius! Lo esquivé. Levanté mis manos, incrédulo. ─ ¿Tampoco hablas? ─ No cuando le estoy pateando el trasero a mi aprendiz. ─ ¿Disculpa? Esto se había vuelto personal. Comenzamos a tirarnos hechizos sin parar, creando una fiesta de colores por el destello de nuestras varitas. ─ ¿Y? ¿Por qué eres tan conocido, Harry Potter? ─ ¿De verdad no sabes? Me lanzó otro hechizo que me hizo rodar en el suelo. ─ Oh, ¿te golpeé en el ego? ─ No. Sí. ─ ¿El elegido? ¿El niño que vivió? ─ Ella siguió negando con la cabeza. ─ ¿El de la cicatriz? ¡Oh, vamos, por favor! ¿En qué mundo vives? ─ En un mundo muy diferente al tuyo, sin duda. ─ Para ser alguien tan callada se ve que siempre tienes algo por decir, ¿no? ─ No me interesa hablar contigo. ─ ¿Entonces por qué me respondiste? ─ Porque así de fácil es distraerte. Una vez más caí al suelo. ─ Nunca te dejes distraer por el enemigo. Comenzaba a fastidiarme. ─ ¡Eh, Harry! ─ ¿Neville? ─ Me levanté desconcertado ─ ¿Qué haces aquí? ─ Yo... trabajo aquí. Soy auror. ─ ¿Puedes concentrarte, Potter? Nunca debes darle la espalda a tu oponente. ─ Dame solo un momento. Por favor. ─ A la hora de enfrentarte a alguien tu oponente, no descansará. Lo tienes claro, ¿no? ─ Me he enfrentado a más personas de las que te has enfrentado en tu vida. Créeme, sé ve que no tienes ni idea. Ahora, déjame sólo cinco segun... Cuando Acalia trató de lanzarme de nuevo un encantamiento, reaccioné a tiempo y se lo devolví con un "expelliermus". Me quedé con su varita en mano con una sonrisa triunfante. ─ Si bien nunca se le da la espalda al oponente, tampoco se debe confiar que este no sepa atacar de vuelta. ─ Expliqué, acercándome, con cierta satisfacción. Dejando un espacio mínimo entre nosotros. ─ Lo tienes claro, ¿no? Apretó la mandíbula con los ojos entrecerrados. Volví a dirigirme a Neville con una sonrisa. Ganar se sentía bien. ─ No... no quería interrumpir. ─ No, gracias por hacerlo. ¿Qué necesitas, Neville? ─ En realidad, los necesito a los dos. Mi cara se deformó inmediatamente. ─ Suéltalo, Longbottom. ─ Al parecer, hay mortífagos queriendo seguir el legado de Voldemort. Su trabajo será investigar el caso. Si logras resolverlo, te quedas con el cargo. ¿Mortífagos de vuelta? No me hacía ninguna gracia. Mi cuerpo completo se tensó. ─ Este caso lo podría resolver sola. ─ ¿No conoces la palabra equipo? ─ Yo soy mi propio equipo. Tú eres un estorbo más. ─ ¿Pueden dejar de discutir? Es molesto. ─ ¿Hay más indicaciones? ─ Un mes. Es todo el tiempo que tienen. Sino el caso pasa a ser de otro auror y tú quedas descartado en el puesto. Oh, mierda. ─ ¿Quiere decir que un mes pueden estar sueltos allí y nadie más piensa atacar? ─ Los aurores no atacamos, Potter. Al menos no principiantes como tú. Debes dejar que el ministerio decida a través de un juicio que es lo mejor para el culpable. Nosotros solo nos encargamos de rastrearlo y capturarlo. ─ Pero, ¿qué suceden con todas esas muertes del 2 de mayo? Debemos hacerles justicia. ─ No es nuestro asunto. ─ ¿Asunto? ¿Asunto? ¡Estamos hablando de personas! ¡Cómo tú y como yo! ¿Te das cuenta de eso? ─ No podemos hacer nada que no sea permitido. ¿Quieres ser del departamentos de aurores si o no? No respondí. Estaba molesto. Neville parecía hacerles señas a alguien o algo y ese comportamiento se llevó toda mi atención. Acalia parecía buscar unos papeles. ─ ¿Qué ves? ─ Necesito mostrarte algo. ─ ¿Eh? ─ Debe seguir entrenando. Pensándolo