Capítulo 12 - Blaise Zabini, el primo-no-primo y el beneficio con lumbalgia emocional
1 de julio de 2025, 16:15
Narrado por Hermione Granger
Todo empezó con un mensaje.
Blaise Zabini.
El primo de Pansy.
También primo de Draco.
Pero no mi primo.
O eso me dijeron.
Mágicamente confuso, pero legalmente aprobado.
Insistía en vernos.
Y yo, con 28 años, experiencia emocional y un archivo histórico de malas decisiones…
Caí.
Mentira.
Salté de cabeza.
Y lo disfruté.
Nuestros mensajes siempre venían con fotos subidas de tono.
Porque sí, señores, soy adulta, mágica, y me gusta explorar.
Déjenme ser.
Narrador: No la juzguen, él mandaba las suyas también. Y qué fotos, por Merlín.
La primera vez que nos vimos fue saliendo del trabajo, me fue a recoger.
Yo me armé de valor, lo saludé con un beso en los labios.
Él se quedó congelado.
Y después me agarró de la cintura y me besó como si fuera el último oxígeno del planeta.
Ese chico…
Tenía un toque.
Un toque ilegalmente delicioso.
Después de eso, fue un no parar.
En mi casa, oficialmente “veíamos series”.
Oficiosamente…
Ni pantalla ni subtítulos.
Mis manos ocupadas.
Mi boca ocupada.
Él, muy ocupado.
Una vez, en las escaleras del edificio, en plena acción, me caí.
¿Duele? Sí.
¿Me reí? También.
¿Seguimos? Obviamente.
En hoteles, en su oficina con las persianas levantadas contra un escritorio, en su casa con gente dormida alrededor, en silencio absoluto como si estuviéramos practicando para un campeonato mundial de “no hacer ruido mientras…”
Bueno, ya sabes.
No teníamos título.
Pero sí éramos amigos.
Con muchos beneficios.
Ya demasiados.
Y a veces sin horario.
Era divertido.
Era libre.
Y era perfecto… hasta que, como siempre, alguien arruinó la fiesta.
Una chica.
Que me odiaba.
Y no lo disimulaba.
Empezó a salir con Blaise y le prohibió hablarme.
Y él, como buen hombre en crisis hormonal, obedeció.
Narrador: Porque los cerebros mágicos a veces también se apagan con un escote y celos mal gestionados.
Pasó un año.
Un. Año.
En el que sus amigos tuvieron que interceder como si fuera una reunión diplomática con el Wizengamot.
Y al final…
Lo perdoné.
Porque yo soy mejor que eso.
Y porque ya había cambiado de página.
Ahora solo somos amigos.
Él, de vez en cuando, lanza indirectas.
Tipo: “¿te acuerdas de esa vez en la azotea?”
Y yo respondo:
“Sí. También me acuerdo que me dejaste por una celópata sin alma.”
No hemos vuelto a tener beneficios.
Y él sigue esperando.
Pero yo…
Yo ya aprendí que a veces el toque perfecto no es suficiente si no viene con cerebro funcional.