ID de la obra: 315

Manual de Relaciones y Otras Maldiciones - Dramione

Het
R
Finalizada
3
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
52 páginas, 10.572 palabras, 20 capítulos
Etiquetas:
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 3 - Zacharias Smith y el gran vacío emocional

Ajustes de texto
Narrado por Hermione Granger Con Zacharias Smith fue distinto. No hubo mariposas. Ni debates mentales. Ni necesidad de recuperar el honor herido. Solo apareció. Y yo, por alguna razón que hasta ahora escapa al entendimiento lógico y emocional, le dije que sí. Sí a salir. Sí a “probar”. Sí a fingir que esa sensación de meh podía convertirse en algo real con tiempo, exposición prolongada y algún que otro gesto bonito. Spoiler: no se convirtió. Jamás. Creo que todo empezó una tarde en el patio, cuando yo estaba explicando a un grupo de primero por qué usar Wingardium Leviosa en gatos era inmoral. Zacharias, de Hufflepuff y con cara de “me duermo en clase pero igual paso”, se me acercó y dijo: — “Me gusta cómo hablas. Sal conmigo.” Yo parpadeé. No porque me sorprendiera, sino porque ¿qué clase de introducción era esa? Pero algo en mi cabeza —probablemente el área que regula las decisiones impulsivas que normalmente mantengo sedada— hizo que dijera: — “Está bien.” Eso fue todo. No hubo ni una sola mariposa. Ni un tic nervioso. Ni un pensamiento tipo: “esto podría ser algo importante”. Fue como aceptar un folleto en la calle. Narrador: Y fue exactamente igual de emocionante. Salimos durante semanas. O meses. No lo sé. El tiempo se difuminó como mi interés. Hablábamos de cosas como Quidditch, su tía favorita, y el pan de calabaza del Gran Comedor. Nunca mencionó libros. O clases. Una vez le dije que estaba leyendo sobre lógica mágica aplicada a rituales antiguos y me respondió con: — “Ah, yo tengo un tío que cree en los horóscopos.” Maravilloso. La primera (y única) vez que intentó besarme fue en la biblioteca, y terminé hablándole de bibliotecología muggle hasta que perdió el impulso y se fue a buscar El Quisquilloso. Y luego… lo vi. Un martes cualquiera, saliendo de Encantamientos. Él. Ella. Su ex. Besándose detrás del tapiz de la séptima planta. (Qué cliché tan mal usado.) Me detuve. Lo observé. Esperé a sentir algo. Nada. Ni un pinchazo. Ni una punzada. Ni ese calor horrible en la cara cuando se te cae alguien del pedestal. Nada. Narrador: Y eso fue, de hecho, lo más perturbador de todo. Mis amigas estaban más afectadas que yo. Ginny dijo: — “¡¿Cómo puede hacerte esto?!” Y yo solo respondí: — “¿Hacerme qué?” Lo terminé esa misma tarde. Ni siquiera con enojo, solo con una mezcla de desinterés y ganas de recuperar el tiempo que podría haber usado reorganizando mis notas de Runas Antiguas. — “Esto no está funcionando.” — “¿Por qué?” — “No lo sé. Solo… no me acuerdo por qué dije que sí.” Y eso fue todo. Zacharias Smith fue el primero que no me hizo sentir nada. Ni amor. Ni odio. Ni rabia. Solo… vacío. Lo cual, irónicamente, fue más triste que cualquier ruptura con llanto. Porque al menos cuando te duele, significa que algo estuvo vivo. Narrador: Y Hermione, con trece años, descubrió que la indiferencia era peor que el rechazo.
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)