bien, lo que fuera que me quisiera mostrar Neville sería mucho mejor que esto. Lo seguí instantáneamente, con un poco de dificultad para caminar. Cuando abrió la puerta y dejó ver lo que escondía detrás, mi corazón dio un salto. Allí estaba Ginny, con un uniforme idéntico al de un auror, sonriéndome nerviosa de oreja a oreja. Perdí el aliento. Podía decir que se me olvidó hablar por un momento que lo aprovechó para saltar sobre mí y abrazarme. Ese perfume. Extrañaba tanto ese olor. ─ Dime que no me odias y te prometo que te daré mi vida entera. Dejó una pequeña distancia entre nosotros, en que me tomó la mandíbula con sus frías y delicadas manos. En silencio, le saqué el gorro que ocultaba su cabello, dejándome ver su rostro despejado. ─ ¿Cómo? ─ Pregunté entre risas. No podía creer lo que estaba viendo ─ ¿Qué...? ─ Todo gracias a mí ─ Hizo señas Neville con la mano mientras vigilaba que nadie entrara. ─ Por merlín, escúchame. No he escapado de la prensa, Kingsley, aurores y entre otras personas por nada. Lo arruiné. Lo recontra arruiné. Debí contarte todo a penas recibí esa estúpida carta y... ─ Lo sé. ─ Y fui una completa terca. Y no pensé las cosas. Y tenía miedo... ─ Lo sé. ─ Y fuiste a la madriguera. Pero no estaba, me escapé. Le mentí a mis padres, otra estupidez... ─ Lo sé. ─ Entonces encontré a Neville. ─ Lo sé. ─ Mierda, Harry. Te amo mucho, pero ¡No me disfracé de una aurora para que tu única palabra que te escuche decir sea "lo sé"! Lo arruiné, pero merezco algo más que eso. Por favor. Reprimí una sonrisa. Ginny Weasley no tenía límites. Y eso me encanta. ─ ¿Algo más que quieras decirme? Y más me encantaba torturarla un poco. Esto no se veía todos los días. Ginny Weasley pidiendo perdón. ¡Y vestida así! No tenía ninguna duda, es el amor de mi vida. Ahora y siempre. ─ ¿Esto te divierte? ¡Bien! Estoy aquí porque te quiero. Y, aunque, eso me de miedo no puedo escapar porque siempre lo he hecho, siempre te he querido. Estoy parada frente a ti porque no aguanto estar días sin hablarte. Odio el hecho de que me pase algo y quiera contártelo, pero no pueda. Y me estoy sintiendo como una completa idiota cursi que juré jamás ser. Pero si eso ayuda a que me digas que no perdí... Fue más que suficiente, para agarrarla de la cintura y callarla con un beso. ─ Te tardaste. Solté una carcajada. ─ Estás malditamente loca, Ginevra Weasley. ─ Me vuelves a llamar así y te golpeo en la zona que más te duela. Retiré mis manos lentamente. Se escucharon resonar aplausos detrás nuestro. Y de nuevo, Acalia arruinando mis momentos de felicidad con su presencia. ─ Qué romántico, Romeo. Pero suficiente descanso por hoy. A entrenar. Ahora. ─ ¿Quién es ella? ─ Desgraciadamente, mi compañera. ─ No se ve muy simpática. ─ No lo es. ─ ¡Eh, Potter! ¿Quieres saber algo de mí? Tengo un oído muuuy bueno. Por eso soy avanzada. ¡Y si no mueves tu trasero ahora mismo...! ─ ¡Ya entendí! ─ Le dejé un beso a Gin en la cabeza y corrí hacia Acalia ─ ¡Te quiero, Gin! ¡Te iré a ver antes de que tomes ese tren! Lo último que pude ver es que corría hacia Neville y salían ambos tras la puerta. ─ Sabes que se puede meter en muchos problemas vestida así, ¿verdad? ─ No es asunto tuyo. ─ Algo en lo que estamos de acuerdo. Ahora, empezamos en 3, 2... ─ ¡Immobulus! ─ Ataqué. Me sentía eufórico. Y, con la imagen de Ginny en mi cabeza, no podía estar más feliz.
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